La generaci¨®n del sismo: m¨¢s pobres, con menos oportunidades y decepcionados con el Gobierno
Los j¨®venes que tomaron el liderazgo tras el terremoto del 19 de septiembre en M¨¦xico quieren mantenerse al frente de la reconstrucci¨®n y medir hasta d¨®nde puede llegar un esfuerzo ciudadano organizado
Son los que pusieron los pu?os en alto para pedir silencio. Las que no lo pensaron dos veces antes de formar la cadena humana y sacar los escombros. Los que hicieron de un chat de WhatsApp un grupo de brigadistas. Las que se dieron cuenta de que pod¨ªan ayudar m¨¢s con su tel¨¦fono que con los pies sobre el terreno. Los que dirigieron el tr¨¢fico en medio de la emergencia. Las que nunca hab¨ªan visto un edificio derrumbarse. El liderazgo de los j¨®venes tras el terremoto del pasado 19 de septiembre fue romantizado e invisibilizado, pero pocos se atreven a ponerlo en tela de juicio. "M¨¢s que una reivindicaci¨®n de los millennials, fue una demostraci¨®n de agallas que nadie esperaba", explica Diego Vidal, de 27 a?os, despu¨¦s de todo lo que se dijo de aquella generaci¨®n heterog¨¦nea, pero juzgada por igual como ap¨¢tica, carente de compromiso y enajenada por las redes sociales.
"Compartimos una edad y ya, pero si algo nos une despu¨¦s de todo esto como j¨®venes es que estamos muy emputados [enojados]", afirma M¨®nica Meltis, de 26 a?os, en un caf¨¦ frente a un edificio derruido de la avenida ?msterdam, en la Ciudad de M¨¦xico. "El terremoto me hizo darme cuenta de que los adultos, el Gobierno y las figuras de autoridad no tienen nada bajo control", agrega Meltis, directora de la organizaci¨®n Data C¨ªvica y parte de la red Verificado 19S, que corroboraba la informaci¨®n que se difund¨ªa sobre el saldo de muertos, los da?os y la red de ayuda tras el sismo.
Y es que poco m¨¢s de un mes despu¨¦s de la tragedia, esa generaci¨®n se mira otra vez en el espejo de los problemas de siempre. El del pa¨ªs en el que m¨¢s de 5.000 estudiantes dejan las aulas cada d¨ªa; en el que un pol¨ªtico corrupto vive a salto de mata con todo lujo de impunidad; en el que no recibes una oportunidad si no tienes de "dos a cuatro a?os de experiencia laboral"; en el que te da miedo salir sola de noche, en el que te han discriminado por tu clase social o tu color de piel. "M¨¦xico es un pa¨ªs clasista, en el que el acceso a derechos fundamentales se determina por privilegios, por qui¨¦n eres, d¨®nde naciste y qu¨¦ oportunidades tuviste", se?ala Luc¨ªa Hidalgo, de 28 a?os, psic¨®loga social que trabaja para el Fondo Semillas, que tiene un proyecto para que las mujeres lideren la reconstrucci¨®n de sus comunidades tras el sismo.
"Ser joven te hace autom¨¢ticamente m¨¢s vulnerable dentro del entorno social en el que vives", reclama Vidal, f¨ªsico te¨®rico que fue rescatista y coordina una investigaci¨®n sobre los dict¨¢menes de los edificios que se derrumbaron en la capital. Esa sensaci¨®n de vulnerabilidad no se queda en las palabras. Se refleja en las estad¨ªsticas. En M¨¦xico, uno de cada dos ni?os y adolescentes es pobre, seg¨²n datos del Consejo Nacional de la Evaluaci¨®n de la Pol¨ªtica Social (Coneval), encargado de las mediciones de pobreza en el pa¨ªs. Solo una quinta parte de los menores de 18 a?os vive sin ninguna carencia social ni de ingresos.
"Este porcentaje est¨¢ por encima del resto de la poblaci¨®n [39,9%], lo que significa que los menores de 18 a?os y sus familias son m¨¢s pobres que el resto", se?ala Gonzalo Hern¨¢ndez Licona, secretario ejecutivo del Coneval. Esta tendencia se mantiene cuando se analiza la pobreza de los 12 a los 29 a?os y, aunque se ha reducido entre 2014 y 2016, es probable que haya un repunte por el aumento de la inflaci¨®n durante este a?o, apunta Hern¨¢ndez Licona. "Si esos ni?os tienen problem¨¢ticas de alimentaci¨®n, nutrici¨®n o no pueden ir a la escuela, eso va a repercutir el d¨ªa de ma?ana en un c¨ªrculo vicioso", advierte el titular del Coneval. Cuando los resultados se ven bajo la lupa del origen ¨¦tnico, esos porcentajes se disparan. Cuatro de cada cinco j¨®venes ind¨ªgenas son pobres y casi el 38% vive en pobreza extrema.
Parte de la vulnerabilidad de los j¨®venes es tautol¨®gica. Son pobres porque son j¨®venes. Acarrean las dificultades propias y de su entorno social m¨¢s pr¨®ximo y no han acumulado suficientes recursos para hacer frente a esos problemas, se?alan los especialistas. Otra parte se explica por las desigualdades que prevalecen en la vida diaria, como en la b¨²squeda de un empleo. "Los j¨®venes pagan la novatada de entrar en el mercado laboral, son vistos como inexpertos y menos aptos, por eso existen elementos para pensar que son tratados de forma discriminatoria", indica Patricio Sol¨ªs, soci¨®logo del Colegio de M¨¦xico.
Alexis Zamora, de 23 a?os, empez¨® una carrera t¨¦cnica en un centro p¨²blico, pero al no estar satisfecho tuvo que trabajar para pagar por una escuela privada y cuando su novia se qued¨® embarazada?tuvo que dejar definitivamente sus estudios. Fue padre a los 19 a?os. "Si pudiera cambiar algo, seguir¨ªa estudiando", reconoce Zamora, quien particip¨® como brigadista.
Por a?os se ha visto la educaci¨®n como la soluci¨®n del problema. Pero los datos dan visos de un fen¨®meno desalentador. Dos de cada cinco universitarios menores de 30 a?os no tienen empleo o trabajan en la informalidad, sin seguro social ni prestaciones. Y en M¨¦xico, 30% de los desempleados tiene formaci¨®n superior, el doble que a inicios de la d¨¦cada pasada, seg¨²n datos oficiales. "Para que la educaci¨®n funcione tenemos que suprimir la relaci¨®n entre los or¨ªgenes sociales de las personas y las oportunidades educativas que reciben y reforzar la relaci¨®n entre su desempe?o acad¨¦mico y sus destinos sociales y laborales, si no es as¨ª no sirve como un mecanismo de movilidad social", explica Sol¨ªs.
Las carencias y las diferencias de los sistemas educativos en etapas formativas como la educaci¨®n media superior, marcadas por los clivajes urbano-rural o p¨²blico-privado, tambi¨¦n explican que la educaci¨®n falle en la promesa de ofrecer un mejor futuro a los estudiantes y los desalientan a seguir. "El sistema est¨¢ replicando la desigualdad que hab¨ªa en un inicio, en vez de abatirla", asevera Mar¨ªa Elena Ortega, especialista en Educaci¨®n por la Universidad de Harvard. "Los j¨®venes no dejan de estudiar porque reprueban un examen y ya, tiene que ver, entre muchas otras cosas, con las necesidades econ¨®micas, embarazos, adicciones, que te exijan a los 15 a?os que tomes decisiones que cambiar¨¢n tu vida y con la idea de que 'no te va a servir de nada'¡ y en algunos casos es cierto", a?ade.
El sismo sacudi¨® a una generaci¨®n que se dio cuenta de que pod¨ªa tomar las riendas y que mira con desconfianza a una clase pol¨ªtica que, en sus palabras, no les ha respondido. "Me parece sumamente violento que el Estado te niegue un futuro y me queda claro que solo habr¨¢ un movimiento si lo dirigen los j¨®venes, tenemos una prueba muy grande", reflexiona Vidal. Tanto ¨¦l como Hidalgo y Meltis contin¨²an trabajando desde sus trincheras en las labores de reconstrucci¨®n.
La gran inc¨®gnita en la vuelta a la normalidad es si esa articulaci¨®n puede crecer y mantenerse para incidir en los otros problemas, en los de siempre. "La verdad no creo que esa sinergia citadina siga, pero siempre habr¨¢ gente sensibilizada de la sociedad civil que lo va a continuar¡ ojal¨¢ me equivoque", admite Hidalgo. "No s¨¦ si haya un esfuerzo coordinado, pero al menos el temblor fue una oportunidad de reconocerme en j¨®venes en los que jam¨¢s me hab¨ªa visto reflejada y ha sido dif¨ªcil porque hubo cosas incre¨ªbles y otras absolutamente jodidas, pero definitivamente se ha abierto un canal para nosotros", remata Meltis.
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