Los estudiantes no leen lo que escribimos
No veo ninguna posibilidad de que la actual generaci¨®n de j¨®venes acabe convirti¨¦ndose en lectora de peri¨®dicos como lo hicieron las generaciones j¨®venes anteriores
Por primera vez desde que tengo uso de raz¨®n, los medios de comunicaci¨®n tradicionales y los estudiantes est¨¢n en bandos opuestos en una gran disputa en materia de pol¨ªtica exterior. La raz¨®n por la que los universitarios de todo el mundo occidental se han puesto del lado de los palestinos en la guerra de Gaza tiene mucho que ver con lo que leen y ven. Pecar¨ªamos de complacientes si reduj¨¦ramos este fen¨®meno a las redes sociales. Los j¨®venes viven en un universo medi¨¢tico diferente al nuestro. No cuenta con tanto personal como nuestros medios tradicionales, pero es mucho m¨¢s vivo y activo. Tambi¨¦n se ha vuelto m¨¢s maduro y estable desde el punto de vista comercial.
Yo era demasiado joven como para acordarme de las protestas estudiantiles de finales de la d¨¦cada de 1960, pero s¨¦ que las noticias de los medios de comunicaci¨®n sobre la guerra de Vietnam fueron una importante fuente de informaci¨®n para los manifestantes. En la Alemania Occidental de finales de la d¨¦cada de 1970, el tema de indignaci¨®n en mi ¨¦poca estudiantil era el apoyo de Estados Unidos a las dictaduras latinoamericanas. Eso tambi¨¦n proven¨ªa de las noticias que le¨ªamos en los peri¨®dicos. Los medios de comunicaci¨®n eran la fuente m¨¢s importante de la educaci¨®n geopol¨ªtica de mi generaci¨®n. No es casualidad que muchos estudiantes activistas de aquella ¨¦poca se dedicaran profesionalmente al periodismo. El periodismo era la prolongaci¨®n del movimiento de protesta por otros medios. Los escritores que yo le¨ªa entonces eran John Pilger y Philip Knightley. El libro de Knightley, The First Casualty [La primera v¨ªctima] fue, para m¨ª, el referente por antonomasia de c¨®mo los gobiernos utilizaban a los periodistas en su propaganda de guerra.
Como los gobiernos modernos empiezan a descubrir, ya no controlan el mensaje, porque se ha abierto una nueva esfera medi¨¢tica que apenas conocen, y controlan menos a¨²n.
No es que los medios de comunicaci¨®n tradicionales hayan apoyado necesariamente las protestas estudiantiles en el pasado. Pero tampoco se opusieron a ellas de manera organizada. Quiz¨¢ una de las razones fuera que, a diferencia de hoy, los estudiantes en aquel entonces eran lectores.
En Alemania tiene lugar actualmente una caza de brujas contra cualquiera que profiera la m¨¢s m¨ªnima cr¨ªtica al apoyo incondicional del Gobierno alem¨¢n a Israel. Un grupo de m¨¢s de 300 acad¨¦micos de varias universidades de Berl¨ªn firmaron una carta defendiendo su derecho democr¨¢tico y el de sus estudiantes a la libertad de expresi¨®n. ¡°En vista del anunciado bombardeo de Rafah y del empeoramiento de la crisis humanitaria en Gaza, la urgencia de las preocupaciones de los manifestantes tambi¨¦n deber¨ªa resultar comprensible para quienes no comparten todas sus reivindicaciones concretas o no consideran adecuada la forma de acci¨®n elegida¡±, escrib¨ªan.
Bild, el peri¨®dico sensacionalista de gran tirada, los caricaturiz¨® como agitadores que odian a Israel. Pr¨¢cticamente todas las noticias del resto de los medios de comunicaci¨®n alemanes sobre esta carta se centraron en la reacci¨®n horrorizada de un ministro del Gobierno. Entre los firmantes de esa carta se encontraba un eminente historiador del antisemitismo en Alemania, que acab¨® siendo retratado tambi¨¦n como antisemita.
No creo que los viejos medios de comunicaci¨®n ganen este pulso. Necesitan a los j¨®venes m¨¢s que los j¨®venes a ellos. No veo ninguna posibilidad de que la actual generaci¨®n de j¨®venes acabe convirti¨¦ndose en lectora de peri¨®dicos como lo hicieron las generaciones j¨®venes anteriores.
Una conversaci¨®n con mi hijo mayor sobre los prejuicios en los medios de comunicaci¨®n me record¨® el abismo que existe entre las actitudes de los diferentes medios. No fue hasta pasados cinco minutos de la conversaci¨®n cuando me di cuenta de que ¨¦l hablaba de las redes sociales. Su generaci¨®n las llama medios, sin adjetivo calificativo. Cuando hablan de peri¨®dicos, cosa que casi nunca hacen, los llaman medios de comunicaci¨®n tradicionales. No solo somos viejos, sino que ya estamos muertos.
Cuando pregunt¨¦ a un peque?o grupo de alumnos de primero de una universidad brit¨¢nica si alguno de ellos le¨ªa peri¨®dicos o ve¨ªa informativos en la televisi¨®n, no hab¨ªa ni uno solo que lo hiciera. Aunque ninguno de ellos le¨ªa peri¨®dicos ni ve¨ªa las noticias de la noche, estaban informados de lo que ocurr¨ªa en el mundo. Ser¨ªa una falacia condescendiente pensar que los j¨®venes est¨¢n desinformados solo porque no leen lo que nosotros leemos. Y a¨²n m¨¢s condescendiente es pensar que lo superar¨¢n y acabar¨¢n haci¨¦ndolo.
Las redes sociales no solo ofrecen una puerta de entrada diferente a las noticias, sino tambi¨¦n a noticias diferentes. Basta con ir a X, antes Twitter, y buscar Gaza. All¨ª encontramos todas las im¨¢genes sin filtrar que no se pueden ver en los medios tradicionales. Hay buenas razones para que las cadenas de televisi¨®n oculten los rostros de los muertos. Pero crean distancia emocional. Si uno es joven y ve por primera vez im¨¢genes no filtradas de ni?os moribundos, el efecto puede ser profundo.
El universo medi¨¢tico en el que viven los j¨®venes no solo es diferente del nuestro, sino que tampoco es el mismo que hace cinco a?os. La caracter¨ªstica de un medio de comunicaci¨®n libre no es la libertad de decir lo que uno quiere, sino hacerlo de manera profesional. El periodismo no es un pasatiempo. Lo mismo puede decirse de las formas alternativas de periodismo. Se ha vuelto m¨¢s maduro.
El nuevo universo informativo alternativo est¨¢ ocupado por emprendedores period¨ªsticos que utilizan diversos formatos informativos: podcasts y entrevistas, transmisiones de v¨ªdeo en directo y documentales informativos. Lo que tienen en com¨²n es que producen material que los telespectadores y los lectores de peri¨®dicos rara vez llegan a ver. No puedo elaborar una lista representativa de aquello en lo que se centran las protestas estudiantiles. Una tendencia que observo es la de periodistas establecidos que abandonan sus medios de comunicaci¨®n para crear sus propias empresas de noticias. Un ejemplo reciente es el del locutor estadounidense Mehdi Hasan, que cre¨® su propio sitio web de noticias, Zeteo, despu¨¦s de que se cancelara la emisi¨®n de su programa de los domingos por la noche en MSNBC. Hasan ofrece ahora una perspectiva del conflicto de Oriente Pr¨®ximo diferente de la que pod¨ªa dar en la televisi¨®n convencional. Hay muchos prejuicios ocultos que se esconden bajo el manto de la objetividad en los medios de comunicaci¨®n tradicionales. Zeteo y otras nuevas empresas de noticias son descaradamente tendenciosas. Cuando uno est¨¢ acostumbrado a los presentadores bien peinados de las noticias de la noche, es probable que este material le parezca burdo. Pero ah¨ª reside su especial atractivo.
La tecnolog¨ªa desempe?a un papel importante. Algunos de los nuevos periodistas pol¨ªticos proceden del mundo tecnol¨®gico. El inter¨¦s de los medios tradicionales por la tecnolog¨ªa suele limitarse a las rese?as sobre los ¨²ltimos dispositivos o a los lamentos sobre la inteligencia artificial.
Una de las megaestrellas del sector tecnopol¨ªtico es Lex Fridman, ingeniero inform¨¢tico, presentador de programas sobre tecnolog¨ªa y prol¨ªfico entrevistador de pol¨ªticos y l¨ªderes tecnol¨®gicos. Con casi cuatro millones de seguidores en Youtube, ha sido pionero en un nuevo estilo de entrevista que me costar¨ªa comparar con nada que haya visto en los medios de comunicaci¨®n tradicionales. El ritmo es lento. Las entrevistas pueden durar hasta dos horas y media. Eso no se encuentra en la BBC.
La tecnolog¨ªa est¨¢ convirti¨¦ndose en una herramienta period¨ªstica cada vez m¨¢s importante. Hace poco me sorprendi¨® la historia de un reportero de investigaci¨®n de Bellingcat, un sitio web que se define como un colectivo de investigaci¨®n independiente, y que consigui¨® localizar a un terrorista alem¨¢n que llevaba 30 a?os en la lista de personas buscadas gracias a un programa de reconocimiento facial.
Bellingcat es otro de estos medios informativos de la era moderna, a caballo entre el mundo de los medios alternativos y el de los establecidos. Una de sus grandes primicias fue el descubrimiento de un ataque con gas nervioso Novichok contra Alex¨¦i Nalvalni, el l¨ªder prodemocr¨¢tico ruso, en 2020. Pero Billingcat es tan implacable con Rusia como lo es con Israel. Uno de sus art¨ªculos de portada de esta semana era un informe sobre los abusos de las Fuerzas de Defensa de Israel, en el que se citaba a uno de sus miembros diciendo que se hab¨ªan vuelto adictos a las explosiones. Otro art¨ªculo trata de la crisis humanitaria en Gaza. Bellingcat no es convencional. Pero es un medio informativo profesional.
Los medios tradicionales siguen teniendo m¨¢s recursos, pero est¨¢n en declive. Cuando las ventas de peri¨®dicos en papel empezaron a caer en la primera d¨¦cada de este siglo, las ventas en internet compensaron inicialmente el declive. A menudo se caricaturizaba a los peri¨®dicos como una licencia para imprimir dinero. El sector operaba en un doble oligopolio en el mercado de lectores y en el de anunciantes. Tanto unos como otros pod¨ªan elegir libremente entre un pu?ado de cabeceras rivales, pero no ten¨ªan ad¨®nde ir fuera del c¨¢rtel. El cartel ha dado paso a una industria competitiva con escasas barreras de acceso.
Las ventas en internet de peri¨®dicos tambi¨¦n han empezado a disminuir. El Centro de Investigaci¨®n Pew, con sede en Washington, se?alaba que entre el primer trimestre de 2021 y el de 2022 el n¨²mero medio mensual de visitantes ¨²nicos a los sitios web de los 50 principales peri¨®dicos estadounidenses disminuy¨® un 20%, pasando de 11 millones a 9. Las ventas de peri¨®dicos en papel han ca¨ªdo dos tercios desde sus a?os de apogeo en la d¨¦cada de 1980.
El informe 2023 Digital News Report, publicado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, conten¨ªa un par de observaciones sorprendentes sobre el divorcio entre los j¨®venes y los antiguos medios de comunicaci¨®n. En 2015, la proporci¨®n de personas que acced¨ªan directamente al sitio web de un medio informativo era de algo m¨¢s del 50% para todos los grupos de edad. A finales del a?o pasado, esa proporci¨®n hab¨ªa ca¨ªdo al 24% entre los j¨®venes de 18 a 24 a?os, mientras que se mantuvo sin cambios entre los adultos mayores.
Otra tendencia importante es la elecci¨®n de lo que se evita. Entre quienes se declaraban evitadores selectivos de noticias, el tema que el a?o pasado ocupaba el primer lugar en la escala de evitaci¨®n entre los lectores brit¨¢nicos era Ucrania. En el informe se afirmaba: ¡°Tambi¨¦n es sorprendente observar la ambivalencia, y posiblemente la fatiga, sobre la guerra en Ucrania en todas las cadenas. A pesar de la importancia del tema, encontramos niveles m¨¢s bajos de atenci¨®n en comparaci¨®n con los temas divertidos, la pol¨ªtica nacional o incluso las noticias sobre negocios y econom¨ªa¡±.
Otro detalle inesperado es que la evitaci¨®n activa de las noticias sobre Ucrania era mayor en los pa¨ªses m¨¢s cercanos al conflicto. Esto nos dice que la desconexi¨®n entre la clase pol¨ªtica y los j¨®venes es tan grande en Europa del Este como en Occidente.
El Gobierno de Joe Biden tambi¨¦n lucha por mantener el apoyo pol¨ªtico a su pol¨ªtica exterior entre una generaci¨®n joven que sabe al instante lo que est¨¢ ocurriendo tras un bombardeo israel¨ª. No es lo mismo que la noticia principal del d¨ªa sea un videoclip de un ni?o moribundo o un reportaje sobre un funcionario de alto rango del Gobierno estadounidense esforz¨¢ndose por explicar la pol¨ªtica del presidente respecto a Israel. Los departamentos de medios de comunicaci¨®n de la Casa Blanca y de otros gobiernos occidentales se dirigen a los medios tradicionales, pero ya no llegan a un segmento importante de sus votantes.
En los medios tradicionales podemos expresar nuestra indignaci¨®n por las protestas en la Universidad de Columbia, o por las cartas escritas por acad¨¦micos en apoyo de sus alumnos. Podemos burlarnos de los estudiantes o, lo que es peor, ofrecerles nuestra simpat¨ªa condescendiente. Pero lo m¨¢s probable es que ni siquiera escuchen lo que decimos. Hablamos para nosotros mismos.
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