La operadora que atendi¨® el fat¨ªdico vuelo del Chapecoense: ¡°Yo tambi¨¦n soy una sobreviviente¡±
Yaneth Molina recuerda lo que vivi¨® despu¨¦s de que el avi¨®n que transportaba al equipo de f¨²tbol se estrell¨® en Cerro Gordo, en el noroeste de Colombia
Yaneth Molina ha tratado de no volver a escuchar la grabaci¨®n de la comunicaci¨®n entre la torre de control del aeropuerto Jos¨¦ Mar¨ªa C¨®rdova y el avi¨®n LaMia 2933. Cuando recuerda esos ocho minutos y 55 segundos antes de que la aeronave desapareciera del radar, hace una larga pausa antes de volver a hablar. Todav¨ªa siente la misma angustia. "Cuando ya nadie me contest¨® y al otro lado solo hab¨ªa silencio quise ser Dios para detener esa aeronave", dice un a?o despu¨¦s del accidente en el que murieron 71 de las 77 personas que volaban desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) hasta Medell¨ªn, el que se conoce como el tr¨¢gico vuelo del equipo brasile?o de f¨²tbol Chapecoense.
Dos minutos antes del impacto del avi¨®n contra Cerro Gordo en Antioquia, a 20 kil¨®metros del aeropuerto en donde deb¨ªa aterrizar, Molina le pregunt¨® a la tripulaci¨®n por la altitud en la que volaban, le respondieron 9.000 pies, estaban por debajo de la altura m¨ªnima del sector. La operadora volvi¨® a hacerles un llamado, pero no obtuvo respuesta. La falta de combustible, seg¨²n la investigaci¨®n preliminar de la Aeron¨¢utica Civil de Colombia, hab¨ªa ido apagando al aparato poco a poco. En ese momento ya no hab¨ªa c¨®mo contactarlo.
"Pudo ser una tragedia peor", repite Molina, de 47 a?os de edad y m¨¢s de 20 trabajando en una torre de control. "Me toc¨® tomar decisiones muy r¨¢pidas, pero sin perder la calma para evitar que las otras aeronaves que se acercaban sufrieran consecuencias". Miguel Quiroga, el piloto del LaMia, alert¨® sobre la falta de combustible y la falla el¨¦ctrica general pocos segundos antes del accidente, aunque la controladora intent¨® llevarlo a tierra seg¨²n el protocolo, el llamado de emergencia fue muy tarde.
Ha pasado un a?o y Molina ha vuelto a sentarse en el puesto en donde a diario orienta el despegue y aterrizaje de decenas de aviones. "Cuando regres¨¦ al trabajo y tuve que volver a hablar con una tripulaci¨®n me temblaba la voz". Despu¨¦s del accidente estuvo dos meses de baja, lloraba todos los d¨ªas. Hab¨ªan muerto 71 personas, casi todo el equipo de f¨²tbol, periodistas, parte de la tripulaci¨®n, y parec¨ªa que no pod¨ªa escapar de las amenazas de quienes la culpaban. Le llegaban mensajes a su tel¨¦fono, las redes sociales estaban inundadas con comentarios en su contra. "Todos me juzgaron, me responsabilizaron injustamente", dice, ya sin temor.
El audio que se filtr¨® con su voz desde que el vuelo entr¨® al espacio a¨¦reo que le correspond¨ªa operar fue su condena. La criticaron por la calma con la que reaccion¨® tras la emergencia declarada por el piloto. Tambi¨¦n le cuestionaban que no le hubiera dado prioridad inmediata al vuelo ch¨¢rter que llevaba al equipo desde Santa Cruz de la Sierra hasta Medell¨ªn, en donde enfrentar¨ªa al Atl¨¦tico Nacional por la final de la Copa Sudamericana. "Yo hice lo que pude, lo que deb¨ªa", insiste. La Fiscal¨ªa colombiana ha asegurado que la operadora cumpli¨® con los procedimientos establecidos en su manual de funciones y que sus instrucciones no incidieron en el accidente de la aeronave. Pero no todos lo entendieron.
"Fueron d¨ªas dif¨ªciles, aunque sab¨ªa que las decisiones que hab¨ªa tomado eran correctas", reflexiona. Tuvo que cambiar a su hijo menor de escuela y al mayor, piloto de formaci¨®n que vive en Bogot¨¢, le rog¨® que al menos por un buen tiempo no visitara a Medell¨ªn. "Ten¨ªa miedo de que las amenazas se cumplieran y me pasara algo a m¨ª o mi familia". Molina recordaba el asesinato en 2004 del controlador a¨¦reo involucrado en el choque de dos aviones en cielo suizo en 2002, que dej¨® 71 v¨ªctimas mortales. "Siempre pensaba que alguien con mucho dolor generado por el accidente podr¨ªa intentar matarme". Molina solo tuvo dos d¨ªas un dispositivo de seguridad a su servicio, despu¨¦s le toc¨® aplicar ¨Ccomo ella dice¨C "el autocuidado". Cambiar su n¨²mero de tel¨¦fono, refugiarse en su casa, alejarse de las redes sociales.
Durante su recuperaci¨®n psicol¨®gica y entre los encuentros con su terapeuta, se le ocurri¨® escribir un libro con su historia. Quer¨ªa desahogarse y que quedara un registro de lo que ella tambi¨¦n tuvo que padecer. Su esposo Carlos Acosta, periodista y controlador a¨¦reo, como ella que tambi¨¦n es periodista, le ofreci¨® escribirlo. Todos los d¨ªas durante varios meses se sentaban en la noche a trabajar, ella hablaba, cuando el llanto la dejaba, y ¨¦l escrib¨ªa.
La semana pasada fue el lanzamiento de Yo tambi¨¦n sobreviv¨ª, publicado sin apoyo editorial y con recursos propios. Es un relato personal, en el que no habla de culpables ni de las fallas que pudieron ocasionar el siniestro, es su historia y lo que vino despu¨¦s del 28 de noviembre de 2016. La indignaci¨®n que despert¨® en algunos la calma con que trat¨® la emergencia todav¨ªa la obliga a explicar que no hab¨ªa otra forma de reaccionar. "Con 23 a?os de experiencia he aprendido que debo estar tranquila para darle seguridad a las otras tripulaciones con las que tengo comunicaci¨®n en un mismo momento. Mi reacci¨®n no podr¨ªa ser otra". Las familias de algunas de las v¨ªctimas le siguen reprochando el accidente. En mayo, el padre y el hijo del piloto la buscaron y Molina acept¨® reunirse con ellos. "Lo primero que me dijo el pap¨¢ fue ?por qu¨¦ dej¨® matar a mi hijo? Yo solo pude llorar. Todav¨ªa es dif¨ªcil que entiendan lo que pas¨®".
Los supervivientes
Al accidente del avi¨®n LaMia que transportaba al equipo Chapecoense sobrevivieron Ximena Su¨¢rez, auxiliar de vuelo; Erwin Tumiri, t¨¦cnico de la aeronave; los jugadores Alan Ruschel, Jackson Folmman y Helio Hermito Zampier, y el periodista Rafael Malmorvida Henzel. Este ¨²ltimo escribi¨® el libro?Vive como si cada d¨ªa fuera el ¨²ltimo, un texto de superaci¨®n personal que, como el de Yaneth, reflexiona sobre lo humano en la tragedia que este martes cumple un a?o.
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