Los cortesanos de Trump toman el puesto de los generales

¡°Cr¨¦anme, yo s¨¦ m¨¢s sobre el ISIS que los generales¡±. Frases como esta, que solt¨® Donald Trump durante la campa?a electoral en noviembre de 2015, siguen cobrando nuevos significados cuanto m¨¢s avanza su presidencia. ¡°No deben de saber mucho, porque no est¨¢n ganando¡±, insisti¨® en junio de 2016. Cuando los estadounidenses le pusieron por sorpresa al frente de la Casa Blanca, Trump decidi¨® rodearse de uniformes. Tres a?os despu¨¦s, en su primera acci¨®n b¨¦lica, no hay ning¨²n militar reconocible detr¨¢s de la decisi¨®n de matar al general iran¨ª Qasem Soleimani.

En su primer dise?o de Gobierno hab¨ªa tres generales. James Mattis se hizo cargo de la cartera de Defensa, y John Kelly, de la de Seguridad Interior, para satisfacci¨®n de la c¨²pula militar. Con ellos, Trump buscaba una legitimidad que todo el establishment de la seguridad nacional le hab¨ªa negado como candidato. Michael Flynn fue nombrado consejero de Seguridad Nacional, es decir, la persona que habla de estos temas en el Despacho Oval y el filtro por el que hay que pasar para llegar al presidente. Flynn era un caso aparte, pues era un general reconvertido en lobista que participaba del mundo de las conspiraciones del que sali¨® Trump.

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El primero en caer fue Flynn, pero no por divergencias con el presidente. La Casa Blanca se deshizo del general cuando sus contactos con Rusia empezaron a ser t¨®xicos para la defensa de Trump en la investigaci¨®n de la trama que atac¨® con desinformaci¨®n la campa?a electoral de 2016. Flynn fue sustituido por otro general, H. R. McMaster.

Durante estos tres a?os, esos generales y el cuerpo diplom¨¢tico se han tenido que ver defendiendo acciones como insultar a M¨¦xico y amenazar con enviar tropas, con usar la bomba at¨®mica en Corea del Norte para despu¨¦s montar una cumbre bilateral con el dictador norcoreano, retirarse del Acuerdo de Par¨ªs o decir que la OTAN no sirve para nada. ¡°Por favor, ignoren al presidente¡± parece ser el lema de la diplomacia estadounidense en los ¨²ltimos tres a?os. Todos han terminado y¨¦ndose al cruzar alguna l¨ªnea roja.

McMaster se fue en marzo de 2018 por sus diferencias con el presidente y fue sustituido por John Bolton, antiguo embajador ante la ONU y verdadero halc¨®n del presidente George W. Bush. Pero el desorden de Trump era demasiado hasta para Bolton, que acab¨® dejando el Gobierno en septiembre por su desacuerdo en el acercamiento a Corea del Norte y la presi¨®n de Trump a Ucrania. Hoy, el asesor de Seguridad Nacional es el discreto Robert C. O'Brien, que ha servido en puestos de segundo nivel en las ¨²ltimas tres Administraciones.

La ca¨ªda de Mattis fue en septiembre de 2018 a ra¨ªz del anuncio de Trump de que pensaba retirar a las tropas de Siria. La salida de uno de los generales m¨¢s respetados de EE UU fue fea en las formas: Trump se apresur¨® a despedirle porque Mattis hab¨ªa enviado una carta p¨²blica donde le cuestionaba muy educadamente. Kelly fue reconvertido en jefe de Gabinete de la Casa Blanca al poco de iniciarse el Gobierno. Dur¨® seis meses y fue sustituido por Mick Mulvaney, alguien que desde entonces no parece poner l¨ªmites a la acci¨®n del presidente.

En medio de la primera agresi¨®n militar a otro pa¨ªs por orden de Trump, las ¨²nicas voces reconocibles a su alrededor son la del secretario de Estado, Mike Pompeo, y el funcionario Mark Esper, nombrado en julio secretario de Defensa. Pompeo se hizo cargo de la cartera tras la salida de Rex Tillerson, que no pod¨ªa soportar la pol¨ªtica err¨¢tica del presidente. Hasta entonces hab¨ªa dirigido la CIA. Pompeo es un exmilitar reconvertido en congresista republicano que destaca por su inquina hacia Ir¨¢n y por haber estado entre las voces m¨¢s radicales del Congreso en pol¨ªtica exterior. Parece conectar muy bien con Trump.

Por su parte, Esper se hizo cargo del Pent¨¢gono despu¨¦s de siete meses de interinidad tras la salida de Mattis. Esper fue nombrado previamente jefe del Ej¨¦rcito. Ven¨ªa de ser cabildero de contratistas de Defensa. En su primera crisis, han bastado horas para que Esper ya se haya visto en la necesidad de corregir al presidente, cuando ha aclarado que EE UU no va a atacar la herencia arqueol¨®gica de Ir¨¢n porque va contra las leyes internacionales.

Al tiempo que los generales han sido sustituidos por amigos y funcionarios leales, el presidente que hizo campa?a prometiendo acabar con las ¡°guerras interminables¡± y llevar a las tropas de vuelta a casa acaba de abrir un nuevo frente y sopesa enviar m¨¢s soldados a la zona.

Hasta ahora, la acci¨®n militar de Trump en el exterior se hab¨ªa limitado a los conflictos heredados, es decir, Irak y Afganist¨¢n. El asesinato selectivo del general Qasem Soleimani, el n¨²mero dos de facto de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, es el primer frente b¨¦lico que abre Trump por s¨ª mismo y que ha provocado una profunda desafecci¨®n contra Estados Unidos en Irak. Tanto, que su Parlamento aprob¨® el pasado domingo una petici¨®n para que EE UU sacara sus tropas del pa¨ªs. Fue entonces cuando Trump amenaz¨® a Bagdad con sanciones si proced¨ªan a la expulsi¨®n. Horas despu¨¦s, el Gobierno iraqu¨ª recib¨ªa una carta del jefe de la coalici¨®n internacional anunciando que se iba a iniciar la reducci¨®n de la presencia militar en ese pa¨ªs. Preguntada la Casa Blanca, dijo que la carta se hab¨ªa enviado por error.