Peter Frankopan, historiador: ¡°Estamos predispuestos al drama. Por eso vemos Netflix, no documentales¡±
El experto brit¨¢nico critica que Occidente se?ale a China por sus inversiones en ?frica y Am¨¦rica Latina sin hacer nada para construir hospitales y escuelas all¨ª
No hay mejor momento para sentarse cara a cara con un historiador. En la era de la turbulencia sin fin, en la que el mundo parece haberse metido en una coctelera, Peter Frankopan (Londres, 52 a?os), catedr¨¢tico de Historia Global en Oxford, invita a mirar en perspectiva. Es autor del ¨¦xitoso Las rutas de la seda. Una nueva historia universal (2014) y m¨¢s recientemente de Las nuevas rutas de la seda. Presente y futuro del mundo (de 2022, ambos libros de la editorial Cr¨ªtica), con los que cambi¨® la habitual mirada eurocentrista de la historia por una centrada en Asia. Adem¨¢s de colaborar con varios centros de la Ivy League estadounidense, regenta con su mujer un pu?ado de hoteles boutique en Londres, Par¨ªs, ?msterdam y Brighton. Recibe a Ideas antes de participar en un foro organizado por EDP en Madrid sobre la emergencia clim¨¢tica.
PREGUNTA. ?En qu¨¦ mundo vivimos?
RESPUESTA. Esta semana, en Madrid se han alcanzado los 40 grados. En algunas zonas de M¨¦xico y de Ir¨¢n, 50. Es una preocupaci¨®n palpable. Pero los humanos somos muy adaptativos y creativos, y podemos intervenir para solucionar los problemas. Por eso es tan importante ense?ar a los ni?os sobre la evoluci¨®n: que si los animales no se adaptan, desaparecen.
P. ?Cu¨¢nto le preocupa la fragmentaci¨®n pol¨ªtica y la polarizaci¨®n?
R. Me preocupa. La guerra de Ucrania muestra que, en este momento, no estamos en posici¨®n de resolver los problemas globales. Adem¨¢s, la relaci¨®n entre China y EE UU es m¨¢s complicada que nunca justo cuando m¨¢s necesitamos la cooperaci¨®n.
P. Se autodenomina usted como un ¡°optimista y pragm¨¢tico¡±.
R. Es f¨¢cil alarmarse, pero tenemos que pensar r¨¢pido sobre c¨®mo hacer la transici¨®n [energ¨¦tica] y c¨®mo ser sostenibles. Desde el inicio mismo de la Biblia, cuando Ad¨¢n y Eva son expulsados del para¨ªso, est¨¢ el tema del castigo al medio ambiente: es un recordatorio de que siempre estamos a merced de nuestro entorno natural.
P. Algunos pa¨ªses empiezan a dar se?ales de retroceso.
R. Algo puede estar cambiando, pero si hemos conseguido alargar la vida ha sido porque hemos sigo capaces de desarrollar nuevas medicinas, de mejorar la sanidad¡ No todo es perfecto, pero s¨ª mucho mejor que en cualquier otro momento del pasado.
P. ?Por qu¨¦ est¨¢ el pesimismo ganando la batalla ideol¨®gica?
R. Como historiador, le dir¨ªa que porque siempre nos centramos en las cosas que no funcionan: en las batallas, en los genocidios¡ En los grandes traumas. Estamos habituados a buscar la cat¨¢strofe, predispuestos para buscar el drama: vemos Netflix y no documentales, porque buscamos la emoci¨®n. Como dec¨ªa Hegel, una p¨¢gina de paz y tranquilidad es una p¨¢gina en blanco en los libros de historia.
P. ?Qu¨¦ cuota de responsabilidad tienen los medios?
R. No los culpo. Creo que tiene que ver, m¨¢s bien, con la forma en la que demandamos la informaci¨®n. Buscamos lecciones en las guerras, en el colapso de las sociedades¡ Pero, en realidad, las cosas que funcionan tambi¨¦n son apasionantes. Es duro ver c¨®mo en las democracias liberales es casi imposible encontrar l¨ªderes pol¨ªticos que ofrezcan una visi¨®n optimista del futuro. Hay una falta de ambici¨®n y de visi¨®n para unir a la gente, y eso impulsa a quienes quieren polarizar.
P. ?Qu¨¦ hacer, entonces?
R. Necesitamos que el espacio central sea ocupado por personas que nos unan. La cooperaci¨®n y la negociaci¨®n son perfectamente asumibles en lo personal, pero no en lo pol¨ªtico. Si Trump y Johnson han sido tan t¨®xicos es precisamente por su falta de voluntad para aceptar las decisiones judiciales o la voluntad popular cuando les son contrarias. Eso da?a a las instituciones. Debemos ser honestos: la mayor¨ªa de las cosas funcionan, la mayor¨ªa de nosotros intenta hacer bien su trabajo, ser considerado, ser sostenible¡ Tambi¨¦n tenemos que ver esto.
P. ?C¨®mo explica el auge del negacionismo clim¨¢tico?
R. Tiene mucho que ver con una batalla por el poder. En lo personal, me es imposible tener un debate con gente que niega la ciencia. Hay que tener mucha confianza en uno mismo para, con temperaturas de casi 40 grados en el mes de abril en C¨®rdoba, no estar preocupado.
P. ?Estamos asistiendo al fin de la globalizaci¨®n tal y como la conocemos?
R. Es un tema en Europa y, en general, en Occidente. Pero no en Asia, cuyo auge es la gran historia geopol¨ªtica en lo que va de siglo XXI: all¨ª, los grados de cooperaci¨®n son altos, tambi¨¦n los movimientos de personas y de mercanc¨ªas. Y el 65% de la poblaci¨®n mundial vive al este de Estambul. Las cadenas de valor son fundamentales para el suministro de bienes y no podemos desacoplarnos de ellas sin m¨¢s. Hacerlo tomar¨ªa a?os y ser¨ªa caro; no creo que, con los actuales altos niveles de inflaci¨®n y con la econom¨ªa al l¨ªmite, sea el momento de hacerlo.
P. ?Sin rastro, entonces, del declive occidental que muchos llevan a?os anunciando?
R. No pienso en esos t¨¦rminos. Hay una raz¨®n de por qu¨¦ la gente prefiere vivir en Madrid o en Barcelona que en Riad o en Shangh¨¢i. En Europa, por ejemplo, tenemos un menor riesgo clim¨¢tico que en Oriente Medio o que en el norte de ?frica, por ejemplo, donde est¨¢n 13 de los 21 pa¨ªses con mayor estr¨¦s h¨ªdrico del mundo.
P. China no deja de invertir y de buscar aliados en Am¨¦rica Latina y en ?frica.
R. Solemos mirar este asunto siempre en clave de qu¨¦ significa esto para China y no tanto para los pa¨ªses en los que invierte o a los que presta ayuda financiera. En Am¨¦rica Latina y en ?frica ya est¨¢n acostumbrados a los avisos europeos y estadounidenses sobre China, pero no ven nuevas inversiones suyas en sus escuelas o en sus hospitales. Lo que no podemos es seguir diciendo al resto del mundo lo que tiene que hacer: o nos involucramos, o dejamos a otros que lo hagan. Tenemos que invertir m¨¢s en esas zonas.
P. En las ¨²ltimas semanas han muerto centenares de personas tratando de cruzar el Mediterr¨¢neo. Pero la atenci¨®n medi¨¢tica se ha centrado en la muerte de cinco hombres a bordo de un submarino con el que quer¨ªan ver los restos del Titanic.
R. Quienes mueren en el Mediterr¨¢neo no solo son pobres: son an¨®nimos. No sabemos sus nombres, de d¨®nde ven¨ªan, ni la vida que llevaban. Es un reflejo m¨¢s de c¨®mo miramos al mundo que nos rodea. Mi funci¨®n no es criticarlo, pero creo que deber¨ªamos preguntarnos por lo que realmente importa. Las cat¨¢strofes en el Mediterr¨¢neo son parte de un enorme problema de pobreza: hay 20 millones de personas en riesgo de hambruna en el cuerno de ?frica. Llevan pr¨¢cticamente tres a?os sin lluvia. Es una crisis humanitaria y solo prestamos atenci¨®n cuando la gente empieza a morir.
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