Ocho formas de querer a nuestros hijos
Los padres y madres deben buscar el equilibrio entre la firmeza y la amabilidad, educ¨¢ndoles con serenidad, explic¨¢ndoles que son prioridad e importa todo aquello que les pasa o preocupa
¡°Mam¨¢, ?qu¨¦ es lo que m¨¢s recuerdas de cu¨¢ndo eras peque?a?¡±
¡°Que los abuelos siempre estaban a mi lado¡±.
¡°?Aunque te portases mal?¡±.
¡°Ellos me ense?aban a hacerlo cada d¨ªa un poco mejor¡±.
¡°?Y t¨² siempre les hac¨ªas caso?¡±.
¡°Aprend¨ª que escuch¨¢ndoles y pidiendo su ayuda las cosas iban mucho mejor¡±.
Fui una ni?a muy inquieta. Recuerdo que, aunque lo intentase, era incapaz de estarme quieta. Necesitaba explorar, preguntar, probar, investigar para satisfacer mi imperiosa necesidad de saber. Esa explosividad me provoc¨® numerosos problemas de disciplina y m¨¢s de un punto de sutura. En la escuela, me castigaban a menudo por no comportarme como ellos me exig¨ªan.
Aunque lo intentase, mostraba mucha dificultad para mantener la atenci¨®n en clase, para estar callada sin hablar con alg¨²n compa?ero, para no compartir mis opiniones cr¨ªticas cuando me ense?aban cosas que me parec¨ªan poco ¨²tiles. En muchas ocasiones, me sent¨ªa incomprendida y eso me provocaba un enorme vac¨ªo interior. Siempre tuve la sensaci¨®n que pocos docentes mostraron inter¨¦s por conocerme de verdad, por ayudarme a descubrir mis talentos, por ense?arme a canalizar mis emociones.
Yo era feliz cuando me sent¨ªa libre, cuando pod¨ªa correr arriba y abajo sin preocuparme por nada, cuando constru¨ªa caba?as, inventaba historias o jugaba con mis amigos imaginando que ¨¦ramos grandes exploradores.
Siempre tuve la suerte de sentir que volver a casa, despu¨¦s de las largas jornadas escolares, me devolv¨ªa la paz. Tuve el privilegio de tener unos padres enormemente comprensivos que siempre entendieron mi forma de leer la vida, de relacionarme con los dem¨¢s, mi deseo de saber m¨¢s y m¨¢s.
Ellos me hac¨ªan entender, con toneladas de paciencia y dedicaci¨®n, que deb¨ªa aprender a decir las cosas con tranquilidad y desde la reflexi¨®n, a hacer mis tareas con calma, a respetar las normas que me permit¨ªan convivir con los dem¨¢s. A cumplir con mis responsabilidades en casa como en la escuela.
Jam¨¢s me compararon con mis hermanas, ni me reprocharon caracter¨ªsticas de mi personalidad, ni me llenaron de etiquetas. Nunca me hicieron sentir excluida o juzgada. Siempre dedicaron su tiempo a contagiarme de valores como la tolerancia, la honestidad y la empat¨ªa, a mostrarme la importancia de ser agradecida y respetuosa.
Recuerdo el calor de sus abrazos cuando me equivocaba, sent¨ªa miedo o cuando era incapaz de gestionar mis emociones correctamente. Los besos que hac¨ªan m¨¢s f¨¢cil las despedidas, las palabras de aliento cuando las cosas se pon¨ªan dif¨ªciles y sent¨ªa que era incapaz de conseguir aquello que me propon¨ªa. Las miradas c¨®mplices que me ayudaban a sentir nuestro v¨ªnculo, a sentirme valorada.
Desde que soy mam¨¢ siempre he trabajado por conseguir que mis hijos sientan ese amor y apoyo incondicional de mi parte. He intentado respetar la personalidad de cada uno de ellos, sus gustos, necesidades o intereses. Les he permitido expresar con libertad todo aquello que les recorre por dentro, elegir sin sentirse coaccionados, aprender al ritmo que necesiten.
Buscando el equilibrio entre la firmeza y la amabilidad, educ¨¢ndoles con serenidad y toneladas de amor, explic¨¢ndoles que son mi prioridad y me importa todo aquello que les pasa o preocupa.
?C¨®mo podemos demostrar a nuestros hijos que les queremos a diario?
- Haci¨¦ndoles sentir ¨²nicos, especiales, importantes, independientemente de sus ¨¦xitos o sus fracasos. Dedic¨¢ndoles tiempo para jugar, para hacer actividades juntos, para poder hablar sin prisas. Creando en casa un ambiente positivo, alegre y acogedor lleno de arrumacos, besos, miradas c¨®mplices y silencios compartidos.
- Estando presentes y disponibles, demostr¨¢ndoles cada d¨ªa lo importante que son para nosotros. Que estamos a su lado sin condici¨®n, acompa?¨¢ndoles siempre desde el respeto, la comprensi¨®n y la empat¨ªa.
- Estableciendo unas expectativas acertadas hacia ellos acept¨¢ndolos tal y como son. Sin niveles de exigencia que ahoguen, sin etiquetas que limiten, sin reproches que les hagan sentir peque?os. Valor¨¢ndoles el esfuerzo y explic¨¢ndoles lo orgullosos que nos sentimos de ellos.
- Marcando l¨ªmites claros y consensuados, fomentando la disciplina, el di¨¢logo y unas rutinas que les ayuden a ser independientes y seguros de s¨ª mismos. Fomentando una buena autoestima y autoconocimiento.
- Validando todas las emociones que sienten con cari?o, ense?¨¢ndoles a ponerle nombre, a gestionarlas y legitimarlas sin miedo. Explic¨¢ndoles que no existen emociones buenas o malas, que todas son necesarias en nuestra vida.
- Mostr¨¢ndonos respetuosos y pacientes ante los errores, ense?¨¢ndoles a ser perseverantes y a confiar en ellos mismos. Demostr¨¢ndoles que los tropiezos son grandes los mejores maestros para aprender. Foment¨¢ndoles la creatividad, la autonom¨ªa y la iniciativa personal.
- Ense?¨¢ndoles a vivir en el aqu¨ª y el ahora, con atenci¨®n plena en todo aquello que hacen o les sucede. Desarrollando una actitud de apertura y aceptaci¨®n, mirando el cambio como un reto, como una nueva oportunidad para aprender y seguir mejorando. Aprendiendo que el momento oportuno siempre es ahora.
- Convirti¨¦ndonos en el mejor ejemplo que puedan tener contagi¨¢ndoles nuestra valent¨ªa, determinaci¨®n e ilusi¨®n por la vida. Haci¨¦ndoles part¨ªcipes de nuestros retos, dej¨¢ndoles participar en las decisiones familiares, teniendo en cuenta sus opiniones o demandas.
Como dec¨ªa Henry Ward: ¡°El coraz¨®n de una madre es el aula del ni?o¡±. Logremos que nuestros hijos asistan a una escuela repleta de amor, oportunidades e ilusi¨®n. Que sientan que su familia es el pilar de sus vidas, el mejor refugio que pueda existir.
Puedes seguir De mamas & de papas en Facebook, Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter quincenal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.