Patricia Hill Collins, soci¨®loga: ¡°Los intelectuales hemos retratado un mundo horrible y los j¨®venes est¨¢n desangelados¡±
La pensadora estadounidense, experta en pensamiento negro, sostiene que la ¨¦lite cultural y acad¨¦mica debe salir de la zona de confort y escuchar a las nuevas generaciones
Patricia Hill Collins (Filadelfia, EE UU, 75 a?os) disfruta enormemente la relaci¨®n con sus j¨®venes alumnos en el Centro para Estudios de G¨¦nero de la Universidad de Cambridge, donde est¨¢ pasando unos meses como profesora visitante. Pero se nota que esta fil¨®sofa, soci¨®loga y activista estadounidense, consciente de que es en la calle, en los proyectos de ayuda a la comunidad, donde se cambian las conciencias y se forja la lucha por una mayor justicia social, no termina de adaptarse al elitismo acad¨¦mico de esta ciudad universitaria brit¨¢nica. Hace fr¨ªo y viento, a pesar de que el sol radiante extraiga de ¨¢rboles y praderas las tonalidades m¨¢s vivas del verde. Hill Collins se deja fotografiar. Contribuye con ganas a esta entrevista. Acaba de recibir el Premio Berggruen 2023, dotado con un mill¨®n de d¨®lares (unos 920.000 euros), uno de los premios m¨¢s importantes de pensamiento, que concede cada a?o un jurado independiente a las personas ¡°cuyas ideas modelan la autocomprensi¨®n del ser humano¡±.
Black Feminist Thought (pensamiento feminista negro, no publicada en espa?ol), escrita por Hill Collins hace ya m¨¢s de treinta a?os, bebi¨® de las fuentes de la ficci¨®n, la poes¨ªa, la m¨²sica y la narraci¨®n oral para describir la fortaleza de las mujeres negras, bajo el doble yugo del g¨¦nero y la raza. Hoy es un canon imprescindible para comprender los m¨²ltiples matices del feminismo, el racismo y la conquista de la libertad.
PREGUNTA. ¡°?Qu¨¦ es necesario para que la gente negra sea libre?¡±. Esa ha sido la pregunta b¨¢sica que ha tratado de responder durante d¨¦cadas. ?Est¨¢ m¨¢s cerca de lograrlo?
RESPUESTA. No creo que est¨¦ m¨¢s cerca, pero creo que tengo un conocimiento mucho m¨¢s profundo de lo que significa. La libertad es algo que solo puedes imaginar o plantearte. Nunca la vas a alcanzar del todo. Es una pregunta lineal, que te conduce hacia el objetivo al que aspiras. Lo que hago es observar todo lo que las personas hacen para acercarse m¨¢s a ese sue?o. Y es algo inspirador. Cuando hablo y trabajo con la gente joven puedo percibir c¨®mo creen en las posibilidades que tienen frente a ellos.
P. Su gran m¨¦todo de an¨¢lisis ha sido la interseccionalidad: reconocer que no basta una perspectiva para responder a las grandes preguntas.
R. Porque la pregunta con la que hemos comenzado a conversar, por ejemplo, no concierne en exclusiva a la gente negra. Es una cuesti¨®n referida m¨¢s bien a una plenitud humana m¨¢s amplia. Y en ese sentido, parte de mi trabajo tambi¨¦n consiste en criticar la actualidad y se?alar d¨®nde son necesarios cambios. Tenemos l¨ªderes que nos han fallado. Que no son l¨ªderes, sino actores. Que negocian con nuestros miedos. Que retrasan las posibilidades de m¨¢s libertad, ya sea individual, para las personas negras o para que la propia humanidad pueda vivir en el planeta. Nos corresponde a nosotros aprender a percibir la diferencia entre aquellos que pueden sonar convincentes, pero que no tienen otro compromiso m¨¢s que con ellos mismos de los que est¨¢n comprometidos con causas m¨¢s importantes que ellos mismos.
P. Nos corresponde la b¨²squeda de un consenso¡
R. Es una cuesti¨®n de organizaci¨®n del trabajo. Imaginemos a grupos de personas centrados en cuestiones de raza, de clase o de g¨¦nero. Se organizan desde esa perspectiva particular y desde ella realizan su trabajo intelectual. Por lo general, suelen ignorar otras perspectivas, y asumen que la suya es una respuesta universal. Siempre replicar¨¦ a quien me diga que la causa de todo lo que sucede es el colonialismo, o el racismo. O el patriarcado. Pero no se trata de decir a estas personas que aquella perspectiva en la que se han especializado est¨¢ equivocada, sino de preguntarles qu¨¦ pueden aportar desde ella a las grandes preguntas: c¨®mo alcanzar la justicia social, la verdad o la libertad. ?Cu¨¢l es el coraz¨®n ¨¦tico de todas estas indagaciones? ?C¨®mo superamos el conflicto y alcanzamos el consenso? El desaf¨ªo radica en crear el espacio intelectual para que se desarrollen esas conversaciones.
P. ?Cu¨¢les son las grandes preguntas de nuestro tiempo?
R. En primer lugar, dir¨ªa que la esperanza. Los intelectuales hemos hecho un gran trabajo a la hora de convencer a la gente de lo horrible que es el mundo, hasta el punto de que los j¨®venes est¨¦n actualmente desangelados. Yo me considero optimista. Si no lo fuera, ?qu¨¦ sentido tendr¨ªa mi trabajo? Tengo que creer que con mi trabajo contribuyo a mejorar las cosas. Nunca me hab¨ªa imaginado que la gente joven tuviera ahora una visi¨®n tan nihilista. Y que su m¨¢xima preocupaci¨®n fuera, precisamente, la segunda gran cuesti¨®n: el cambio clim¨¢tico. Siempre he trabajado con gente negra joven. Y recuerdo la conmoci¨®n que me provoc¨® hace a?os una reuni¨®n en Cincinnati, Ohio, en la que una activista que trabajaba en proyectos de barrio me explic¨® c¨®mo el principal problema de su comunidad era que ni?os de 12 o 14 a?os no ve¨ªan un futuro para s¨ª mismos. ?C¨®mo es posible que un ni?o reniegue de su propio futuro? Hay un modo de vincular la esperanza con estos grandes asuntos sin pecar de voluntarismo. Se trata de entender que retos como el cambio clim¨¢tico van a necesitar de un esfuerzo colectivo con muchos actores en lugares diferentes. Y normalmente son los j¨®venes, o los m¨¢s oprimidos, los que despliegan una mayor energ¨ªa. Lo vemos en fen¨®menos culturales como el hip hop.
P. Curioso, porque usted se?al¨® primero al hip hop como un veh¨ªculo que daba una imagen equivocada e hipersensual de la mujer negra¡
R. Empez¨® siendo algo muy masculino y patriarcal, pero bajo el paraguas del hip hop comenzaron a ocurrir muchas cosas. Entre otras, que las mujeres se incorporaron para desafiar el modo en que se hac¨ªa esa forma de arte. El arte ha sido siempre una forma de salvaci¨®n para la gente. Por eso tantas mujeres j¨®venes se sienten tan atra¨ªdas por el mundo de la moda. Es fascinante. Esa est¨¦tica. Ese modo de reivindicar su propio cuerpo. Como ocurri¨® con el hip hop. ¡°Voy a reivindicar mi cuerpo de un modo que quiz¨¢ te ofenda a ti, pero estoy en mi derecho de hacerlo¡±, nos dicen.
P. Y ah¨ª surge el conflicto con las feministas cl¨¢sicas de la vieja escuela.
R. Bueno, las feministas cl¨¢sicas, ir¨®nicamente, eran mucho m¨¢s respetuosas con los sistemas de poder de lo que ellas cre¨ªan ser. Y son estas mujeres j¨®venes las que les dicen: ¡°?No peleaste t¨² por nuestro derecho a ejercer el control sobre nuestros propios cuerpos y por ejercer este tipo de libertad? Podemos entender que tu batalla no persegu¨ªa ese uso de nuestros cuerpos para que las grandes compa?¨ªas se enriquezcan. Pero si sabemos lo que estamos haciendo y somos conscientes de ello, ?por qu¨¦ no vamos a poder?¡±. Admito que al principio me result¨® duro admitir este discurso. Pero debemos salir de nuestra zona de confort y escuchar lo que la gente joven nos est¨¢ diciendo sobre qu¨¦ significa ser joven, sobre la fuente de poder que manejan y sobre su poder para forjar una cultura.
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