La peste bub¨®nica y las invasiones b¨¢rbaras

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¡°Si Dios quiere llegaremos a Grecia y de ah¨ª a Alemania o a Suecia¡±

Decenas de heridos en la ¨²ltima jornada de protestas en las islas griegas contra los nuevos campos de inmigrantes

En estos d¨ªas de epidemia y psicosis del coronavirus, m¨¢s de uno habr¨¢ tomado o retomado en sus manos las maravillosas p¨¢ginas de La peste, de Camus. Hay, sin embargo, otra obra literaria que desde lejos estimula reflexiones muy interesantes para nuestro tiempo: Los novios(I promessi sposi), de Alessandro Manzoni. En su parte final, el libro describe la epidemia de peste que golpe¨® Lombard¨ªa ¡ªhoy epicentro europeo del coronavirus¡ª en 1630 y compone un an¨¢lisis de psicolog¨ªa colectiva en situaciones de crisis que conviene tener en cuenta.

?a va de soi: el coronavirus no es una enfermedad ni remotamente comparable con la letalidad que tuvo en aquel entonces la peste o, m¨¢s recientemente, el ¨¦bola. Las autoridades sanitarias explican que hay motivos de inquietud y necesidad de estar alerta, pero ninguna raz¨®n para el p¨¢nico. Sin embargo, la histeria se propaga, mucho m¨¢s r¨¢pido que el virus en s¨ª mismo, entre febriles coberturas medi¨¢ticas, colapsos de los mercados, medidas dr¨¢sticas de las autoridades.

Veremos ad¨®nde conduce esta situaci¨®n de estr¨¦s colectivo que, veros¨ªmilmente, ser¨¢ prolongada. Escuchemos a Manzoni: ¡°En los infortunios p¨²blicos, en las largas perturbaciones del orden habitual, se ve siempre un aumento de la virtud; pero, desafortunadamente, nunca falta a la vez un aumento, y normalmente bastante m¨¢s generalizado, de la perversidad¡±, escribe en Los novios. La novela retrata c¨®mo, poco a poco, el agotamiento nervioso saca lo peor de muchos ciudadanos, desencadena din¨¢micas mezquinas, linchamientos a supuestos ¡°untori¡±, supuestos malvados contagiadores voluntarios surgidos de los rumores y el delirio colectivo. Terrible es el esbozo de la paliza colectiva a un viejo inocente en la iglesia de San Antonio.

¡°Los ¨¢nimos, cada vez m¨¢s amargados por la presencia de los males, irritados por la insistencia del peligro, abrazaban con mayor disposici¨®n aquella creencia [los rumores acerca de propagadores voluntarios]: la c¨®lera aspira a castigar¡±.

Los tiempos han cambiado, y no son realistas reacciones de ese tipo; pero s¨ª lo son reacciones irracionales y mezquinas de otro. El coronavirus es un nuevo elemento que puede sumarse a las fuerzas que buscan subir los puentes levadizos, que predican los males de las sociedades abiertas. De momento no ha habido restricciones de circulaci¨®n a larga escala en Europa. Puede que en alg¨²n momento las autoridades sanitarias lo requieran y, en ese caso, habr¨¢ que implementarlas con el m¨¢ximo rigor. En ese caso, ser¨ªa de esperar que no consoliden un movimiento regresivo con el resurgimiento de m¨²ltiples fronteras. En 1989 cayeron muchas de golpe; en la ¨²ltima d¨¦cada, no paran de surgir vallas.

En paralelo al coronavirus, la grave situaci¨®n del conflicto en Idlib, Siria, amenaza con impulsar otra gran ola de refugiados. Casi un mill¨®n de desplazados se halla atestado al sur de la frontera turca. Las autoridades de Turqu¨ªa, donde residen ya m¨¢s de tres millones de refugiados sirios, advierten que ya no van a contener el flujo hacia Europa. En las islas griegas la frustraci¨®n es enorme y la construcci¨®n de nuevos centros de retenci¨®n para migrantes provoca violentos disturbios. En este caso ¡ªque como el coronavirus es serio pero no apocal¨ªptico¡ª es la incendiaria ret¨®rica de algunos partidos la que infla la paranoia sobre el fen¨®meno y la retrata como una suerte de invasi¨®n barb¨¢rica.

Estos factores inciden en un escenario en el que el espacio de libre circulaci¨®n Schengen ya vive en un estado de excepci¨®n permanente, con pa¨ªses que practican desde haces a?os controles extraordinarios alegando razones de seguridad.

Veremos con qu¨¦ grado de magnanimidad y mezquindad Europa afrontar¨¢ estos retos. El balance nos definir¨¢.