LSD: el viaje en bicicleta que cambi¨® el rumbo de la historia de la cultura
El hallazgo de este alucin¨®geno fue una casualidad que inici¨® un recorrido en el que intervinieron la ciencia, la CIA, la m¨²sica y la medicina
A mediados de agosto de 1951, cientos de respetables ciudadanos se volvieron locos en Pont-Saint-Esprit, una peque?a localidad situada al sur de Francia, a la orilla derecha del R¨®dano, ah¨ª donde las leyendas provenzales sit¨²an la guarida del drag¨®n y a cuyas aguas se lanzaron algunos de los perturbados, tir¨¢ndose desde las ventanas de sus casas entre gritos malsanos y una alucinada desesperaci¨®n.
El balance fue de siete personas muertas y m¨¢s de 300 traumatizadas que mantuvieron secuelas durante largo tiempo. El origen se debi¨® a un hongo paras¨ªtico del g¨¦nero Claviceps denominado ergot o cornezuelo del centeno, ¡°muy abundante en Europa y, sobre todo, en la cuenca mediterr¨¢nea¡±, como se?ala Antonio Escohotado en su Historia general de las drogas (Espasa).
Una vez entra en contacto con el grano, el citado par¨¢sito elabora metabolitos denominados alcaloides erg¨®ticos, es decir, micotoxinas que afectan habitualmente a cereales como centeno, ma¨ªz, mijo o avena, y cuya ingesta provoca alteraciones en la conciencia. Es curioso, pues el efecto se produce una vez que la sustancia ha desaparecido del sistema nervioso central, qued¨¢ndose alojada en bazo, h¨ªgado y ri?ones, siendo el torrente sangu¨ªneo quien la lleva y la trae alrededor del organismo.
Pocos a?os antes del suceso de Pont-Saint-Esprit, el doctor Albert Hofmann dio con el LSD. La historia quiso que el descubrimiento fuese una serendipia, uno de esos hallazgos que llegan por casualidad, pues Hofmann estaba buscando un anal¨¦ptico, un estimulante cardiocirculatorio y, para ello, sintetiz¨® el ergot. Esto ocurri¨® el 16 de noviembre de 1938. Tras probarlo en animales, no funcion¨® y la muestra se qued¨® criando polvo en uno de los estantes.
A?os despu¨¦s, las yemas de los dedos del doctor Hofmann tocaron la sustancia y absorbieron una peque?a dosis; lo suficiente para percibir un estado de conciencia ¡°muy extra?o que hoy podr¨ªamos llamar psicod¨¦lico¡±, seg¨²n sus palabras. Por seguir estudiando la sustancia, tres d¨ªas despu¨¦s, Hofmann realiz¨® el primer experimento planeado con LSD. Fue el 19 de abril de 1943. Los detalles se han contado muchas veces; Hofmann se pas¨® con la dosis, sufri¨® un ataque de p¨¢nico y pidi¨® a su ayudante que lo acompa?ase hasta casa. Hicieron la ruta en bicicleta debido a la escasez de combustible que trajo consigo la II Guerra Mundial. De igual manera que el movimiento de una puerta puede cambiar el curso del presente, aquel viaje en bicicleta cambi¨® el rumbo de la historia de la cultura occidental. Pero vayamos por partes, o mejor, por instantes.
Porque, en un primer instante, el LSD fue una sustancia utilizada por la CIA con fines b¨¦licos. El enlace fue el doctor Max Rinkel, quien consigui¨® introducir el primer suministro de LSD en Estados Unidos. Fue en 1949 y la CIA financi¨® su adquisici¨®n desde la farmac¨¦utica suiza Sandoz. A partir de aqu¨ª, los instantes de experimentaci¨®n se sucedieron uno tras otro, llegando a la demencia. Sin ir m¨¢s lejos, la intenci¨®n de envenenar los dep¨®sitos de agua de Mosc¨² con LSD durante la Guerra Fr¨ªa o su utilizaci¨®n en los interrogatorios como suero de la verdad, fueron algunas de las posibilidades que se barajaron ante el potencial que presentaba la droga. Para ello, se hicieron experimentos con personas involuntarias, violando el c¨®digo de N¨²remberg para la ¨¦tica m¨¦dica. El caso del doctor Frank Olson es un ejemplo. Olson era un cient¨ªfico del Ej¨¦rcito que fue utilizado como cobaya por la CIA en noviembre de 1953. Le metieron LSD en la bebida y no pudo soportar el viaje. Las secuelas acabaron con ¨¦l de madrugada, estrellado sobre el asfalto h¨²medo de la noche neoyorquina. Sin previo aviso, Frank Olson se lanz¨® desde una de las ventanas del Statler Hilton.
Los viajes con ¨¢cido ya empezaban a formar parte de los riesgos laborales de los agentes de la CIA, as¨ª como del personal del Ej¨¦rcito especializado en la guerra biol¨®gica. La locura y la muerte se combinaban con la sospecha en aquellos d¨ªas agitados en los que la paranoia conviv¨ªa con la demencia. Nos lo cuentan los periodistas norteamericanos Martin A. Lee y Bruce Shlain en Sue?os de ¨¢cido (P¨¢gina Ind¨®mita), un libro de culto que constituye una profunda investigaci¨®n sobre el tema; la cr¨®nica definitiva que traspasa la dimensi¨®n cient¨ªfica para alcanzar el campo de la historia social en una ¨¦poca dominada por el ¨¢cido lis¨¦rgico; un tiempo donde grupos contestatarios entraron en acci¨®n, unificando militancia y entretenimiento, dando trabajo a la CIA, cuyos agentes se infiltraron como piojos en las melenas de una juventud con ganas de cambiar el mundo.
¡°Queremos el mundo y lo queremos ahora¡±, cantaba Jim Morrison al frente de The Doors, uno de los grupos m¨¢s significativos de la escena californiana y cuyo nombre est¨¢ tomado del t¨ªtulo del ensayo de Aldous Huxley (The Doors of Perception, Las puertas de la percepci¨®n) que, a su vez, tiene su origen en una cita de William Blake, el poeta visionario que en 1793 dej¨® escrito: ¡°Si las puertas de la percepci¨®n se purificaran, todo se le aparecer¨ªa al hombre como es, infinito¡±.
De esta manera, llegamos al ¨²ltimo instante, cuando el germen de la destrucci¨®n que alberga la din¨¢mica de la historia se adelanta al sabotaje de la CIA y Charles Manson riega de sangre el sue?o ¨¢cido, a lo que se suma lo ocurrido el 6 de diciembre de 1969, mientras los Rolling Stones actuaban sobre el escenario de Altamont y un joven mor¨ªa acuchillado por uno de los ?ngeles del Infierno. Fue el final del sue?o psicod¨¦lico cuya rubrica la pusieron los Beatles, meses despu¨¦s, en abril de 1970, cuando anunciaron su separaci¨®n con un testamento de t¨ªtulo significativo: Let It Be. Hay que recordar que tres a?os antes hab¨ªan publicado su viaje lis¨¦rgico: Sgt.Pepper¡¯s.
Con todo, la desconexi¨®n de la realidad por medio de las drogas psicoactivas sigui¨® teniendo su predicamento. En Espa?a, Antonio Escohotado ha dedicado conferencias, cap¨ªtulos de libros, incluso programas de televisi¨®n a los efectos del LSD. Porque la percepci¨®n distorsionada del tiempo y de las im¨¢genes que contiene el espacio, as¨ª como la alteraci¨®n de los sentidos, no es algo nuevo. Hoy en d¨ªa, se ha vuelto a ensayar el potencial cl¨ªnico de dichas propiedades alucin¨®genas en pacientes con depresi¨®n.
Al final, el azar viene a ser lo m¨¢s parecido a una f¨®rmula algebraica cuya interpretaci¨®n determina el orden de lo imprevisto. Por eso, la casualidad y la mala o buena fortuna consiguen encontrarse al final del camino igual a dos l¨ªneas paralelas que se cruzan en el infinito. As¨ª, las altas temperaturas convierten los lugares h¨²medos en ambientes propicios para que hongos filamentosos broten sobre los cereales y produzcan micotoxinas y alcaloides. El polvo rojizo resultante de moler el cereal quedar¨¢ oculto en la harina maldita, por lo cual nadie relacionar¨¢ su locura con la ingesta de pan negro, tal y como ocurri¨® en Pont-Saint-Esprit, pueblo de Francia donde sus habitantes conocieron de forma involuntaria la atracci¨®n de la muerte.
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