"Los temblores contin¨²an y da bastante miedo"

Jes¨²s Izaguirre vive en Tokio desde hace 10 meses. Estudia un master en la Universidad de Ciencias de Tokio. El diario EL PA?S se ha puesto en contacto con ¨¦l a trav¨¦s de correo electr¨®nico. Nos cuenta c¨®mo ha vivido el terremoto que ha golpeado el pa¨ªs asi¨¢tico desde el barrio de Asakusa, uno de los m¨¢s antiguos de la capital japonesa. Este es el mensaje recibido a las 10.00 hora espa?ola a nuestra redacci¨®n.

"Sobre las tres de la tarde se ha producido el primer terremoto. Yo me hallaba en mi casa dado que estoy constipado y hab¨ªa vuelto del laboratorio al cu¨¢l acudo a diario tras la comida. Todo se ha agitado violentamente en mi habitaci¨®n. Al estar en pijama, he decidido asomarme a la terraza a la cu¨¢l accedo directamente desde mi habitaci¨®n. Ten¨ªa mala pinta la calle. He visto a una mujer asustada saliendo a la mitad de la carretera. En mi cuarto el balanceo iba a m¨¢s. As¨ª que me he lanzado fuera de la casa en pijama (vivo en un tercero en un edificio de siete pisos) y he bajado corriendo por las escaleras.

Fuera, en la calle muchas caras asustadas. Nadie se ha percatado si quiera de mi pijama. Un hombre estaba al pie de mi edificio observ¨¢ndolo. Como solo me defiendo todav¨ªa con el japon¨¦s, le he hecho varias preguntas, pero solo he conseguido sonsacar que no use el ascensor. Todo el mundo a las puertas de sus casas, y muchas sirenas y helic¨®pteros. El tr¨¢fico parado. A¨²n sobre el asfalto de la carretera se segu¨ªa balanceando todo, provocando una buena sinergia con mi constipado. La entrada del edificio presentaba grietas y el ascensor estaba inutilizado. Al cabo de 10 minutos me he decidido a subir de nuevo. Me han tenido que abrir, porque con las prisas no hab¨ªa cogido ni las llaves.

Dentro de casa el dibujo no era tan malo. El microondas por los suelos, varios vasos rotos y agua. Me he cambiado, y he empezado a recoger pero de nuevo se ha comenzado a balancear, as¨ª que he decidido salir fuera. Vivo cerca de un colegio y una comisar¨ªa, as¨ª que me he acercado. Todas las madres andaban con sus bicis esperando a sus ni?os en la puerta del colegio. Los ni?os sal¨ªan con sus cabezas cubiertas con diversos materiales. Los polic¨ªas han estado corriendo de un lado para otro. Una amable mujer me ha preguntado si todo me iba bien, dado que las sirenas cantaban me imagino consejos que no atinaba a descifrar.

De vuelta de nuevo al edificio tras un rato de espera, he llamado a mi familia para decirles que todo estaba en orden. Me he cruzado con la vecina que tiene un bebe, y le he preguntado si necesitaba ayuda, pero parece que se las apa?a muy bien. Como sigue y sigue el balanceo cada tres o cuatro minutos (incluso mientras escribo estas l¨ªneas) hace una hora decid¨ª salir con la bici y ver lo que pasa alrededor del templo Kaminarimon. La gente parece relajada, algunos incluso hacen bromas. Siguen helic¨®pteros surcando el aire. Hay largas colas para coger autobuses que no llegan, y la ingente cantidad habitual de taxis que pueblan las calles de Tokyo est¨¢ desaparecida. Los elegantes ejecutivos no encuentran la manera de volver. Es curioso, ciertos supermercados y diversas tiendas siguen funcionando mientras que otras han cerrado completamente.

Me he vuelto a casa y ahora os escribo, pero como he dicho, sigue sacudi¨¦ndose el edificio de vez en cuando (he tenido que salir a la calle una vez durante el escrito). Asakusa no parece excesivamente alterada ahora mismo, pero los temblores contin¨²an. Y da bastante miedo".

Con informaci¨®n de Miguel ?ngel Medina.

La costa del Pac¨ªfico de Jap¨®n, arrasada por un tsunami