El camuflaje de Giorgia Meloni
Italia ha quedado en manos de quienes odian el antifascismo que constituy¨® el fundamento hist¨®rico de su Constituci¨®n y de la vida pol¨ªtica. Ahora intentan hacerse pasar por una derecha presentable

El domingo por la noche termin¨® la historia de la ¡°Rep¨²blica italiana fundada en el trabajo¡± (art¨ªculo 1 de nuestra Constituci¨®n), nacida de la victoria de la Resistencia antifascista, que el 25 de abril de 1945 orden¨® una insurrecci¨®n general, ocupando las ciudades m¨¢s importantes horas o d¨ªas antes de que llegaran los aliados. El nuevo Parlamento ver¨¢ una aplastante mayor¨ªa de fuerzas que odian la Constituci¨®n: la coalici¨®n de derechas cuya hegemon¨ªa corresponde a grupos dirigentes exneoposfascistas. De ello es s¨ªmbolo Giorgia Meloni, tan exneoposfascista que m¨¢s no podr¨ªa ser.
Los intentos de sus asesores de comunicaci¨®n por reciclarla como simple moderada, centr¨¢ndose en su cautivadora figura de ¡°mujer, madre, italiana, cristiana¡±, no pueden borrar su biograf¨ªa, la de sus colaboradores m¨¢s cercanos, su firme rechazo a repetir lo que en su momento tuvo el valor de declarar Gianfranco Fini, el ¨²ltimo secretario del Movimiento Social Italiano (MSI: el partido neofascista de la posguerra italiana): ¡°El fascismo era el mal absoluto¡±. Por no hablar del goteo de brazos extendidos en el saludo romano, de los gritos de ¡°?Eia! Eia! ?Alala!¡± que evocan el escuadrismo, de las fotos y frases lapidarias del Duce en las paredes de las sedes, en definitiva, de toda la funesta quincalla nost¨¢lgica de los horrendos 20 a?os de totalitarismo mussoliniano, que han acompa?ado durante a?os la vida y manifestaciones de Hermanos de Italia, el abusivo nombre de su partido (es el primer verso del himno nacional italiano).
En un gui?o cruel del destino, caer¨¢ del 27 al 31 de octubre el centenario de la Marcha sobre Roma, que llev¨® a Mussolini al poder. Para esas mismas fechas, es posible que Meloni y sus fieles est¨¦n en el Palazzo Chigi, sede del Gobierno. No creo que celebren abiertamente el bochornoso aniversario; ser¨ªa contraproducente, una descarada confesi¨®n de su propio humus y ethos fascista, pero seguro que brindar¨¢n sus corazones, y los de sus militantes.
Mientras tanto, habr¨¢n empezado las tinieblas de una nueva historia, de una Rep¨²blica en manos de quienes odian el antifascismo que constituy¨® la Grundnorm kelseniana, es decir, el fundamento hist¨®rico de legitimidad, de la Constituci¨®n y de la vida pol¨ªtica (Grundnorm ya socavada por los gobiernos de Silvio Berlusconi, no lo olvidemos). ?C¨®mo ha sido esto posible?
No a causa de los n¨²meros, es decir, por la voluntad expresada por los votantes en las urnas. Es sorprendente que casi nadie se haya dado cuenta y es obligado se?alarlo. Si miramos las cifras, el porcentaje de votos de la derecha suma un 46%; el de la izquierda, centroizquierda y centro, un 52%, con un 2% fragmentado en una infinidad de listas tanto de derecha como de extrema izquierda. Estas cifras se obtienen contando para la derecha tambi¨¦n los votos de una lista ¡°contra todos¡± (Italexit) y, al otro lado, la coalici¨®n de centroizquierda encabezada por el Partido Democr¨¢tico (PD), el Movimiento 5 Estrellas (M5S), el nuevo grupo centrista de Calenda y Renzi (ambos elegidos anteriormente con el PD) y dos peque?os partidos que no acceder¨¢n al Parlamento al haber obtenido el 1,4% y el 1,2%.
Por qu¨¦ ganan quienes tienen menos votos resulta muy claro: porque, a la derecha, Meloni, Berlusconi y Salvini se presentaban unidos; al otro lado, en cambio, estaban divididos, muy divididos. El resto lo hizo una ley electoral irracional y muy poco equitativa, de las peores del mundo occidental, con un tercio de los esca?os asignados en circunscripciones uninominales donde se puede ganar incluso con solo un tercio o una cuarta parte de los votos, y el resto con un sistema proporcional corregido.
Por poner un ejemplo, si en una circunscripci¨®n uninominal el candidato ¨²nico de la derecha obtiene el 34% y los del M5S y el PD el 33% cada uno, el esca?o va a la derecha. Que podr¨ªa incluso ganarlo con un resultado inferior al 34%, si sus oponentes son tres o cuatro en lugar de dos (como ha ocurrido). Podr¨ªa replicarse que la derecha estaba unida por poseer programas homog¨¦neos, mientras que el otro sector ten¨ªa programas demasiado diferentes para establecer candidatos comunes. Ese no es el caso, sin embargo. Tambi¨¦n en la derecha las diferencias eran muy notables (incluidas rivalidades personales e insultos mutuos: cuando iba a votar, Berlusconi defini¨® a Salvini como ¡°alguien que no ha trabajado en su vida¡±). Berlusconi y Salvini encadenaron justificaciones y elogios a Putin (Berlusconi lleg¨® a decir que su amigo Putin invadi¨® Ucrania para reemplazar a Zelenski con ¡°gente decente¡±), mientras que Giorgia Meloni trataba de acreditarse como atlantista perinde ac cadaver (el lema de los jesuitas, maestros de duplicidad, viene que ni pintado). Opuestas eran sus recetas sobre el impuesto ¨²nico y sobre la desviaci¨®n presupuestaria. Y as¨ª sucesivamente.
En la no derecha, en cambio (ser¨¢ mejor definirla as¨ª, pues en el PD y en el M5S poco o nada queda de izquierda aut¨¦ntica, coherente con los valores de justicia y libertad), las rivalidades personales, los narcisismos identitarios de las distintas fuerzas, los egos hinchados hasta estallar en proporci¨®n a la mediocridad (pienso en Calenda y Renzi) han agudizado hasta el paroxismo cada diferencia y declarado imposible toda alianza desde un principio.
La responsabilidad principal recae en Enrico Letta, el secretario general del PD: su partido ten¨ªa vetado aliarse con el M5S, lo que no le impidi¨® tratar de remendar un ¡°campo amplio¡± que mantuviera unidos a los neocentristas de Calenda y Renzi y a los residuos comunistas y verdes de la ¡°izquierda italiana¡±, sin presentar nunca una l¨ªnea pol¨ªtica clara. Una l¨ªnea que debe tener la igualdad (la lucha contra las crecientes desigualdades) como br¨²jula indispensable, sin la cual no se puede ser de izquierda, ontol¨®gicamente.
La inexistencia de una izquierda igualitaria, consecuente con los valores de justicia, libertad, laicismo, ilustraci¨®n, y, por lo tanto, totalmente ajena a las regurgitaciones reaccionarias de lo pol¨ªticamente correcto, woke, islamofilia, fanatismos ideol¨®gicos LGBTQ+, etc¨¦tera, servidas, por ejemplo, en salsa populista por M¨¦lenchon y a veces (?demasiadas en todo caso!) por Podemos, constituye la cuesti¨®n crucial del panorama pol¨ªtico italiano. Hasta que no nazca esta fuerza pol¨ªtica, la derecha tendr¨¢ las cosas f¨¢ciles. Y podr¨ªa perdurar mucho tiempo y convertir su Gobierno en un r¨¦gimen autoritario.
Con respecto a este riesgo, real y amenazador, el clima dominante entre las no derechas (partidos pol¨ªticos, peri¨®dicos, opini¨®n p¨²blica) es, por desgracia, de alegre y desalentadora despreocupaci¨®n. Se piensa, se espera (ilusamente) que Giorgia Meloni no durar¨¢ mucho, que su Gobierno entrar¨¢ en crisis por contradicciones internas, que su popularidad caer¨¢ a pico en cuanto pase de la protesta a la acci¨®n de gobierno (convirti¨¦ndose a su vez en objeto de las protestas), que Europa no lo permitir¨¢...
Sin embargo, incluso dos autocracias electorales como las de Orb¨¢n y Erdogan parec¨ªan al principio inestables, fr¨¢giles, destinadas al colapso. En cambio, se han convertido en s¨®lidos reg¨ªmenes de eclipse y negaci¨®n de la democracia. La pol¨ªtica internacional de Giorgia Meloni va tambi¨¦n en tal sentido: instaurar una suerte de internacional antidemocr¨¢tica sustentada en Europa sobre Hungr¨ªa, Polonia y una Espa?a dominada por Vox (hace unos d¨ªas, hizo votos por la victoria de Santiago Abascal), y que renueve la alianza/sometimiento con Estados Unidos, pero con la esperanza laboriosa de que vuelvan a ser pronto los Estados Unidos de Trump (sea en persona o no).
Durante toda la campa?a electoral, la derecha insisti¨® en la novedad ¡°progresista¡± de que una mujer sea por primera vez primera ministra, con el objetivo de ampliar su consenso (y, ay, ha habido grupos de feministas que han ca¨ªdo en la trampa). Hoy no hay comentarios que hagan referencia a tal novedad. Que sea mujer o no importa poco. Lo que importa es que es una exneoposfascista que intenta camuflarse de derecha presentable. La verdad ya la dijo una cantante y actriz, Elodie: Giorgia Meloni es un hombre de 1922.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Opini¨®n
- Italia
- Elecciones Italia
- Elecciones
- Giorgia Meloni
- Hermanos de Italia
- Ultraderecha
- Extrema derecha
- Fascismo
- MSI
- Benito Mussolini
- Silvio Berlusconi
- Matteo Salvini
- Enrico Letta
- PDI
- Movimiento 5 Estrellas
- Matteo Renzi
- Pol¨ªtica
- Pol¨ªticos
- Partidos pol¨ªticos
- Izquierdismo
- Partidos conservadores
- Vox
- Uni¨®n Europea
- Europa occidental
- Mujeres
- Feminismo
- Constituci¨®n