La UE se blinda ante crisis migratorias orquestadas por terceros pa¨ªses
Bruselas quiere restringir las normas de asilo para evitar nuevos ¡°ataques h¨ªbridos¡± como el del r¨¦gimen de Bielorrusia
La UE entra en 2022 envuelta por ese viejo demonio europeo que es la inmigraci¨®n, capaz de poner patas arriba las instituciones de Bruselas. La reciente crisis en la frontera este con Bielorrusia parece casi extinguida, pero la afluencia de miles de personas promovida por el r¨¦gimen de Aleksandr Lukashenko ha revuelto unas aguas que a¨²n no se hab¨ªan calmado desde la crisis de refugiados de 2015. Por primera vez, la UE ha empezado a tratar los flujos migratorios como un problema de seguridad y defensa, relegando incluso la protecci¨®n del derecho al asilo, un endurecimiento que parece llamado a continuar durante 2022. La emergencia por la acci¨®n de Minsk, que arranc¨® en verano y alcanz¨® un punto m¨¢ximo en noviembre, ha provocado que la Comisi¨®n Europea eleve el tono pol¨ªtico, que no dud¨® de calificar los hechos de ¡°ataque h¨ªbrido¡±; a esto le han seguido propuestas m¨¢s restrictivas sobre las normas de protecci¨®n internacional cuando los migrantes son ¡°instrumentalizados¡± por Gobiernos del entorno de los Veintisiete para lograr objetivos pol¨ªticos. La iniciativa ¨Drechazada por ONG y buena parte del Parlamento Europeo, que consideran que vulnera valores fundacionales de la UE¨D es un aviso del viraje de Bruselas en materia migratoria. Y promete dejar nuevas secuelas existenciales, con Europa sentada una vez m¨¢s en el div¨¢n pregunt¨¢ndose por sus grandes contradicciones.
El flujo de migrantes y potenciales refugiados orquestado por Minsk en la frontera oriental de la UE parece haber cesado, tras el esfuerzo de la Comisi¨®n de frenar el embate con una mezcla de prohibiciones a aerol¨ªneas y agencias de viajes que participen en la creaci¨®n artificial de crisis migratorias junto a las fronteras europeas; negociaciones con los Gobiernos de los pa¨ªses de origen sobre las concesiones de visados; y una quinta ronda de sanciones contra Bielorrusia. ¡°Ciertamente, a Lukashenko no le han salido bien las cosas¡±, se?alaba el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en un encuentro con periodistas poco antes de las vacaciones de Navidad. ¡°Si pensaba que con esta presi¨®n en nuestras fronteras iba a conseguir algo, realmente no ha logrado nada m¨¢s que crearse un problema a s¨ª mismo¡±.
Pero Lukashenko s¨ª ha provocado, al menos, que Bruselas se sit¨²e en posici¨®n de alerta ante lo que considera un nuevo fen¨®meno. ¡°Llam¨¦moslo por su nombre: se trata de un ataque h¨ªbrido para desestabilizar Europa¡±, afirm¨® la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, en septiembre en un discurso sobre el Estado de la UE. Originalmente llamada ¡°guerra h¨ªbrida¡±, incorpora fuerzas no convencionales como la afluencia organizada de migrantes y la desinformaci¨®n.
Con el desastre de Afganist¨¢n en marcha, tras la ca¨®tica salida de Occidente, y otros conflictos cocin¨¢ndose a fuego lento ¨Dcon Etiop¨ªa como uno de los principales focos en el ?frica subsahariana¨D, todo parece anunciar meses de tensi¨®n migratoria. Ya 2021 ha acabado con m¨¢s de 120.000 entradas irregulares por el Mediterr¨¢neo (un incremento de casi el 30% con respecto al a?o anterior), seg¨²n datos provisionales de mediados de diciembre incluidos en un informe interno de la Comisi¨®n Europea, al que ha tenido acceso EL PA?S.
En la frontera este, las cifras son bajas, pero astron¨®micas en t¨¦rminos comparativos: de 677 entradas irregulares hace un a?o se ha pasado a m¨¢s de 8.000 entre Polonia, Lituania y Letonia, los tres vecinos comunitarios de Bielorrusia, donde tambi¨¦n se han disparado las solicitudes de asilo: hasta un 181% m¨¢s en Polonia, multiplic¨¢ndose por 10 en Lituania y por cuatro en Letonia.
El Ejecutivo comunitario respondi¨® en diciembre con dos propuestas para endurecer las medidas de asilo ante situaciones de ¡°instrumentalizaci¨®n de migrantes¡± por parte de terceros pa¨ªses con la ¡°intenci¨®n de desestabilizar¡± la UE y potencial para ¡°poner en riesgo funciones esenciales¡± de un Estado miembro. La primera de las iniciativas, puesta sobre la mesa el 1 de diciembre, pretende autorizar de forma excepcional y limitada en el tiempo un trato duro con los refugiados que lleguen a Polonia, Lituania y Letonia. Esta medida, que a¨²n requiere ser aprobada por el Consejo de la UE (el ¨®rgano donde se sientan los 27 Gobiernos), incluye mantener en la frontera a los aspirantes al asilo, prolongar hasta cuatro meses la tramitaci¨®n de las solicitudes y devolver de manera expeditiva a quienes vean rechazada su petici¨®n. La segunda de las propuestas ¨Dque lleg¨® solo dos semanas despu¨¦s¨D trata de convertir estas herramientas extraordinarias en permanentes y ampliarlas a todo el club comunitario.
Las iniciativas han despertado la ira de ONG y europarlamentarios. El Consejo Europeo de Refugiados y Exiliados (ECRE, por sus siglas en ingl¨¦s) ha reaccionado con un informe en el que alerta de su ¡°efecto adverso¡±, ya que podr¨ªan socavar una larga lista de valores fundamentales que van del derecho a la dignidad humana a los derechos de la infancia. ¡°De facto es una suspensi¨®n del derecho de asilo¡±, denuncia la eurodiputada Sira Rego, candidata del grupo de la izquierda a presidir la Euroc¨¢mara en la segunda mitad de la legislatura. La espa?ola, adem¨¢s, lamenta c¨®mo ¡°se ha deshumanizado a la gente que viene de Afganist¨¢n y zonas de conflicto¡±. ¡°Son personas en busca de refugio, que han vivido situaciones de violencia salvaje, y los han cosificado. Es atroz¡±.
La estratagema del r¨¦gimen de Lukashenko, en opini¨®n de Camino Mortera-Mart¨ªnez, analista del Centro para la Reforma Europea, ¡°ha fracasado principalmente por la falta de apoyo de Rusia, pero si lo que se quiere en Europa son estas medidas de la Comisi¨®n y tambi¨¦n las excepciones a las reglas de inmigraci¨®n y asilo, se puede decir que ha tenido un cierto resultado¡±. Las propuestas dan de alg¨²n modo cobertura a la dur¨ªsima respuesta del Gobierno ultranacionalista de Polonia, que ha blindado la frontera con miles de polic¨ªas y militares y prohibido el acceso a testigos inc¨®modos. Incluso el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunci¨® que Varsovia le hab¨ªa denegado el acceso a la zona, pero logr¨® documentar devoluciones en caliente de personas que hab¨ªan solicitado protecci¨®n internacional, incluidos ni?os.
Bruselas se dirige, decisi¨®n tras decisi¨®n, hacia un f¨¦rreo control de los bordes comunitarios. La agencia europea Frontex, que prev¨¦ sumar 10.000 agentes frente al millar actual, bati¨® r¨¦cords de devoluciones de inmigrantes en situaci¨®n irregular en la primera mitad del a?o. Los retornos forzosos y voluntarios se erigen as¨ª en uno de los pilares del nuevo plan migratorio, consistente en limitar la permanencia en suelo comunitario exclusivamente a los que tienen derecho al asilo y acelerar las expulsiones del resto de migrantes que llegan a Europa.
Rego cree que no toda la culpa es de Minsk, por mucho que a uno no le guste lo que est¨¢ pasando en ese pa¨ªs. ¡°Bielorrusia no tendr¨ªa instrumentos contra la UE si cont¨¢ramos con otro tipo de pol¨ªtica migratoria¡±, argumenta. Esto es: una que facilite v¨ªas legales de entrada y no acumule millares de personas al otro lado de un ¡°muro¡± esperando a jugarse la vida para entrar. ¡°La UE le entrega la llave a estos se?ores al mando de Gobiernos autoritarios¡±, a?ade Rego recordando lo sucedido con Turqu¨ªa durante la crisis de refugiados de 2015, cuando la UE se vio obligada a formalizar un acuerdo con Ankara de 6.000 millones de euros para que frenara a los migrantes; o el episodio m¨¢s cercano con Marruecos. La crisis de Ceuta, que mantuvo a Espa?a en vilo en mayo con la entrada de 10.000 personas desde Marruecos, refleja c¨®mo la geopol¨ªtica y las crisis humanitarias se han entrecruzado hasta cobrar un nuevo significado: el episodio tuvo lugar tras un desencuentro diplom¨¢tico, cuando Espa?a acogi¨® al l¨ªder del Frente Polisario, Brahim Gali, para tratarlo de covid en un hospital de Logro?o.
Una larga tradici¨®n
El uso pol¨ªtico de migrantes no es un fen¨®meno nuevo. Existe una larga tradici¨®n de coacciones para obtener r¨¦ditos pol¨ªticos, argumenta la acad¨¦mica Kelly M. Greenhill, autora del libro Weapons of mass migration (Armas de migraci¨®n masiva). Esta profesora ha identificado decenas de casos desde 1951 ¨Dcuando entr¨® en vigor la convenci¨®n de Ginebra sobre el Estatuto del Refugiado¨D que van del ¨¦xodo del Mariel de Cuba a Estados Unidos (en 1980) al reclamo de 5.000 millones de euros a Europa por parte del dictador libio Muamar el Gadafi, en 2010, para evitar que la UE se convirtiera ¡°en un nuevo continente negro¡±.
¡°Los pa¨ªses europeos siempre han sido objeto de este tipo de coacci¨®n¡±, se?ala Greenhill a trav¨¦s del correo electr¨®nico. ¡°Pero mientras que Estados Unidos fue el objetivo m¨¢s popular durante la d¨¦cada de 1990, los pa¨ªses de la UE lo han sido mucho m¨¢s frecuentemente en la ¨²ltima d¨¦cada. Esto es as¨ª, en parte, por la explosi¨®n de desplazados involuntarios como consecuencia de las guerras en Afganist¨¢n, Irak, Libia, Siria, etc¡±.
La acad¨¦mica no tiene claro que lo ocurrido en la frontera con Bielorrusia sea un caso de coacci¨®n pol¨ªtica. ¡°Podr¨ªa tratarse simplemente de un tipo de migraci¨®n dise?ada para incomodar, avergonzar o desestabilizar a la UE, y no para extraer concesiones pol¨ªticas, militares o econ¨®micas¡±, explica. Greenhill cree que responder endureciendo las pol¨ªticas contra inmigrantes y solicitantes de asilo quiz¨¢ permita escapar de la presi¨®n en el corto plazo, ¡°pero con un gran coste potencial a largo plazo, as¨ª como una mayor vulnerabilidad a este tipo de coerci¨®n en el futuro¡±. ¡°El endurecimiento de las pol¨ªticas a menudo no hace m¨¢s que retrasar los problemas¡±, concluye. ¡°Y cuando estos vuelven a surgir suelen ser a¨²n mayores de lo que eran al principio¡±.
Tampoco tiene una respuesta sobre c¨®mo actuar: transigir con las demandas pol¨ªticas, dice, puede implicar ¡°una escalada de las demandas en el futuro¡±. Y recuerda que, en ocasiones, quienes ejercieron presiones s¨ª lograron sus objetivos. ¡°Algunos de los que tuvieron m¨¢s ¨¦xito, sin embargo, pagaron un precio enorme tras excederse en su uso¡±. Y pone como ejemplo a Gadafi: el s¨¢trapa acab¨® muerto tras las primaveras ¨¢rabes de 2011 y la intervenci¨®n militar de la OTAN.
En la UE, la llamada Br¨²jula Estrat¨¦gica, un documento a¨²n confidencial que elabora el departamento de Borrell, pretende dotar de orientaci¨®n geopol¨ªtica al club comunitario. ¡°Nos enfrentamos a una peligrosa mezcla de agresiones armadas, anexiones ilegales, Estados fr¨¢giles, potencias revisionistas y reg¨ªmenes autoritarios¡±, dice el documento, al que ha tenido acceso EL PA?S. Un ¡°caldo de cultivo para m¨²ltiples amenazas a la seguridad europea¡±, a?ade. Entre las que incluye la migraci¨®n irregular, una clasificaci¨®n que refleja la manera de tratarla.
¡°El mundo se ha vuelto m¨¢s hostil hacia Europa¡±
Marija Golubeva, ministra del Interior de Letonia, cree que no es Europa la que ha endurecido su respuesta. Es el mundo ah¨ª fuera el que ha cambiado. ¡°Ha habido un retroceso general hacia el autoritarismo¡±, dice en una entrevista mantenida en diciembre en Bruselas con EL PA?S. Tras la crisis con Bielorrusia, su pa¨ªs comenz¨® a levantar una verja de separaci¨®n y ha reclamado a la Comisi¨®n que la pague (algo a lo que esta se ha negado) y tambi¨¦n mayor flexibilidad en la aplicaci¨®n de las normas de asilo (algo que est¨¢ en marcha).
¡°No todas las situaciones, por desgracia, son propicias para que ejerzamos plenamente todos los procedimientos de asilo, que en circunstancias normales ejercer¨ªamos¡±, asevera Golubeva. ¡°Tenemos que ser m¨¢s ?c¨®mo decirlo? Tenemos que equilibrar nuestros compromisos con el mundo real de ah¨ª fuera, que cada d¨ªa se vuelve m¨¢s hostil hacia Europa¡±. La ministra letona asegura que respetar el procedimiento completo de asilo en situaciones como la vivida provocar¨ªa que inmediatamente Bielorrusia tratase de organizar un grupo de migrantes a¨²n mayor. ¡°Es un intento muy consciente de explotar nuestro compromiso internacional y el ethos humanitario europeo¡±, sentencia.
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