El mundo asiste expectante al escrutinio en Estados Unidos
Los cuatro a?os de Donald Trump en la Casa Blanca han agitado el tablero exterior. Tanto los pa¨ªses aliados como los rivales se juegan mucho en las urnas
Entre la resignaci¨®n y la esperanza, y a la sombra de una nueva ola de coronavirus, el mundo mira con la m¨¢xima expectaci¨®n a EE UU. El mandato de Donald Trump, marcado por el unilateralismo y las disputas comerciales, ha removido el tablero internacional y ha dinamitado algunas alianzas tradicionales de Washington. Algunos actores internacionales esperan que logre la reelecci¨®n, pero otros conf¨ªan en que una victoria de Joe Biden al menos lime asperezas. El dem¨®crata, pese a todo, tampoco despierta entusiasmo entre algunos de los que prefieren un cambio en la direcci¨®n de la primera potencia mundial.
Europa sale escaldada de cuatro a?os de Trump
BERNARDO DE MIGUEL
La crisis sanitaria, social y econ¨®mica provocada por la pandemia mantiene ensimismados a los l¨ªderes europeos, con poco tiempo para mirar hacia el otro lado del Atl¨¢ntico. Pero sobre Bruselas y el resto de capitales europeas planea la sombra de una segunda victoria de Donald Trump en las elecciones del 3 de noviembre o, peor a¨²n, la de una derrota no admitida por el actual inquilino de la Casa Blanca.
Nunca antes la Uni¨®n Europea se hab¨ªa enfrentado al riesgo de unas elecciones fallidas en la mayor potencia del planeta. Con cierta iron¨ªa, un eurodiputado incluso ha propuesto que Bruselas env¨ªe una misi¨®n de observadores para verificar que las elecciones en EE UU cumplen con los est¨¢ndares democr¨¢ticos que la UE suele reclamar a los pa¨ªses con entramados pol¨ªticos bajo sospecha.
La inc¨®gnita sobre el desenlace electoral contrasta con el claro convencimiento de que, gane quien gane, las grandes tendencias de la relaci¨®n transatl¨¢ntica se mantendr¨¢n invariables. ¡°Habr¨¢ matices si el dem¨®crata Joe Biden llega a la Casa Blanca, pero no cabe esperar un giro brusco en la pol¨ªtica internacional de EE UU¡±, apunta un alto cargo de la Comisi¨®n Europea.
Bruselas asume que Washington seguir¨¢ desentendi¨¦ndose de la seguridad del Viejo Continente, una tendencia iniciada bajo la presidencia de Barack Obama y acentuada con Trump. La segunda gran corriente que seguir¨¢ repercutiendo en Europa ser¨¢ el enfrentamiento entre EE UU y China, ¡°una pol¨ªtica en la que coinciden tanto republicanos como dem¨®cratas¡±, se?ala una fuente comunitaria.
Ante esas dos tendencias invariables, la Uni¨®n Europea espera las elecciones estadounidenses entre la resignaci¨®n y la desconfianza. La UE y, en particular, su principal socio, Alemania, llegan escaldados despu¨¦s de cuatro a?os de desencuentros con la Administraci¨®n de Trump. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, intentaron, con muy poca fortuna, congraciarse con el peculiar l¨ªder estadounidense, confiados en que el ejercicio del poder le llevar¨ªa a valorar la relaci¨®n transatl¨¢ntica.
M¨¢s ¨¦xito tuvo el anterior presidente de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker, que logr¨® una tregua comercial. Pero la actual presidenta, Ursula von der Leyen, solo ha mantenido un breve encuentro con Trump y su esperada visita a la Casa Blanca qued¨® postergada sine die como consecuencia de la pandemia y el escaso inter¨¦s al otro lado del Atl¨¢ntico.
Ante el improbable retorno de una relaci¨®n transatl¨¢ntica tan estrecha como la de finales del siglo XX, la UE prefiere volcarse en su agenda de soberan¨ªa estrat¨¦gica, anta?o postergada y ahora acelerada como respuesta al vendaval de Trump. ¡°Nuestra agenda tampoco va a variar gane quien gane¡±, avisa un alto cargo comunitario. Fuentes de la Comisi¨®n creen que una derrota de Trump suavizar¨ªa los roces con Washington y tal vez permitiera recuperar el consenso internacional en asuntos como Ir¨¢n o la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Pero sospechan que el multilateralismo no volver¨¢ a ser como en 2016 y con ese c¨¢lculo en mente esperan la reelecci¨®n del 45? presidente de EE UU o la llegada del 46?. Y no descartan que la transici¨®n, de llegar a producirse, sea tan turbulenta y conflictiva como los cuatro a?os que ahora terminan.
El Reino Unido, pendiente de la relaci¨®n post-Brexit
RAFA DE MIGUEL
La relaci¨®n entre el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, y el presidente estadounidense, Donald Trump, ha sido siempre m¨¢s el fruto de la conveniencia mutua y el compadreo personal que de una visi¨®n pol¨ªtica e internacional compartida. De hecho, el entonces alcalde de Londres hizo m¨¢s en 2016, durante su visita a Nueva York, por mostrarse pr¨®ximo a la candidata dem¨®crata, Hillary Clinton, que por cortejar a Trump.
La continuidad del republicano en la Casa Blanca, sin embargo, era hasta ahora una pieza fundamental en la estrategia post-Brexit del Gobierno conservador brit¨¢nico. No tanto por su defensa a ultranza de la salida del Reino Unido de la UE ¨Cque en muchas ocasiones se ha convertido en una inoportuna intromisi¨®n en la pol¨ªtica interna de su aliado¨C, como por su firme compromiso con un futuro acuerdo comercial que pudiera sustituir, al menos cara a la galer¨ªa, los vac¨ªos provocados por la ruptura con la UE.
El dem¨®crata Joe Biden no ha mostrado especial entusiasmo hacia el ex¨®tico primer ministro brit¨¢nico. Ha dejado claro, adem¨¢s, su rechazo al Brexit. Y lo que es m¨¢s grave, ha mostrado claramente su irritaci¨®n ante la aprobaci¨®n de la Ley del Mercado Interior impulsada por Downing Street, una quiebra unilateral de los compromisos adquiridos por Londres al firmar el Acuerdo de Retirada con la UE que pone en riesgo la estabilidad de la paz en Irlanda alcanzada con el Acuerdo de Viernes Santo. Biden, de ascendencia irlandesa, ha expresado negro sobre blanco su rechazo a cualquier futuro acuerdo comercial con el Reino Unido si se mantiene en vigor ese texto legal.
El equipo de Johnson se ha visto descolocado por sorpresa. La poderosa maquinaria que controla la campa?a de Biden ha establecido un muro de aislamiento con el resto del mundo, para evitar sospechas de injerencias externas como las que contaminaron las presidenciales de hace cuatro a?os. Y de ese modo, Downing Street ha sido incapaz de comenzar a tender puentes con la que, seg¨²n las encuestas, podr¨ªa ser la pr¨®xima Administraci¨®n de EE UU.
Las se?ales previas sugieren que una futura presidencia de Biden, como ocurri¨® con Barack Obama, dar¨¢ prioridad a aliados como Alemania o Francia antes que cultivar una hist¨®rica ¡°relaci¨®n especial¡± con el Reino Unido que seguir¨¢ siendo firme en materia de defensa o inteligencia, pero se presenta difusa en materia pol¨ªtica. Habr¨¢ estabilidad, porque Londres y Washington mantienen posiciones alineadas en asuntos clave como la respuesta al desaf¨ªo que hoy suponen China o Rusia. Y, si se confirma la victoria de Biden, puede haber acercamiento, porque la visi¨®n de ambos dirigentes ante desaf¨ªos como el cambio clim¨¢tico es muy similar. Pero Johnson deber¨¢ empezar de cero, y aplicarse a s¨ª mismo una dosis de humildad. Es complicado que repita el ¨¦xito de su predecesora, Theresa May, y sea el primer l¨ªder que visita la nueva Casa Blanca.
El Reino Unido tendr¨¢ la presidencia del G7 y ser¨¢ el anfitri¨®n de la cumbre el pr¨®ximo verano. Ser¨¢ la oportunidad de Johnson de cultivar la multilateralidad a la que tanto ¨¦l como Biden son m¨¢s proclives, frente al unilateralismo que ha caracterizado a Trump. Y la ciudad de Glasgow acoger¨¢ en octubre el COP26, la siguiente conferencia sobre el cambio clim¨¢tico. Es la gran apuesta de Downing Street para demostrar el perseguido liderazgo internacional de la Global Britain so?ada para la era posterior al Brexit. Y la ocasi¨®n para Biden de reconducir la pol¨ªtica medioambiental de EE UU, hecha a?icos por su predecesor. Pero sobre todo, podr¨ªa ser el gran momento para que Johnson se deshiciera finalmente de la caricatura que le ha perseguido durante estos a?os: la de ser el ¡°mini Trump¡± al otro lado del Atl¨¢ntico.
La mejor opci¨®n para Putin: un EE UU polarizado
MAR?A R. SAHUQUILLO
Para el Kremlin, una victoria de Donald Trump ser¨ªa la opci¨®n menos mala. Hace cuatro a?os, Rusia prefer¨ªa al magnate en la Casa Blanca, hasta el punto de buscar influir para impulsar la victoria del republicano, seg¨²n los informes de los servicios de inteligencia estadounidenses. Sin embargo, las expectativas de Mosc¨² no se han cumplido y las relaciones entre ambos pa¨ªses son a¨²n m¨¢s tensas que cuando el republicano asumi¨® el cargo: EE UU ha impuesto a Mosc¨² m¨¢s sanciones y Trump ha abandonado dos tratados nucleares clave y est¨¢ dejando morir un tercero. Y se espera que si el republicano gana un segundo mandato, contin¨²e por la misma senda.
Pero con Joe Biden las perspectivas no son en absoluto mejores. El candidato dem¨®crata ha dicho alto y claro que Rusia es ¡°la amenaza global m¨¢s seria¡± de Washington. Y aunque podr¨ªa volver a poner sobre la mesa acuerdos de control de armas con Mosc¨², la idea de que empiece a escarbar en los papeles de la trama rusa sobre la injerencia electoral de 2016 y el riesgo de un nuevo paquete de sanciones sobrevuela Mosc¨². Lo que en realidad beneficiar¨ªa al Kremlin, recalca la polit¨®loga Masha Lipman, es m¨¢s confusi¨®n sobre las elecciones y una polarizaci¨®n todav¨ªa m¨¢s aguda.
Vlad¨ªmir Putin ha insistido en que Rusia es un mero espectador en el proceso electoral. Y tras los informes del FBI que se?alan una nueva injerencia rusa para perjudicar al candidato dem¨®crata, el Kremlin ha vuelto a negar unas acusaciones que tilda de ¡°rusofobia¡±.
Muchos dentro del Kremlin esperaban que la buena qu¨ªmica entre Trump y Putin se concretase en v¨ªnculos m¨¢s c¨¢lidos, pero tambi¨¦n m¨¢s tangibles. Pero pese a que para la Administraci¨®n de Trump China es su principal enemigo y no Rusia, las relaciones pasan por su peor momento desde la Guerra Fr¨ªa. Y aunque Trump sigue halagando el estilo de Putin y girando la cabeza para otro lado en asuntos espinosos, como el envenenamiento del opositor Alex¨¦i Navalni, no se prev¨¦ desde Mosc¨² un cambio estructural en su Administraci¨®n, que adem¨¢s de una pol¨ªtica de nuevas sanciones contra empresas rusas y personas del entorno de Putin ha tratado de maniobrar para bloquear acuerdos energ¨¦ticos de Rusia.
Biden es un viejo conocido del Kremlin. Durante su etapa de vicepresidente con Barack Obama ya se le ve¨ªa como hostil. En una visita a Mosc¨² en 2011, el dem¨®crata declar¨® que ser¨ªa malo para Rusia que Putin se postulara a un tercer mandato. Hoy, el l¨ªder ruso va por su cuarto periodo en el sill¨®n del Kremlin y ha cambiado la Constituci¨®n para poder postularse a otros dos m¨¢s. Y cuando Rusia se anexion¨® la pen¨ªnsula ucrania de Crimea y Mosc¨² apoy¨® a los separatistas del Donb¨¢s, Biden era el hombre clave de Obama en Ucrania. Adem¨¢s, puede que el dem¨®crata tenga guardada una carta para responder a la injerencia rusa contra Hilary Clinton en las presidenciales de 2016.
Aun as¨ª, Putin est¨¢ cubriendo todas sus bases y ha empezado a mostrarse menos cr¨ªtico con Biden. Pero tambi¨¦n ha contribuido a alimentar en parte la ret¨®rica de Trump, que ha acusado a su oponente dem¨®crata de beneficiarse de su posici¨®n en Ucrania y de los negocios en ese pa¨ªs de su hijo Hunter. Las perspectivas de mejores relaciones son sombr¨ªas gane quien gane. ¡°Hay cada vez menos personas dentro de la ¨¦lite rusa que ven a Trump como un objetivo en s¨ª mismo¡±, se?ala la analista Tatyana Stanovaya. ¡°Pero si no es un objetivo, al menos puede ser un instrumento para sembrar el caos dentro de la clase pol¨ªtica estadounidense y destruir la unidad occidental¡±, sigue. Y un EE UU m¨¢s expuesto y fr¨¢gil le da a Rusia m¨¢s libertad en el escenario mundial y en casa.
China: sin mucho que ganar, venza quien venza
MACARENA VIDAL LIY
Venza quien venza en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre en EE UU, China ya ha decidido que no tiene mucho que ganar. Las relaciones entre los dos colosos mundiales est¨¢n en su punto m¨¢s bajo en 40 a?os, y casi cada d¨ªa se produce un nuevo acontecimiento que acelera su deterioro.
La pol¨ªtica del candidato dem¨®crata, Joe Biden, en caso de vencer, no va a diferir de modo sustancial de la del republicano Donald Trump en los ¨²ltimos cuatro a?os. Ambos partidos han decidido que China es el rival a batir, una postura que, seg¨²n las encuestas del Pew Center, comparten ampliamente la mayor¨ªa de los ciudadanos. Es probable que contin¨²en tendencias como el veto a que China pueda acceder a ciertas tecnolog¨ªas y equipos estadounidenses, y que se acent¨²e el desacoplamiento en este sector.
En el caso de victoria dem¨®crata, s¨ª es posible que se atempere la ret¨®rica. Que la forma, si no el fondo, de la relaci¨®n, sea menos bronca. Quiz¨¢ se tiendan puentes en asuntos como la lucha contra el cambio clim¨¢tico, un ¨¢rea clave de cooperaci¨®n durante la era de Barack Obama. No por eso, necesariamente, es Biden el candidato favorito de Pek¨ªn. Uno de los riesgos que percibe es que el dem¨®crata pueda lograr el respaldo de otros pa¨ªses para una pol¨ªtica contra China que Trump, con sus duras cr¨ªticas a sus aliados, no ha conseguido.
¡°Una de las cosas que Biden tendr¨¢ que hacer para equilibrar las divisiones dentro de su propio partido y no parecer d¨¦bil es distinguirse de Trump, aunque la sustancia pueda no ser demasiado diferente¡±, apunta el exembajador de Singapur Bilahari Kausikan, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Empresarial de Singapur. Un ¨¢rea donde puede tratar de diferenciarse, apunta, es ¡°el campo de los derechos humanos¡±, especialmente en relaci¨®n con la situaci¨®n de la minor¨ªa uigur en Xinjiang. Y ese es un problema que, como seg¨²n el exasesor de Seguridad Nacional John Bolton en su libro The Room Where It Happened, no preocupa demasiado al presidente actual.
Si Trump saliera reelegido, continuar¨ªa ¡°su manera de presionar a China dirigiendo un sentimiento de enfrentamiento contra ella¡±, opina el profesor Zhu Feng, de la Universidad de Nanjing, en un an¨¢lisis en la revista Asian Perspective. A corto plazo, puede acentuar la ret¨®rica y las medidas hostiles hacia Pek¨ªn. Pero la pol¨ªtica aislacionista de Trump est¨¢ contribuyendo de modo extraordinario, a los ojos de Pek¨ªn, a acelerar lo que China considera el declive estadounidense. Como ha apuntado Chen Jimin, de la Escuela Central del Partido Comunista, a la hora de facilitar el auge de China, ¡°el Brexit y la Administraci¨®n tuvieron actuaciones ejemplares¡±.
Una de las cosas que Biden tendr¨¢ que hacer para equilibrar las divisiones dentro de su propio partido y no parecer d¨¦bil es distinguirse de TrumpBilahari Kausikan, exembajador de Singapur
Ha contribuido a aumentar la ya de por s¨ª notable popularidad del presidente Xi Jinping entre su poblaci¨®n. La gesti¨®n de la pandemia por parte de la Casa Blanca ha aumentado el orgullo de los chinos por la de sus l¨ªderes, despu¨¦s de un p¨¦simo arranque en las primeras semanas ¨Cque los ciudadanos tampoco olvidan¨C. Aunque su intenci¨®n es poco amistosa, las medidas que ha adoptado Trump ¨Cla subida de aranceles en la guerra comercial, medidas contra el gigante tecnol¨®gico Huawei¨C no han perjudicado especialmente a China. S¨ª la ha impelido a acelerar su desarrollo tecnol¨®gico.
Es improbable que la confrontaci¨®n llegue a mayores: ¡°Ni China ni Estados Unidos son pa¨ªses irracionales y la disuasi¨®n nuclear mantendr¨¢ la paz¡±, opina Kausikan. Aunque el experto matiza: ¡°Eso no quiere decir que no puedan ocurrir accidentes¡±. El lugar m¨¢s probable para un encontronazo ser¨ªa el mar del Sur de China ¨Cdonde Pek¨ªn y sus vecinos se disputan el control de las aguas y varios grupos de islas¨C, o el mar del Este de China. ¡°Aun as¨ª, probablemente habr¨ªa contenci¨®n. Donde las cosas pueden quedar fuera de control es en el estrecho de Taiw¨¢n¡±, advierte el antiguo diplom¨¢tico.
M¨¦xico espera reequilibrar una relaci¨®n sometida a un fuerte desgaste
LUIS PABLO BEAUREGARD
M¨¦xico es el pa¨ªs que m¨¢s repudia a Donald Trump. El empresario republicano arranc¨® su campa?a en 2015 llamando a los mexicanos delincuentes y violadores. Ese fue el inicio de una relaci¨®n que no se recompuso. Solo un 8% de los mexicanos tiene una opini¨®n favorable sobre el presidente que hoy busca la reelecci¨®n, de acuerdo a una encuesta del Pew Research Center de inicios de este a?o. Las presidenciales del 3 de noviembre son una oportunidad de equilibrar las relaciones tras el desgaste provocado por la Administraci¨®n de Trump, que transform¨® los temas comercial, migratorio y de seguridad con su vecino del sur.
Trump considera un aliado al presidente mexicano. Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador hizo campa?a durante 2018 con un discurso duro y de exigir respeto ante los ataques racistas del republicano. Pero el tiempo ha confirmado que ambos coinciden en el proteccionismo, la pol¨ªtica energ¨¦tica que prefiere el petr¨®leo y carb¨®n sobre las energ¨ªas limpias, y en su desd¨¦n por la prensa cr¨ªtica. ¡°Hacia mi pa¨ªs hemos recibido de usted comprensi¨®n y respeto¡±, dijo L¨®pez Obrador en una visita a la Casa Blanca en julio.
M¨¦xico es el principal socio comercial de EE UU. Hasta agosto pasado, esta relaci¨®n representaba unos 337.000 millones de d¨®lares (unos 287.500 millones de euros), un 14% del total entre los primeros 15 socios comerciales. En julio entr¨® en vigor el nuevo tratado de Am¨¦rica del Norte, donde ambos pa¨ªses, junto con Canad¨¢, acordaron nuevas reglas para impulsar los sectores de la automoci¨®n, la agricultura, energ¨ªa, comercio electr¨®nico y medio ambiente, entre otros. Joe Biden, el candidato dem¨®crata, ha admitido que este acuerdo, el T-MEC, que representa 1,2 billones de d¨®lares anuales y emplea a 14 millones de personas en los tres pa¨ªses, es mejor que el acuerdo anterior, el NAFTA, que ¨¦l vot¨® en 1993. Sin embargo, su compa?era de candidatura Kamala Harris, aspirante a la vicepresidencia, fue una de las 10 senadoras que votaron en contra del acuerdo, pues lo consider¨® insuficiente en su lucha contra del cambio clim¨¢tico. M¨¦xico espera que el T-MEC siga siendo motor de la econom¨ªa de la regi¨®n bajo una presidencia dem¨®crata, aunque aumentar¨ªa la presi¨®n, que ya ejercen algunos legisladores, sobre el Gobierno para dar mejores condiciones y derechos a los trabajadores mexicanos sindicalizados.
Trump logr¨® una victoria pol¨ªtica al imponer su renegociaci¨®n del T-MEC a L¨®pez Obrador y al primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Para otorgar a los mexicanos un acuerdo vital para su econom¨ªa, el republicano exigi¨® a M¨¦xico endurecer su pol¨ªtica migratoria so pena de castigarlo con un arancel generalizado de 5% para todas las importaciones. Esto afect¨® al flujo migratorio proveniente del Tri¨¢ngulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), pues M¨¦xico aument¨® m¨¢s de un 60% sus deportaciones a lo largo de 2019. M¨¢s de 124.000 personas que buscaban migrar al norte fueron devueltas a sus pa¨ªses de origen. Esto es lo m¨¢s cercano al muro que Trump prometi¨® levantar en la frontera. Su Administraci¨®n ha construido 597 kil¨®metros de los 725 que plane¨® para este a?o.
Biden prometi¨® en el segundo debate presidencial una reforma migratoria que dar¨ªa papeles a 11 millones de personas. La ley ser¨ªa presentada en sus primeros 100 d¨ªas de Gobierno y significar¨ªa un giro respecto a la actual pol¨ªtica migratoria de Trump, que ha hecho m¨¢s dif¨ªcil la entrada legal y reducido a m¨ªnimos durante la pandemia las autorizaciones de asilo. La promesa de Biden ha generado en M¨¦xico algo de escepticismo, pues el Gobierno de Barack Obama deport¨® a 5,2 millones de personas, siendo el tercero que m¨¢s personas expuls¨® despu¨¦s del de Bill Clinton y George W. Bush.
Bolsonaro ans¨ªa la continuidad de Trump
NAIARA GALARRAGA GORT?ZAR
Dejando de lado el m¨¢s m¨ªnimo decoro diplom¨¢tico, el presidente de Brasil expres¨® abiertamente hace unos d¨ªas sus deseos sobre las elecciones estadounidenses. ¡°Espero, si es voluntad de Dios, asistir a la toma de posesi¨®n del presidente reelecto en Estados Unidos¡±, afirm¨® Jair Bolsonaro en un discurso tras firmar un principio de acuerdo comercial con un enviado de la Administraci¨®n de Donald Trump. Es comprensible que prefiera al magnate republicano. Es el espejo en el que se mira a diario, el pol¨ªtico contempor¨¢neo que m¨¢s le inspira y con el que ha forjado una alianza nacionalpopulista. Los presidentes de las dos mayores econom¨ªas del continente est¨¢n cortados por el mismo patr¨®n. Comparten desde la hostilidad a sus adversarios pol¨ªticos hasta el desprecio por la gravedad de la pandemia. La ¨²ltima vez que Brasil tuvo una relaci¨®n tan estrecha con el Gobierno de EE UU fue en tiempos de la dictadura (1964-1985).
Por ahora, Bolsonaro le ha sacado menos provecho del deseado a su nuevo mejor amigo. Pero para el ultraderechista es crucial que Trump logre un segundo mandato porque, si es derrotado, perder¨¢ a su principal aliado. Si eso ocurre, sus amigos internacionales ser¨ªan el Israel de Benjam¨ªn Netanyahu, la Hungr¨ªa de Viktor Orb¨¢n, la India de Narendra Modi y poco m¨¢s. Una pesadilla para un pa¨ªs con una diplomacia sofisticada y tan pragm¨¢tica que en plena Guerra Fr¨ªa fue elegido por los dos bloques para dar el discurso que inaugura la asamblea general de la ONU cada a?o.
A Bolsonaro no le gusta Joe Biden porque es el adversario de Trump, dem¨®crata y a sus ojos sospechoso de ser socialista. Pero, adem¨¢s, le indign¨® que la ¨²nica menci¨®n a Brasil en los debates presidenciales saliera de la boca de Biden y fuera sobre uno de los asuntos en los que las cr¨ªticas desde el extranjero m¨¢s le irritan, la Amazonia. El estadounidense inst¨® al mundo a proteger la mayor selva tropical del mundo para frenar la crisis clim¨¢tica y se comprometi¨® a buscar fondos para pagarlo. Una victoria de Biden conllevar¨ªa que EE UU se sumara a la presi¨®n que ya ejerce la Uni¨®n Europea en la cuesti¨®n medioambiental.
Es probable que el resultado electoral influya poco en el fondo de la delicada relaci¨®n de Brasil con China, su primer socio comercial, destino de las exportaciones de soja y mineral de hierro que amortiguan el impacto de la pandemia y origen de inversiones millonarias. Aunque el instinto le pide a gritos a Bolsonaro alinearse con Trump contra la segunda econom¨ªa del mundo, como demostr¨® hace unos d¨ªas al rechazar comprar la vacuna de Sinovac contra el coronavirus, su Gobierno es bien consciente de que necesita tratarla con mucho tiento. El mandatario brasile?o se dejar¨¢ cortejar por quien gane en EE UU para sacar el mayor provecho posible a la decisi¨®n de si permitir o no que China participe de la licitaci¨®n de las redes de 5G.
Algunas promesas cruciales para emular a Trump, como abandonar el Acuerdo del Clima o trasladar la Embajada en Israel a Jerusal¨¦n, fueron olvidadas pronto en un caj¨®n y ah¨ª siguen porque cumplirlas habr¨ªa resultado econ¨®micamente catastr¨®fico.
Israel: Una relaci¨®n privilegiada sometida a las urnas
JUAN CARLOS SANZ
La semana pasada, durante la llamada telef¨®nica en la que Donald Trump anunci¨® desde la Casa Blanca la normalizaci¨®n de relaciones entre Sud¨¢n e Israel, se produjo un di¨¢logo entre el presidente estadounidense y Benjam¨ªn Netanyahu que ilustra el vuelco de un v¨ªnculo privilegiado que puede producirse tras las elecciones del 3 de noviembre.
¡°?Crees que Sleepy Joe podr¨ªa haber logrado este mismo acuerdo, Bibi?¡±, inquiri¨® al primer ministro israel¨ª, llam¨¢ndole por su apodo familiar, sobre la capacidad negociadora de su rival dem¨®crata, Joe Biden, a quien suele referirse despectivamente como ¡°sopor¨ªfero¡±.
¡°Se?or presidente... ejem... bueno... apreciamos la ayuda de cualquiera en EE UU para lograr la paz¡±, replic¨® Netanyahu en un forzado intento de salir airoso del trance.
Ning¨²n l¨ªder internacional se ha beneficiado tanto como Netanyahu de la presidencia de Trump, a quien lleg¨® dedicar un asentamiento con su nombre en los Altos del Gol¨¢n en agradecimiento por el reconocimiento de la soberan¨ªa israel¨ª sobre la meseta siria ocupada por el Ej¨¦rcito hebreo desde 1967. Antes recibi¨® de sus manos el presente de la declaraci¨®n de Jerusal¨¦n como capital exclusiva del Estado jud¨ªo, sin margen alguno para los palestinos, y el posterior traslado desde Tel Aviv de la Embajada estadounidense, un simb¨®lico paso que solo ha sido seguido por Guatemala.
El mandatario republicano se retir¨® tambi¨¦n del acuerdo nuclear con Ir¨¢n pactado por el dem¨®crata Barack Obama y las grandes potencias, que hab¨ªa sido demonizado por Netanyahu. Los regalos de Trump coincidieron, adem¨¢s, con alguna de las tres campa?as electorales que ha vivido Israel en los dos ¨²ltimos a?os y contribuyeron a consolidar sucesivas victorias el primer ministro conservador.
El nuevo orden de Trump para Oriente Pr¨®ximo plasmado en el plan de paz de la Casa Blanca, solo ha servido por ahora de pretexto para oficializar la alianza entre Israel y las monarqu¨ªas del Golfo frente a Ir¨¢n. Los derechos de los palestinos quedan arrinconados en beneficio de Israel y de los intereses geostrat¨¦gicos y econ¨®micos de EE UU. En contrapartida, el Estado hebreo ha tenido que aceptar m¨¢s contendientes, como Emiratos ?rabes Unidos, en la carrera por el rearme de tecnolog¨ªa punta estadounidense. Este es el caso de los codiciados cazas furtivos F-35 invisibles al radar.
Trump ha culminado en gran parte el proceso de repliegue en la Oriente Pr¨®ximo iniciado por Obama. Pero ha mantenido la influencia sobre Egipto y Jordania e intentado apartar a L¨ªbano de la ¨®rbita de Ir¨¢n. EE UU est¨¢ ausente en Siria, donde conserva una presencia testimonial de tropas en apoyo de los kurdos, mientras Mosc¨² empieza a ocupar el vac¨ªo que deja Washington.
En contra de la tradicional estrategia bipartidista de Israel ante su gran aliado y protector, el actual jefe del Gobierno parece haber puesto casi todos los huevos en la cesta republicana. En 2010, el dem¨®crata Biden, reconocido partidario de Israel, visit¨® Jerusal¨¦n por primera vez en calidad de vicepresidente de EE UU. Netanyahu le recibi¨® con una bofetada diplom¨¢tica: el anuncio de construcci¨®n de centenares de viviendas en asentamientos de Cisjordania y Jerusal¨¦n Este. Era la principal l¨ªnea roja que le hab¨ªa fijado la Administraci¨®n de Obama.
Aunque no parece tener intenci¨®n de devolver la Embajada a Tel Aviv desde la Ciudad Santa, Biden quiz¨¢ recuerde la afrenta, si regresa a la Casa Blanca y decide, por ejemplo, reactivar de alg¨²n modo el acuerdo at¨®mico con Ir¨¢n. Como atinadamente resalta en Foreign Policy el analista diplom¨¢tico israel¨ª Barak Ravid, Netanyahu se ha dopado con el apoyo incondicional de Trump durante los ¨²ltimos cuatro a?os y tendr¨¢ que desintoxicarse si pretende convivir con una nueva presidencia en Washington.
Divisi¨®n en las dos orillas del Golfo: Arabia Saud¨ª y Emiratos quieren a Trump, Ir¨¢n prefiere a Biden
?NGELES ESPINOSA
Las elecciones de EE UU inquietan a los gobernantes de los pa¨ªses ribere?os del golfo P¨¦rsico. Saud¨ªes y emirat¨ªes, que han establecido una relaci¨®n personal con Donald Trump, temen un cambio de tercio si Joe Biden llega a la Casa Blanca. Los iran¨ªes, sin embargo, desean ese vuelco. Atrapados en el fuego cruzado entre Washington y Teher¨¢n, los iraqu¨ªes est¨¢n divididos. Mientras, en Afganist¨¢n, el empe?o de Trump en retirar las tropas estadounidenses le ha granjeado el embarazoso respaldo de los talibanes a los que combaten desde 2001.
Las monarqu¨ªas de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga intuyen que con Biden en la presidencia afrontar¨¢n mayor escrutinio en derechos humanos y en sus intervenciones militares en la regi¨®n, a la vez que menor simpat¨ªa para su l¨ªnea dura hacia Ir¨¢n. Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos (EAU) aplaudieron el ¡°No estamos aqu¨ª para dar lecciones¡± pronunciado por Trump en Riad, durante su primer viaje al extranjero en mayo de 2017. Como a otros aliados de EE UU en la zona, les hab¨ªa irritado el acuerdo nuclear que la Administraci¨®n de Obama firm¨® con Teher¨¢n dos a?os antes, y se convirtieron en los m¨¢s entusiastas aliados ¨¢rabes de la pol¨ªtica del nuevo presidente frente al r¨¦gimen iran¨ª (aunque les defraud¨® que no la llevara hasta el final).
Mientras que la reelecci¨®n de Trump consolidar¨ªa el statu quo, Riad y Abu Dhabi temen la reevaluaci¨®n de las relaciones que ha anunciado Biden. Aunque su triunfo no acabar¨ªa con una alianza de d¨¦cadas, el candidato dem¨®crata ha expresado el deseo de recuperar el pacto nuclear y amenazado con ¡°hacer pagar¡± a Arabia Saud¨ª por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, adem¨¢s de poner fin al apoyo de EE UU a su intervenci¨®n en Yemen.
Todo ello es m¨²sica celestial para los dirigentes iran¨ªes, que apuestan por la victoria de Biden. El giro es tanto una prueba de pragmatismo como de desesperaci¨®n. Hace cuatro a?os, el l¨ªder supremo de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, el ayatol¨¢ Ali Jamenei, tal vez confiado en la invulnerabilidad del acuerdo nuclear, apoy¨® a Trump, a quien calific¨® de ¡°m¨¢s sincero¡± que su rival, Hillary Clinton. Sin duda, auguraba una Administraci¨®n menos sensible con los derechos humanos. Hasta que EE UU abandon¨® el pacto. En el otro extremo, los opositores que defienden el cambio de r¨¦gimen apoyan a Trump y su pol¨ªtica de m¨¢xima presi¨®n contra Teher¨¢n. Ni unos ni otros ven posible reactivar el acuerdo nuclear.
Con Trump, los iraqu¨ªes han visto acelerarse el creciente desinter¨¦s de EE UU en su pa¨ªs. Al asesinar al general iran¨ª Qasem Soleimani el pasado enero, Washington puso a Irak en el centro de su conflicto con Teher¨¢n, lo que desat¨® una gran animosidad hacia la actual Administraci¨®n. Pero ese rechazo no se traduce en un apoyo autom¨¢tico a Biden. Aunque numerosos pol¨ªticos le trataron en su ¨¦poca de vicepresidente, se le asocia con un nunca concretado plan para dividir Irak en tres Estados. La principal inquietud es si EE UU va a cambiar su pol¨ªtica hacia Ir¨¢n y que el conflicto entre ambos no se libre en su territorio. La total retirada de tropas que desea Trump divide a las comunidades: kurdos y ¨¢rabes sun¨ªes se oponen en general y la mayor¨ªa de los ¨¢rabes chi¨ªes est¨¢n a favor.
En Afganist¨¢n, la promesa de sacar a sus soldados le ha granjeado a Trump el inc¨®modo apoyo talib¨¢n. El portavoz de su campa?a se apresur¨® a rechazarlo. Pero la abrupta decisi¨®n y las declaraciones al respecto del presidente est¨¢n poniendo contra las cuerdas al Gobierno de Kabul que EE UU respalda. Muchos afganos se sienten traicionados, en especial entre las mujeres, los j¨®venes urbanos y la sociedad civil. De ah¨ª que los dirigentes afganos est¨¦n intentando retrasar las negociaciones con los talibanes hasta despu¨¦s del 3 de noviembre, con la esperanza de que gane Biden y Washington endurezca su pol¨ªtica hacia ese grupo.
*Con informaci¨®n de Ali Falahi.
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