El nuevo impacto de China
Pek¨ªn planea separar su econom¨ªa en dos esferas: una externa que permanecer¨¢ en contacto con el resto del mundo y otra interna, con creciente protagonismo. Esto es un reto enorme para Occidente
Hace unos meses, las autoridades chinas se comunicaron con algunas de las empresas extranjeras m¨¢s grandes que operan en el pa¨ªs y les pidieron que designaran un representante para una peque?a reuni¨®n a puerta cerrada en la que se hablar¨ªa de la nueva estrategia econ¨®mica de China. La reuni¨®n iba a ser con un alto funcionario en lugar y hora no revelados. Seg¨²n dijeron dos personas con conocimiento directo, que insistieron en el anonimato, a las empresas se les pidi¨® que los representantes fueran exclusivamente personas de etnia china. Por contenido y forma, la an¨¦cdota es un buen ejemplo de la determinaci¨®n con la que China busca imprimirle a su econom¨ªa un car¨¢cter m¨¢s claramente nacional, con el desarrollo de tecnolog¨ªas y fuentes de energ¨ªa propias y la asignaci¨®n de una mayor importancia al consumo interno que a la demanda extranjera.
La nueva estrategia del presidente chino Xi Jinping se centra en el concepto de ¡°circulaci¨®n dual¡±. Detr¨¢s de este tecnicismo hay una idea que puede cambiar el orden econ¨®mico mundial. En vez de operar como una ¨²nica econom¨ªa vinculada con el mundo a trav¨¦s del comercio y la inversi¨®n, China planea separar su econom¨ªa en dos esferas. La primera permanecer¨¢ en contacto con el resto del mundo (circulaci¨®n externa), pero ir¨¢ cediendo protagonismo a la segunda (circulaci¨®n interna), basada en la demanda, el capital y las ideas locales.
El prop¨®sito de la circulaci¨®n dual es aumentar la autonom¨ªa de China. Tras un per¨ªodo de desarrollo basado en las exportaciones, las autoridades quieren diversificar las cadenas de suministro para tener acceso a tecnolog¨ªas y conocimientos sin sufrir presiones de Estados Unidos. Al hacerlo, China buscar¨¢ aumentar la dependencia de ella de otros pa¨ªses, de forma que convierta esos los lazos econ¨®micos con el extranjero en poder pol¨ªtico global.
La adopci¨®n de la estrategia de circulaci¨®n dual despierta el fantasma de un nuevo shock de China, cuyo efecto ser¨¢ mucho mayor al del primero, que sacudi¨® a las econom¨ªas occidentales tras el ingreso del pa¨ªs asi¨¢tico en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio en 2001. M¨¢s all¨¢ de la inmensa riqueza que produjo dicho ingreso y de los millones de chinos que sac¨® de la pobreza, tambi¨¦n cre¨® perdedores en lugares como el cintur¨®n del ¨®xido de Estados Unidos y los distritos industriales del Reino Unido, y eso gener¨® las condiciones para el referendo brit¨¢nico por el Brexit y para la victoria electoral del expresidente estadounidense Donald Trump en 2016.
A la clase pol¨ªtica de Occidente le llev¨® mucho tiempo entender el shock de China, porque estaba comprometida con una estrategia de vinculaci¨®n rec¨ªproca en la que los consumidores occidentales disfrutar¨ªan importaciones baratas desde China y las empresas occidentales aprovechar¨ªan el crecimiento econ¨®mico de ese pa¨ªs mediante el acceso a su inmenso mercado. Se pens¨® que esta din¨¢mica presionar¨ªa a China para permitir una mayor apertura social y de su mercado, pero el supuesto no se cumpli¨®.
El efecto del nuevo shock de China sobre Occidente ser¨¢ muy distinto esta vez. Ante todo, la estrategia de circulaci¨®n dual afectar¨¢ a otros sectores econ¨®micos y sociales. El peligro no es para las industrias tradicionales, ya que con esta estrategia China busca lograr el dominio en sectores de avanzada y competir con empresas financieras y bufetes de abogados en la City londinense, con automotrices en Baden?Wurtemberg, con biotecnol¨®gicas en Suecia.
En concreto, el plan que present¨® Xi en 2015, Made in China 2025, pone el acento en sectores como la inteligencia artificial, los semiconductores, las bater¨ªas y los veh¨ªculos el¨¦ctricos, y apunta a aumentar el contenido nacional de componentes tecnol¨®gicos clave al 40% en 2020 y al 70% en 2025. El objetivo es usar subsidios estatales y controles a las exportaciones y a los datos para que empresas chinas reemplacen a las extranjeras (o para que las empresas extranjeras se vuelvan m¨¢s chinas). Si el plan de Xi prospera, el nuevo shock de China puede llevarse tantos puestos de trabajo bien remunerados en tecnolog¨ªa y servicios como los que elimin¨® el primero en la industria pesada y textil.
Pero no terminar¨¢ all¨ª. La principal batalla geopol¨ªtica de la actualidad no tiene que ver tanto con hacer cumplir las normas globales, sino con ser quien las dicte. Si antes Occidente luchaba por conseguir que China se amoldara a su normativa comercial, financiera y de propiedad intelectual, ahora China est¨¢ tratando de crear y hacer valer sus propias normas. Ya hay o hubo representantes de China al frente de la Uni¨®n Internacional de Telecomunicaciones (ITU), de la Organizaci¨®n Internacional de Normalizaci¨®n (ISO) y de la Comisi¨®n Electrot¨¦cnica Internacional (IEC); y cada vez m¨¢s empresas chinas est¨¢n tratando de definir el futuro de la tecnolog¨ªa. Huawei ya tiene m¨¢s de 100 000 patentes activas, en particular en tecnolog¨ªa 5G, donde compite por la fijaci¨®n de normas internacionales con compa?¨ªas occidentales como Ericsson y Nokia.
Adem¨¢s, las tensiones competitivas ya no est¨¢n contenidas en el marco de una relaci¨®n bilateral entre China y Occidente. Con la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, China estableci¨® una red de lazos econ¨®micos con m¨¢s de 100 pa¨ªses, y no vacilar¨¢ en usarla para exportar las normas chinas, junto con su modelo de capitalismo de Estado y subsidios estatales. Pronto las empresas occidentales encontrar¨¢n en otros mercados (si no las encuentran ya) las mismas dificultades para competir que hoy tienen en China.
Una consecuencia del nuevo shock de China es que las nuevas normas sobre datos, est¨¢ndares e investigaci¨®n y desarrollo obligar¨¢n a importantes empresas occidentales a adquirir caracter¨ªsticas chinas para poder seguir operando en el pa¨ªs. Como me se?al¨® una persona que analiza el sector privado desde una posici¨®n privilegiada: ¡°La idea de China es que si empresas como Daimler o Volkswagen quieren trabajar en China, tendr¨¢n que llevar all¨ª servicios, I+D y nuevos productos. Pek¨ªn espera que la circulaci¨®n dual las convierta en empresas chinas¡±.
No hace falta decir que el nuevo shock de China exige respuestas diferentes a las del anterior. En vez de tratar de transformar a China o entrar a su mercado, la prioridad de Occidente debe ser transformarse a s¨ª mismo, en particular mediante el desarrollo de pol¨ªticas industriales y de inversi¨®n que alienten la innovaci¨®n y protejan sus propiedades intelectuales. Y para que sus campeones econ¨®micos tengan acceso a econom¨ªas de escala, los pa¨ªses occidentales deben instituir normas compartidas en materia de privacidad, protecci¨®n de datos, impuestos a las emisiones y otras cuestiones. En condiciones ideales, esta cooperaci¨®n formalizar¨¢ acuerdos comerciales, paquetes de inversi¨®n, cr¨¦ditos y regulaciones que faciliten el acceso de tecnolog¨ªas y esquemas que no sean chinos a la econom¨ªa global.
Los europeos, por su parte, tendr¨¢n que implementar reformas internas que los protejan de la coerci¨®n econ¨®mica en un mundo de globalizaci¨®n selectiva e instrumentalizaci¨®n agresiva de la interdependencia. Se habla mucho de la restricci¨®n de las libertades pol¨ªticas en Hong Kong y de la represi¨®n de la minor¨ªa uigur en Xinjiang, pero el shock que viene es mucho mayor. A los dirigentes occidentales no puede pillarles de nuevo con el paso cambiado.
Mark Leonard es cofundador y director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
? Project Syndicate, 2021 www.project-syndicate.org
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