Michael Ignatieff, el te¨®rico liberal que se remanga con la realidad
El intelectual canadiense, agudo observador del nacionalismo, y adversario declarado de Viktor Orb¨¢n, suele dar la cara por sus principios y reconocer sus errores
Michael Ignatieff no pisa el freno tras cerca de medio siglo de trayectoria. El acad¨¦mico y autor canadiense ¡ªun defensor ac¨¦rrimo del liberalismo¡ª sabe que las complejidades del mundo de hoy requieren de agudos an¨¢lisis y s¨®lidas propuestas. Al recorrer su obra, celebrada especialmente por sus ensayos sobre el nacionalismo y los derechos humanos, es posible establecer una especie de hilo conductor: los mecanismos detr¨¢s de las formas de convivencia y de conflicto.
En sus libros m¨¢s recientes se ha enfocado en estudiar algunas virtudes, como la tolerancia y la confianza, que se constatan en pr¨¢cticas cotidianas de distintos grupos, subrayando el valor de una orientaci¨®n moral que no sigue necesariamente (con lecci¨®n de humildad incluida) los p¨¢rrafos dictados desde gobiernos, universidades y organismos. De igual forma, ha escrito sobre c¨®mo algunas de las grandes figuras de la historia han encontrado consuelo tras momentos de crisis; toda una invitaci¨®n a no claudicar ante el pesimismo. ¡°Es una continuaci¨®n natural de mi obra. Despu¨¦s de todo, hay l¨ªmites a lo que la pol¨ªtica puede lograr¡±, cuenta Ignatieff por tel¨¦fono desde Viena, este jueves, a pocos d¨ªas de viajar a Madrid.
El canadiense se mantiene muy activo intelectualmente y con los sensores abiertos. 2024 es un a?o con una larga lista de citas en las urnas (hoy, en Catalu?a, las europeas en junio y las presidenciales estadounidenses en noviembre, entre otras). Siente preocupaci¨®n por un riesgo que enfrentan los reg¨ªmenes democr¨¢ticos. ¡°Creo que la palabra democracia est¨¢ siendo empleada para legitimar cualquier cosa¡±, afirma Ignatieff, poniendo ¨¦nfasis en los candidatos y gobernantes que justifican procederes claramente antidemocr¨¢ticos. La democracia en las urnas: cuando el sistema se convierte en el problema es el t¨ªtulo de la conferencia que imparte este martes en la Fundaci¨®n Areces de Madrid (y que se podr¨¢ ver online).
Recientemente, Ignatieff se vio afectado por una de estas conductas autoritarias con disfraz. Entre 2016 y 2021 fungi¨® como rector de la Universidad de Europa Central, con sede en Budapest y financiada por George Soros. Tras embates incesantes del Gobierno h¨²ngaro de Viktor Orb¨¢n, la instituci¨®n se tuvo que mudar a la capital austriaca. Ignatieff sigue dando clases en esta universidad y lanzando cr¨ªticas. ¡°Fue un ataque atroz a la libertad acad¨¦mica¡±, apunta. ¡°La Uni¨®n Europea no cuenta con medios robustos para defender esta libertad¡±, agrega este autor, oriundo de Toronto.
Michael Grant Ignatieff naci¨® en 1947 en una familia acomodada, de larga tradici¨®n en la diplomacia y la intelectualidad. Parte de estas ra¨ªces se sit¨²an en la nobleza de la Rusia zarista. Debido al trabajo de sus padres, altern¨® sus a?os de infancia y adolescencia entre Canad¨¢ y una larga lista de capitales europeas. Dice que est¨¢ preparando un libro sobre los acontecimientos hist¨®ricos que vivi¨® su generaci¨®n, la de los baby boomers. Ha se?alado su admiraci¨®n, especialmente en la juventud, por John F. Kennedy y Pierre Elliott Trudeau (ex primer ministro de Canad¨¢ y padre del actual primer ministro del pa¨ªs). Ignatieff se gradu¨® en Historia en la Universidad de Toronto, doctor¨¢ndose en Harvard. Tras varios ciclos dictando cursos en las universidades de Columbia Brit¨¢nica, Oxford y Cambridge, volvi¨® a Harvard para dirigir el Centro Carr para Pol¨ªticas en Derechos Humanos.
Fr¨¦d¨¦ric M¨¦rand, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Montreal, dice que buena parte de la obra de Ignatieff es producto de los ideales del internacionalismo liberal posteriores a la Guerra Fr¨ªa. ¡°Subraya mucho la moderaci¨®n y la cooperaci¨®n, la importancia del derecho y de las instituciones internacionales; todo eso que parec¨ªa ir viento en popa con el liberalismo econ¨®mico de los a?os noventa¡±, comenta.
¡°La UE no cuenta con medios robustos para defender la libertad acad¨¦mica¡±Michael Ignatieff
La fama intelectual de Ignatieff se debe a sus estudios sobre el nacionalismo. En Sangre y pertenencia: viajes al nuevo nacionalismo cuenta las expresiones de ese tipo que resurgieron con fuerza a finales del siglo XX. A trav¨¦s de un viaje por seis puntos geogr¨¢ficos (como la antigua Yugoslavia, Quebec y el Kurdist¨¢n), critica a los nacionalismos que se basan m¨¢s en or¨ªgenes que en valores c¨ªvicos.
Sobre la cuesti¨®n catalana, cree que Espa?a necesita desarrollar una concepci¨®n compleja y pluralista de la naci¨®n espa?ola. ¡°Por otra parte, me opongo fervientemente a la secesi¨®n, ya que es muy claro que ser¨ªa una violaci¨®n a la Constituci¨®n¡±, afirma el autor, destacando la experiencia canadiense: ¡°Nunca hay un final definitivo para estas tensiones; simplemente hay que gestionarlas con sensatez pol¨ªtica¡±. Ignatieff gusta citar la reflexi¨®n de Isaiah Berlin respecto a que el nacionalismo es como una rama doblada que, si se agarra, golpear¨¢ el doble de fuerte al soltarse. La biograf¨ªa de Berlin escrita por Ignatieff gener¨® aplausos entre la cr¨ªtica. El pensador Richard Bernstein la catalog¨® en The New York Times como ¡°admirable, l¨²cida y amena¡±. Muchas de sus p¨¢ginas est¨¢n basadas en conversaciones que sostuvieron maestro y disc¨ªpulo.
En la producci¨®n de Ignatieff tambi¨¦n destacan sus libros dedicados a los derechos humanos. Han sido material para las aulas; y carne de debate. ¡°Me parece que ya no se le lee tanto como antes¡±, apunta en un correo electr¨®nico Nicol¨¢s Rodr¨ªguez, profesor de Estudios Latinoamericanos y Globales en la Universidad de ?msterdam. ¡°La irrupci¨®n de la teor¨ªa poscolonial trajo consigo miradas cr¨ªticas a Ignatieff y otros autores. No obstante, su agradable escritura sigue siendo superior a la de sus m¨¢s aguerridos cr¨ªticos. Es un gran contador de historias¡±.
Pol¨ªglota y gran aficionado al hockey y al b¨¦isbol, Ignatieff tambi¨¦n ha publicado tres libros de ficci¨®n. Es dif¨ªcil no colgarle el cartel de intelectual p¨²blico por sus posiciones defendidas a cielo abierto y el trabajo que ha ejercido como periodista en reputados medios. En tantos a?os de navegante, no ha estado exento de pol¨¦micas. La m¨¢s sonada tuvo que ver con algunas de sus declaraciones sobre la guerra de Irak. Apoy¨® en un primer momento la invasi¨®n, gan¨¢ndose cr¨ªticas parecidas a las que recibi¨® su colega de luchas, Christopher Hitchens. El canadiense se retract¨® m¨¢s tarde. Dijo que su apoyo fue producto de las emociones que a¨²n conservaba del viaje en el que hab¨ªa constatado la brutalidad de Sadam Hussein hacia los kurdos.
Ignatieff no ha sido el primero o el ¨²ltimo intelectual en dar el salto a la pol¨ªtica. A finales de 2005, tras incesantes rumores, anunci¨® que se presentaba como candidato a diputado federal por el Partido Liberal de Canad¨¢ en una circunscripci¨®n de Toronto. Gan¨® el esca?o. Sin embargo, su intenci¨®n era dirigir la agrupaci¨®n tras la derrota de Paul Martin a manos del conservador Stephen Harper. Ignatieff part¨ªa como favorito para tomar el tim¨®n, pero una convenci¨®n de 2006 eligi¨® en tercera votaci¨®n al curtido St¨¦phane Dion. Este renunci¨® a la jefatura en 2009 a ra¨ªz de una nueva derrota liberal. Ignatieff obtuvo unos meses despu¨¦s el 97% de los apoyos para dirigir al partido. Los conservadores no tardaron en responder. Dec¨ªan que ¡°s¨®lo estaba de paso en Canad¨¢¡±, en referencia a sus a?os en el extranjero. Los liberales tuvieron en 2011 los peores resultados de su historia e Ignatieff anunci¨® su dimisi¨®n, reincorpor¨¢ndose a la academia. En un libro en el que cuenta esos a?os, en un ejercicio de sinceridad, escribe: ¡°Todo aquel que ama la pol¨ªtica ¡ªy yo a¨²n la amo¡ª quiere animar a otros a que vivan sus sue?os, pero tambi¨¦n que entren en la batalla m¨¢s preparados de lo que yo estaba¡±.
Pese a las cucharadas amargas, reconoce la experiencia y el aprendizaje ganado en la pol¨ªtica, pero precisa que ya es agua pasada. Contin¨²a golpeando el teclado, comentando la actualidad con agudo olfato. Respecto de la situaci¨®n en Palestina, dice que la soluci¨®n es evidente desde 1948: dos Estados para dos pueblos. ¡°Requiere que ambos bandos se alejen de esta locura, y tambi¨¦n que este proceso quede libre de saboteadores nihilistas, tanto palestinos como israel¨ªes¡±.
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