Una f¨®rmula que permite ganar tiempo
El anuncio de Buteflika va acompa?ado del inicio de un proceso pol¨ªtico que en el mejor de los casos se prolongar¨¢ durante meses y que deber¨ªa culminar en una nueva Constituci¨®n y una nueva presidencia
Abdelaziz Buteflika ha dado un paso al lado y las calles de Argelia se han apuntado, por fin, una victoria. No solo porque renuncia al quinto mandato sino porque tras su anuncio ha ca¨ªdo el primer ministro. Ahmed Ouyahia hab¨ªa amenazado al pueblo argelino con un escenario ¡°a lo Siria¡± si los manifestantes segu¨ªan en su empe?o por condicionar el rumbo pol¨ªtico del pa¨ªs. Err¨® en sus c¨¢lculos. Y es que durante demasiados a?os los que hoy retienen el poder en Argelia se han acostumbrado a calibrar equilibrios entre los distintos sectores del r¨¦gimen dejando de lado a la poblaci¨®n.
Para entender por qu¨¦ ha cedido Buteflika hay que tener en cuenta cuatro elementos. El primero es que la f¨®rmula encontrada permite ganar tiempo y evita males mayores. La renuncia al quinto mandato va acompa?ada del inicio de un proceso pol¨ªtico que en el mejor de los casos se prolongar¨¢ durante meses y que deber¨ªa culminar en una nueva Constituci¨®n y una nueva presidencia.
Buteflika ha pedido que los trabajos terminen antes de final de a?o pero no hay ninguna garant¨ªa de que as¨ª sea. En todo caso, es una soluci¨®n de compromiso que permite encauzar el hartazgo popular comprando tiempo a quienes manejan el r¨¦gimen para adaptarse a una situaci¨®n que no hab¨ªan previsto o que, en todo caso, les ha desbordado. De hecho, la soluci¨®n a la que se ha llegado no dista mucho de los rumores que circulaban en Argel a finales del a?o pasado. Se hablaba entonces de un posible voto en la Asamblea para alargar dos a?os el mandato presidencial ante la imposibilidad de hallar un sustituto de consenso. A efectos pr¨¢cticos, lo que ha sucedido no es muy distinto.
El segundo factor es que las manifestaciones han sido escrupulosamente pac¨ªficas y transversales. Cualquier indicio de violencia hubiera sido usado para reprimirlas. Su fuerza, firmeza y persistencia hicieron que se le fueran sumando adhesiones de puntales del sistema, como los antiguos combatientes, los jueces o miembros destacados de la patronal. La fuerza de este movimiento lleg¨® a ser tal que de no haber encontrado una soluci¨®n de compromiso como la que finalmente ha ofrecido Buteflika la fractura no se habr¨ªa producido s¨®lo entre el r¨¦gimen y la poblaci¨®n sino dentro del sistema. Adem¨¢s, la tentaci¨®n de sacrificar al hombre antes que sacrificar al r¨¦gimen es algo tentador cuando se ha llegado al l¨ªmite de la resistencia.
El tercero es que tanto los manifestantes como una parte ¡ªno toda¡ª de los observadores internacionales, han evitado cualquier asociaci¨®n con la primavera ¨¢rabe y las protestas de 2011. Como sabiamente ha se?alado Francis Ghil¨¨s, lo que se ha producido es un intento ¡ªcon el tiempo veremos si exitoso o no¡ª de prolongar la revoluci¨®n de 1954-1962. Como entonces, la idea de emancipaci¨®n ha vuelto a ser el gran motor de la acci¨®n pol¨ªtica. En aquel entonces la revoluci¨®n acab¨® secuestrada y en las semanas decisivas que vienen a partir de ahora es probable que veamos c¨®mo la movilizaci¨®n ciudadana intenta evitar un segundo secuestro.
El cuarto es el silencio de lo que tan a menudo llamamos la comunidad internacional. Para lo que nos tienen acostumbrados, tanto Macron como Trump han sido bastante discretos. Seguro que estos d¨ªas la actividad diplom¨¢tica respecto a Argelia ha sido fren¨¦tica pero es un acierto que, aunque solo sea por una vez, se haya evitado la tentaci¨®n de hacer pol¨ªtica exterior a golpe de tuit. Los argelinos lo hubieran interpretado como una injerencia no deseada y es muy probable que el espaldarazo de los l¨ªderes internacionales a una u otra parte se hubiera girado en contra de aquel a quien pretendiesen apoyar.
El 11 de marzo quedar¨¢ grabado en la memoria de los argelinos como otro de los d¨ªas hist¨®ricos de un pa¨ªs que, ante todo, es combativo y orgulloso. No obstante, la forma en que se acabe recordando depender¨¢ de lo que suceda a partir de ahora. Hay algo que es seguro: los que hoy acumulan el poder har¨¢n todo lo posible para retenerlo, aunque tengan que hacer sacrificios y cambios parciales. Tambi¨¦n es muy probable que los que en alg¨²n momento se han visto apartados intenten recuperar terreno o saldar cuentas con los rivales. Lo que est¨¢ menos claro es si el movimiento emancipador tendr¨¢ suficiente fuerza para que evitar que los cambios sean meramente cosm¨¦ticos. Pero no es menos cierto que hace apenas unos meses casi nadie habr¨ªa dado verosimilitud a un escenario como el que acaba de abrirse. La saga argelina todav¨ªa no ha terminado.
Eduard Soler i Lecha, es investigador s¨¦nior de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs). Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para EL PA?S
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