El ¨¢rbitro que se?ala el fuera de juego con disparos de Kalashnikov en Yemen
El pa¨ªs se encuentra inmerso desde 2014 en una guerra civil y la mitad de sus 28 millones de habitantes est¨¢ al borde de la hambruna
Los yemen¨ªes est¨¢n acostumbrados a las armas. Antes incluso de la superposici¨®n de conflictos que sufren desde principios de siglo, rara era la casa sin un fusil o el hombre sin una yanbia, la daga que tradicionalmente ha simbolizado su honor. Pero un ¨¢rbitro dirigiendo un partido de f¨²tbol a tiros de Kalashnikov resulta demasiado incluso para el destrozado Yemen. Y sin embargo los tuiteros yemen¨ªes han provocado estos d¨ªas una sonrisa amarga al difundir un v¨ªdeo en el que se ve precisamente eso.
Un grupo de hombres encuentra un momento de asueto en torno a un bal¨®n. A ojos del espectador no est¨¢ claro qui¨¦n juega en cada equipo, pero enseguida se hace evidente qui¨¦n es el ¨¢rbitro. A falta de silbato, el hombre utiliza el Kalashnikov para se?alar las faltas. En un momento determinado, incluso tiene que insistir con una r¨¢faga porque los jugadores ignoran su admonici¨®n y siguen jugando como si no pasara nada.
El partido tiene lugar en alguna aldea de Shabwa, una provincia del sureste de Yemen, bajo control de las fuerzas progubernamentales, pero en la que a¨²n quedan reductos del ISIS y Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (AQPA). Ambos grupos han intentado aprovechar la guerra civil que vive el pa¨ªs desde hace casi cuatro a?os para intentar ganar terreno, aunque EE UU ha seguido bombardeando sus posiciones desde drones.
La violencia que rodea a los yemen¨ªes hace especialmente llamativo el ejercicio deportivo, complicado adem¨¢s por la vestimenta de los jugadores. A diferencia de los hombres del norte, los del sur no visten la t¨ªpica t¨²nica ¨¢rabe, sino el maawiis, una tela rectangular que se enrolla alrededor de la cintura, al estilo de un pareo, y luego sobre s¨ª misma para que se sujete, con una camisa o camiseta por arriba.
Desde principios de mes, la ONU intenta organizar conversaciones de paz entre representantes del Gobierno internacionalmente reconocido y los rebeldes Huthi que echaron del poder al presidente Abdrabbo Mansur Hadi a finales de 2014. Su enfrentamiento desde entonces, con el apoyo de una coalici¨®n ¨¢rabe encabezada por Arabia Saud¨ª (los progubernamentales) y de Ir¨¢n (los insurgentes) ha dejado a la mitad de los 28 millones de yemen¨ªes al borde de la hambruna.
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