El compromiso de Biden de volver al acuerdo nuclear divide a Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª
Los aliados ¨¢rabes de EE UU temen que el presidente electo les presione para acabar con la guerra en Yemen y el embargo a Qatar
El triunfo de Joe Biden en las elecciones de Estados Unidos ha desatado las c¨¢balas en el golfo P¨¦rsico. Mientras Ir¨¢n espera que se concrete la promesa del presidente electo de volver al acuerdo nuclear, en la otra orilla, Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos (EAU) temen precisamente eso, que la nueva Administraci¨®n d¨¦ un bal¨®n de ox¨ªgeno a su rival. Para los monarcas ¨¢rabes la salida de Donald Trump supone algo m¨¢s que un cambio de estilo, pierden un poderoso amigo que hac¨ªa la vista gorda a sus atropellos.
¡°Hay una oportunidad para que la pr¨®xima Administraci¨®n norteamericana (¡) regrese a sus compromisos internacionales¡±, dijo el presidente iran¨ª al conocer la victoria de Biden. Hasan Rohan¨ª, que apost¨® su capital pol¨ªtico al acuerdo nuclear de 2015, sufri¨® un duro golpe cuando Trump sac¨® a su pa¨ªs del pacto tres a?os m¨¢s tarde y impuso sanciones a Ir¨¢n a¨²n m¨¢s estrictas que antes de la firma. Ahora espera que el presidente electo de EE UU cumpla su promesa de honrar el pacto antes de que ¨¦l mismo concluya su segundo (y ¨²ltimo) mandato el pr¨®ximo verano.
No va a ser tan f¨¢cil. Por un lado, Biden ha condicionado ese compromiso a que Teher¨¢n vuelva a cumplir con los l¨ªmites que estableci¨® a su programa nuclear, como ¡°punto de partida para las subsiguientes negociaciones¡±. Por otro, los rivales ultraconservadores de Rohan¨ª tienen inter¨¦s en retrasar cualquier avance en ese sentido hasta despu¨¦s de las presidenciales del pr¨®ximo mayo, que esperan ganar; no quieren arriesgarse a que esa baza beneficie a los moderados.
El problema radica en que desde el a?o pasado Ir¨¢n ha respondido al abandono unilateral del acuerdo por parte de Washington con un calculado y progresivo incumplimiento de las obligaciones que adquiri¨® a su firma. Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Organizaci¨®n Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), que se conoci¨® el pasado mi¨¦rcoles, la Rep¨²blica Isl¨¢mica ya acumula doce veces m¨¢s uranio enriquecido de lo que le permit¨ªa aquel pacto, adem¨¢s de superar el tope de pureza fijado.
Antes de reincorporarse al pacto, EE UU necesita revertir esas transgresiones, lo que previsiblemente requerir¨¢ un complejo proceso negociador. La nueva Administraci¨®n puede utilizar como incentivo un progresivo levantamiento de las sanciones impuestas por Trump (excepciones para la venta de petr¨®leo, eliminar las sanciones secundarias a las empresas europeas o sacar al Banco Central de la lista de organizaciones que financian el terrorismo).
Existen otros obst¨¢culos en el ¡°camino cre¨ªble a la diplomacia¡± ofrecido por Biden, ya que no hay signos de que su Gobierno vaya a abandonar los esfuerzos para frenar las intervenciones de Ir¨¢n en los pa¨ªses vecinos. Y Teher¨¢n se niega a hablar sobre sus misiles bal¨ªsticos y su respaldo a milicias afines en Oriente Pr¨®ximo, asuntos que no estaban incluidos en el acuerdo nuclear y que constituyen el eje de las cr¨ªticas al mismo de los aliados de Washington en la regi¨®n. Adem¨¢s, el portavoz de Exteriores iran¨ª ha dicho que su pa¨ªs podr¨ªa pedir compensaciones a EE UU por el da?o econ¨®mico que le ha causado su salida del acuerdo. De ah¨ª que los asesores del flamante presidente electo traten de rebajar las expectativas.
Esas dificultades no disminuyen la inquietud en los pa¨ªses del eje anti-Ir¨¢n que han forjado Arabia Saud¨ª y EAU con Israel bajo la ¨¦gida de Trump, cuya abandono del pacto aplaudieron. Ahora temen que el enfoque de la nueva Casa Blanca hacia Teher¨¢n socave sus intereses. El monarca saud¨ª, que tard¨® 24 horas en felicitar a Biden, lo dej¨® claro el pasado mi¨¦rcoles cuando inst¨® a la comunidad internacional ¡°a adoptar una actitud decisiva contra Ir¨¢n y sus esfuerzos para obtener armas de destrucci¨®n masiva y desarrollar un programa de misiles bal¨ªsticos¡±.
Pero no es solo la Rep¨²blica Isl¨¢mica lo que preocupa en Riad. Biden ha declarado su intenci¨®n de ¡°poner fin al apoyo estadounidense a la desastrosa guerra que Arabia Saud¨ª lidera en Yemen¡±, as¨ª como de reevaluar la relaci¨®n con el Reino del Desierto. Tambi¨¦n a diferencia de Trump, ha prometido una l¨ªnea m¨¢s dura hacia los abusos de derechos humanos. Incluso dijo que no iba a pasar por alto el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, como hizo su predecesor a pesar de que tanto la ONU como la CIA responsabilizaron al pr¨ªncipe heredero saud¨ª.
Asimismo, es previsible un mayor escrutinio en la venta de armas y una renovada presi¨®n para que saud¨ªes y emirat¨ªes pongan fin a su embargo a Qatar, que alberga la principal base de EE UU en Oriente Pr¨®ximo. Dicho lo cual, la mayor¨ªa de los observadores coinciden en que los saud¨ªes buscar¨¢n el modo de trabajar con Biden, pues son m¨¢s los intereses que les unen a Washington (desde la seguridad regional hasta el comercio) que las diferencias que mantienen con los dem¨®cratas. El m¨¢s pragm¨¢tico Emiratos ya ha asumido el cambio y su diplomacia intenta mantener el nivel de influencia que ha conseguido en la capital norteamericana.
Irak no espera cambios
La eventual reducci¨®n de las tensiones entre Washington y Teher¨¢n tambi¨¦n tiene eco en Bagdad. Algunas milicias iraqu¨ªes han celebrado la elecci¨®n de Biden. Sin embargo, los analistas temen que reanuden los ataques a intereses estadounidenses, casi inexistentes desde que el pasado octubre EE UU amenaz¨® con cerrar su Embajada. La explicaci¨®n: los ultras iran¨ªes conf¨ªan en ganar las elecciones de mayo de 2021 y no pueden renunciar al antagonismo hacia EE UU, que constituye uno de sus pilares ideol¨®gicos. En cualquier caso, los iraqu¨ªes no esperan que cambie la pol¨ªtica de la superpotencia hacia su pa¨ªs.
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