El precio de la paz rusa en Siria
Putin acepta una limitada presencia militar de Turqu¨ªa en el norte del pa¨ªs ¨¢rabe mientras entrega a El Asad gran parte de la frontera y fuerza la reintegraci¨®n de los kurdos a la disciplina de Damasco
Cuando las tropas leales al presidente Bachar el Asad se replegaron del norte de Siria en 2012 ¡ªpara hacer frente a las fuerzas insurgentes sun¨ªes alzadas en las provincias del centro y el sur¡ª, milicias kurdas ocuparon el vac¨ªo dejado por el Ej¨¦rcito. Surgi¨® entonces una entidad ¡ªRojava o Kurdist¨¢n sirio¡ª que se ha mantenido aut¨®noma hasta ahora despu¨¦s de llegar a dominar el tercio noreste del pa¨ªs ¨¢rabe con las llamadas Unidades de Protecci¨®n del Pueblo (YPG, por sus siglas en kurdo).
Al contrario que sus hermanos de Turqu¨ªa (20 millones), de Ir¨¢n (12 millones) y de Irak (ocho millones), los apenas dos millones de kurdos de Siria carec¨ªan de un historial relevante de levantamientos frente al poder central. El nacionalismo kurdo de Siria estuvo, adem¨¢s, tutelado por el Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK), alzado en el sureste de Anatolia contra Ankara desde 1984 en una rebeli¨®n que se ha cobrado m¨¢s de 40.000 vidas, una guerrilla que tuvo su santuario en el norte de Siria. A partir de 2014, sin embargo, las milicias de las YPG se han ganado un lugar en la historia con m¨¢s de 10.000 bajas mortales al actuar como fuerza de choque contra el Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas inglesas) bajo la protecci¨®n de Estados Unidos.
En apenas dos semanas, la patada disruptiva dada por el presidente Donald Trump al tablero del conflicto sirio ¡ªdevenido en guerra mundial a escala reducida¡ª ha alterado este paradigma. Tras proclamar el martes en el balneario ruso de Sochi ¡°la unidad e integridad de Siria¡±, el presidente Vlad¨ªmir Putin ¨Cconvertido en zar de Oriente Pr¨®ximo¨C no vacil¨® en repartirse con su hom¨®logo turco, Recep Tayyip Erdogan, parte de la influencia territorial que Mosc¨² ha ganado por las armas en los ¨²ltimos cuatro a?os de guerra.
Este es el precio que ha tenido que pagar el Kremlin para mantener la estabilidad en el norte sirio tras la inesperada espantada de Estados Unidos. A cambio, ha devuelto el control de la mayor¨ªa de la frontera turca a su aliado de Damasco y ha forzado la v¨ªa de la reintegraci¨®n de los kurdos sirios a la disciplina de El Asad. Para Turqu¨ªa, la hegemon¨ªa de grupos armados vinculados al PKK al otro lado de la divisoria fronteriza ¡ªuna llanura que coincide con la legendaria Ruta de la Seda¡ª ha resultado incompatible con sus l¨ªneas rojas de seguridad nacional.
Ankara y Damasco ya bordearon la guerra hace dos d¨¦cadas, cuando el l¨ªder hist¨®rico del PKK, Abdul¨¢ Ocalan, se asent¨® con sus combatientes en Siria y el Ej¨¦rcito turco concentr¨® masivamente fuerzas en la frontera con la amenaza de una inminente intervenci¨®n. La presi¨®n surti¨® efecto y el Gobierno sirio expuls¨® a Ocalan, quien tras una rocambolesca escapada acab¨® siendo capturado a comienzos de 1999 en Kenia por los servicios secretos turcos y encarcelado de por vida en una isla del mar de M¨¢rmara. Un pacto firmado por Siria y Turqu¨ªa en la ciudad turca de Adana en 1998 hab¨ªa puesto fin a la escalada b¨¦lica entre ambos vecinos.
Rusia se ha ocupado oportunamente de desempolvar el protocolo de Adana e incorporarlo al acuerdo de Sochi. La presencia de un millar de militares estadounidenses hab¨ªa impedido hasta ahora una intervenci¨®n armada de Turqu¨ªa en Siria para cumplir el sue?o de Erdogan de establecer una zona tap¨®n de seguridad frente a las milicias kurdas a lo largo de toda la frontera. Pero la realidad no suele coincidir con las enso?aciones. Ankara solo mantendr¨¢ el control de una franja fronteriza de 120 kil¨®metros comprendida entre Tel Abyad y Ras el Ain, en un ¨¢rea central que no contaba con mayor¨ªa de poblaci¨®n originaria kurda, donde se ha concentrado la operaci¨®n militar denominada Fuente de la Paz.
Como destaca el exdiplom¨¢tico estadounidense Brett McGurk,?¡°el r¨¦gimen de El Asad toma casi toda la regi¨®n fronteriza¡±. McGurk, que hasta finales del a?o pasado coordin¨® acciones internacionales contra el ISIS en Siria e Irak, concluye: ¡°El actor clave es ahora Mosc¨², no Washington. En toda la regi¨®n esto se ha entendido ya¡±.
Las fuerzas de Damasco regresar¨¢n a los puestos aduaneros junto con la polic¨ªa militar rusa, mientras patrullas conjuntas ruso-turcas supervisar¨¢n una franja fronteriza limitada a 10 kil¨®metros de anchura en la llamada ¡°zona segura¡±. Ankara se ve privada, adem¨¢s, de acceso a estrat¨¦gicas ciudades como Mambij, Kobane y, en particular, Qamishli, capital regional que las YPG y el Ej¨¦rcito sirio han compartido con discreci¨®n durante la mayor parte de la guerra.
Los contactos entre los responsables kurdos y los del Gobierno de Damasco, renovados la semana pasada ante la irrupci¨®n de las tropas turcas, no han cesado a lo largo del conflicto. Durante los m¨¢s de seis meses de batalla por el control del Alepo oriental rebelde en 2016, los kurdos mantuvieron el control de uno de los distritos en el sector gubernamental.
El coste humano de la estabilidad
La pretendida estabilidad tambi¨¦n ha tenido un coste humano. La ofensiva turca en Rojava se ha saldado con m¨¢s de 200.000 desplazados y 120 civiles muertos, as¨ª como 500 bajas mortales entre las fuerzas en liza. Durante los dos meses que dur¨® la invasi¨®n turca del cant¨®n kurdo occidental de Afrin, a comienzos de 2018, 200.000 kurdos fueron tambi¨¦n expulsados y 190 civiles perdieron la vida, as¨ª como dos millares de combatientes.
La p¨¦rdida de Afrin y la limpieza ¨¦tnica de un distrito tradicionalmente kurdo, as¨ª como del sector de la frontera de un centenar de kil¨®metros que llega desde su extremo en el oeste hasta el r¨ªo ?ufrates, ha sido el mayor rev¨¦s sufrido hasta el momento por las YPG. Ankara buscaba en Afrin la continuidad territorial para garantizar su presencia en Idlib, la provincia noroccidental cercada por la tropas sirias y rusas, ¨²ltimo feudo de la rebeli¨®n sun¨ª a la que Turqu¨ªa ha sostenido desde el inicio del conflicto.
¡°Rusia se ha mantenido firme ante Turqu¨ªa y ha contenido su expansionismo¡±, concluye el profesor norteamericano Joshua Landis, uno de los principales expertos internacionales en el conflicto sirio. Rojava no ha desaparecido del mapa, pero ha alterado sus l¨ªmites territoriales y modificado sus alianzas. La aspiraci¨®n de una amplia autonom¨ªa, como la que gozan los kurdos de Irak, parece hoy un objetivo m¨¢s realista que la independencia.
El giro puede empezar a producirse en la prevista reuni¨®n del Comit¨¦ Constitucional, integrado por representantes del Gobierno, la oposici¨®n y la sociedad civil siria. Este ¨®rgano patrocinado por la ONU se estrena dentro de una semana en Ginebra, tras el fracaso de sucesivas rondas de negociaciones de paz, con el objetivo de allanar el camino de la posguerra mediante reformas de la ley fundamental y elecciones plurales.
Tras el nuevo acercamiento a Damasco y la aceptaci¨®n de la tutela rusa, los kurdos de Siria han despedido con verduras podridas los convoyes militares estadounidenses que les abandonaban en direcci¨®n a Irak. Pese a la escenificaci¨®n de la decepci¨®n generada por la Casa Blanca, los milicianos de las YPF siguen controlando los campos petrol¨ªferos de la provincia nororiental de Deir Ezzor, que albergan el 75% de las reservas de crudo del pa¨ªs ¨¢rabe, estimadas en 2.500 millones de barriles. En una nueva sorpresa de la Administraci¨®n de Trump, el Pent¨¢gono se plantea mantener la presencia de 200 militares estadounidense en los codiciados yacimientos, en teor¨ªa para evitar que puedan volver a caer manos de yihadistas del ISIS.
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