El unilateralismo ha muerto. ?Vivan los mundos paralelos!

No es f¨¢cil analizar con mesura el pacto alcanzado por el PSOE y Junts. Quienes lo celebran, parecen olvidar la urticaria que genera la ret¨®rica independentista y las consecuencias que eso tendr¨¢ en el futuro. M¨¢riam Mart¨ªnez-Bascu?¨¢n acertaba este viernes al recoger ¡°el v¨¦rtigo de situarnos ante un proc¨¦s eterno¡± que provoca el documento. Y quienes lo condenan parecen olvidar, a su vez, la urticaria opuesta. La que genera el mensaje apocal¨ªptico de la derecha, a la que se le va enganchando el aguilucho a la espalda mientras desfila por un t¨²nel del tiempo rumbo a un pasado que no existe.

Los optimistas hablan como si al terminarse un problema no estuviera empezando otro, y pronostican un regreso a la gobernabilidad y el marco constitucional. Los pesimistas, una fractura. Y alg¨²n amigo inc¨®modo me preguntaba: ¡°?No hay alg¨²n sitio donde manifestarse sin fachas?¡±. Porque ahora mismo y si esto es un traje, los independentistas est¨¢n tirando de una manga (el PSOE) como los ultraderechistas tiran de la otra (el PP), como si no necesit¨¢ramos vestirnos de cuerpo entero.

El proc¨¦s ha alimentado a las derechas, que a su vez han alimentado al independentismo en un c¨ªrculo vicioso que vuelve a cobrar fuerza ante el triunfalismo de Puigdemont, que impone su relato y que avisa de que condicionar¨¢ la legislatura al avance de los acuerdos bajo un verificador internacional. Ni m¨¢s ni menos.

Solo el tiempo dir¨¢ si esta rotonda en la que estamos conducir¨¢ a una nueva era de gobernabilidad que implique a todos o a una mayor polarizaci¨®n, pero el sistema sufre una gran fatiga de materiales. Desde que el bipartidismo vol¨® por los aires, el sistema electoral conduce c¨ªclicamente al bloqueo o a situaciones ag¨®nicas que, sin duda alguna, seguir¨¢n siendo rutina. El sistema judicial tambi¨¦n est¨¢ para ir a talleres. Y la capacidad para forjar consensos es urgencia nacional.

La mayor parte de los pa¨ªses de nuestro entorno viven bajo la tensi¨®n de una sola l¨ªnea divisoria, la ideol¨®gica: las distintas gradaciones de la izquierda, el centro y la derecha. Pero Espa?a suma otra m¨¢s, que es la que aportan el nacionalismo perif¨¦rico y el espa?ol como factor de divisi¨®n, algo as¨ª como el regreso a las cavernas. La complejidad es m¨¢xima y las cuerdas se estiran en todas las direcciones. Muchos estamos agotados. Y ese v¨¦rtigo de un proc¨¦s eterno que define Bascu?¨¢n se suma a todas las dem¨¢s fracturas.

El independentismo alimenta a los ultras y viceversa, dec¨ªamos. La pregunta entonces es: ?qui¨¦n nos alimenta a quienes queremos calma y modernidad? Porque el unilateralismo puede haber muerto, pero, a cambio, bienvenidos al universo de los mundos paralelos.