Intereses o valores: ?en qu¨¦ lado de las barricadas est¨¢s, Europa?

Dif¨ªcil no sentir admiraci¨®n por los valientes ciudadanos que en distintos lares manifiestan su rechazo al autoritarismo y su anhelo de libertad y Estado de derecho. Las circunstancias son distintas, pero hay un m¨ªnimo com¨²n denominador en las protestas en Hong Kong contra la ley de extradici¨®n a China, la vibrante reacci¨®n en Rusia a las delirantes acusaciones contra un periodista, el pulso en Sud¨¢n y Argelia para avanzar hacia una transici¨®n democr¨¢tica o las reivindicaciones de muchos en Venezuela y Nicaragua.

Tras la gran expansi¨®n de las democracias liberales en la fase posterior a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el mundo experimenta una involuci¨®n. Reg¨ªmenes autoritarios se consolidan, pa¨ªses que avanzaban hacia la democracia retroceden, e incluso en democracias asentadas se notan s¨ªntomas inquietantes. La estrella polar del mundo libre, EE UU, se halla bajo el mando de un presidente que sin complejos estrecha lazos con l¨ªderes y pa¨ªses autoritarios y ante la disyuntiva de intereses o valores no parece tener duda en favor de lo primero.

En este panorama, tiene especial sentido preguntarse en qu¨¦ lado de las barricadas quiere estar Europa.

La pregunta es compleja, tan compleja como el mundo y las relaciones exteriores. Ser¨ªa ingenuo pensar que, sin m¨¢s, en el lado de los valores; ser¨ªa mezquino pensar que, sin m¨¢s, en el de los intereses. Puede que in medio stat virtus, pero incluso encontrar el justo medio es dif¨ªcil.

En t¨¦rminos conceptuales, el dilema es hondo. Cr¨ªticas expl¨ªcitas y sanciones a los reg¨ªmenes violadores de derechos humanos pueden tener el ¨²nico resultado de endurecer al gobernante autoritario (con un cierre de filas a su alrededor, o un enconamiento de la represi¨®n); por otra parte, el silencio p¨²blico puede sonar como un vil aval de los atropellos aunque en petit comit¨¦ se ejerza presi¨®n. La v¨ªa intermedia es a menudo est¨¦ril. Obama abander¨® la pol¨ªtica de impulsar el cambio y la apertura a trav¨¦s del engagement (desarrollo de relaciones) en lugar de la confrontaci¨®n. Pero son estrategias de largo plazo y por el camino pueden generar frustraci¨®n (o ser abandonadas por el siguiente mandatario...).

En t¨¦rminos pr¨¢cticos, debe constatarse que la UE se halla todav¨ªa a a?os luz de una pol¨ªtica exterior com¨²n real. Hay algunas experiencias esperanzadoras ¡ªla reacci¨®n a la invasi¨®n rusa de Ucrania ha sido notablemente unitaria¡ª, pero por lo general el bloque es tan deshilachado que es imposible plantear una reflexi¨®n seria sobre d¨®nde quiere situarse como tal en esta materia. El club sufre incluso para moverse en la inane paleta crom¨¢tica de los comunicados (las gradaciones de ¡°condenar¡±, ¡°lamentar¡±, ¡°observar con inquietud¡±, ¡°alentar al di¨¢logo¡±, etc¨¦tera).

Bajando a escala nacional, las sensibilidades y circunstancias son bastante diferentes. Por simpat¨ªa o necesidad, hay capitales que parecen observar con cierta indulgencia los desmanes de potencias autoritarias; otras esgrimen con mayor vigor su apego a ciertos valores. Alemania dio un paso al restringir el suministro de armas a Arabia Saud¨ª tras el caso Khasogghi. No tuvo efecto arrastre. El problema es que, de uno en uno, el peso de los europeos en los asuntos globales es imperceptible.

Con todo, no es balad¨ª reflexionar sobre esta cuesti¨®n. Primero, porque nunca nada que ata?e a valores lo es. Segundo, porque los valores proyectan influencia y magnetismo. La admiraci¨®n por los valores y la identidad fundacionales de EE UU ha sido durante largo tiempo uno de sus principales activos, que ha atra¨ªdo o vinculado a su sociedad a tanta gente a escala global. Es leg¨ªtimo pensar que bajo Trump este atractivo se ve mermado. ?Puede y quiere la UE erigirse en estandarte moral global? La pol¨ªtica ¡ªy la vida¡ª no va solo de d¨¦ficit y sillones. Conviene preguntarse en qu¨¦ lado de las barricadas se quiere estar. Aunque fuese para responder, en ninguno de los dos lados, como mediador global de conflictos.