El amigo belga de Puigdemont
Theo Francken, el ministro que pidi¨® dar asilo al expresidente catal¨¢n, es una especie de versi¨®n belga de Trump
El d¨ªa antes de que Carles Puigdemont aterrizara en Bruselas, un miembro del Gobierno belga lanz¨® al aire la posibilidad de que recibiera asilo pol¨ªtico en ese pa¨ªs. Para la mayor¨ªa, las declaraciones eran una boutade m¨¢s de una figura poco dada a lo pol¨ªticamente correcto, tendente a comentarios f¨¢cilmente transformables en chillones titulares.
Casi tres meses despu¨¦s, el pol¨ªtico catal¨¢n a¨²n no ha pedido asilo, pero su cinematogr¨¢fica escapada a B¨¦lgica ha sido un giro de guion que pocos pod¨ªan anticipar. Theo Francken (Lubbeek, 1978), secretario de Estado de Asilo e Inmigraci¨®n del Gobierno belga, s¨ª lo adelant¨®. Miembro del partido nacionalista flamenco N-VA, el m¨¢s votado de B¨¦lgica, pedagogo reconvertido en jefe de pol¨ªtica migratoria, Francken es un verso suelto dentro del Ejecutivo. Ignorando las s¨²plicas del primer ministro de aparcar la cuesti¨®n catalana, sigue respaldando el independentismo con entusiasmo.
Hace mes y medio acus¨® a Espa?a de tener ¡°presos pol¨ªticos¡±. Y semanas antes puso en duda la imparcialidad de la justicia espa?ola en el trato dispensado a Puigdemont: ¡°Viendo la represi¨®n de Madrid y las penas de prisi¨®n solicitadas, hemos de preguntarnos si es posible que tenga un juicio justo¡±. Aquello fue una muestra clara del v¨ªncu?lo sentimental que une a Francken con el nacionalismo catal¨¢n desde hace ya tiempo. En septiembre de 2017, felicit¨® la Diada mostrando en las redes una foto de cuando acudi¨® a la cita en 2013, una imagen en la que se le ve sonriente junto a una estelada.
M¨¢s all¨¢ de sus lazos con el independentismo, Francken es un habitual en las portadas de prensa por sus exabruptos, que rozan la xenofobia. Acostumbrado a sumergirse en aguas dial¨¦cticas revueltas, ha protagonizado numerosos esc¨¢ndalos. El ¨²ltimo ha estado a punto de costarle la salida del Gobierno, e incluso de provocar el fin de la fr¨¢gil coalici¨®n de partidos franc¨®fonos y flamencos que dirige el pa¨ªs. Los hechos: a finales del a?o pasado, pese a ser advertido de que pod¨ªan sufrir maltrato, decidi¨® enviar de vuelta a Sud¨¢n a una decena de solicitantes de asilo, que finalmente fueron torturados por la dictadura de Omar al Bashir. El caso le cost¨® una seria llamada al orden del primer ministro, Charles Michel, quien no se atrevi¨® a cesarle ante la amenaza de que cayera el Gobierno, y acab¨® dando por buenas sus disculpas.
Utiliz¨® el ¡®hashtag¡¯ #limpiar en Twitter para referirse a la detenci¨®n de 14 refugiados en un parque de Bruselas
No es la ¨²nica mancha en su hoja de servicios: el ministro griego de Inmigraci¨®n le acus¨® hace dos a?os de pedir a Atenas que no rescatara a los migrantes en el mar, aunque eso supusiera que murieran ahogados. Tambi¨¦n se ha mostrado contrario a que se mantenga la fragata belga que forma parte de la misi¨®n de la UE contra los traficantes de personas en el Mediterr¨¢neo. Y recrimin¨® a M¨¦dicos Sin Fronteras su trabajo: ¡°Vuestras acciones de salvamento crean un efecto llamada y, por tanto, m¨¢s muerte¡±.
El historial de pol¨¦micas en las que se ha visto involucrado es amplio. Utiliz¨® el hashtag #limpiar en Twitter para referirse a la detenci¨®n de 14 refugiados en un parque de Bruselas. Neg¨® un visado humanitario a una familia siria desafiando una decisi¨®n judicial europea que le obligaba a ello. Clasific¨® la productividad de los inmigrantes por su nacionalidad: ¡°Puedo figurarme el valor a?adido de la inmigraci¨®n jud¨ªa, china e india, pero menos la de la marroqu¨ª, congole?a o argelina¡±. Y propuso poner en marcha cursos sobre c¨®mo tratar a las mujeres reservados a inmigrantes, pese a que una de cada tres mujeres belgas sufre alg¨²n tipo de violencia a lo largo de su vida.
En 2014 cruz¨® una l¨ªnea que ya provoc¨® peticiones de dimisi¨®n, al asistir al 90? cumplea?os de Bob Maes, colaboracionista nazi y creador de una milicia de extrema derecha tras la II Guerra Mundial. Esos coqueteos aumentaron la tensi¨®n en el Parlamento: los ecologistas lo representaron en un montaje vestido con uniforme nazi.
¡°Es un independentista de derechas. Tiene una pol¨ªtica migratoria muy dura. Est¨¢ en una din¨¢mica de criminalizar al extranjero que me molesta profundamente¡±, lamenta Julie Fern¨¢ndez, diputada socialista valona. ¡°Para obtener asilo en B¨¦lgica es m¨¢s f¨¢cil venir de Catalu?a que de Irak o Darfur¡±, ironiza el diputado ecologista Benoit Hellings. Dados los antecedentes, ?se puede calificar de ultra al responsable de migraci¨®n belga? ¡°A fuerza de buscar en la basura de la extrema derecha, desprende el mismo olor. La l¨ªnea es muy fina¡±, opina Fern¨¢ndez.
Ha acusado a Espa?a de tener ¡°presos pol¨ªticos¡± y ha puesto en duda la imparcialidad de su justicia
Francken coloca a los votantes como parapeto ante las cr¨ªticas. Pese a que en las ¨²ltimas semanas ha habido varias manifestaciones en su contra en Bruselas, su partido tiene un amplio respaldo: varias encuestas recientes lo refuerzan como el l¨ªder m¨¢s votado del pa¨ªs. ¡°No soy antiinmigraci¨®n. Defiendo una pol¨ªtica con reglas claras y estrictas, no la laxitud. Trabajo con el apoyo de una amplia mayor¨ªa de ciudadanos¡±, se defiende.
A diferencia de Trump, Francken es capaz de reconocer sus errores cuando se ve acorralado. Sin embargo, comparte con el presidente estadounidense un pu?ado de rasgos que lo convierten en lo m¨¢s parecido a su versi¨®n flamenca. Hiperactividad tuitera, obsesi¨®n por rebatir p¨²blicamente las cr¨ªticas, dureza contra la inmigraci¨®n y una sorprendente inmunidad al desgaste: su partido, la N-VA sigue creciendo en n¨²mero de militantes.
En medio del alboroto perpetuo en el que parece vivir sumido ¡ªla semana pasada recibi¨® una carta con una bala y polvo blanco que gener¨® una falsa alerta por ¨¢ntrax y oblig¨® a desalojar su despacho¡ª, su partido no duda en aferrarse a su personalidad, tan susceptible de generar odios viscerales como de suscitar adhe?siones inquebrantables. ¡°?Sigue as¨ª, Theo!¡±, le ha animado su presidente, el influyente alcalde de Amberes, Bart De Wever. La advertencia de los nacionalistas est¨¢ sobre la mesa. Si Theo cae, el Gobierno caer¨¢ con ¨¦l. En B¨¦lgica, pa¨ªs que ostenta el r¨¦cord mundial de d¨ªas sin Gobierno (541), donde el arte de pactar un Ejecutivo se ha convertido en los ¨²ltimos tiempos en un gigantesco sudoku, pocas amenazas pueden resultar tan efectivas.
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