?lvaro Bilbao, neuropsic¨®logo: ¡°Los padres tenemos que aprender a decir lo siento y a pedir perd¨®n¡±
Tras el ¨¦xito de ¡®El cerebro de los ni?os explicado a los padres¡¯, que ya va por 34 ediciones, el divulgador publica ¡®?Hola, familia!¡¯, un diccionario ilustrado que pretende traducir de forma sencilla las emociones y las sensaciones de los ni?os al idioma de los adultos
Desde su publicaci¨®n en 2015, El cerebro de los ni?os explicado a los padres (Plataforma Editorial), el libro con el que el neuropsic¨®logo ?lvaro Bilbao (Bilbao, 1976) se convirti¨® en fen¨®meno editorial en el ¨¢mbito del parenting, acumula la friolera de 34 ediciones. El divulgador vasco ha regresado recientemente a las librer¨ªas con ?Hola, familia! (Plataforma Editorial), una suerte de diccionario ilustrado (con ilustraciones de Susana Soto) que, a modo de los cl¨¢sicos diccionarios biling¨¹es espa?ol-ingl¨¦s ingl¨¦s-espa?ol, pretende traducir de forma sencilla y visual las emociones y las sensaciones de los ni?os al idioma de los adultos.
Sesenta palabras y expresiones componen este particular tomo. Puestos a elegir, Bilbao, padre de tres hijos de 12, 10 y 9 a?os, se queda con dos de las entradas: calma (¡°es algo que me trabajo todos los d¨ªas¡±) y v¨ªnculo. ¡°Yo el v¨ªnculo me lo he tenido que currar con mis tres hijos y a medida que me lo he ido trabajando hemos construido una relaci¨®n muy bonita¡±, cuenta.
PREGUNTA. Con el concepto de v¨ªnculo hace una invitaci¨®n a la figura paterna para que se implique en la crianza de sus hijos.
RESPUESTA. As¨ª como la madre va creando el v¨ªnculo durante el embarazo, el padre (y tambi¨¦n muchas madres) no empieza a crearlo hasta que el beb¨¦ nace. De forma que el ni?o se encuentra con un hombre al que no conoce. Y el padre con un reci¨¦n nacido con el que no tiene un afecto inmediato.
P. ¡°Un hijo cualquiera¡±, que escribe el profesor y escritor Eduardo Halfon.
R. A muchos padres les extra?a esto y a muchas madres, tambi¨¦n. Pero no es algo raro. El v¨ªnculo hay que curr¨¢rselo d¨ªa a d¨ªa. Son lazos que no vienen construidos tanto por la sangre como por el tiempo que dedicamos, por los momentos de conexi¨®n que tenemos con nuestros hijos.
P. Adem¨¢s del formato diccionario, otro aspecto que llama la atenci¨®n en ?Hola, familia! es que, en el segundo nivel de lectura, el que marcan las ilustraciones, es el ni?o el que lleva la voz cantante. ?Los adultos escuchan poco a los ni?os?
R. Yo te dir¨ªa que hoy en d¨ªa, a veces, les escuchamos demasiado [risas]. Con esto me refiero a que en la actualidad hay padres que parece que todo lo tienen que consultar con los ni?os, que todo tienen que razonarlo con ellos. Por ejemplo, algunos me dicen que no montan a sus hijos en la sillita del coche porque a los peque?os no les gusta. Bueno, puede no gustarles, pero no puedes hacer un viaje de 400 kil¨®metros con el beb¨¦ en brazos de la madre porque no le guste. Entre otras cosas porque es muy peligroso. Creo que m¨¢s bien lo que pasa es que muchas veces no sabemos escuchar a los ni?os.
P. Supongo que de ese no saber escuchar deriva que tambi¨¦n a los padres y madres les cueste empatizar con ellos. Empat¨ªa es, precisamente, otra de las entradas de su diccionario.
R. Realmente nos cuesta empatizar porque los ni?os tienen un cerebro muy distinto al de los adultos. El cerebro adulto est¨¢ muy mediatizado por la l¨®gica, la racionalidad y el lenguaje, mientras que el de los ni?os est¨¢ totalmente mediatizado por la intuici¨®n, por las emociones y por las sensaciones. Nos cuesta ponernos en el lugar de los ni?os porque hace muchos a?os que dejamos de ser ni?os.
P. Hablemos de malcriar, otro de los conceptos que aborda en el libro.
R. Malcriar es un t¨¦rmino que se origin¨® en Inglaterra en el siglo XIX para definir a ni?os que ped¨ªan constantemente estar en brazos de sus padres, algo que chocaba con la disciplina brit¨¢nica, con esa tendencia a mostrar poco afecto, que era lo que en esa ¨¦poca pensaban que era m¨¢s adecuado. Inglaterra particip¨® en dos guerras mundiales a principios del siglo XX, y puede ser que esa crianza ruda permitiese a alg¨²n soldado sobrevivir. Pero, en general, todos los estudios lo que nos dicen es que en esas y otras guerras los ni?os que las viven y se quedan hu¨¦rfanos tienen menos problemas de salud mental si han tenido unos padres afectuosos o si han sido acogidos por familias m¨¢s afectuosas.
P. La idea de manipular est¨¢ muy vinculada a este concepto de malcriar.
R. Estos conceptos, como el de peque?o tirano, est¨¢n muy vinculados a la primera infancia. A m¨ª siempre me gusta explicar que los ni?os peque?os no tienen la capacidad cognitiva necesaria para ponerse en el lugar del padre o de la madre para manipularle y hacerle el l¨ªo. Es inviable. Lo que s¨ª que pasa es que, a veces, los padres no sabemos poner l¨ªmites, no sabemos hacer cumplir las normas, y en ese sentido s¨ª que quedamos un poco a merced del llanto o la rabieta del ni?o. M¨¢s bien a merced de la culpa que nos embarga por ese llanto y esa rabieta.
P. Con los l¨ªmites, los padres y madres han topado.
R. Los l¨ªmites no est¨¢n en una lista que te da ?lvaro Bilbao o que te dan en el cole. Siempre digo que lo ideal es que en casa haya muy poquitas normas y que cada familia establezca las que considere m¨¢s importantes. Cuando yo era peque?o, en casa de mis padres la norma m¨¢s importante era que no se pod¨ªa jugar en el sal¨®n. En mi casa, ahora, la m¨¢s importante es que no podemos pegar o hacer sentir mal a los dem¨¢s. Lo m¨¢s importante es el respeto. En ese sentido, tambi¨¦n me parece importante como l¨ªmite el respeto al tiempo de los padres. Muchas veces los ni?os te piden, te piden y te piden, y los padres que no saben decir que no son los que muchas veces acaban gritando o perdiendo los nervios.
P. Los conceptos desbordar y rectificar van uno detr¨¢s de otro en el diccionario.
R. Todos los padres nos desbordamos. Es totalmente normal que nos pase. Somos humanos. Pero tambi¨¦n es normal que, si nos desbordamos o decimos algo feo, luego sepamos decir ¡°lo siento¡±. Los padres deber¨ªamos decir ¡°lo siento¡± varias veces a la semana, porque es normal que nos equivoquemos. Tenemos que aprender a pedir perd¨®n.
P. ¡°No tenemos manuales de instrucciones porque cada beb¨¦ es ¨²nico e irrepetible¡±, escribe en el pr¨®logo de ?Hola, familia!. Sin embargo, resulta que las librer¨ªas est¨¢n llenas de manuales de instrucciones. Y cada semana se publican una decena nuevos. ?Se nos ha ido de las manos con los libros de autoayuda vinculados a la educaci¨®n y la crianza?
R. Puede que s¨ª. Hay much¨ªsimos libros. Hay padres que al convertirse en tales ya tienen el manual de la lactancia, el del sue?o, el de alimentaci¨®n, el de comportamiento, etc¨¦tera. Y, a veces, entre tanto libro se pierde el sentido com¨²n. De hecho, en consulta veo a padres y madres que han le¨ªdo toda la biblioteca de manuales de crianza y que, sin embargo, son los padres que menos claras tienen las cosas, que m¨¢s se angustian y que m¨¢s cortocircuitados est¨¢n.
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