Un conflicto estancado: vivir el S¨¢hara desde la di¨¢spora
La comunidad saharaui en Espa?a observa a distancia lo que acontece en su pa¨ªs tras el reciente cese del alto al fuego con Marruecos, despu¨¦s de m¨¢s de cuatro d¨¦cadas esperando un cambio y con miles de familiares refugiados en el desierto de Tindouf
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Zuein Embarek Musa, de 33 a?os, dice llevar d¨ªas comiendo mal, durmiendo peor y fumando mucho. Est¨¢ pegada al tel¨¦fono, pendiente de las noticias que llegan desde el S¨¢hara Occidental, donde se encuentra parte de su familia. Tfarrah Hanafi, de 30, est¨¢ nerviosa y no es capaz de concentrarse en sus estudios. Ambas son amigas desde que se conocieron en una manifestaci¨®n a favor de la autodeterminaci¨®n del S¨¢hara. Sus voces denotan inquietud e incertidumbre, pero tambi¨¦n cierta esperanza. La di¨¢spora saharaui en Espa?a observa, atenta, la evoluci¨®n del cese del alto al fuego entre el Frente Polisario y las fuerzas marroqu¨ªes, plante¨¢ndose algunos, incluso, el volver a su pa¨ªs para colaborar.
Los abuelos de Hanafi viv¨ªan en Mehaires, una localidad situada en el noreste de los territorios liberados saharauis, entre el muro de separaci¨®n que construy¨® Marruecos cuando ocup¨® el territorio y la frontera con Mauritania. Tras el fin del alto al fuego entre el Frente Polisario y Marruecos el pasado noviembre, se tuvieron que marchar de su casa para mudarse a los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia). ¡°Aunque los ataques comenzaron al sur, en el Guerguerat, pronto se extendieron a lo largo de todo el muro y deb¨ªan irse de all¨ª; el Gobierno se los llev¨® primero a Mauritania para luego trasladarlos a Tindouf. Estuvimos cinco d¨ªas sin saber nada de su paradero, est¨¢bamos muy preocupados¡±, cuenta Hanafi. Tambi¨¦n Musa est¨¢ preocupada por sus familiares: algunos viven en los campamentos en medio del desierto; otros en las zonas ocupadas por Marruecos, y varios de sus t¨ªos se encuentran en el frente de batalla. ¡°Me da miedo recibir una llamada de mi t¨ªa dici¨¦ndome que no han sobrevivido¡±, asegura.
Me da miedo recibir una llamada de mi t¨ªa dici¨¦ndome que no han sobrevividoZuein Embarec Musa
Uno de los cuatro gatos con los que vive Musa camina por encima del sof¨¢, se sube a la mesa y pisotea su tel¨¦fono m¨®vil. Ella mira de vez en cuando hacia la pantalla, que se ilumina por instantes. ¡°Desde la comunidad saharaui en Espa?a nos apoyamos mutuamente, tenemos un grupo de WhatsApp a trav¨¦s del cual compartimos las noticias que nos llegan del terreno¡±, explica.
Desde el cese del alto al fuego, las informaciones provenientes de las partes involucradas son contradictorias. Basiri Lebsir, representante del Frente Polisario para Europa y la Uni¨®n Europea, asegura que s¨ª ha habido bajas marroqu¨ªes. No obstante, Rabat no ha confirmado ninguna y sigue guardando silencio sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el S¨¢hara Occidental. Seg¨²n la opini¨®n de Irene Fern¨¢ndez-Molina, profesora especialista en relaciones internacionales en el Sur Global de la Universidad de Exeter (Reino Unido), Marruecos le resta importancia a lo que acontece en el S¨¢hara ¡°para mantener el statu quo, ya que controla una gran parte del territorio¡±.
Algunos miembros de la familia materna de Hanafi vive en la ciudad de Smara, que se encuentra en los territorios ocupados por Marruecos. Cuando ella consigui¨® la nacionalidad espa?ola, viaj¨® all¨ª junto con su padre para visitar a su abuela por primera vez. ¡°Fue muy emocionante presenciar c¨®mo se reencontraban tras 38 a?os sin verse, pero tambi¨¦n fue duro sentir que esa se?ora me abrazaba con el cari?o de abuela a nieta y yo no pod¨ªa correspond¨¦rselo porque no lo sent¨ªa, no la conoc¨ªa de nada¡±, relata. En la actualidad, Marruecos controla el 80% del territorio.
Seg¨²n un informe realizado por la Fundaci¨®n Mundubat, la juventud saharaui que vive en los territorios ocupados est¨¢ constantemente sujeta a restricciones sobre d¨®nde puede moverse y bajo qu¨¦ circunstancias. En este documento analizan tambi¨¦n la criminalizaci¨®n de la expresi¨®n a favor de los derechos del pueblo saharaui en los territorios ocupados y aseguran que se pueden encontrar ¡°grupos de j¨®venes saharauis sujetos a juicios politizados y caracterizados por la falta de las garant¨ªas procesales, v¨ªctimas de tortura y de otras formas de maltrato¡±.
Fue duro sentir que esa se?ora me abrazaba con el cari?o de abuela a nieta y yo no pod¨ªa correspond¨¦rselo porque no la conoc¨ªa de nadaTfarrah Hanafi
Desde el cese del alto al fuego se han celebrado varias manifestaciones en apoyo al pueblo saharaui en distintas ciudades del Estado espa?ol. En una de las protestas organizadas en Santiago de Compostela, los manifestantes se dejaban la voz en c¨¢nticos de apoyo, animados, con las ansias de quien lleva esperando un cambio m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. Irene Fern¨¢ndez-Molina opina que el Frente Polisario, en lo referente a la ruptura del alto al fuego, no ha actuado de forma estrat¨¦gica, sino m¨¢s bien por una cuesti¨®n de ¡°desesperaci¨®n, des¨¢nimo y bloqueo diplom¨¢tico¡±. Hanafi dice no tener miedo, pero s¨ª siente mucha incertidumbre: ¡°No quiero aplaudir un acto b¨¦lico, pero prefiero haber llegado a este punto para que termine el sufrimiento de una poblaci¨®n que lleva 45 a?os esperando. Es la ¨²nica soluci¨®n que tenemos, sino para conseguirlo, por lo menos para intentarlo¡±.
El S¨¢hara Occidental aparece en la lista de Territorios no Aut¨®nomos o pendientes de descolonizar de las Naciones Unidas. Desde que en 1976, Espa?a, metr¨®polis del S¨¢hara Occidental, dejara el territorio en manos de Marruecos y Mauritania, incumpliendo el derecho internacional, muchos saharauis se han visto obligados a vivir en campamentos de refugiados en medio del desierto argelino. Actualmente, alrededor de 173.000 personas habitan en situaci¨®n de refugio prolongado en Tindouf. Musa naci¨® en uno de ellos, el de Auserd. Los nombres de estos asentamientos hacen alusi¨®n a ciudades del S¨¢hara ocupado: El Aaiun, Smara, Dajla y Auserd.
A los ocho a?os, Musa tuvo la oportunidad de trasladarse a Espa?a. Su madre, durante un embarazo complicado, pudo solicitar documentaci¨®n argelina para viajar por problemas de salud. Se recuper¨® en un pueblecito de C¨¢diz, donde ten¨ªa familia y, desde ah¨ª, reclamaron la nacionalidad, ya que conservaban la documentaci¨®n espa?ola de sus antepasados, los abuelos de Musa, que vivieron en el S¨¢hara Occidental, la llamada provincia 53. Musa nunca ha podido visitar ese lugar, en el que a¨²n tiene familia. Ella naci¨® y pas¨® parte de su infancia en Tindouf. ¡°Yo hab¨ªa idealizado, sobre todo gracias al esfuerzo de mi madre, lo que eran los campamentos. Volv¨ª all¨ª a los 18 a?os. Recuerdo que fue despu¨¦s de la temporada de lluvias y todo estaba destrozado. En ese momento, se me cay¨® la venda de los ojos y me di cuenta de lo que realmente significaban las palabras campamento de refugiados¡±, cuenta.
¡°Desde aqu¨ª me siento frustrada e impotente¡±
En la penumbra de una tarde lluviosa e invernal, bajo la t¨ªmida luz de una peque?a l¨¢mpara en su casa de Santiago de Compostela, Musa rememora, con ojos empa?ados, su infancia en ellos. Describe minuciosamente las casas de adobe y el cielo estrellado. ¡°A la hora del t¨¦, nos sent¨¢bamos todos juntos para contar historias de nuestra familia, de nuestras tribus, y tambi¨¦n de la guerra. Mi padre nos explic¨® c¨®mo se sinti¨® la primera vez que dispar¨® a un hombre durante el conflicto y c¨®mo le afectaron esas muertes durante muchos a?os¡±, recuerda. Ella tambi¨¦n fue narradora durante las tardes de t¨¦ cuando pudo volver, ya de adulta, a los campamentos: ¡°Les cont¨¦ c¨®mo son las playas aqu¨ª, los bosques; y tambi¨¦n les habl¨¦ de feminismo, del poder de la mujer, y de c¨®mo es vivir sola con cuatro gatos¡±, rememora entre risas.
La madre de Musa ha querido regresar ahora a Dajla, en los territorios ocupados, donde vive su madre, para que no est¨¦ sola y cuidarla. Y porque ¡°tem¨ªa los ataques de las fuerzas marroqu¨ªes a la poblaci¨®n saharaui en los territorios ocupados¡±. Su padre, antiguo coronel, se plantea unirse al frente de batalla. Musa y Hanafi, amigas, tambi¨¦n quieren retornar al pa¨ªs del que se tuvieron que ir de peque?as. Hanafi dice sentirse ¡°frustrada e impotente¡± desde su sof¨¢. Mientras, Musa, que es cocinera, agradece no tener que ir a trabajar estos d¨ªas por el cierre de la hosteler¨ªa en la ciudad: ¡°Yo soy muy meticulosa en mi trabajo, y soy consciente de que ahora mismo, con esta incertidumbre y nerviosismo, no podr¨ªa estar centrada¡±.
A medio plazo, planea tambi¨¦n volver al S¨¢hara. ¡°Me quiero ir, pero no para unirme al Ej¨¦rcito, sino para ayudar a las personas que se quedan atr¨¢s, para hacerles la comida y cantarles canciones a los ni?os¡±. El representante del Frente Polisario en Europa, Basir Lebsir, asegura recibir llamadas diarias de j¨®venes en la di¨¢spora manifestando su intenci¨®n de volver al S¨¢hara: ¡°Los j¨®venes est¨¢n hartos: han estudiado, luchado por un futuro y, ahora, si quieren volver a su pa¨ªs, tienen que depender de la ayuda humanitaria¡±.
Los j¨®venes saharauis est¨¢n hartos: han estudiado, luchado por un futuro y, ahora, si quieren volver a su pa¨ªs, tienen que depender de la ayuda humanitariaBasir Lebsir, representante del Frente Polisario en Europa
La espera y el estancamiento agotan. Desde mediados de 2019, el S¨¢hara no cuenta con un enviado especial de la ONU. ¡°Esto es la manifestaci¨®n m¨¢s palmaria del punto muerto en el que se encuentran los intentos de negociaci¨®n por parte de la ONU¡±, asegura Fern¨¢ndez-Molina. Seg¨²n informaciones que le han llegado a esta profesora por parte del equipo de Horst K?hler, antiguo enviado especial, Marruecos ha ido bloqueando todos los nombres que se han puesto sobre la mesa. ¡°Es una situaci¨®n muy an¨®mala. Esto significa que en el Consejo de Seguridad nadie da el paso de llevarle la contraria a Marruecos, que contin¨²a con su pol¨ªtica de l¨ªneas rojas, imponiendo cada vez m¨¢s sus condiciones¡±, explica Fern¨¢ndez-Molina. Para Lebsir, del Frente Polisario, los t¨¦rminos han cambiado desde el cese del alto al fuego: ¡°Hemos optado por la v¨ªa pac¨ªfica muchos a?os, pero ahora ya no nos conformamos con el statu quo. Hace meses ped¨ªamos un enviado especial de la ONU para el Sahara, ahora ya no es una necesidad, ya no es una reivindicaci¨®n del pueblo saharaui, porque nadie nos escuch¨® en su momento¡±.
Hanafi recalca que la comunidad saharaui s¨ª est¨¢ agradecida por el apoyo que reciben por parte de la ciudadan¨ªa espa?ola, pero se queja de la inacci¨®n e indiferencia del Gobierno. Irene Fern¨¢ndez-Molina explica que el Ejecutivo espa?ol ¡°no tiene ning¨²n margen de maniobra, ya que Espa?a prioriza las relaciones con Marruecos, sobre todo, a nivel de control migratorio y cooperaci¨®n antiterrorista o materia de seguridad¡±. Seg¨²n ella, cualquier m¨ªnimo incidente diplom¨¢tico relacionado con el S¨¢hara Occidental se traslada en un deterioro de las relaciones con Rabat: ¡°Quiz¨¢s afecta, por ejemplo, al control marroqu¨ª sobre las vallas de Ceuta y Melilla. Si no cambia esta forma de entender la pol¨ªtica exterior, esta obsesi¨®n con el control migratorio y la seguridad, es dif¨ªcil que Espa?a pueda ejercer alg¨²n tipo de presi¨®n sobre Marruecos¡±.
Desde el Frente Polisario, Lebsir declara que el futuro depende ahora de lo que ocurra en el campo de batalla. Sin embargo, Fern¨¢ndez-Molina cree que, si no sucede ning¨²n cambio a gran escala, el conflicto seguir¨¢ congelado. Mientras tanto, Musa y Hanafi repiten una y otra vez que viven el S¨¢hara con tristeza, orgullo, terror, incertidumbre y esperanza. Una mezcla de emociones que las acompa?a, otra vez, en pausa.
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