La madre cruel est¨¢ otra vez de parto
La guerra de Gaza, como antes la de Ucrania, es un terremoto geopol¨ªtico que rompe y divide las sociedades y define el futuro
La respuesta a los ataques del 7 de octubre ¡°cambiar¨¢ la realidad sobre el terreno en Gaza para los pr¨®ximos 50 a?os¡± seg¨²n palabras en caliente de Yoav Galand, el ministro de Defensa israel¨ª, cuando todav¨ªa hab¨ªa terroristas degollando inocentes. Su mezcla de amenaza y premonici¨®n se qued¨® corta. La extensa demolici¨®n de la trama urbana sufrida por Gaza ya nos da una primera idea de la envergadura del cataclismo.
La entera historia de la humanidad est¨¢ plagada de atrocidades tan salvajes y primitivas como las cometidas por Ham¨¢s aquel d¨ªa fat¨ªdico. Las estampas de destrucci¨®n de Gaza, en cambio, eran desconocidas hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando se inaugur¨® como instrumento b¨¦lico el lanzamiento masivo de artefactos de enorme capacidad destructiva desde aviones, ca?ones o lanzaderas sobre conurbaciones densamente habitadas. Gaza es el cap¨ªtulo m¨¢s reciente del ¨¢lbum siniestro de las ciudades arrasadas por la destrucci¨®n industrial mediante el lanzamiento de explosivos, experimentada hace casi un siglo en Guernica y luego aplicada a ciudades inglesas como Liverpool y Coventry, alemanas como Dresde y Hamburgo, superadas enseguida en Hiroshima y Nagasaki, y emuladas recientemente en Grozni, Alepo o Mari¨²pol.
La muerte de civiles a gran escala modifica a cuantos participan en ella: aniquilados, aniquiladores e incluso a quien no se han manchado las manos en la aniquilaci¨®n. Lo sabe ya Ham¨¢s tras su razia monstruosa, pero pronto lo sabr¨¢ tambi¨¦n Israel cuando vea qu¨¦ nace de las ruinas de Gaza. Ham¨¢s podr¨¢ desaparecer como organizaci¨®n, pero mucho costar¨¢ que se esfume la idea, el tenebroso coraz¨®n de un movimiento fundamentalista como el de los Hermanos Musulmanes, tan asentado en buena parte del mundo isl¨¢mico.
Tambi¨¦n cambiar¨¢ Israel, quiz¨¢s m¨¢s que nadie, y dif¨ªcilmente a mejor. La unanimidad que exige la guerra desemboca en el autoritarismo. Lo notan ya los ¨¢rabes de ciudadan¨ªa israel¨ª, el 20% de la poblaci¨®n, y m¨¢s duramente todav¨ªa los palestinos de Cisjordania y Jerusal¨¦n Este. No hay muestra de solidaridad con Gaza que no sea identificada como una adhesi¨®n c¨®mplice con Ham¨¢s. Una pasi¨®n vengativa e inquisitorial amenaza el destino de todos los palestinos. Hay centenares de detenidos que no han cometido otro delito que ser lo que son, entre ellos millares de trabajadores gazat¨ªes que no pudieron regresar a casa despu¨¦s de los atentados.
Como la guerra de Ucrania, la de Gaza es el epicentro de un terremoto que transformar¨¢ el entero paisaje que hemos conocido. Ese tipo de movimientos tect¨®nicos dividen y rompen las sociedades. Definen el futuro. De los directamente implicados, Israel y Palestina, y tambi¨¦n de los m¨¢s alejados, aunque no menos comprometidos, como Estados Unidos y Europa. Es de temer que no nos gustar¨¢ ni sabremos reconocernos en la criatura que nacer¨¢ llorando de esta carnicer¨ªa.
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