La ultraderecha gana las elecciones por primera vez en Italia
La coalici¨®n de conservadores, posfascistas y populistas, liderada por Giorgia Meloni, logra el 44% de los votos tanto en la C¨¢mara de Diputados como en el Senado, con el 99,9% de los votos escrutados. ¡°Es el tiempo de la responsabilidad, gobernaremos para todos los italianos¡±, asegura la muy posible futura primera ministra, tras unas elecciones con una abstenci¨®n hist¨®rica
Un terremoto pol¨ªtico con aroma a consolidaci¨®n de la ultraderecha en Europa ha sacudido Italia el domingo. Unos 50 millones de ciudadanos estaban convocados a las urnas para poner nombre y color al Gobierno n¨²mero 68 de los ¨²ltimos 76 a?os, en unas elecciones provocadas por la ca¨ªda prematura del Ejecutivo de Mario Draghi en julio. La coalici¨®n de las derechas, formada por los partidos ultra de Hermanos de Italia y la Liga y por la Forza Italia de Silvio Berlusconi, ha obtenido una victoria neta ¡ªcon m¨¢s del 44% de los votos en el Senado (112 esca?os, de 200) y casi el mismo porcentaje en la C¨¢mara de Diputados (con 235 diputados de 400), con el 99,9% del escrutinio¡ª que les permitir¨ªa alcanzar la mayor¨ªa absoluta. En clave interna, la enorme ventaja obtenida por Giorgia Meloni, l¨ªder del posfascista Hermanos de Italia, que ha multiplicado por seis los resultados obtenidos en 2018 (pasa del 4,3% al 26%), la coloca como favorita para recibir el encargo del jefe del Estado, Sergio Mattarella, para formar Gobierno: la primera mujer en lograrlo en la historia de la Rep¨²blica.
Los italianos han votado decididamente a la coalici¨®n de derecha y ultraderecha. Un conglomerado pol¨ªtico que no gobernaba desde el ¨²ltimo Ejecutivo de Silvio Berlusconi, ca¨ªdo en 2011 con una Italia al borde de la quiebra y una precoz Meloni como ministra de Juventud. El resultado no sorprende a nadie en una campa?a marcada por el desinter¨¦s y la apat¨ªa ciudadana. Las cifras, de hecho, coinciden con las que manejaban las tres formaciones en el mes de julio, cuando hicieron caer de forma interesada al Ejecutivo de Mario Draghi (exquisitamente neutral durante la campa?a). La noticia, sin embargo, ha sido un desplome hist¨®rico de la participaci¨®n, de casi el 64% (alrededor de nueve puntos menos que en 2018), que marca una senda descendente del inter¨¦s de la ciudadan¨ªa por la pol¨ªtica desde 1979.
Italia se ha volcado con el partido de Hermanos de Italia, el ¨²nico que no hab¨ªa formado parte de ninguno de los tres gobiernos de la ¨²ltima legislatura. La formaci¨®n, nacida de los rescoldos del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI), no ha sufrido el desgaste gubernamental y ha expoliado sin compasi¨®n el vivero de votos ultra de la Liga de Matteo Salvini, que obtiene un 8,9% de las papeletas. La formaci¨®n del exministro del Interior, que hab¨ªa liderado el bloque conservador durante la primera parte de la legislatura (obtuvo un 33% de los votos en las ¨²ltimas europeas), ha logrado en esta ocasi¨®n un resultado p¨¦simo que podr¨ªa abrir una crisis interna. Y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n tensiones en la coalici¨®n de derecha.
Meloni compareci¨® ante la prensa pasadas las dos y media de la madrugada. Lo hizo en un tono tranquilo e institucional. Muy alejado de sus discursos encendidos de la campa?a. ¡°Es el tiempo de la responsabilidad. El tiempo en que si se quiere formar parte de la historia, se debe comprender la responsabilidad que tenemos ante decenas de millones de personas. Si somos llamados a gobernar esta naci¨®n, lo haremos para todos los italianos¡±, lanz¨® con palabras conciliadoras. ¡°Hemos vivido una campa?a electoral objetivamente no bonita. Los tonos han subido mucho, ha sido violenta y agresiva. Y lo hemos sufrido, la responsabilidad era de otros. Pero la situaci¨®n hacia la que va Italia y la Uni¨®n Europea es particularmente compleja y requiere la contribuci¨®n de todos, y un clima sereno¡±.
Los resultados en el Senado han aumentado todav¨ªa m¨¢s la brecha entre el partido de Meloni y el resto. Hermanos de Italia logra pr¨¢cticamente los mismos votos que la peque?a coalici¨®n progresista que han encabezado los socialdem¨®cratas en dicha C¨¢mara (25,4% con otras formaciones minoritarias). El Partido Democr¨¢tico de Enrico Letta ser¨ªa la primera fuerza de oposici¨®n con un 19% de los apoyos. En esca?os, los votos a la coalici¨®n de Meloni se traducen en 112 esca?os frente a los 39 de la agrupaci¨®n progresista en el Senado, que en la C¨¢mara de Diputados ha cosechado 80 de los 400 que estaban en juego.
El resultado muestra tambi¨¦n las costuras de la estrategia del bloque progresista, cuya derrota no es atribuible solamente a los votos obtenidos. La ley electoral, un sistema mixto que combina el m¨¦todo proporcional y el mayoritario, premiaba a las coaliciones configuradas a priori. Pero el bloque de izquierdas, con el Partido Democr¨¢tico de Letta a la cabeza, fue incapaz de llegar a un acuerdo con las distintas fuerzas que pod¨ªan componerlo. Visto el resultado del Movimiento 5 Estrellas (alrededor del 15% en la C¨¢mara de Diputados y en el Senado) de Giuseppe Conte, que ha sabido gestionar la campa?a electoral y explotar el descontento del sur de Italia, ambas fuerzas hubieran podido conformar un bloque competitivo. Especialmente, si se observa el crecimiento tambi¨¦n del denominado Tercer Polo (7,7% en ambas c¨¢maras), una coalici¨®n de peque?os partidos de centro liberales que lideran el ex primer ministro Matteo Renzi y uno de sus exministros, Carlo Calenda.
Giorgia Meloni y su partido han obtenido un resultado impresionante favorecido por la monstruosa abstenci¨®n en el sur. Hermanos de Italia logr¨® en 2018 solo un 4% de los votos: una cifra residual, en la misma l¨ªnea que se hab¨ªa movido la formaci¨®n desde su fundaci¨®n en 2012 y que los colocaba como comparsa de la coalici¨®n de derechas. El domingo multiplic¨® esa cifra por seis, una gesta ins¨®lita en la democracia italiana, acostumbrada a los meteoritos electorales, pero a nada parecido a esto. El apoyo a Meloni bebe del malestar, del descontento con los bandazos de la Liga. Tambi¨¦n del desencanto con la pol¨ªtica ¨Dla baja participaci¨®n lo demuestra claramente¨D, de la necesidad de apoyarse en algo nuevo y de una normalizaci¨®n de la ultraderecha en Italia, cuya ciudadan¨ªa no juzga como extremas posturas pol¨ªticas que ponen abiertamente en entredicho algunos de los avances sociales del siglo XXI. La menor afluencia a las urnas invita a pensar que hay una gran parte de la ciudadan¨ªa que no ha votado esa opci¨®n, pero tampoco se muestra preocupada por su advenimiento.
Una de las conclusiones que tambi¨¦n arrojan los resultados y que podr¨ªa marcar una tendencia en Europa es la fagocitaci¨®n de la derecha por parte del universo ultra. El ascenso de Hermanos de Italia es hijo de muchos factores socioecon¨®micos y emotivos en el pa¨ªs. Pero su crecimiento es tambi¨¦n responsabilidad de Forza Italia (en torno a 8% en ambas C¨¢maras), el partido de Silvio Berlusconi, que desde su fundaci¨®n en 1993 tuvo que apoyarse en una derecha secesionista y supremacista (la vieja Liga Norte) y en los restos del posfascimo del MSI, que aglutinaba entonces la Alianza Nacional de Gianfranco Fini. Ambos partidos fueron durante a?os las comparsas del show pol¨ªtico de Berlusconi en Italia y Europa. Pero la incapacidad del Cavaliere para nombrar un relevo al frente de su partido/empresa y la volatilidad de los consensos electorales los han convertido en la referencia electoral de los votantes de la derecha.
Se busca primer ministro salido de las urnas
La ¨²ltima vez que Italia vio salir a un primer ministro de las urnas fue en 2008, cuando Silvio Berlusconi gan¨® las elecciones y comenz¨® su tercera andadura como jefe del Ejecutivo. Desde entonces, el pa¨ªs ha tenido al frente de la presidencia del Consejo de Ministros a otros seis l¨ªderes que nunca ganaron unas elecciones o que ni siquiera se hab¨ªan presentado en una lista, como los tecn¨®cratas Mario Monti o Mario Draghi.
La situaci¨®n no es nueva. De hecho, el sistema electoral italiano no prev¨¦ la elecci¨®n de un candidato (el ¨²ltimo de la era moderna antes de Berlusconi fue Romano Prodi). Sucedi¨® durante d¨¦cadas con la Democracia Cristiana, que no ten¨ªa una propuesta para presidente del Ejecutivo. Los artefactos formados para gobernar ¨Dque inclu¨ªan a veces cuatro partidos distintos¨D obligaban a alternar al jefe del Gobierno para mantener los equilibrios. Pero su elecci¨®n era m¨¢s bien una cuesti¨®n simb¨®lica. Y el nivel de hast¨ªo de la ciudadan¨ªa al observar c¨®mo el mando real del pa¨ªs cada vez tiene menos que ver con los deseos expresados en las urnas tiene un indisimulable efecto en la participaci¨®n.
Berlusconi fue el primero que introdujo el nombre en el s¨ªmbolo del partido. Pese a que luego lo imitaron el resto de formaciones, se trata de una pr¨¢ctica que hist¨®ricamente ha utilizado m¨¢s el centroderecha. La izquierda se ha mostrado m¨¢s respetuosa con la liturgia parlamentaria y hablaba m¨¢s de partido. La enorme bipolarizaci¨®n a trav¨¦s de dos grandes coaliciones oblig¨® a poner al frente de cada coalici¨®n a un nombre. Pero el candidato a primer ministro es una ficci¨®n electoral ¨Dsu elecci¨®n requiere que un aspirante a la jefatura de gobierno supere el voto de confianza del nuevo Parlamento y sea, posteriormente, aprobado por el presidente del pa¨ªs¨D. En parte por ello, la derecha se ha propuesto emprender una reforma constitucional en el pr¨®ximo mandato para dotar al pa¨ªs de un sistema presidencialista ¨Dal estilo de Estados Unidos o Francia¨D con la idea de que otorgue una mayor estabilidad a Italia.
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