El otro cuarto de junto
El Gobierno confunde la defensa de los intereses empresariales con el dise?o de pol¨ªtica comercial
De los noventa a la fecha, en cada negociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio entre M¨¦xico y Estados Unidos, el Gobierno mexicano ha contado con la asesor¨ªa de un grupo de inter¨¦s privado conocido como ¡°El cuarto de junto¡±. El cuarto es un grupo de representantes y personas de confianza del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), un organismo de representaci¨®n del sector privado que, si bien aglutina un gran n¨²mero de empresas, tambi¨¦n es conocido por ser democr¨¢ticamente limitado y bastante influenciable por los deseos de un pu?ado de empresarios acaudalados.
La asesor¨ªa que el cuarto de junto le provee al Gobierno mexicano es bastante peculiar. M¨¢s que recomendaciones o consejos t¨¦cnicos, el cuarto de junto de facto suele ser el verdadero negociador del tratado, el espacio donde se generan las directrices de lo que el Gobierno debe demandar a sus socios comerciales y los objetivos para cada industria.
La sumisi¨®n del Gobierno mexicano al cuarto de junto es casi total. Tan es as¨ª que hace unos a?os, cuando el Gobierno insinu¨® que ¡°validar¨ªa¡± las peticiones del cuarto con el presidente, los empresarios acusaron airados de que tal postura era ¡°inaudita¡±.
El cuarto de junto sabe y asume que las regulaciones negociadas en el tratado son de y para ellos. Por eso, cuando en 2019 se margin¨® al cuarto de junto para aprobar ciertas prerrogativas laborales como parte del tratado, un miembro del cuarto equipar¨® el evento a la firma del Tratados de Guadalupe-Hidalgo, aquel en el que M¨¦xico perdiera la mitad de su territorio.
En p¨²blico los grupos empresariales dicen que el cuarto es un ejercicio inocuo de inclusi¨®n y engranaje similar al que existe en otros pa¨ªses del mundo. No es as¨ª. En Estados Unidos y Canad¨¢ el sector privado participa de las negociaciones, pero no con el nivel de mando de los mexicanos.
Como lo ha estudiado la profesora Karla Mar¨ªa Nava-Aguirre de la Universidad de Monterrey, Estados Unidos y Canad¨¢ tienen asesores empresariales y c¨¢maras de comercio, pero no tienen a un sector privado que tome decisiones con la intensidad y fuerza con la que sucede en M¨¦xico. En Estados Unidos, la asesor¨ªa empresarial es espec¨ªfica, t¨¦cnica y focalizada.
En M¨¦xico, el cuarto de junto ha adquirido tal poder porque el Gobierno mexicano opera bajo la vieja premisa de Jaime Serra, secretario de comercio de Salinas de Gortari, el cual sosten¨ªa que ¡°quien produce sillas sabe mejor c¨®mo se integra una silla¡± y, por ende, tambi¨¦n c¨®mo negociar el tratado.
El problema es que Sarre se equivoca. Ser empresario no te hace experto en desarrollo industrial de la misma manera en la que saber hacer sillas no te hace experto en el desarrollo de otros silleros. De hecho, bien puede ser que los silleros no quieran desarrollar otros silleros que puedan hacerles competencia.
El tratado no es un simple entramado log¨ªstico-comercial, es la herramienta de desarrollo econ¨®mico m¨¢s relevante del pa¨ªs, un espacio inigualable para dise?ar pol¨ªticas p¨²blicas que impulsen el crecimiento y desarrollen la industria mexicana en su sentido m¨¢s amplio.
Los incentivos y preferencias de los empresarios son distintos de los de la industria. A la industria le conviene innovar, crear y avanzar en el desarrollo de nuevas empresas, incluso si ello supone eliminar a empresarios improductivos o monopolizadores. A los empresarios les conviene proteger su terru?o y sobrevivir a toda costa.
Un buen ejemplo de las diferentes preferencias entre empresarios e industrias son las leyes de propiedad intelectual. A los empresarios les conviene que las leyes sean muy estrictas para proteger sus patentes y tambi¨¦n, todas las innovaciones marginales que provengan de sus patentes. A la industria, le conviene mayor flexibilidad de forma que se puedan crear negocios nuevos a trav¨¦s de innovaciones marginales sobre patentes preexistentes.
Las reglas de propiedad intelectual del tratado deber¨ªan ser negociadas para la industria, pero han sido negociadas para los empresarios. Por eso, el tratado tiene algunas de las leyes de propiedad intelectual m¨¢s draconianas del mundo.
Es tiempo de desterrar la idea de que el cuarto de junto es portavoz de la industria porque m¨¢s bien, de quien es portavoz es de los intereses que hoy existen al amparo de la industria.
Lo extra?o es que el Gobierno mexicano parece no verlo. Atribuyo esta ceguera real o pretendida a dos aspectos clave:
El primero, bastante p¨ªrrico, es pol¨ªtico: el Gobierno quiere quedar bien con el CCE. El Gobierno lo deja negociar el tratado porque as¨ª genera todo tipo de buenas voluntades y prerrogativas.
El segundo, mucho m¨¢s consecuencial y grave, es que el Gobierno no tiene los recursos humanos, ni ha tenido la creatividad para atreverse a pensar fuera de la caja y crear otro cuarto de junto, un espacio f¨¦rtil de desarrollo empresarial para el futuro.
El Gobierno debe crear otro cuarto de junto. Un verdadero war room en donde se dise?e una estrategia de negociaci¨®n comercial que tenga por objetivo el bien com¨²n, el desarrollo amplio de la industria y la promoci¨®n de nuevos actores.
Ese ¡°otro cuarto de junto¡± debe contar con la asesor¨ªa, no solo de representante de peque?os empresarios y voces no incluidas por el CCE, sino de expertos en pol¨ªticas p¨²blicas y miembros del gobierno con la visi¨®n y la ambici¨®n de crear algo diferente.
El cuarto de junto tradicional dir¨¢ que este tipo de perfiles ya est¨¢n incluidos, pero no es as¨ª. Al cuarto de junto solo se invita a personas que mayormente comparten la visi¨®n del CCE, no a quien se atreve a retarlo de cuerpo entero.
Por supuesto, el ¡°otro cuarto de junto¡± no ser¨ªa un espacio que sustituya al CEE, el CEE puede continuar con su cuarto sin cambio. El otro cuarto de junto ser¨ªa un espacio de creatividad desbordada donde se repiense el tratado m¨¢s all¨¢ del tab¨².
Esto requiere cuestionar los tribunales de inversi¨®n que nos impiden ejecutar cambios legislativos o subsidios discriminatorios, retar los derechos de propiedad draconianos que nos han impedido hacer transferencias tecnol¨®gicas, impulsar a las PYMEs de verdad, no como se ha hecho hasta ahora, e impedir que la agroindustria y los grandes monopolios tecnol¨®gicos contin¨²en aprovech¨¢ndose del tratado para sembrar beneficios privados.
Lamentablemente, cuando alguien trae estos temas bilaterales a la mesa, la primera reacci¨®n del cuarto de junto actual es argumentar que eso no se puede. Parece broma pero el CCE de verdad considera que la mejor manera de negociar el tratado en 2024 es con el se?or que lo negoci¨® en 1994.
Y esa es, precisamente, la raz¨®n por la cual se necesita otro cuarto de junto. Porque el actual se ha convertido en una versi¨®n elegante de la ventanilla burocr¨¢tica donde una se?orita te mira a los ojos, se lima las u?as y contesta ¡°uy no joven, eso no se puede, as¨ª no se ha hecho nunca¡±.
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