El terruqueo, el arma verbal que pone a los manifestantes peruanos en la diana
La palabra, sin¨®nimo de terrorismo, se cre¨® en los a?os 80, la ¨¦poca ¨¢lgida de Sendero Luminoso. Ahora se utiliza para desacreditar a quienes tienen pensamiento de izquierda
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A mediados de diciembre, con el pa¨ªs en plena erupci¨®n, Dina Boluarte, que entonces llevaba una semana como presidenta del Per¨² tras suceder al destituido Pedro Castillo, le dijo a un suboficial herido que los ataques que hab¨ªa sufrido ¡°no eran actos de protesta, sino terrorismo¡±. La mujer que durante las elecciones de 2021 acus¨® a sus adversarios de terruquear su candidatura por ser izquierdista, ahora empleaba la misma arma verbal para descalificar a los manifestantes que se hab¨ªan levantado en su contra. Manifestantes que, como ella, proven¨ªan de Apur¨ªmac, una regi¨®n andina empobrecida.
El terrorismo es un fantasma que sobrevuela la pol¨ªtica peruana desde los a?os 80, cuando estall¨® un conflicto de grandes proporciones entre los grupos terroristas y las Fuerzas Armadas. Un conflicto que, seg¨²n estimaciones, acab¨® con la vida de 69.000 peruanos. Una herida abierta de m¨¢s 40 a?os que ha provocado una profunda escisi¨®n, donde un bando de ciudadanos es visto con sospecha por los or¨ªgenes de sus integrantes, sus consignas y su vinculaci¨®n con algunas instituciones. En ese contexto, la memoria, la verdad y la reconciliaci¨®n son ideales hasta ahora muy lejanos.
Poco antes de la Navidad, 26 personas fueron retenidas en el interior del local de la Confederaci¨®n Campesina del Per¨², en Cercado de Lima. Hab¨ªan venido a la capital para participar de las marchas que buscan el adelanto de elecciones generales para el 2023. Seg¨²n la Direcci¨®n Nacional Contra el Terrorismo (Dircote) se les hallaron machetes, hondas, clavos y pasamonta?as. Por ello se les abri¨® una investigaci¨®n preliminar por el presunto delito contra la tranquilidad p¨²blica en la modalidad de terrorismo. Dos a?os atr¨¢s, la misma divisi¨®n policial lider¨® un megaoperativo en el que capturaron a m¨¢s de 70 ciudadanos por supuestamente tener nexos con Sendero Luminoso, la organizaci¨®n subversiva que provoc¨® m¨¢s muertes en el siglo pasado. Pero el operativo se desinfl¨® al cabo de un a?o y medio: los sindicados fueron liberados por falta de pruebas.
Jos¨¦ Carlos Ag¨¹ero: ¡°El terruqueo te vuelve no persona¡±
El historiador Jos¨¦ Carlos Ag¨¹ero suele repetir que la historia de sus padres, que fueron senderistas, no es excepcional. Afirma que lo excepcional es que haya sido el punto de partida de una discusi¨®n con matices y, en lo posible, sin estigmas ni prejuicios, con la publicaci¨®n de su libro Los rendidos. Sobre el don de perdonar (Instituto de Estudios Peruanos, 2015). Ag¨¹ero reflexiona sobre la amenaza que supone terruquear al otro y por qu¨¦ tiene fines m¨¢s malignos que el racismo.
¡°El choleo es un mecanismo social de control que desacredita a las personas y que podr¨ªa cambiar si te dejas civilizar, gobernar y educar. El terruqueo no es social y cultural nada m¨¢s, sino que es un dispositivo pol¨ªtico. Su objetivo no es solo desacreditar sino expulsar. En el terruqueo no hay nada que se pueda superar: eres un agente del mal. Lo ¨²nico que cabe es tu expulsi¨®n o eliminaci¨®n. Dejarte inerte, sin posibilidad de generar m¨¢s peligro. El terruqueo te vuelve no persona¡±, enfatiza el historiador, Premio Nacional de Literatura en el 2018.
Durante las protestas recientes hubo m¨¢s de 700 heridos y fallecieron 28 peruanos, 22 de ellos por enfrentamientos contra las fuerzas del orden. Ninguno cay¨® abatido en Lima, sino m¨¢s bien en regiones de la sierra y la costa. Seg¨²n las necropsias, sus muertes fueron provocadas en su gran mayor¨ªa por armas de fuego. Y como ha podido constatarse en videos de aficionados, algunos fueron ultimados mientras socorr¨ªan a los ca¨ªdos, como es el caso del transportista y mec¨¢nico ayacuchano, Edgar Prado Arango.

¡°El terruqueo enajena a las personas, las hace vulnerables, las paraliza y las hace baleables. ?Por qu¨¦ sigue tan arraigado? Porque funciona. Es cuesti¨®n de eficacia. Cuando un dispositivo de control demuestra que funciona no hay ninguna raz¨®n para dejar de usarlo. Hemos pasado por un mont¨®n de procesos de violencia y, con tantas muertes, contin¨²a. Se us¨® hace unas semanas y se usar¨¢ la pr¨®xima vez¡±, se?ala Ag¨¹ero.
El historiador cae en cuenta de que la palabra terruco, que antecedi¨® al verbo, se emple¨® en los a?os 80 para demonizar a la poblaci¨®n de la regi¨®n Ayacucho. Pero fue reci¨¦n en los 90, con el expresidente Alberto Fujimori, que se produjo una sofisticaci¨®n al punto de impulsar una pol¨ªtica del miedo a nivel nacional. ¡°Fujimori se da cuenta de estas cosas y de una manera consciente prolonga el miedo, aunque la gente que lo generaba ya no estuviera presente. Sendero Luminoso ya no era una amenaza, pero ¨¦l lo necesitaba para justificar su autoritarismo¡±, explica Ag¨¹ero. En setiembre de 1992, con la captura de Abimael Guzm¨¢n, cabecilla de Sendero Luminoso, se puso fin a la organizaci¨®n. Y, aunque Fujimori ni siquiera estuvo enterado del operativo, lo convirti¨® en una de sus banderas.
Carla Granados: ¡°Deber¨ªa criminalizarse decirle terrorista a alguien¡±
La historiadora Carla Granados sirvi¨® al Ej¨¦rcito entre el 2012 y el 2018. Fue formada como historiadora militar por veteranos de la guerra contraterrorista, t¨¦rmino que nunca ha dejado de emplearse en las Fuerzas Armadas para referirse al periodo de la guerra civil. Desde Francia, Granados comparte su mirada sobre la complejidad de abordar la memoria en el ¨¢mbito castrense. Ella tambi¨¦n fue terruqueada por investigar y poner en entredicho la verdad hegem¨®nica de un solo lado de la historia.
Sobre el terruqueo, Granados sostiene que se ha producido una migraci¨®n del lenguaje del cuartel al lenguaje pol¨ªtico, donde ya no solo se estigmatiza al otro para minimizarlo, sino que adem¨¢s se invoca su muerte. ¡°En una guerra siempre hay un nombre para el otro, y se usaba el terruco para identificar a un individuo que no tiene derechos, que no es peruano. Para un militar formado en la guerra contraterrorista, un sujeto terrorista merece la muerte. Y se le adjudica una serie de atributos: es campesino y tiene una vinculacion con los sindicatos y con la izquierda¡±, comenta la historiadora.
Pedro Angulo, el fugaz primer ministro de Dina Boluarte -apenas dur¨® una semana en el cargo-, relacion¨® sin ning¨²n remordimiento las manifestaciones de diciembre con Sendero Luminoso. ¡°La t¨¢ctica que est¨¢n usando es la misma que usaba Sendero. Traen gente de altura que no habla espa?ol. Que habla quechua o aymara. En parte de los protestantes hay rezagos de terroristas. Nosotros tenemos informes de inteligencia¡±, justific¨®. Por su parte, el almirante retirado y congresista, Jos¨¦ Cueto, dijo tener conocimiento de un plan de Inteligencia para restablecer la calma en el pa¨ªs que implicaba ¡°eliminar a esta gente¡±. ¡°Ya los tenemos a todos identificados. Eliminar que no se entienda por matar sino sacarlos del contexto pol¨ªtico¡±, se corrigi¨® de inmediato.
Carla Granados considera que dentro de las Fuerzas Armadas existen grupos que tienen mayor cuidado a la hora de terruquear al otro. ¡°Hay oficiales con sensibilidad para entender la historia, hay memorias disidentes. Pero tambi¨¦n existen facciones duras que por sus ideolog¨ªas ven terrucos por todas partes¡±, dice sin desconocer la psicosis de guerra, un trastorno con consecuencias psicol¨®gicas. ¡°Cuando un veterano sobrevive a la guerra, la guerra nunca se va de estas personas y puede ser activada por discursos pol¨ªticos violentos. Estas emociones pueden salir a flote nuevamente. Eso est¨¢ pasando en Per¨². Vemos una incesante manipulaci¨®n¡±, agrega.

El 28 de agosto de 2003 se hizo p¨²blico el informe final de la Comisi¨®n de la Verdad y Reconciliaci¨®n (CVR), un grupo de trabajo que tuvo el encargo de investigar este doloroso cap¨ªtulo para el pa¨ªs. En el documento se concluy¨® que hubo una pr¨¢ctica ¡°sistem¨¢tica y generalizada de violaci¨®n de derechos humanos¡± por parte de las Fuerzas Armadas, y adem¨¢s se denomin¨® a este periodo ¡°conflicto armado interno¡±, generando el rechazo de los militares. ¡°No hay un consenso en la definici¨®n. Creo que all¨ª est¨¢ la clave de por qu¨¦ uno terruquea al otro, porque dentro del lenguaje militar solo se concibe como guerra contraterrorista. Es un paradigma militar, una formaci¨®n doctrinaria y hasta ideol¨®gica¡±, dice Granados.
La historiadora, que public¨® un ensayo alusivo en el libro La violencia que no cesa (Punto cardinal, 2021), cree firmemente que deber¨ªa existir una ley para castigar a aquellos que terruqueen a diestra y siniestra. ¡°Deber¨ªa criminalizarse. No se puede violentar a cualquier persona con esa denominaci¨®n. T¨² le dices terrorista a alguien y pasa a ser un objetivo militar. Es inconcebible este nivel de violencia verbal que justifica la muerte¡±, finaliza.
Lurgio Gavil¨¢n: ¡°Todos los ayacuchanos ¨¦ramos terrucos en los a?os 80¡±
El acad¨¦mico Lurgio Gavil¨¢n naci¨® en Huamanga, la ciudad m¨¢s estigmatizada de la regi¨®n m¨¢s estigmatizada: Ayacucho, all¨ª donde Abimael Guzm¨¢n incub¨® su doctrina influenciada por el marxismo, leninismo y mao¨ªsmo. Perteneci¨® a las huestes de Sendero Luminoso cuando era un adolescente para despu¨¦s ser reclutado por el Ej¨¦rcito. Luego fue cura y, finalmente, antrop¨®logo. Gavil¨¢n, como Jos¨¦ Carlos Ag¨¹ero, proces¨® su drama y lo expuso en un libro ahora c¨¦lebre: Memorias de un soldado desconocido (Instituto de Estudios Peruanos, 2012). Junto a su familia vivi¨® en Ayacucho la represi¨®n militar del mes pasado. Escuch¨® los gritos, las h¨¦lices de los helic¨®pteros, las balas y el llanto.
¡°La historia ayacuchana es una continuaci¨®n de la violencia de muy larga data. Todos los ayacuchanos ¨¦ramos terrucos en los a?os 80. Muchos se cambiaron de nombre por el estigma. Pero con el tiempo hemos creado espacios de curaci¨®n para seguir viviendo. Hablamos con los animales, tenemos rituales de muerte y tambi¨¦n carnavales. Nos ayudan a seguir adelante¡±, explica.
A los 12 a?os fue reclutado por el terrorismo. Hasta que tres a?os despu¨¦s cay¨® prisionero por un regimiento. Le perdonaron la vida y lo integraron al cuartel. Uno de los recuerdos m¨¢s n¨ªtidos de Lurgio Gavil¨¢n es el canto militar que se vio en la obligaci¨®n de aprender: ¡°terruquito, ?d¨®nde est¨¢s? Si te atrapo me comer¨¦ tu cabeza y me ba?ar¨¦ con tu sangre¡±. Un ritual que form¨® parte de su adoctrinamiento y que le hizo entender que ahora pertenec¨ªa al otro bando. ¡°Los militares dicen eso para darse valor¡±, agrega.
Gavil¨¢n define al terruqueo como un arma letal para demonizar al otro. Y con esa voz pausada y esa ins¨®lita entereza con la que habla del horror explica el porqu¨¦ un derechista no puede ser considerado un terruco: ¡°El poder construye la verdad y el sistema crea enemigos. Es muy perverso. Por eso necesitamos escuchar al otro. Siempre hay una esperanza. Pero debemos mirarnos, ser un espejo¡±.
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