La ¡®Bideneconom¨ªa¡¯ no funciona
Con Clinton, George W. Bush y Obama, EE UU sirvi¨® de ancla para el resto del mundo al absorber el exceso de ahorro de la econom¨ªa globalizada. La del actual presidente es una pol¨ªtica para que EE UU se beneficie a costa de los dem¨¢s
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La Clintoneconom¨ªa fue el ¨²ltimo modelo de pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense que tuvo ¨¦xito y, como pol¨ªtica, funcion¨® para Estados Unidos y para muchos otros pa¨ªses que la probaron. A Tony Blair y Gordon Brown les dio resultados. Los principales pilares de la Clintoneconom¨ªa eran la estabilizaci¨®n macroecon¨®mica, la liberalizaci¨®n del comercio mundial, la reforma del bienestar y la liberalizaci¨®n econ¨®mica. Esta ¨²ltima fue demasiado lejos. Pero como paquete, funcion¨®.
Sin embargo, la Bideneconom¨ªa no est¨¢ funcionando como pol¨ªtica, ni siquiera para Joe Biden. El ¨²ltimo sondeo de The New York Times y el Siena College muestra que Donald Trump supera a Biden en cinco de los seis Estados bisagra m¨¢s importantes. La idea central de la Bideneconom¨ªa era volver a dar poder econ¨®mico al Cintur¨®n de ?xido, pero los Estados del cintur¨®n manufacturero se decantan por Trump.
Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, citaba como primer objetivo de la Bideneconom¨ªa la inversi¨®n de la tendencia al vaciado de la base industrial estadounidense. Este relato reverbera con fuerza en las c¨¢maras de eco pol¨ªticas del centroizquierda europeo. Rachel Reeves, la portavoz de Econom¨ªa laborista, alaba lo que ella denomina un consenso global incipiente a favor de una pol¨ªtica industrial m¨¢s fuerte, un Estado m¨¢s activo y el friendshoring, la vinculaci¨®n de las cadenas de suministro entre pa¨ªses amigos, alej¨¢ndolas de China.
Aparte de los 550.000 millones de d¨®lares de inversi¨®n en infraestructuras y la ley de empleo, no hay mucho en el programa de la Bideneconom¨ªa que pueda funcionar para el Partido Laborista o para cualquier otro partido en Europa.
El vaciado de las bases industriales lleva varias d¨¦cadas produci¨¦ndose en el Reino Unido y en muchos pa¨ªses occidentales, con la excepci¨®n de Alemania y Jap¨®n. Fue el resultado de la liberalizaci¨®n del comercio y de la especializaci¨®n econ¨®mica en sectores como el financiero.
La de Alemania es una historia aleccionadora sobre las consecuencias pol¨ªticas de apoyar a la industria contra viento y marea. Alemania necesitaba gas m¨¢s barato, por lo que vendi¨® su alma a Vlad¨ªmir Putin. El resultado fueron los gasoductos Nord Stream en el mar B¨¢ltico, causa de muchas fricciones pol¨ªticas incluso antes de que Putin invadiera Ucrania. Los gasoductos rusos y la dependencia de China fueron el precio que Alemania pag¨® para garantizar su competitividad industrial. Tambi¨¦n tuvo que introducir dolorosas reformas por el lado de la oferta para contener los salarios.
La pol¨ªtica m¨¢s importante del Gobierno de Biden, admirada tambi¨¦n por Reeves, es la Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n. No tiene nada que ver con el aumento del nivel de precios, sino que pretende atraer a las empresas extranjeras a Estados Unidos mediante grandes subvenciones. Su prioridad son las tecnolog¨ªas que reducen las emisiones de carbono y la mejora de la atenci¨®n sanitaria. El coste total estimado es de unos 300.000 millones de d¨®lares (unos 276.000 millones de euros) en una d¨¦cada.
La contrapartida de estos programas ha sido una expansi¨®n fiscal masiva. El est¨ªmulo fiscal combinado durante la pandemia de los gobiernos de Trump y de Biden ascendi¨® a cinco billones de d¨®lares (unos 4,6 billones de euros). El ¨²ltimo informe Perspectivas de la econom¨ªa mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) sit¨²a el d¨¦ficit estadounidense de este a?o en el 8,2% de la producci¨®n econ¨®mica y pronostica m¨¢s de un 7% tanto para 2024 como para 2025.
La Clintoneconom¨ªa y la Bideneconom¨ªa constituyen opuestos exactos: consolidaci¨®n macroecon¨®mica frente a gasto deficitario; deslocalizaci¨®n frente a relocalizaci¨®n; desregulaci¨®n frente a reregulaci¨®n. Pero la diferencia m¨¢s importante es que la Bideneconom¨ªa no puede exportarse. No todos podemos atraer a las empresas de los dem¨¢s quit¨¢ndoselas a base de subvenciones masivas y esperar que nos vaya mejor. Esto es, globalmente, un juego de suma cero.
Si el Reino Unido y otros pa¨ªses europeos intentaran jugar al mismo juego, saldr¨ªan perdiendo. Al Reino Unido posterior al Brexit le ir¨ªa mejor si cosechara los beneficios de sus especializaciones, en lugar de imitar los modelos econ¨®micos de otros.
Afortunadamente, Reeves no emula las irresponsables pol¨ªticas macroecon¨®micas del Gobierno de Biden. Estados Unidos se encuentra en una posici¨®n ¨²nica para incurrir en grandes d¨¦ficits gracias al papel del d¨®lar como principal divisa mundial. Pero no es una pol¨ªtica sin costes. Mantendr¨¢ la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s m¨¢s altos durante m¨¢s tiempo. De momento, funciona. Pero lo m¨¢s importante es que solo funciona para Estados Unidos.
Con Clinton, George W. Bush y Barack Obama, Estados Unidos sirvi¨® de ancla para el resto del mundo al absorber el exceso de ahorro de la econom¨ªa globalizada. En cambio, la Bideneconom¨ªa es una pol¨ªtica para que Estados Unidos se beneficie a costa de los dem¨¢s, muy similar a las doctrinas econ¨®micas basadas en la competitividad de Alemania y China.
El Reino Unido siempre ha sido una versi¨®n en miniatura del antiguo Estados Unidos. Ha registrado d¨¦ficits por cuenta corriente y se ha especializado en servicios, como las finanzas, y en campos de alta tecnolog¨ªa, como las vacunas y la tecnolog¨ªa financiera. El Reino Unido no estaba tan obsesionado con su competitividad como Alemania.
La base de la Bideneconom¨ªa es la reindustrializaci¨®n, el aspecto que Reeves est¨¢ ansiosa por reproducir. Pero es m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo. La industria requiere de mano de obra altamente cualificada, formada en procesos industriales especializados. ?De d¨®nde vienen estas personas?
Los alemanes saben un par de cosas sobre lo que se necesita para garantizar un flujo de personal cualificado para la industria. Hasta ellos lo est¨¢n pasando mal. Ahora intentan remedar una parte espec¨ªfica de la Bideneconom¨ªa con un coste masivo: las subvenciones a los semiconductores. La Ley de Chips y Ciencia aprobada por el Congreso estadounidense el a?o pasado es un programa de 280.000 millones de d¨®lares (unos 257.600 millones de euros) para relocalizar la producci¨®n de semiconductores, inteligencia artificial, rob¨®tica y computaci¨®n cu¨¢ntica.
Alemania tambi¨¦n ha empezado a subvencionar a los fabricantes de chips: 10.000 millones de euros a Intel y 5.000 millones a Infineon. Nunca un Gobierno alem¨¢n hab¨ªa subvencionado con semejante cantidad a una sola industria en tan poco tiempo. Una respuesta mejor a las presiones en la cadena de suministro habr¨ªa sido diversificar los proveedores, en lugar de gastar miles de millones en conseguir que estos produzcan en el pa¨ªs.
Pase lo que pase en las elecciones de 2024, no alterar¨¢ b¨¢sicamente el rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense. Gran parte de la Bideneconom¨ªa es una continuaci¨®n filtrada de lo que Trump hab¨ªa iniciado en 2017: la guerra comercial contra China y la relocalizaci¨®n industrial mediante incentivos fiscales. La raz¨®n por la que estas pol¨ªticas no son exportables a otros pa¨ªses es que van dirigidas contra ellos.
La Clintoneconm¨ªa y la Bideneconom¨ªa reflejan dos filosof¨ªas contrapuestas de pol¨ªtica econ¨®mica, el enfoque globalista frente al mercantilista, o lo que es lo mismo, salir ganando todos o salir ganando uno y perdiendo los dem¨¢s. Para una econom¨ªa mediana y abierta como la brit¨¢nica, la Clintoneconom¨ªa funcion¨®. La Bideneconom¨ªa es veneno puro.
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