Mary Mart¨ªnez, madre buscadora: ¡°No estoy preparada para encontrar a mi hijo muerto¡±
El documental titulado ¡®Toshkua¡¯ sigue a esta mujer hondure?a en la labor de tratar de hallar a su familiar, Marco Antonio Amador, desaparecido hace 11 a?os entre Nuevo Laredo y Reynosa
Cada que Mary Mart¨ªnez tiene la oportunidad de venir a M¨¦xico, su coraz¨®n a¨²n le da esperanza. Ya sea que est¨¦ en un taxi o en alg¨²n otro medio de transporte vehicular, est¨¢ pendiente en el rostro de los varones, no vaya a ser que Marco Antonio Amador, a quien busca, est¨¦ conduciendo alguna unidad. Pero tambi¨¦n sus ojos se dirigen a las personas en situaci¨®n de calle, ¡°como los golpean, entonces pierden su mente y andan deambulando. Yo camino y los veo buscando el rostro de mi hijo¡±, cuenta. Ella lleva a Marco Antonio en un afiche impreso a todo lado desde hace 11 a?os. Esta imagen, que tiene un largo que alcanza desde su hombro hasta su rodilla cuando la sostiene, es la ¨²ltima que tiene de ¨¦l, a c¨®mo se ve¨ªa cuando se fue de Honduras el 22 de febrero de 2013 para encontrar una vida mejor. La ¨²ltima vez que supo de ¨¦l fue el 11 de marzo del mismo a?o cuando transitaba en el Estado de Tamaulipas. Desde entonces, esta madre buscadora hondure?a no ha bajado los brazos para tratar de dar con el paradero de su familiar.
A pesar del tiempo, los hechos siguen frescos en la memoria de Mart¨ªnez. Recuerda que la ¨²ltima comunicaci¨®n que sostuvieron fue a las 3.30 de la tarde. ?l estaba en Nuevo Laredo, en el l¨ªmite fronterizo entre Estados Unidos y M¨¦xico. Un primo de ella le hab¨ªa conseguido trabajo en Reynosa, a unos 250 kil¨®metros de distancia, en el mismo Estado de Tamaulipas. Un intermediario fue por ¨¦l para llevarlo y no volvi¨® a tener conocimiento de su paradero. ¡°[Marco Antonio] ?l cumpli¨® hace poquito, el 2 de marzo, 33 a?os y ahorita cumple 11 a?os de desaparecido¡±, recuerda en una cafeter¨ªa en Ciudad de M¨¦xico.
Mart¨ªnez, de 58 a?os y originaria de Tegucigalpa, ha estado junto a la caravana de madres buscadoras de migrantes desaparecidos que viene cada a?o a M¨¦xico de distintos pa¨ªses de Centroam¨¦rica tanto para encontrar alguna pista sobre sus seres queridos y tambi¨¦n para explicar a la sociedad lo que est¨¢ pasando y tratar de hacer incidencia. El acompa?ar a otras mujeres que se encuentran en su misma situaci¨®n la han tra¨ªdo al pa¨ªs hasta en cuatro ocasiones, recorriendo Chiapas, San Luis Potos¨ª, Coahuila y Veracruz, por mencionar algunos estados. Fue en uno de estos viajes donde se conocieron con Ludovic Bonleux, director franc¨¦s de cine que radica en M¨¦xico desde hace d¨¦cadas, y que se encontraba siguiendo a estas mujeres para documentar la labora que realizan.
¡°Todas son dignas de un documental. Mary me llam¨® mucho la atenci¨®n por su carisma, su manera de liderar las b¨²squedas y su voz que es muy potente. El caso en particular de Marco Antonio explica la situaci¨®n en Honduras que obliga a los j¨®venes a huir por el mismo crimen organizado y lo que pasan cuando tratan de llegar a Estados Unidos¡±, cuenta Bonleux en la cafeter¨ªa junto a Mart¨ªnez, a quien decidi¨® acompa?ar y retratar en Toshkua, un documental sobre su b¨²squeda que se encuentra disponible en la cartelera mexicana.
Toshkua es una palabra de la lengua pesh, que hablan las comunidades ind¨ªgenas de Honduras, y significa desaparecer. La pel¨ªcula de Bonleux, que anteriormente trabaj¨® otra producci¨®n sobre las desapariciones forzadas en Guerrero, tambi¨¦n relata paralelamente la historia de Francisco Hern¨¢ndez y c¨®mo factores externos en la selva de La Mosquitia y el abandono estatal, obligan al desplazamiento forzado de las personas en ese pa¨ªs, as¨ª como de otros en Centroam¨¦rica.
En el caso de Marco Antonio Amador, seg¨²n cuenta su madre, la violencia y las extorsiones que sufr¨ªa como motorista de buses y taxis lo obligaron a emigrar. ¡°La violencia y la falta de trabajo est¨¢ demasiado fuerte. Siempre dec¨ªa, hoy no traigo dinero porque me toc¨® pagar. Ten¨ªa su mujer, su ni?a. Apenas le alcanzaba para llevarles comida. Si no lo extorsionaba la polic¨ªa, eran los grupos criminales. Decidi¨® venirse por evitar que lo mataran all¨¢ [Honduras], pero lastimosamente aqu¨ª [M¨¦xico] me lo desaparecen¡±, cuenta Mart¨ªnez.
Con el apoyo del filme, que ha tomado aproximadamente tres a?os en realizarse y que fue reconocido como mejor documental por la asociaci¨®n de Periodistas Cinematogr¨¢ficos de M¨¦xico, Mart¨ªnez ha podido venir a M¨¦xico hasta en tres ocasiones. Junto a sus viajes con las otras madres buscadoras le han permitido desplazarse hasta siete veces en total. Cada a?o que pasa, seg¨²n cuenta, el camino desde Centroam¨¦rica empeora cada vez m¨¢s por la violaci¨®n de derechos, los secuestros y trata de personas. ¡°Estos grupos criminales piden dinero para liberar a sus seres queridos, algunas veces los sueltan, pero como dicen ellos: ¡®pagamos para que nos maten a nuestros familiares¡¯. Si para nosotras que venimos como madres el pasar por M¨¦xico es un camino dif¨ªcil, ellos cruzan zonas boscosas, pueden ser atacados por un animal, picados por una serpiente, escorpiones, ara?as¡±, contin¨²a relatando.
¡°Oficialmente hay m¨¢s de 110.000 desaparecidos en el pa¨ªs, pero esa cifra solo contempla a las y los mexicanos y no a los migrantes, entonces qui¨¦n sabe cu¨¢ntos migrantes han desaparecido en los ¨²ltimos 20 a?os. Ojal¨¢ hubiera una direcci¨®n m¨¢s humanitaria de los gobiernos, pero mientras no se ponga en la mesa el tratar de resolver los conflictos que genera la migraci¨®n por la pobreza, crimen organizado o cambio clim¨¢tico, no se puede hacer mucho. Las mafias se siguen aprovechando y adem¨¢s en las agendas electorales de los pol¨ªticos, hoy en d¨ªa, estas no son a favor de los migrantes¡±, complementa Bonleux.
En cada visita, Mart¨ªnez ha recorrido distintos centros de acogida para migrantes. Con pocas o escasas pistas. Su intuici¨®n tambi¨¦n le dice que su hijo podr¨ªa estar en una c¨¢rcel, ya que existen antecedentes de masacres, redes de tr¨¢fico o encarcelamiento por cr¨ªmenes no cometidos perpetrados por la misma Polic¨ªa en M¨¦xico. Bonleux lamenta que no se haya podido hacer m¨¢s en ese apartado, pero cuenta que, por ejemplo, intentaron acceder a las c¨¢rceles de Tamaulipas, pero que no fue posible debido a las condiciones de seguridad ¡ªuna situaci¨®n que persiste en ese Estado desde hace m¨¢s de 10 a?os fruto de la violencia a ra¨ªz de la guerra entre carteles¡ª y la inaccesibilidad por parte de las autoridades penitenciarias.
¡°Los condenan por cosas que no han cometido y a muchos a?os. Encontramos a un muchacho que ten¨ªa 16 a?os de haberse venido de Honduras y su mam¨¢ lo hall¨® en 2014 en su primer viaje. Ten¨ªa 13 a?os de estar encarcelado. Estaba bien golpeado, su cara llena de cicatrices y su cabeza, porque lo golpearon demasiado hasta que se declar¨® culpable. Entonces vemos que nuestros hijos tambi¨¦n pueden ser v¨ªctimas de la injusticia¡±, a?ade Mart¨ªnez.
Son muchos los portazos que esta madre buscadora ha recibido, as¨ª como muchas las personas e instituciones que han intentado disuadirla de su b¨²squeda. Sin embargo, tiene todo el impulso para seguir. Dice que tanto ella, como su difunto esposo e hijo mayor, entregaron ya hace varios a?os su ADN a las autoridades e investigadores forenses y hasta ahora no han encontrado un cuerpo con sus genes. ¡°Eso me impulsa a tener fe para seguirlo buscando en vida. Ya si Dios lo dispone de otra forma, no estoy preparada para encontrarlo muerto, porque lo que yo deseo es abrazarlo, besarlo, platicar, qu¨¦ pas¨® estos a?os. ¡®Prep¨¢rese por si est¨¢ muerto¡¯, me han dicho. Nunca voy a estar preparada para encontrar un cuerpo con su ADN o que quiz¨¢s me entreguen unos huesos y no ver su rostro, su cara, eso es lo que yo quisiera ver¡±, afirma.
La voz de Mart¨ªnez a¨²n se corta y sus ojos se ponen llorosos cuando habla sobre Marco Antonio. Cuenta que junto al colectivo de madres buscadoras han recibido mucho apoyo emocional y talleres para fortalecerse y poder continuar, ¡°para saber vivir con la ausencia de nuestros hijos¡±. ¡°El dolor nunca se deja. Ah¨ª sigue, son 11 a?os, pero es como si fuera ayer que se fue de Honduras. A una madre que est¨¢ pasando por esto, decirles que no est¨¢n solas. Y a nuestros hijos, si en alg¨²n momento nos ven, decirles que los estamos buscando. Nunca hemos dejado de buscarlos¡±, concluye.
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