Sophie Baby, historiadora: ¡°?Por qu¨¦ hay tanta impunidad con el franquismo? La derecha espa?ola nunca asumi¨® su responsabilidad¡±
La experta francesa en el estudio de la violencia de masas se qued¨® impactada con la permisividad en Espa?a con el franquismo y ahora ultima un libro sobre la memoria hist¨®rica
La dedicaci¨®n de Sophie Baby parece marcada por eso que en Francia llaman egohistoria. Uno de sus bisabuelos, de origen jud¨ªo, fue fusilado por los nazis tras montar un grupo de resistencia en los Alpes del sur; otro acept¨® el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy. Desde ni?a, frecuentaba una casa familiar de monta?a dise?ada por Andr¨¦ Jacob, el padre de Simone Veil, superviviente de Auschwitz y presidenta del primer Parlamento Europeo, y all¨ª se empapaba de los relatos de la familia. Pero a la hora de investigar, esta profesora de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Borgo?a, de 46 a?os, experta en las violencias de las masas y su memoria, prefiri¨® alejarse de su entorno personal y poner el foco en otra de sus pasiones, Espa?a. En 2018 public¨® en castellano El mito de la transici¨®n pac¨ªfica: Violencia y pol¨ªtica en Espa?a (editorial Akal) y ahora prepara la salida en marzo de su nuevo libro en franc¨¦s sobre el pasado franquista y su memoria en Espa?a en los ¨²ltimos 40 a?os. De todo ello habl¨® en un correcto espa?ol con este peri¨®dico en un encuentro en D¨¦nia donde particip¨® en el Festival de les Humanitats, si bien evit¨® entrar como historiadora en cuestiones de actualidad pol¨ªtica como la amnist¨ªa al proc¨¦s.
Pregunta. ?Vivi¨® como un trauma su historia familiar?
Respuesta. Es algo que siempre me ha preocupado, pero no lo he vivido como un trauma, sino como una historia heroica, algo positivo. Somos parte de ese mito de que todo franc¨¦s luch¨® en la resistencia en la Segunda Guerra Mundial, un intento de reinventar la identidad nacional, aunque no fuera as¨ª, como sabemos. Y luego estaba mi otro bisabuelo, m¨¢s pr¨®ximo al r¨¦gimen de Vichy, mi bisabuela jud¨ªa, sin que nadie lo supiera. Y sus hijos, todos en la resistencia.
P. Un pasado que ha marcado su investigaci¨®n
R. Siempre me he preguntado c¨®mo entras o no en movimientos de resistencia, c¨®mo se soporta la violencia, c¨®mo se act¨²a en situaciones extremas en las que hay que elegir qu¨¦ hacer y c¨®mo se vive en una sociedad donde no hay libertad y s¨ª violencia.
P. ?Se puede afirmar que la Transici¨®n en Espa?a fue violenta, pero se vendi¨® como pac¨ªfica? En su libro registra 700 muertos, entre 1977 y 1982: 376 a causa de ETA, 178 de los cuerpos de seguridad y el resto de grupos extrema izquierda y derecha.
R. Hubo un ciclo de violencia que empieza un poco antes de la muerte de Franco, que toma impulso con su muerte y baja despu¨¦s en los a?os ochenta. La violencia saltaba por todas partes. Pero el discurso hegem¨®nico de la ¨¦poca era que se trataba de una transici¨®n ejemplar, consensuada y pac¨ªfica. Hubo violencia, pero tambi¨¦n una voluntad de contenerla, de impedir que fuera una manera de hacer pol¨ªtica. Fue un ¨¦xito, en pocos a?os se transform¨® una dictadura en una democracia similar a las europeas, pero no podemos decir que fuese pac¨ªfica. Tampoco fue una revoluci¨®n como la portuguesa, donde los oficiales no quisieron participar en una empresa colonial, en un proceso que obedece casi a otra ¨¦poca, la de las utop¨ªas y revoluciones de los a?os sesenta. En Espa?a, no. Espa?a empieza la nueva era de las transiciones, la democr¨¢tica, la ecol¨®gica¡ Es la muerte de la idea de la utop¨ªa de la revoluci¨®n y se impone la idea de reforma frente a la ruptura.
P. ?Y por qu¨¦ aborda en su nueva obra la memoria hist¨®rica espa?ola?
R. El anterior trabajo lo prepar¨¦ viviendo en Espa?a durante el auge del movimiento por la memoria hist¨®rica, entre 2000 y 2006. Antes de la Ley de la Memoria Hist¨®rica, de 2007, fui a un 20-N [d¨ªa de la muerte de Franco] al Valle de los Ca¨ªdos y me qued¨¦ muy impactada. ?C¨®mo pod¨ªa ser posible que en un pa¨ªs democr¨¢tico no se considerara a Franco como a Hitler, Mussolini o Stalin? He investigado desde la Guerra Civil hasta hoy para intentar comprender el cambio global de paradigma, del olvido de la memoria a la lucha contra la impunidad. Y Espa?a tiene un papel espec¨ªfico en ese cambio. Ya en los a?os sesenta fue objeto de campa?as proamnist¨ªa de los presos pol¨ªticos, justo en ese momento nace Amnist¨ªa Internacional y se empieza a pensar de otra manera sobre qu¨¦ hacer con los cr¨ªmenes del pasado. Los pa¨ªses son permeables. Los exiliados espa?oles en Francia o B¨¦lgica vuelven a Espa?a. Hay toda una pedagog¨ªa de la memoria que entra en Espa?a por Europa y a trav¨¦s de las experiencias latinoamericanas de b¨²squeda de justicia tras las juntas militares.
P. ?Hay en otros pa¨ªses una reacci¨®n contraria a la memoria hist¨®rica al igual que en Espa?a?
R. S¨ª, pero menos. Espa?a tiene esa especificidad, que me impact¨® y ahora entiendo m¨¢s. ?Por qu¨¦ hay tanta impunidad con el franquismo en Espa?a? Por muchas razones, pero creo que la derecha espa?ola no asumi¨® nunca un discurso de responsabilidad. Se refiere a un pasado de violencia, pero habla de equidistancia para las v¨ªctimas y de sufrimiento. Bajo ese paradigma unificador de la violaci¨®n de los derechos humanos se ha llegado a construir un relato con v¨ªctimas, pero sin perpetradores, sin criminales, creando cierto vac¨ªo ¨¦tico. Y luego se a?aden las v¨ªctimas de ETA. Todos somos v¨ªctimas, pasemos a otra cosa
P. ?Se puede dar una opini¨®n sobre el conflicto Israel y Ham¨¢s sin contextualizar?
R. Para la gente que trabajamos en las ciencias sociales, en una disciplina cr¨ªtica que no es solo exhumar fuentes y archivos, buscamos siempre comprender, entender c¨®mo hemos llegado hasta ah¨ª. En pol¨ªtica se equipara contextualizar con justificar y as¨ª se corta el debate.
P. ?Hay en estos momentos una escalada en violencia de masas que se est¨¢ dando internacionalmente?
R. Hemos llegado a un momento de cambio de orden internacional, atr¨¢s queda la utop¨ªa de la democracia, la hegemon¨ªa de la utop¨ªa universalista occidental. Ahora es contestada por todas partes por el discurso poscolonial. Hay un cambio global de relaciones entre el Norte y el Sur global que deja espacios a muchos conflictos: Ucrania, Siria, Afganist¨¢n y ahora Israel y Palestina. Los m¨¦todos usados hasta ahora no funcionan, la supuesta superioridad militar occidental no ha impedido que las masacres se desatasen incluso en Occidente. Tambi¨¦n hab¨ªamos pensado que la justicia universal, con la Corte Penal Internacional, iba a impedir que los perpetradores siguieran cometiendo cr¨ªmenes al ser encausados. Pero no. No soy apocal¨ªptica, pero s¨ª hay un tema esencial que tendr¨ªa que ser el centro de todo: el futuro de nuestro planeta.
P. Tambi¨¦n hay una reacci¨®n internacional al cambio clim¨¢tico.
R. El negacionismo clim¨¢tico est¨¢ acompa?ado de otro tipo de negaciones. En Espa?a, los negacionistas son los mismos que niegan que el franquismo fuera una dictadura; en EE UU son los que niegan las consecuencias de la esclavitud. Frente a las dificultades de aprehensi¨®n del mundo, en la sociedad surgen discursos neopopulistas, con respuestas manique¨ªstas. Tambi¨¦n hay una vuelta a las religiones. Y una crisis de la sociedad liberal. Las desigualdades no han dejado de crecer desde 2008, lo que ha desestabilizado al sistema democr¨¢tico.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.