Temores frente a un ¡°inevitable¡± Lula
Brasil afronta unas elecciones con una fractura social inquietante
Seg¨²n los sondeos de opini¨®n p¨²blica, Lula da Silva se encamina a ser el pr¨®ximo presidente de Brasil. Datafolha, una de las encuestadoras m¨¢s confiables del pa¨ªs, consign¨® el jueves pasado que el candidato del PT supera al actual presidente, Jair Bolsonaro, por 19 puntos. Lula tiene en ese estudio 47% de intenci¨®n de voto y Bolsonaro 28%. Si se calcula cu¨¢nto obtendr¨ªa cada uno descontando los votos en blanco y los votos anulados, Lula sacar¨ªa 53% y Bolsonaro 32%. Por lo tanto, de mantenerse este alineamiento, Lula llegar¨ªa a la Presidencia sin necesidad de ir a una segunda vuelta. Es decir, se consagrar¨ªa el 2 de octubre, cuando se celebre la primera vuelta.
La competencia actual en Brasil presenta algunas peculiaridades llamativas. En principio, es raro que las tendencias sean tan estables. Tampoco es frecuente que, 100 d¨ªas antes de los comicios, alrededor de dos tercios del electorado tenga su preferencia definida. La volatilidad remanente beneficia al tercer candidato, Ciro Gomes. Entre los que confiesan que todav¨ªa podr¨ªan cambiar su voto, 22% ve a Gomes como segunda opci¨®n.
De la investigaci¨®n de Datafolha surge un dato muy revelador. Bolsonaro es el preferido del 28% de los consultados. Pero cuando se enfoca a quienes tienen ingresos de m¨¢s de 10 salarios m¨ªnimos, esa opci¨®n sube al 47%. Quiere decir que en Brasil existe una fractura social inquietante. Por momentos, parece estar disimulada. Por ejemplo, es habitual que muchos hombres de negocios expresen sus reparos frente a Bolsonaro, casi siempre con argumentos de rechazo a su escandalosa incorrecci¨®n pol¨ªtica. Sin embargo, muchos de esos representantes de la alta burgues¨ªa terminan confesando que en las urnas apostar¨¢n por la reelecci¨®n del presidente. ?Est¨¢ bien registrado ese voto avergonzado? All¨ª podr¨ªa esconderse una sorpresa.
La animadversi¨®n de la clase media alta y alta hacia Lula da Silva est¨¢ relacionada con tres temores m¨¢s o menos fundados. El primero afecta a los peque?os y medianos empresarios. Es el miedo a que con un regreso del PT se vuelva a una legislaci¨®n laboral much¨ªsimo m¨¢s r¨ªgida y costosa. Ese partido se opuso a la flexibilizaci¨®n que impuls¨® Michel Temer y que fue aprobada por el Congreso en julio de 2017. Lula y sus colaboradores han hablado de ¡°revocar¡± esa ley, lo que supone la reposici¨®n del r¨¦gimen anterior. En las ¨²ltimas semanas, hablan de ¡°revisar¡±.
Un segundo foco de resistencia a la vuelta de Lula radica en el sector agropecuario. All¨ª Bolsonaro es visto como el garante de un orden. Se le atribuye haber puesto fin a las ocupaciones del Movimiento sin Tierra, que actu¨® siempre bajo la sombra protectora del PT. Los productores rurales le agradecen tambi¨¦n haber facilitado la posesi¨®n de armas en sus fincas.
La tercera barrera que encuentra Lula en los sectores de mayores ingresos nace de la presunci¨®n de que con ¨¦l puede producirse alg¨²n descalabro macroecon¨®mico. En el horizonte brasile?o comienza a aparecer alguna preocupaci¨®n con la deuda p¨²blica en reales. Los desequilibrios fiscales hacen que el Gobierno tenga cada vez m¨¢s dificultades para endeudarse a tasa fija a largo plazo. El mercado prefiere acortar los plazos y que los bonos ajusten de un modo u otro con la inflaci¨®n. Son se?ales de la alarma que el candidato del PT activa en el sector financiero. Sobre todo, cuando anticipa que pretende modificar las regulaciones sobre el gasto p¨²blico, eliminando su techo.
Este panorama vuelve m¨¢s preocupante la falta de informaci¨®n sobre la visi¨®n econ¨®mica de Lula. ?l trata de despejar la inc¨®gnita diciendo que quien quiere saber c¨®mo va a manejarse en ese campo cuenta con el antecedente de sus primeros gobiernos. Es una respuesta que instala otro interrogante: ?¨¦l est¨¢ advertido de que entre aquella experiencia y la que le tocar¨ªa encarar a partir del a?o pr¨®ximo hay una diferencia abismal? Lula gobern¨® disfrutando, como todos sus colegas de Am¨¦rica Latina, de una bonanza excepcional, derivada de los excelentes precios de las materias primas que exporta la regi¨®n y que los asi¨¢ticos consum¨ªan sin restricciones. Hoy el mundo es otro, mucho m¨¢s restrictivo y convulsionado.
Hay una segunda diferencia con esa otra experiencia del PT. En aquel momento exist¨ªa un candidato a ministro de Hacienda, Antonio Palocci, que se hab¨ªa estado preparando durante varios meses para abordar la agenda de problemas que le aguardaba. Ahora la designaci¨®n ser¨ªa sorpresiva, en un contexto m¨¢s endiablado.
?Qui¨¦n ser¨¢ el ministro? No se sabe. Pero existen muchas expectativas en que Lula recurra a Henrique Meirelles. Despu¨¦s de ser presidente del Bank Boston a nivel global, fue presidente del Banco Central durante la primera gesti¨®n del PT. Y ocup¨® el Ministerio de Hacienda con Michel Temer.
Otras tres figuras a las que observan los analistas como posibles responsables de la econom¨ªa en un nuevo Gobierno de Lula son el senador Jaques Wagner, uno de los dirigentes m¨¢s encumbrados del PT, que fue gobernador de Bah¨ªa, y jefe de la Casa Civil y ministro de Defensa con Dilma Rousseff; Josu¨¦ Gomes da Silva, presidente de la poderosa Federaci¨®n de Industriales del Estado de San Pablo (Fiesp) e hijo de Jos¨¦ Alencar, vicepresidente de Lula; y, lo que ser¨ªa una jugada muy original, Tasso Jereissati, uno de los l¨ªderes del PSDB y eminente empresario del sector comercial.
El inventario de problemas que encontrar¨¢ quien ocupe el cargo se est¨¢ ampliando durante la campa?a, sobre todo en el terreno fiscal. Dominado por la ansiedad, Bolsonaro pretende mejorar su infierno astral gastando m¨¢s. El programa de asistencia Auxilio Brasil, heredero del cl¨¢sico Bolsa Familia, se extendi¨® en la cantidad de prestaciones desde 2019: pas¨® de 13 millones a 19 millones de beneficiarios. El presidente decidi¨® ahora mejorar el monto: de 400 a 600 reales. Es muy dif¨ªcil que Lula, en nombre de la racionalidad fiscal, corrija las medidas de Bolsonaro, si es que regresa a Brasilia, vencedor.
El otro factor de desajuste es el subsidio al precio del gasoil, que Bolsonaro pretende aplicar. Tiene dos caminos. Uno, el m¨¢s improbable, es cargar al fisco con el costo de una subvenci¨®n. El otro, hacer que Petrobras trabaje a p¨¦rdida. Ya reemplaz¨® a varios presidentes de esa empresa que se resist¨ªan a ese penoso destino. Las inquietudes energ¨¦ticas hacen que el futuro titular de Petrobras se convierta en una de las personalidades m¨¢s gravitantes en la pol¨ªtica brasile?a.
Esta expansi¨®n en el gasto es la que est¨¢ afectando el mercado de bonos en el que se financia el tesoro brasile?o. Es un indicio del desasosiego que altera a Bolsonaro. Ese estado de ¨¢nimo hace pensar que el presidente pueda no aceptar de buen modo una derrota. Ardiente defensor de la tesis seg¨²n la cual Joe Biden venci¨® a Donald Trump a trav¨¦s del fraude, podr¨ªa proyectar esa explicaci¨®n sobre s¨ª mismo. ?Bolsonaro aceptar¨¢ un resultado ajustado? Para ¨¦l tampoco es f¨¢cil denunciar una maniobra en primera vuelta: en esa oportunidad se juega el destino de muchos legisladores que son hoy aliados suyos. Si quiere quejarse, el actual presidente deber¨ªa hacerlo en la segunda vuelta. ?Ser¨¢ capaz, en ese caso, denunciar una trampa hecha por Lula? El clima que va tomando su campa?a hace pensar que, salvo que pierda por una diferencia irrevocable, Bolsonaro est¨¢ dispuesto a cualquier cosa con tal de no ser expulsado del poder.
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