¡°Hasta luego, Enrique R¨¦bsamen¡±
Los ecos del terremoto del pasado 19 de septiembre a¨²n retumban en el colegio Enrique R¨¦bsamen, donde murieron 26 personas
"?Por qu¨¦ a los ni?os?", se pregunta Elsa Garc¨ªa: "?Por qu¨¦ le pas¨® esto a los ni?os? Un adulto, como quiera, ya hizo su vida, ?no? Pero los angelitos ten¨ªan todo por delante". Solo una calle separa la casa de Garc¨ªa de la tragedia. El recuerdo es ineludible. Han pasado apenas seis meses desde que el colegio Enrique R¨¦bsamen se desplom¨®. 26 muertos: 19 ni?os y siete adultos.
Garc¨ªa, una jubilada de 63 a?os, no se encontraba en casa durante el terremoto y, cuando volvi¨®, abri¨® la puerta de su cochera en la calle Rancho Tamboreo. ¡°Hab¨ªa cinco personas muertas en mi sala, metimos los cuerpos de cuatro ni?os y un adulto para que los identificaran¡±, cuenta y deja escapar un suspiro. "Tener a los padres aqu¨ª fue muy duro, los abraz¨¢bamos, llor¨¢bamos juntos, era lo ¨²nico que pod¨ªamos hacer", agrega: "Tard¨¦ como 20 d¨ªas para dimensionar todo lo que pas¨®".
"Se escuch¨® como una explosi¨®n, pensamos que hab¨ªa sido un tanque de gas porque el olor era muy fuerte y despu¨¦s vimos una nube de polvo", recuerda Arturo Osorio, un vigilante de 50 a?os. La caseta del conjunto habitacional que resguarda est¨¢ justo frente a una de las entradas del R¨¦bsamen. "Lo primero que pas¨® por mi cabeza fueron los ni?os, tiramos una de las puertas del colegio, sacamos a todos los que pudimos y los metimos al fraccionamiento, eran much¨ªsimos", relata.
Osorio hab¨ªa visto a todos un par de horas antes, en el simulacro que se hace cada a?o por el sismo del 19 de septiembre de 1985. "Esta vez fue mucho peor, en el 85 estaba en la Fuerza A¨¦rea y salimos de los cuarteles para ayudar, pero esta [vez] nos toc¨® mucho m¨¢s de cerca", comenta. Cuatro personas que conoc¨ªa murieron cuando se derrumb¨® la escuela. El fraccionamiento de calzada de las Brujas 13 se convirti¨® durante esos d¨ªas en el campamento m¨¢s importante fuera de la zona cero: el sitio estaba lleno de cascos, palas, comida y hab¨ªa decenas de tiendas de param¨¦dicos, rescatistas, psic¨®logos y voluntarios.
"Cuando paso por ah¨ª y lo veo es extra?o: esto de verdad pas¨®", dice un estudiante de segundo de secundaria de 13 a?os. "Me acuerdo de casi todo, del momento en que se cay¨®, de las caras de mis compa?eros, de lo que hice cuando sal¨ª, del funeral de uno de mis maestros", cuenta: "Poder contar la experiencia es a veces reconfortante, poder decir 'yo sigo aqu¨ª".
?l ahora est¨¢ en otra escuela en la que va a terminar el a?o escolar, sigue hablando con la mayor¨ªa de sus compa?eros del R¨¦bsamen, aunque muchos ya siguieron su propio camino. "Ves la vida con otros ojos, te das cuenta de que se puede ir muy r¨¢pido y sin que est¨¦s preparado, pero esto sigue y no te puedes detener en ese momento para siempre", afirma. En un futuro le gustar¨ªa ser bi¨®logo marino y quiere buscar una nueva escuela que lo prepare para entrar en la UNAM, la universidad m¨¢s grande del pa¨ªs.
¡°Han sido los padres los que, en medio del dolor, nos han confirmado la muerte de sus hijos" https://t.co/dMTlln9PPF pic.twitter.com/p2770X5mbj
— EL PA?S Am¨¦rica (@elpais_america) September 24, 2017
"Para ella, su escuela es el R¨¦bsamen, le ha costado trabajo identificarse con otra¡±, dice H¨¦ctor Gamboa, padre de una estudiante de primaria. ?l y su esposa buscaron varias opciones para que su hija terminara el curso, quer¨ªan una escuela peque?a como el R¨¦bsamen, pero tambi¨¦n que entrara con otras amigas que la acompa?aran. "Los primeros d¨ªas fueron muy dif¨ªciles, pero se ha adaptado muy bien, es una buena estudiante y la hemos apoyado mucho", a?ade Gamboa.
Tras la tragedia, la due?a del colegio fue se?alada por las autoridades como la responsable del derrumbe al construir un penthouse en la cima del primer edificio que colaps¨®. La Interpol emiti¨® una ficha roja y en diciembre del a?o pasado M¨®nica Garc¨ªa Villegas estaba en busca y captura en m¨¢s de 190 pa¨ªses. Despu¨¦s surgieron m¨¢s preguntas. ?Se hicieron las inspecciones necesarias para que funcionara el colegio? ?Se falsificaron permisos, estaban todos los papeles en regla? ?Hubo irregularidades y actos de corrupci¨®n que dieron paso a la tragedia? A¨²n no se conocen todas las respuestas.
La tristeza se convirti¨® en enojo. Al menos nueve familias de v¨ªctimas empezaron un litigio legal por lo sucedido. "Para los que perdieron a alguien es una cicatriz que nunca va a cerrar y s¨¦ que hay mucha gente enojada con la escuela, pero nosotros decidimos concentrarnos en nuestra hija, lo m¨¢s importante para nosotros es que ella estuviera bien emocionalmente", comenta Gamboa: "Lo que pas¨® fue horrible, ?qu¨¦ te puedo decir? Lo seguimos asimilando".
La colonia Nueva Oriental Coapa cambi¨® radicalmente. "Nunca nos imaginamos que se cayera esta escuela", confiesa Garc¨ªa y pide a su vecino que espere un momento para barrer los escombros, que se cuelan por los portones de las casas cada d¨ªa. Ya no aparecen los coches de los padres que desquiciaban la zona cuando iban a recoger a sus hijos. Cuentan los que se quedaron que muchos habitantes se fueron del barrio, les afectaba ver las puertas tapeadas, las cintas amarillas de "prohibido el paso" que cercan el colegio y los pilotes de los edificios apuntalados.
Todav¨ªa se lee en una de las dos fachadas principales las pintas con aerosol que ped¨ªan silencio y que se retiraran los helic¨®pteros. Los silencios siguen siendo largos, como cuando se pon¨ªa el pu?o en alto. Se aparecen como fantasmas las im¨¢genes de los cercos policiales en las calles aleda?as, de los voluntarios que organizaban las ayudas, de las papeletas que llevaban un conteo improvisado, ca¨®tico y necesario de los muertos y los heridos sobre los camellones de la avenida Divisi¨®n del Norte.
Y en una esquina, un peque?o memorial con cartas, dibujos y veladoras. "Te amo mucho y te extra?o". "?Unidos en comunidad!". "Siempre estar¨¢s en nuestro coraz¨®n". "Siempre vivir¨¢s para recordarnos que no hay que darnos por vencidos y luchar, salir adelante y nunca rendirse". "Te quiero porque est¨¢s en mis manos y en mi coraz¨®n"."Hasta luego, Enrique R¨¦bsamen".
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