?D¨®nde est¨¢n los padres en el d¨ªa a d¨ªa de sus hijos?
Este viernes se celebra el D¨ªa del Padre. Los expertos explican que, tal vez, los progenitores han desaprovechado la oportunidad que les ha ofrecido la crisis del coronavirus para participar de forma equitativa en la crianza
Durante los meses de confinamiento estricto derivados de la pandemia provocada por la covid-19, la pareja de Jes¨²s Garc¨ªa trabaj¨® de manera presencial, as¨ª que esas largas semanas sin poder salir de casa este granadino residente en Madrid las pas¨® teletrabajando mientras cuidaba a sus dos hijos de uno y cuatro a?os. ¡°Fue una situaci¨®n bastante complicada. Nos encerr¨¢bamos los tres en el sal¨®n y yo trataba de teletrabajar con el ordenador en la mesa mientras los ni?os ve¨ªan la televisi¨®n un rato y despu¨¦s jugaban. Procuraba que ese rato de tele no fuera excesivo, si bien es cierto que, en este sentido, llegado un punto mis hijos dejaban de hacerle caso y se pon¨ªan a jugar. Luego, seg¨²n iba sacando trabajo, invent¨¢bamos cosas diversas que hacer cada ma?ana para tambi¨¦n estar con ellos¡±, cuenta a EL PA?S sobre unas ma?anas en las que tambi¨¦n sacaba tiempo para poner lavadoras y hacer otras tareas dom¨¦sticas. Las tardes, explica, ya con toda la familia en casa, se dedicaban a sacar adelante comidas, limpieza, compra, etc., mientras intentaban que sus hijos llevaran una vida lo m¨¢s normal posible dentro de un contexto de completa anormalidad.
La situaci¨®n de esas semanas de confinamiento, pese a su car¨¢cter extraordinario, solo fue un reflejo (incrementado por la presencia permanente de los peque?os y por el incremento de comidas en casa) de una realidad corresponsable ya instaurada en el hogar. ¡°Antes del confinamiento y en la actualidad el reparto de tareas dom¨¦sticas y de cuidados es similar. Teniendo en cuenta que no contamos con ayuda, mi pareja y yo tratamos de subsistir adapt¨¢ndonos a las circunstancias de cada momento. Es verdaderamente una cuesti¨®n de supervivencia¡±, afirma.
Aunque pueda parecer lo contrario, el caso de Jes¨²s Garc¨ªa est¨¢ m¨¢s cerca de la excepcionalidad que de la norma. Seg¨²n datos de distribuci¨®n del trabajo dom¨¦stico (cuidado de hijos incluido) por sexo del Instituto Vasco de Estad¨ªstica, en los ¨²ltimos 25 a?os los ¨ªndices de corresponsabilidad apenas se han equilibrado en 12 puntos. En 1993, las mujeres acaparaban un 79,3% de esos trabajos, por apenas el 20,7% de los hombres. En 2018, la balanza segu¨ªa claramente inclinada hacia las mujeres (67,2% vs 32,8%). De hecho, casi una de cada cinco de esas mujeres con trabajo remunerado se defin¨ªa como ¡°muy insatisfecha¡± con la colaboraci¨®n que ofrec¨ªa su c¨®nyuge o pareja en la realizaci¨®n de las tareas dom¨¦sticas.
¡°Es evidente que vamos despacio y que, al ritmo de evoluci¨®n actual, har¨ªa falta m¨¢s de un siglo para lograr la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres¡±, reconoce Ritxar Bacete, escritor y especialista en g¨¦nero, masculinidades, pol¨ªticas de igualdad y paternidad positiva, para quien esta ¡°exasperante¡± lentitud tiene, entre otras, una explicaci¨®n principal: la falta de medidas, programas y acciones espec¨ªficas dirigidas a la incorporaci¨®n de los varones a los cuidados no remunerados. ¡°La pandemia ha sido un buen ejemplo. Tenemos datos de 206 pa¨ªses que promulgaron pol¨ªticas en respuesta al impacto social de la Covid-19. Hablamos de m¨¢s de 1.800 medidas promulgadas. Apenas seis de ellas abordaron directamente el trabajo no remunerado y las que iban dirigidas espec¨ªficamente a promover la implicaci¨®n de los hombres en el cuidado no remunerado fueron ¡°cero patatero¡±, como dir¨ªa mi hija¡±, argumenta.
El resultado de esa falta de implicaci¨®n lleva meses siendo visible en m¨²ltiples investigaciones y estad¨ªsticas. Seg¨²n un estudio liderado por las profesoras Libertad Gonz¨¢lez (Univesitat Pompeu Fabra) y Lidia Farr¨¦ (Universitat de Barcelona) basado en una encuesta realizada durante el mes de abril de 2020 el aumento del volumen de tareas del hogar propiciado por el confinamiento se tuvo que repartir, ¡°pero la mayor¨ªa del peso de este extra reincidi¨® sobre la persona que ya las realizaba anteriormente, que es la mujer en la mayor¨ªa de las hogares¡±. En concreto, en las tareas de cuidado y educaci¨®n de los ni?os la diferencia fue de 24 puntos. Datos similares se han obtenido m¨¢s recientemente en el informe ?Cu¨¢nto tiempo tienes para tus hijos/as?, elaborado por la Comisi¨®n Nacional para la Racionalizaci¨®n de los Horarios Espa?oles (ARHOE). Seg¨²n las conclusiones del mismo, la pandemia ha supuesto un cambio en las rutinas de los cuidados que ha afectado en mayor medida a las mujeres (60,87 %) que a los hombres (34,78 %). ¡°Ellas manifiestan que han dedicado m¨¢s tiempo a la crianza de los hijos y a las tareas dom¨¦sticas, expresando que esta mayor carga de trabajo la han vivido con estr¨¦s y un gran cansancio¡±.
Estos datos concuerdan con los obtenidos por la soci¨®loga brit¨¢nica de la London School of Economics Aliya Hamid Rao. Seg¨²n los mismos, de los que se hac¨ªa eco la periodista Mar¨ªa S¨¢nchez en SModa, durante la pandemia se puso en evidencia que el trabajo del hombre sigue siendo el prioritario, algo que se visualiza de forma muy gr¨¢fica en los hogares en los que ambos progenitores teletrabajan: los padres ocupaban los despachos o habitaciones independientes, mientras que las madres eran mayoritariamente quienes ejerc¨ªan en los espacios comunes compartidos con hijos. ¡°Las madres tuvieron que improvisar tanto el tiempo como el espacio. Ellas eran vistas como cuidadoras y su papel como trabajadoras se minimiz¨®¡±, afirmaba la experta.
?D¨®nde est¨¢n los padres?
Joaquim Montaner Vilallonga es padre, personal t¨¦cnico del Servicio Andaluz de Empleo y activista en mil batallas por la igualdad y la corresponsabilidad. Desde el colectivo Pap¨¢s Blogueros, del que es coordinador, han lanzado la campa?a ?D¨®nde est¨¢n los padres?, con la que buscan invitar a la reflexi¨®n sobre la presencia de los padres en el d¨ªa a d¨ªa de sus hijos e hijas. ¡°Los padres siguen en lo p¨²blico, siguen en cosas de se?ores y siguen sin implicarse activamente en las din¨¢micas privadas de sus hogares. La mayor¨ªa de los padres, por tanto, siguen estando ausentes en lo que se refiere a cuidados, tanto de sus criaturas como de sus mayores dependientes. Seguimos sin estar y lo peor es que ni se nos espera¡±, afirma pesimista.
¡°Los padres estamos en muchos lugares al mismo tiempo: algunos controlando e incluso violentando a sus parejas; otros descubriendo maravillados los beneficios que reporta la implicaci¨®n en los cuidados y la crianza de sus hijas e hijos; otros totalmente ajenos a los cuidados, y mucho asumi¨¦ndolos porque no queda otro remedio, ya que sus parejas est¨¢n insertadas plenamente en el mercado laboral, y en muchos casos con empleos, salarios y cualificaciones superiores a sus parejas hombres¡±, responde por su parte a la cuesti¨®n Ritxar Bacete, para quien lo importante no es tanto la foto fija como las tendencias y transformaciones que se est¨¢n dando y que se pueden impulsar con medidas y acciones concretas.
En ese sentido, para Montaner Vilallonga, la crisis provocada por el coronavirus ha brindado a los padres una ocasi¨®n ¡°perfecta¡± para poner el foco en los cuidados: ¡°Ha sido una oportunidad para hacer m¨¢s que nunca en lo privado, en nuestras viviendas y con las personas que las habitan, un gran momento para preocuparnos, pero tambi¨¦n, y de una vez por todas, para ocuparnos de los cuidados¡±. No obstante, su percepci¨®n es que ¡°puede que los hombres hayamos desaprovechado esta oportunidad¡±.
M¨¢s optimista, aunque con matices, es Ritxar Bacete: ¡°Nunca en la historia reciente de la humanidad tantos hombres han participado en el cuidado diario de sus criaturas y tambi¨¦n de los hogares. Al mismo tiempo que podemos hacer esta afirmaci¨®n, sin embargo, tambi¨¦n hay que decir que el trabajo de cuidado realizado por mujeres y por ni?as aument¨® a¨²n m¨¢s durante la pandemia¡±. Para el experto, en todo caso y con o sin pandemia, la verdadera igualdad de g¨¦nero ser¨¢ imposible sin una transformaci¨®n fundamental en el trabajo de cuidados no remunerado. ¡°La inequidad en el reparto de los cuidados ocurr¨ªa antes de la pandemia y seguir¨¢ ocurriendo si no nos ponemos manos a la obra para incorporar a los hombres, y muy especialmente a los que son padres, a los trabajos de cuidado no remunerados. Y las soluciones no pasan ¨²nicamente por las decisiones individuales, sino que los cambios culturales han de ir acompa?ados por cambios estructurales, lo que significar¨ªa que las administraciones p¨²blicas tendr¨ªan que priorizar estrategias para lograr que todos los trabajos de cuidado, tanto remunerados como no remunerados, sean compartidos por igual entre mujeres y hombres¡±, argumenta Bacete, para quien el objetivo ¨²ltimo debe ser que los padres ¡°asumamos de una vez por todas el 100% compartido y negociado de la responsabilidad en el sostenimiento de la vida, y la ejecuci¨®n y coordinaci¨®n de al menos el 50% de las acciones de cuidado¡±.
Principios de ¡°malestar¡± en los hombres
¡°En mi caso, como padre que se quedaba en casa teletrabajando, mi sensaci¨®n era de profundo desasosiego por no poder hacer nada bien, y por no atender adecuadamente a mis hijos en momentos clave de su desarrollo, sobre todo al m¨¢s peque?o con un a?o. No me cab¨ªa la opci¨®n de encerrarme en un despacho y mi sensaci¨®n era de no trabajar en condiciones adecuadas y, sobre todo, de no criar y cuidar en las condiciones adecuadas¡±, rememora Jes¨²s Garc¨ªa.
Su sentimiento no es una excepci¨®n. En una entrevista reciente con motivo del lanzamiento de su nuevo libro, Ritxar Bacete reconoc¨ªa haber tenido en los ¨²ltimos meses m¨¢s conversaciones sinceras que nunca sobre paternidad. En ellas, cuenta, muchos progenitores le han expuesto s¨ªntomas compatibles hasta cierto punto con aquello que Betty Friedan bautiz¨® como el malestar de las mujeres. ¡°Los malestares que est¨¢n apareciendo en cada vez m¨¢s hombres son una prueba palpable de que algo profundo est¨¢ empezando a cambiar. Cuando los cuidados, el cansancio, el estr¨¦s, la tristeza o el hast¨ªo que producen los cuidados empiezan a ser parte de las conversaciones de algunos hombres, es un s¨ªntoma de algo m¨¢s profundo y esperemos que duradero: que algunos hombres han empezado a participar en el sostenimiento de la vida¡±, asegura.
Una percepci¨®n similar ha tenido Joaquim Montaner, que confiesa que ha sido la primera vez que en las distintas comunidades o grupos de padres a los que pertenece ha escuchado a muchos varones ¡°hablar de cansancio, de agotamiento, de no llegar a lo que cada cual se pon¨ªa como expectativa¡±. Para el coordinador de Pap¨¢s Blogueros, no obstante, ser¨ªa necesario analizar esas conversaciones para detectar si la causa de ese agotamiento tiene que ver realimente con repartos equitativos del tiempo y de las cargas dom¨¦sticas y de crianza o, por el contrario, es fruto de la conocida como fatiga pand¨¦mica. ¡°Quiero ser optimista y pensar que cada vez hay m¨¢s varones meti¨¦ndose de lleno en los cuidados, al menos en los de los hijos¡±, a?ade.
Un optimismo por necesidad que comparte Ritxar Bacete, ya que en su opini¨®n los padres que cuidan y se corresponsabilizan son un ejemplo con un gran potencial de impacto para los hijos y las generaciones futuras. ¡°Los cuidados que desarrollamos los padres desde la presencia funcionan como un catalizador de las identidades, son un elemento transformador de primer orden de las identidades masculinas de hegemon¨ªa t¨®xica heredadas¡±, concluye.
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