Shakespeare en Catalu?a
De la pol¨¦mica surgir¨¢ una reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica que no satisfar¨¢ a nadie, pero que al final ser¨¢ preferida por todos al r¨¦gimen actual
?Se aprovecha el nacionalismo catal¨¢n de la candidez (o de las ansias de sentarse en La Moncloa) de los grandes partidos para chupar la sangre de las venas del Estado?
A primera vista, eso parece y la en¨¦sima evidencia ser¨ªa el pacto entre socialistas y ERC para la financiaci¨®n singular. De los tiempos pret¨¦ritos de Gonz¨¢lez y Aznar a los presentes de S¨¢nchez y a unos futuros hipot¨¦ticos de Feij¨®o, la estabilidad del Gobierno de Espa?a se fundamenta en concesiones a la Generalitat de competencias y recursos, de todos los tama?os y colores. Pero, tras la marejada inicial de descontento en el resto de las autonom¨ªas, se pasa al ¡°y yo tambi¨¦n¡± y al reconocimiento privado de la labor pionera de Catalu?a. Por arte de magia, Catalu?a pasa de ser Marnie la ladrona a Robin Hood. Y el PP acaba defendiendo con u?as y dientes la autonom¨ªa fiscal, sobre todo para la Comunidad de Madrid.
Cierto es que ahora el plan de financiaci¨®n singular para Catalu?a ha recibido tirones de orejas, dentro y fuera de Espa?a, incluyendo la agencia Fitch, que lo calific¨® de negativo para las regiones que se benefician de los fondos de compensaci¨®n. Pero el plan es solo un esbozo, que, con m¨¢s o menos un 50% de probabilidades, no se materializar¨¢, pues el Gobierno y ERC no podr¨¢n convencer al resto de los socios de la mayor¨ªa parlamentaria de un cupo como el vasco para Catalu?a. No hay m¨²sicos suficientes en el Congreso para tocar el concierto fiscal catal¨¢n. Y, con otro aproximado 50% de posibilidades, del debate actual emerger¨¢ una reforma de ley de financiaci¨®n auton¨®mica que no satisfar¨¢ a nadie, pero que, tarde o temprano, ser¨¢ preferida por todos al r¨¦gimen actual, de 2009 y caducado desde hace a?os.
As¨ª, las coloridas hip¨¦rboles de unos y otros sobre la propuesta (el ¡°cupo separatista¡± que denuncia ahora Feji¨®o cuando hace un tiempo dec¨ªa que el concierto para Catalu?a se pod¨ªa ¡°plantear y discutir¡±; o el ¡°ser¨¢ algo bueno para todo el pa¨ªs¡± de los socialistas cuando, hasta anteayer, se opon¨ªan frontalmente) mutar¨¢n en los gris¨¢ceos cambios que proponen los expertos desde hace a?os. Y que se basan en la transparencia, tanto de la situaci¨®n de infrafinanciaci¨®n de las comunidades (la ciudadan¨ªa no sabe si su regi¨®n recibe m¨¢s o menos que las otras) como de las transferencias (?queremos un federalismo ¡°neoliberal¡± sin igualaci¨®n expl¨ªcita, como EE UU, o ¡°socialista¡± con nivelaci¨®n total, como Australia?). La financiaci¨®n singular ha tenido un comienzo desastroso, pero, como dir¨ªa Shakespeare, a buen fin no hay mal principio.
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