Felipe Leal: ¡°El nomadismo laboral no genera tejido social, traer¨¢ cambios muy fuertes en la vida urbana¡±
El arquitecto acaba de ingresar en el Colegio Nacional de M¨¦xico y la ArpaFIL reconoce este a?o su trayectoria profesional
Felipe Leal se encaramaba de mosca al estribo del tranv¨ªa ajeno al resultado que un frenazo habr¨ªa tenido para sus huesos de estudiante. Desde aquella atalaya rodante iba viendo la Ciudad de M¨¦xico, con sus ¨¢rboles y sus palacios. Pensar entonces que andado el tiempo sus l¨¢pices dise?ar¨ªan nuevos trazados para aquellas calles se antojaba imposible. Con 66 a?os, el arquitecto record¨® tambi¨¦n en su reciente discurso de ingreso como miembro del Colegio Nacional de M¨¦xico las horas de oscuridad iluminada por la pantalla del cine de su padre, rodeado de otros que disfrutaban del indio Fern¨¢ndez, de Mar¨ªa F¨¦lix, de Cantinflas y Tin Tan. ¡°Pedro Infante se ve mejor en pantalla gigante¡±, dec¨ªan los comerciales que luchaban contra el empuje de la televisi¨®n. Se r¨ªe Leal. Bajo su firma, la capital ha modificado la plaza de la Revoluci¨®n, la de Garibaldi, una Alameda que abraz¨® el Palacio de Bellas Artes, la peatonalizaci¨®n de la calle Madero, el corredor de la Bas¨ªlica de Guadalupe, la estaci¨®n de metro de Ciudad Universitaria y su acceso de caracol. ArpaFIL, en la Feria del Libro de Guadalajara (FIL), le reconoce este a?o la trayectoria profesional por su contribuci¨®n al engrandecimiento art¨ªstico de patrimonio mundial. Antes de recibir el homenaje que se ha celebrado este viernes, conversa en su casa estudio sobre el devenir de la arquitectura y los retos que enfrenta en una sociedad cambiante y cada d¨ªa m¨¢s n¨®mada.
Pregunta. Coinciden voces de varias disciplinas en que la humanidad volver¨¢ a ser n¨®mada, sin el arraigo de un hogar fijo, por culpa del cambio clim¨¢tico y otros desvar¨ªos de nuestra ¨¦poca. ?Qu¨¦ podr¨¢ hacer la arquitectura ante una sociedad as¨ª?
Respuesta. El mundo experimenta un nomadismo muy marcado, no solo el de millones de migrantes, con sus penurias. Es dram¨¢tico, pero no in¨¦dito en la historia de la humanidad. Hay, adem¨¢s, otro nomadismo derivado de la tecnolog¨ªa y detonado por la pandemia, un nomadismo digital y del conocimiento cient¨ªfico y tecnol¨®gico, empresas que se establecen en otros pa¨ªses y mueven a grupos de personas que est¨¢n cinco o seis a?os apenas en el mismo sitio. La arquitectura es espacio tiempo. El tiempo que se ocupa un espacio se ha reducido y tambi¨¦n se han reducido los propios espacios y los procedimientos constructivos: ya no se construye con la rigidez antigua, sino cada vez con materiales m¨¢s ligeros, vers¨¢tiles y retr¨¢ctiles, que se puedan retirar, es un juego de tiempo.
P. ?Podremos trasladar los edificios a otros espacios?
R. En China hacen cosas incre¨ªbles, cortan un trozo de ciudad, un espacio habitacional, y lo trasladan a otro sitio porque el Estado tiene otra prioridad. Pero el nomadismo laboral est¨¢ siendo intens¨ªsimo, lo permiten las comunicaciones, el mundo se hizo peque?o.
P. ?Eso va a cambiar el paisaje de las ciudades, la arquitectura conocida?
R. Los espacios se habitan de diferente manera ahora, tambi¨¦n por los cambios demogr¨¢ficos. La familia cl¨¢sica, padre, madre, hijos y alg¨²n pariente m¨¢s requer¨ªa una sala comedor, cocina, rec¨¢maras, zona de servicios¡ Eso ya se vino abajo, ahora son espacios monohabitables, se han incrementado los divorcios, hay m¨¢s viudos, la gente vive con amigos, compa?eros de piso. Entre todos alquilan los espacios que antes eran familiares. Pero el paisaje no cambiar¨¢ radicalmente. Lo ¨²ltimo que cambia en una ciudad es su fisonom¨ªa exterior, la traza. Vea Londres, no ha cambiado nada en su estructura, en su esqueleto. Algunos edificios, quiz¨¢, con las nuevas tecnolog¨ªas se hagan m¨¢s atractivos y una tendencia a la verticalizaci¨®n que lleva, autom¨¢ticamente, a la reducci¨®n de espacio.
P. ?Qu¨¦ se puede hacer con todas esas oficinas ahora que se han visto las posibilidades del trabajo en casa?
R. Hay sobreoferta de oficinas, se rentan por todas partes y tambi¨¦n los cajones de estacionamiento, que han quedado ociosos. Es costoso transformarlas, porque hay que cambiar las fachadas que eran herm¨¦ticas y ahora deben llevar ventanas, habr¨¢ que horadarlas, poner los tubos que no hab¨ªa para las cocinas, cubos de luz para ventilar, son temas complejos, pero peor es dejar el edificio ocioso. En otros casos, ser¨¢n compartidas por trabajadores de distintas empresas, unos ir¨¢n dos d¨ªas y otros el resto de la semana. Una conciencia de lo compartido, como las bicicletas o los autos p¨²blicos.
P. Airbnb se extiende como mancha de aceite aprovechando ese nomadismo laboral, pero esas estancias no hacen vecindario. ?No se quedar¨¢ desangelado el coraz¨®n de las ciudades?
R. La cultura de barrio, urbana, viene generada por el arraigo: cuidas de tu calle, del ¨¢rbol, de la decoraci¨®n de la casa. Eso est¨¢ cambiando, s¨ª. Llegaremos a un pragmatismo utilitario casi de desecho, sillas desechables, vecinos por seis meses¡ Eso es muy triste. Ese nomadismo laboral puede resultar atractivo al principio, gente que habla distintos idiomas, que viste distinto, pero al final son como c¨¦lulas que no est¨¢n articuladas, no genera tejido social, eso s¨ª traer¨¢ cambios muy fuertes en la vida urbana.
P. ?Estamos, entonces, ante una de las grandes revoluciones urbanas?
R. S¨ª, s¨ª lo estamos. Es muy fuerte, no solo de las formas. La arquitectura emanada de las guerras mundiales ten¨ªa que ver con el bienestar, dotar de viviendas dignas, parques, hospitales, universidades. Todo se vino abajo y se volvi¨® a intereses econ¨®micos, el trabajo colectivo se individualiz¨® y de ah¨ª la aparici¨®n de todas estas plataformas, el que habita solo, te vas volviendo medio anacoreta.
P. Habla de construir sobre lo ya construido.
R. Cada vez se intervienen m¨¢s edificios antiguos, es caro construir nuevos. Si el edificio tuvo una vocaci¨®n, por ejemplo, de hospital, escuela, pues lo reformas, intervienes, eso es mucho m¨¢s sano para el medio ambiente, porque el terreno ya est¨¢ impactado, no contin¨²as con m¨¢s huella sobre la tierra.
P. Construir sobre lo construido tambi¨¦n puede modificar la idiosincrasia de una ciudad.
R. Pero tambi¨¦n hay un neoromanticismo, de valoraci¨®n del pasado, ahora se deja una preexistencia en el tiempo y se le incorpora lo nuevo, hay todo un grupo que se llaman reurbanos, buscan esos terrenos o construcciones por caerse, las consolidan, la fachada, lo emblem¨¢tico, y construyen moderno detr¨¢s. Es m¨¢s atractivo que una restauraci¨®n ortodoxa para revivir un pasado que ya no existe.
P. ?No ha estado la arquitectura m¨¢s volcada en la est¨¦tica que en la ¨¦tica?
R. Hubo una ¨¦poca de edificios autoreferenciados, que no se vinculaban con el tejido urbano ni social, nada que ver con el entorno, las volumetr¨ªas, ni con la cultura de barrio. Lo mirabas y dec¨ªas ?qu¨¦ hace aqu¨ª esto? Ten¨ªa m¨¢s que ver con una voluntad est¨¦tica, como de ocurrencia, frivolidad, sin pensar en la habitabilidad, de eso s¨ª ha padecido mucho la arquitectura, ese manierismo de querer ser originales y, pues el ego. Eran, adem¨¢s, procesos constructivos muy costosos que sacaban del mercado a mucha gente, y materiales contaminantes en la construcci¨®n o desperdicio de mucho material.
P. ?Ya no estamos ah¨ª?
R. No, ahora hay una sana discusi¨®n. Cuando yo estudi¨¦ s¨ª dominaba el formalismo. Desde que yo era director de la facultad en la UNAM, veo que las ¨²ltimas generaciones de j¨®venes ya no piensan en eso, sino en rescatar un r¨ªo, un lago, hay talleres h¨ªdricos para ver c¨®mo captar y canalizar el agua, reciclaje de basura, aprovechar desperdicios como material de construcci¨®n, c¨®mo vincularse con la naturaleza, c¨®mo evitar el aire acondicionado. Eso es tendencia fuerte. Soy optimista.
P. Cambiar una ciudad, reordenarla, evitar suburbios, ?es cosa de los arquitectos o de la pol¨ªtica?
R. Ambas. Los arquitectos no hacemos las ciudades, solo somos int¨¦rpretes que damos soluciones fant¨¢sticas o fatales, como el m¨¦dico, te cur¨® o te mat¨®. Las ciudades las hacen los agentes urbanos, que son la pol¨ªtica, la econom¨ªa, los grupos de presi¨®n, las tradiciones culturales. Hay ejemplos combinados de intereses pol¨ªticos, de agentes urbanos y arquitectura que han dado frutos, de otro modo no tendr¨ªamos la belleza de algunos barrios. Hay edificios que han reforzado esas tradiciones culturales o las han creado, como la Ciudad universitaria de M¨¦xico, cre¨® una tradici¨®n cultural y educativa, es s¨ªmbolo de la educaci¨®n p¨²blica en M¨¦xico, cre¨® identidad.
P. Muchos paseos por la Ciudad de M¨¦xico se ven interrumpidos casi irremediablemente por las grandes v¨ªas del tr¨¢fico.
R. Los grandes enemigos de la traza de las ciudades son los ingenieros viales, esa obsesi¨®n para comunicar de cualquier forma, v¨ªas r¨¢pidas, segundos pisos, perif¨¦ricos, viaductos, ejes viales, es un tejido roto: una alameda por ah¨ª, una ermita por all¨¢, una vivienda por ac¨¢, eso es triste.
P. La prevenci¨®n de la inseguridad es algo en lo que la arquitectura tiene propuestas novedosas.
R. Es importante eliminar esas barreras, hasta en la vegetaci¨®n. En la Alameda central hab¨ªa arbustos. Eso es lo peor para una ciudad, se puede agazapar alguien detr¨¢s, tiran basuras, orines, el perro defeca, tambi¨¦n los humanos. No decoran, hay que quitarlos. Debe haber ¨¢rboles de fuste que cubran, y vegetaci¨®n muy baja, los setos son terribles.
P. ?Qu¨¦ edificio emblem¨¢tico de la Ciudad de M¨¦xico que est¨¦ en peligro, en abandono, intervendr¨ªa? O le dar¨ªa un uso distinto.
R. Hay joyas. [Piensa largamente]. Quiz¨¢ la torre Latinoamericana, que es de bancos, oficinas, anuncios. Se podr¨ªa cambiar el uso, darle un giro, meter galer¨ªas, museos, algo colectivo, que cada piso ofrezca algo distinto, talleres artistas, museos, sal¨®n de baile restaurantes, centros flamencos, un bar de jazz. Un multiculti que represente todo lo que se hace en la ciudad.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.