Buscar (y encontrar) piso: una odisea
?Llegar¨¢ alg¨²n d¨ªa un cambio legislativo, ambicioso y profundo, que permita a los j¨®venes encontrar una vivienda digna antes de la jubilaci¨®n?
Lleg¨® el momento, no puedes seguir compartiendo piso ni con tus padres, te ha surgido un trabajo en otra ciudad o te vence el contrato actual, te tienes que mudar. Seg¨²n las estad¨ªsticas, debido a la inestabilidad laboral y a la dificultad de acceso a una hipoteca, probablemente tu ¨²nica opci¨®n sea alquilar. Nos gustar¨ªa decirte que un abanico de posibilidades se abre ante ti, pero lo mejor que podemos hacer es desearte suerte.
Especialmente en las grandes ciudades, el panorama al que se enfrentan muchos j¨®venes, y no tan j¨®venes, en la b¨²squeda de la anhelada vivienda digna que cita nuestra Constituci¨®n es cero esperanzador. Al leerla, podr¨ªamos pensar que tenemos derecho a poseer una vivienda; nada m¨¢s lejos. A lo que s¨ª nos dar¨ªa derecho es a que la vivienda en venta o alquiler sea digna, que cumpla unos m¨ªnimos recogidos en la normativa de habitabilidad de 1944 y ampliados en normativas posteriores. Destacar que estos requisitos de metros, iluminaci¨®n, ventilaci¨®n, servicios, altura de techos, etc¨¦tera, desaparecen si la vivienda es previa a 1944.
Comienza la b¨²squeda. Tiramos de portales inmobiliarios y empezamos a filtrar nuestras necesidades, metros, zona y, sobre todo, presupuesto. La sorpresa m¨¢s frecuente es que a pesar de haber cientos de inmuebles anunciados, cuando filtramos, los resultados se reducen, muchas veces a ninguno. Pensamos, bueno, ampl¨ªo el radio de b¨²squeda, m¨¢s de una hora en transporte para llegar a trabajar, en el mejor de los casos sin transbordos. Para nuestra decepci¨®n, los resultados no han mejorado demasiado. Buhardillas en las que no cabes de pie, pisos en los que puedes vigilar las lentejas desde la cama o usar el wc de mesita de noche, pisos sin cocina, s¨®tanos sin ventanas, quintos sin ascensor, zulos de 5 o 6 metros cuadrados, habitaciones con colonias de moho gran reserva, locales sin licencia de vivienda, una caravana con gimnasio cerca por aquello de tener agua corriente, una garita de obra en la terraza comunitaria, vivienda a cambio de sexo y una larga lista de cosas aparentemente incre¨ªbles, pero que abundan en el panorama inmobiliario.
Llega la cuenta atr¨¢s, te tienes que mudar y necesitas alquilar algo ya. Optas por lo menos zulil, te convences de que no est¨¢ tan mal, que a todo se acostumbra uno y que vas a parar poco en casa, mientras cruzas los dedos para que no tengamos m¨¢s confinamientos. Pero no acaba ah¨ª tu odisea, el piso menos indecente que has encontrado dentro de tu presupuesto ya lo han visto otras personas antes; vuelves a cruzar los dedos para que no lo pillen y vas haciendo c¨¢lculos de todo lo que necesitas: mes corriente, dos meses de fianza, mes de agencia, aval bancario, n¨®mina de los ¨²ltimos tres meses, cartas de recomendaci¨®n, contrato fijo, movimientos bancarios, sangre de unicornio¡ ?Llegar¨¢ alg¨²n d¨ªa un cambio legislativo, ambicioso y profundo, que te permita encontrar algo mejor antes de la jubilaci¨®n?
@ElZulista es una cuenta parodia en Twitter que comparte y denuncia los anuncios inmobiliarios m¨¢s abusivos del mercado.
Cap¨ªtulo 4. Vivienda
Reportaje | La habitaci¨®n de Alexandra no es su hogar
Testimonios | ¡°Alquileres por las nubes para vivir en cuevas¡±
Podcast | Ni puedo alquilar, ni puedo comprar
Datos | Por qu¨¦ los j¨®venes espa?oles tardan m¨¢s en irse de casa
Soluciones | Objetivo, construir un parque de alquiler asequible
Tribuna | ?Qu¨¦ pensaban los j¨®venes de 1929?, por Juan Francisco Fuentes
Editorial | Acceso a la vivienda: edificar el futuro
TODA LA SERIE | Una generaci¨®n en busca de futuro
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.