Serbia y Kosovo se plantean corregir su frontera para cerrar un acuerdo
Ambos pa¨ªses pretender superar el callej¨®n sin salida al que han llegado las negociaciones auspiciadas por Bruselas desde hace cinco a?os
La ¡°correcci¨®n¡± o nueva ¡°demarcaci¨®n¡± de la frontera entre Serbia y Kosovo, apuntada estos d¨ªas en t¨¦rminos casi quir¨²rgicos por los presidentes de ambos pa¨ªses, amenaza con sacudir una regi¨®n que a¨²n convalece, 25 a?os despu¨¦s, de las guerras de desintegraci¨®n de Yugoslavia. Se avecina un oto?o caliente en los Balcanes: al refer¨¦ndum en Macedonia, el 30 de septiembre, sobre el acuerdo nominal con Grecia, se suma el intento de resolver ¡ªcon la vista puesta en la UE¡ª el conflicto que enfrenta a la antigua rep¨²blica yugoslava con su antigua provincia aut¨®noma, que declar¨® unilateralmente la independencia en 2008 tras una breve y cruenta guerra (1998-99) ganada con el apoyo de la OTAN.
La redistribuci¨®n, mediante ese eventual nuevo dibujo de los l¨ªmites, de importantes minor¨ªas al¨®genas ¡ªalbaneses que viven en el sur de Serbia y serbios que habitan al norte de Kosovo¡ª lograr¨ªa lo que no han conseguido cinco a?os de negociaciones auspiciadas por Bruselas: un acuerdo definitivo con el reconocimiento de Kosovo por parte de Belgrado, condici¨®n indispensable para su ingreso en el club europeo, donde no se espera a Serbia hasta al menos 2025. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, y su hom¨®logo kosovar, Hashim Thaci, se reunir¨¢n en septiembre en Bruselas en el marco del proceso de di¨¢logo patrocinado por la Uni¨®n. Y si bien no existe ninguna propuesta oficial, ni mapa o plan elaborados, ambos mandatarios contemplan tal posibilidad. ¡°Todas las cartas est¨¢n sobre la mesa¡±, ha dicho recientemente Ivica Dacic, viceprimer ministro y titular de Exteriores de Serbia. El presidente Thaci, contrario a una divisi¨®n del pa¨ªs por l¨ªneas ¨¦tnicas, se ha mostrado abierto a debatir una ¡°correcci¨®n¡± fronteriza.
Pero tocar las fronteras en los Balcanes equivale a mentar la bicha del nacionalismo y de las etnias y al riesgo de un ¨¦xodo de poblaci¨®n ¡ªla guerra de los noventa ya fue pr¨®diga en ellos¡ª, por lo que, ante el silencio de Bruselas, la canciller alemana, Angela Merkel, rechaz¨® el lunes esta hip¨®tesis, asegurando que la integridad territorial de los Balcanes occidentales es ¡°sacrosanta¡±. La Embajada brit¨¢nica en Pristina subray¨® que ¡°el redise?o de las fronteras nacionales es [un factor] desestabilizador¡± en la regi¨®n, algo en lo que coinciden otras canciller¨ªas europeas. Reino Unido y Alemania, principales detractores de retocar la frontera, son dos del centenar de pa¨ªses que reconocen la soberan¨ªa de Kosovo. Rusia, adem¨¢s de Serbia y cinco Estados miembros de la UE, entre ellos Espa?a, no admiten su independencia y por tanto bloquean su acceso a la ONU y otros organismos multilaterales.
Si los 55.000 albaneses que en 2002 (¨²ltimo censo) viv¨ªan en el valle de Presevo serbio ¡ªdonde en esas fechas estall¨® una insurgencia armada contra Belgrado¡ª se reintegraran en Kosovo tras el hipot¨¦tico ajuste fronterizo, los 75.000 serbios localizados en su mayor¨ªa al norte del r¨ªo Ibar, que divide la ciudad kosovar de Mitrovica, volver¨ªan a la madre patria serbia. Pero la sola menci¨®n de un trasvase de poblaci¨®n inquieta mucho en la regi¨®n: en la Antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia hay una importante minor¨ªa albanesa (el 25% de la poblaci¨®n), que aspira tambi¨¦n a incrementar sus v¨ªnculos con Albania. Incluso la entidad serbia de Bosnia, una de las dos que componen la Rep¨²blica de Bosnia-Herzegovina, no descartar¨ªa adherirse a Serbia previa secesi¨®n, como su l¨ªder, Milorad Dodik, no se cansa de insinuar.
La repentina sinton¨ªa entre Belgrado y Pristina tendr¨ªa un invitado de piedra, adem¨¢s de la decidida apuesta euroatl¨¢ntica de una regi¨®n que intenta conjurar mirando hacia Occidente el riesgo de convertirse en tablero de operaciones de Rusia, como demuestran algunas actividades del Kremlin en Serbia, Montenegro, la Rep¨²blica Serbia de Bosnia; incluso en Macedonia y Grecia. Estados Unidos, que bajo la presidencia de Donald Trump ha enajenado su protagonismo en los Balcanes ¡ªy en especial en Kosovo, del que ha sido su principal apoyo¡ª, contemplar¨ªa con agrado un acuerdo definitivo para sellar un conflicto que ahora le resulta lejano y cansino. La primera ministra serbia, Ana Brnabic, visit¨® recientemente Washington junto con Dacic y se reuni¨® con Jared Kushner, consejero especial y yerno de Trump, con el que discuti¨® el proceso de di¨¢logo con Kosovo.
Inquietud entre la sociedad civil
Aunque muchos la consideran una l¨ªnea roja, una caja de Pandora potencialmente explosiva, la carta de la ¡°partici¨®n¡± territorial y demogr¨¢fica parece ganar adeptos cada d¨ªa. Sus detractores serbios arguyen que el movimiento supondr¨ªa la p¨¦rdida definitiva de los m¨¢s importantes monumentos de la Iglesia ortodoxa, como los monasterios de Gracanica y Visoki Decani, localizados en Kosovo. La inquietud de la sociedad civil se plasma en la carta que la semana pasada 37 ONG de ambos pa¨ªses enviaron a Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, inst¨¢ndole a pronunciarse con urgencia y sin ambig¨¹edad ¡°contra la partici¨®n de Kosovo o el intercambio de territorios entre Kosovo y Serbia seg¨²n principios ¨¦tnicos¡±.
En la ecuaci¨®n geopol¨ªtica que plantea el caso, hay elementos a¨²n m¨¢s inquietantes, como el reciente viaje a Belgrado de Steve Bannon, exestratega de Trump que ahora patrocina una alianza populista europea. Sus declaraciones sobre los Balcanes como ¡°regi¨®n de importancia estrat¨¦gica¡± en el nuevo orden mundial (trumpista) son, para muchos, un flaco favor a la estabilidad regional y un regalo servido en bandeja a Rusia y su labor de zapa en el ¨¢rea, en l¨ªnea con los bravucones mensajes de aut¨®cratas como el h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n. No contento con su viaje a Belgrado, Bannon recibi¨® en su casa a finales de julio al primer ministro de la irredenta Rep¨²blica Serbia de Bosnia. ¡°El populismo nacionalista de derechas va a triunfar [en Europa]. Ser¨¢ el que gobierne¡±, record¨® Bannon. Lo preocupante es que empiece a hacerlo por los Balcanes.
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