Hacer retroceder el lucro: manual valiente para reorientar el rumbo del mundo
El gran pensador Edgar Morin desgrana en su nuevo libro las pol¨ªticas humanistas que necesitamos para salvar a la humanidad y a la Tierra
El Comit¨¦ de Salvaci¨®n P¨²blica fue creado por el Gobierno revolucionario en 1793 para afrontar los peligros mortales que acechaban a la Rep¨²blica. No pensamos ni por un momento en imitar ese precedente que cre¨® el Terror. Hoy necesitamos resucitar la noci¨®n de salvaci¨®n p¨²blica para reunir las buenas voluntades de la Francia humanista y enfrentarnos a los peligros mortales que se acumulan alrededor de Francia, de Europa, de la humanidad.
Estos peligros requieren una nueva pol¨ªtica que integre en su seno la ecolog¨ªa, cuyo alcance es a la vez capital y multidimensional, es decir, que ata?e a todos los aspectos, ya sean pol¨ªticos, sociales, t¨¦cnicos o cient¨ªficos.
Una pol¨ªtica plenamente humanista es una pol¨ªtica de la energ¨ªa que sustituya lo m¨¢s r¨¢pidamente posible por energ¨ªas propias (solar, e¨®lica, mareomotriz, geot¨¦rmica) las energ¨ªas contaminantes (gasolina y carb¨®n).
Es una pol¨ªtica del agua que descontamine r¨ªos y oc¨¦anos.
Es una pol¨ªtica de la ciudad que purifique el aire de las grandes aglomeraciones promoviendo las zonas peatonales, el transporte p¨²blico el¨¦ctrico, la bicicleta, y que desarrolle unos ecobarrios que favorezcan la convivencia.
Es una pol¨ªtica rural que haga retroceder la agricultura industrializada que esteriliza los suelos, estandariza unos productos infravitaminados, ins¨ªpidos y portadores de pesticidas, y tambi¨¦n una ganader¨ªa industrializada que concentra en las condiciones m¨¢s atroces a millones de gallinas, cerdos y vacas. Una pol¨ªtica que favorezca el retorno de la agricultura tradicional y los progresos de la agroecolog¨ªa. Una pol¨ªtica que resucite la vida de las peque?as ciudades y los pueblos, volviendo a abrir caf¨¦s, colmados, oficinas de correos y dispensarios.
Es una pol¨ªtica econ¨®mica que haga retroceder la omnipotencia del lucro mediante la redistribuci¨®n de los recursos gracias a los progresos de la econom¨ªa social y solidaria, de la agricultura saludable, de la alimentaci¨®n local y sana, del consumo liberado del yugo de la publicidad.
Es una pol¨ªtica de la producci¨®n que fomente el crecimiento de los productos ¨²tiles y necesarios para las personas y para la autonom¨ªa vital de la naci¨®n, y el decrecimiento de las producciones superfluas o de valor ilusorio.
Es una pol¨ªtica de solidaridad que controle el desarrollo tecnoecon¨®mico y apoye los entornos solidarios; que instituya un servicio c¨ªvico de ayuda a las v¨ªctimas y a los desheredados, y centros locales de solidaridad en todas las regiones.
Es una pol¨ªtica de educaci¨®n que d¨¦ un nuevo impulso a la laicidad y devuelva a los maestros su gran misi¨®n humanista. Una pol¨ªtica que tenga como objetivo la formaci¨®n de mentes inquisitivas, capaces de problematizar y de dudar, de autocriticarse y de criticar. Una pol¨ªtica que reforme los programas integrando los temas que permiten comprender y enfrentar nuestros problemas vitales.
Es una pol¨ªtica de reforma del Estado mediante la desburocratizaci¨®n y la eliminaci¨®n de los ¡®lobbies¡¯ privados parasitarios.
Es una pol¨ªtica civilizatoria que corrija los aspectos negativos cada vez mayores de nuestra civilizaci¨®n. Porque el desarrollo urbano no solo trajo el desarrollo individual, la libertad y el ocio. Tambi¨¦n gener¨® una atomizaci¨®n tras la p¨¦rdida de la antigua solidaridad y un sometimiento a las coerciones organizativas propiamente modernas. El desarrollo capitalista ha provocado una mercantilizaci¨®n generalizada, incluidos los ¨¢mbitos donde reg¨ªan los obsequios, el servicio gratuito, los bienes comunes no monetarios, destruyendo as¨ª numerosos tejidos de fraternidad.
La t¨¦cnica ha impuesto, en sectores cada vez m¨¢s extensos de la vida humana, la l¨®gica de la m¨¢quina artificial, que es mec¨¢nica, determinista, especializada y cronometrada: el ¡®m¨¦tro-boulot-dodo¡¯ (metro, curro y cama). Los guardias urbanos han sido sustituidos por sem¨¢foros, los porteros por interfonos, los empleados de banca por cajeros autom¨¢ticos, las cajeras del s¨²per por cajas de autopago, las voces humanas por contestadores.
La pol¨ªtica de civilizaci¨®n pretende rehumanizar y resocializar nuestras existencias. Pretende desarrollar la autonom¨ªa individual, la responsabilidad, la libertad, y luchar contra el ego¨ªsmo. Esta pol¨ªtica de civilizaci¨®n humanizar¨ªa las Administraciones, humanizar¨ªa las t¨¦cnicas, defender¨ªa y desarrollar¨ªa la convivencia y la solidaridad. Ser¨ªa una pol¨ªtica que reconocer¨ªa la plena humanidad del pr¨®jimo.
Ser¨ªa una pol¨ªtica plenamente humanista.
?Es posible, desde esta perspectiva, pensar en una pol¨ªtica de la humanidad cuya misi¨®n sea continuar y desarrollar el proceso de la hominizaci¨®n en el sentido de una mejora de las relaciones entre humanos, de una mejora de las sociedades humanas y de una mejora de las relaciones entre los hombres y el planeta?
No podremos eliminar la desdicha ni la muerte, pero s¨ª podemos aspirar a un progreso en las relaciones entre humanos, individuos, grupos, etnias y naciones. Renunciar al mejor de los mundos no significa renunciar a un mundo mejor.
Lo propio de lo humano es la unitas multiplex: la unidad gen¨¦tica, cerebral, intelectual, emocional del Homo sapiens demens, que expresa sus innumerables potencialidades a trav¨¦s de la diversidad de culturas. La diversidad humana es el tesoro de la unidad humana, que a su vez es el tesoro de la diversidad humana. Igual que hay que establecer una comunicaci¨®n viva y permanente entre pasado, presente y futuro, hay que establecer tambi¨¦n una comunicaci¨®n viva y permanente entre las singularidades culturales, ¨¦tnicas, nacionales y el universo concreto de una Tierra-patria de todos.
Salvar el planeta amenazado por nuestro desarrollo econ¨®mico. Regular y controlar el desarrollo t¨¦cnico. Garantizar un desarrollo humano. Civilizar la Tierra. He aqu¨ª unas perspectivas grandiosas capaces de movilizar las energ¨ªas.
Sabemos que estas propuestas, aunque t¨¦cnicamente factibles, se ven impedidas por conflictos virulentos y las regresiones actuales. Sabemos incluso que la resistencia a la degradaci¨®n generalizada de la biosfera y de la antroposfera apenas est¨¢ esbozada. Constatamos el poder¨ªo de las fuerzas regresivas y la continuaci¨®n de la carrera hacia el abismo.
Sin embargo, nos quedan principios de esperanza.
El primero es apostar por lo improbable. Los procesos m¨¢s importantes conducen a la regresi¨®n o a la destrucci¨®n, pero estas no son m¨¢s que probables. La esperanza est¨¢ en lo improbable. Como a menudo en los momentos dram¨¢ticos de la historia, los grandes acontecimientos salvadores han sido inesperados: la victoria de Atenas sobre los persas en 490-480 antes de nuestra era y el nacimiento de la democracia; la supervivencia de Francia bajo Carlos VII gracias a la Doncella de Orleans, Juana de Arco; la resistencia de Mosc¨², que salv¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en diciembre de 1941, y luego de Stalingrado, que aniquil¨® al ej¨¦rcito de Paulus en enero de 1943; la democratizaci¨®n de Espa?a por el heredero de Franco; el hundimiento del Imperio sovi¨¦tico en 1989 bajo el impulso de su dirigente Mija¨ªl Gorbachov.
El segundo principio de esperanza se basa en las posibilidades y la creatividad del ser humano. Las capacidades cerebrales del ser humano est¨¢n en gran parte inexplotadas. Estamos todav¨ªa en la prehistoria de la inteligencia humana. Sus posibilidades son inconmensurables no solo para lo peor, sino tambi¨¦n para lo mejor. Sabemos c¨®mo destruir el planeta, y tambi¨¦n tenemos la posibilidad de acondicionarlo.
El tercer principio de esperanza se basa en la imposibilidad de que dure infinitamente cualquier sistema que transforme la sociedad y a los individuos en m¨¢quinas. Toda m¨¢quina supuestamente perfecta comportar¨¢ siempre fallos que la anquilosar¨¢n o la dislocar¨¢n. Y el orden m¨¢s total y m¨¢s implacable no podr¨¢ sustraerse, tarde o temprano, al segundo principio de la termodin¨¢mica: la inexorable desintegraci¨®n.
Una nueva pol¨ªtica humanista de salvaci¨®n p¨²blica es el gran proyecto que puede despertar las mentes abrumadas o resignadas. Ya no es la esperanza apocal¨ªptica de la lucha final. Es la esperanza valiente de la lucha inicial: requiere restaurar una concepci¨®n, una visi¨®n del mundo, un saber articulado, una ¨¦tica, una pol¨ªtica. Debe inspirar no solo una resistencia preliminar contra las fuerzas gigantescas de la barbarie que se est¨¢n desencadenando, sino tambi¨¦n un proyecto de salvaci¨®n de la Tierra. Los que acepten el desaf¨ªo vendr¨¢n de distintos horizontes, no importa con qu¨¦ etiqueta. Ser¨¢n los restauradores de la esperanza
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