Trump afronta el cara a cara con el l¨ªder de Corea del Norte obviando las violaciones de derechos humanos
El fracaso de la reuni¨®n, que se producir¨¢ en "tres o cuatro semanas" seg¨²n el presidente de EE UU, dar¨ªa paso a otra escalada nuclear
Estados Unidos ya tiene el camino libre. Terminada la hist¨®rica cumbre entre las dos Coreas, el presidente Donald Trump se apresta al crucial cara a cara con el L¨ªder Supremo, Kim Jong-un. Una reuni¨®n en el filo de la navaja donde Washington se juega su prestigio, y el r¨¦gimen de Pyongyang, su supervivencia. Prevista para principios de junio ¡ª"en?las pr¨®ximas tres o cuatro semana", ha dicho el propio Trump en un acto en Washington (Michigan)¡ª, el objetivo de la Casa Blanca es lograr la desnuclearizaci¨®n de Corea del Norte. Para ello, Trump ha impuesto una estrategia de m¨¢xima presi¨®n, pero dejando atr¨¢s una cuesti¨®n clave: la violaci¨®n de derechos humanos en un pa¨ªs sometido a una asfixiante tiran¨ªa hereditaria.
La democracia no es lo que importa. Ni la intervenci¨®n militar en Siria busc¨® un sistema pol¨ªtico m¨¢s justo, ni el cerco a Pyongyang tiene como fin derrumbar a la tiran¨ªa m¨¢s oscura del planeta. En el juego de Trump, prima el beneficio. Si el L¨ªder Supremo, hijo y nieto de dictadores, ejecutor de su t¨ªo y envenenador de su medio hermano, garantiza la destrucci¨®n de todo su arsenal nuclear, el presidente de EE UU se considerar¨ªa victorioso.
¡°La falta de democracia en Corea del Norte no amenaza directamente a Estados Unidos. Ahora bien, que tenga armas nucleares, s¨ª. El liderazgo es efectivo cuando prioriza y se enfrenta a las amenazas una a una¡±, explica Jonathan Schanzer, vicepresidente del think tank conservador Fundaci¨®n para la Defensa de las Democracias.
Es la doctrina del Am¨¦rica Primero aplicada a la pol¨ªtica exterior. Se intervendr¨¢ por beneficio propio, no por ideolog¨ªa. ¡°Para m¨ª, Am¨¦rica estar¨¢ siempre en primer lugar. Pero no queremos imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansi¨®n territorial, no pretendemos que todos los pa¨ªses compartan las mismas vocaciones. [¡] Buscamos resultados, no ideolog¨ªa. Es realismo¡±, clam¨® el presidente en su primer discurso ante el plenario de la ONU.
Este repliegue supone una garant¨ªa para sus rivales. Nadie ha de temer el choque con EE UU por una cuesti¨®n pol¨ªtica. Tampoco Corea del Norte. Y eso le ofrece garant¨ªas de supervivencia si entrega las armas. ¡°Para Washington, el sistema pol¨ªtico norcoreano no es una amenaza ni hay riesgo de que se extienda. El peligro es su capacidad nuclear¡±, indica Jenny Town, experta del Instituto EE UU-Corea de la Universidad Johns Hopkins.
Bajo esa perspectiva, Trump se va a sentar en la mesa con Kim Jong-un con un ¨²nico objetivo: la desnuclearizaci¨®n. El paso, sin embargo, tiene un efecto perverso. Legitima un r¨¦gimen que ¨¦l mismo ha satanizado.
Tensando el arco nuclear, el L¨ªder Supremo ha pasado de ser un apestado de la escena internacional, un tirano que promueve un delirante culto a la personalidad, a un estadista que habla de t¨² a t¨² al presidente de la naci¨®n m¨¢s poderosa del mundo. Que en las c¨¢rceles de Pyongyang mueran torturados los adversarios pol¨ªticos o penen ciudadanos americanos ha dejado de importar. Si hace tres meses, en el discurso de la Uni¨®n, Kim era el dictador ¡°m¨¢s opresor y brutal¡± del orbe, ahora es un hombre ¡°muy honorable¡±, como le calific¨® Trump el martes pasado.
La pirueta es arriesgada. Ni Bill Clinton ni George Bush hijo se atrevieron a pisar suelo norcoreano en sus fracasadas negociaciones. La repugnancia que generaban los antecesores de Kim Jong-un as¨ª como su escas¨ªsima fiabilidad lo evitaron. ¡°Nada es f¨¢cil con Corea del Norte. Uno no puede olvidar que este r¨¦gimen ha renegado en tres ocasiones de otros acuerdos. E incluso con este nuevo l¨ªder, la naturaleza del r¨¦gimen ha cambiado poco¡±, explica Schanzer.
Para blindarse a las cr¨ªticas, el cara a cara ha sido presentado por la Casa Blanca como una victoria estadounidense. El exitoso fruto de un pulso global. ¡°Hago lo que deber¨ªan haber hecho otros presidentes¡±, se ha jactado Trump.
Nada m¨¢s llegar al poder, el republicano puso en marcha una estrategia ¡°de m¨¢xima presi¨®n¡±. Sanciones, maniobras militares, amenazas directas contra Corea del Norte. ¡°Si nos vemos obligados a defendernos, no tendremos otra opci¨®n que destruir totalmente a Corea del Norte. El hombre cohete est¨¢ en misi¨®n suicida consigo mismo¡±, afirm¨® el mandatario estadounidense ante la ONU en septiembre.
El enfrentamiento hizo temblar al planeta. Mientras el cerco se estrechaba, el L¨ªder Supremo aceler¨® su programa at¨®mico y bal¨ªstico. Prob¨® la bomba de hidr¨®geno y logr¨® misiles capaces de alcanzar Washington. ¡°Voy a domar con fuego al viejo chocho americano¡±, bram¨® Kim.
La carrera, pese a las soflamas, no iba a ser muy larga. En un pa¨ªs con un PIB per c¨¢pita casi cien veces menor que EE UU, no s¨®lo el agotamiento econ¨®mico hizo pronto mella, sino que Corea del Norte tambi¨¦n perdi¨® a su principal valedor. China, que absorbe el 90% de sus exportaciones, brind¨® su apoyo a Trump.
Exhausto y aislado, Kim sac¨® fuerzas de flaqueza y vir¨®. Se defini¨® como ¡°Estado nuclear¡± y busc¨® la legitimidad por otra v¨ªa. Se acerc¨® a Se¨²l, visit¨® Pek¨ªn, anunci¨® la congelaci¨®n del programa armament¨ªstico, recibi¨® al director de la CIA y este viernes cruz¨® por primera vez la frontera y se abraz¨® con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, con la promesa de restaurar la paz en la pen¨ªnsula y desnuclearizarla.
Finalizada la cumbre surcoreana, ahora le llega el turno al cara a cara entre Trump y Kim. La Casa Blanca ha sugerido que la cita ser¨¢ a principios de junio, pero todav¨ªa no se ha concretado fecha ni lugar. Tampoco ha mostrado mucha euforia. La cautela sigue siendo alta.
Aunque se ha reducido la beligerancia verbal de EE UU, se mantienen las sanciones y las maniobras militares
¡°La cumbre surcoreana, aunque puede ayudar a reducir el escepticismo sobre Kim, no hace necesariamente m¨¢s f¨¢ciles las negociaciones con Washington. Kim no se ha comprometido por escrito y quedan muchas dudas sobre c¨®mo y cu¨¢ndo ser¨¢ la desnuclearizaci¨®n¡±, explica Jenny Town, experta de la Universidad Johns Hopkins.
En este tramo final, la estrategia de la Casa Blanca pasa por no bajar la guardia. Aunque se ha reducido la beligerancia verbal, se mantienen las sanciones y las maniobras militares. La intenci¨®n de los halcones es llegar a la mesa de negociaci¨®n exhibiendo m¨²sculo. Tanto la operaci¨®n militar en Siria como la presi¨®n contra el pacto nuclear con Ir¨¢n han ayudado a este fin.
¡°Pero que nadie se equivoque, no hay forma de que Corea del Norte entregue sus bombas r¨¢pida y f¨¢cilmente. La cuesti¨®n es qu¨¦ acuerdo provisional se va a aceptar, c¨®mo lo vamos a verificar, qu¨¦ tiene que entregar Pyongyang para ser cre¨ªble en la primera etapa¡±, afirma Michael O¡¯Hanlon, experto Brookings Institution y antiguo asesor de la CIA.
Las inc¨®gnitas son muchas y Trump no ha contestado a casi ninguna. Esta opacidad alimenta los temores. La partida, por su propia altura, puede ser un precipicio pol¨ªtico para ambos l¨ªderes. Un fracaso reabrir¨ªa la escalada nuclear. Pero esta vez sin opci¨®n al di¨¢logo.
El pacto con Ir¨¢n, en la cuerda floja
En la Casa Blanca han anidado los halcones. Tras la derrota del ala moderada, tanto el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, como el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, consideran que una ruptura del pacto nuclear con Ir¨¢n tendr¨ªa una alta rentabilidad pol¨ªtica. No solo se dar¨ªa cumplimiento a una promesa electoral sino que permitir¨ªa a Donald Trump llegar al cara a cara con Kim Jong-un con mayor fortaleza.
La decisi¨®n la tomar¨¢ el presidente el 12 de mayo. Pero estos d¨ªas no ha dejado de vapulearlo. Ante el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, lo ha calificado de ¡°rid¨ªculo, demencial y ruinoso¡± y ante la canciller alemana, Angela Merkel, ha tachado de asesino al r¨¦gimen de Teher¨¢n. Un lenguaje muy lejano al que ahora emplea con Corea del Norte. Y ello pese a que, como le record¨® Macron, fue un acuerdo firmado por iniciativa estadounidense y que cuenta con la firma de Francia, Alemania, Reino Unido, China y Rusia.
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