Transporte: el progreso pasa por compartir
Los servicios de bicicleta, motos o patinetes comunes han ido ganando adeptos. Pero el sustituto real al coche privado ser¨¢n los trayectos o veh¨ªculos compartidos
Las medidas de confinamiento y reducci¨®n de la movilidad impuestas para limitar la expansi¨®n del coronavirus tuvieron un impacto positivo en la mejora de la calidad del aire y la reducci¨®n del ruido en la ciudad. Del 16 al 22 de marzo, primera semana de confinamiento, en Barcelona se redujo el nivel de di¨®xido de nitr¨®geno (NO?) un 40 % y en Madrid un 56%.
Muchas ciudades ya hab¨ªan implementado medidas para disuadir el uso de veh¨ªculos privados. Por ejemplo, reduciendo los carriles de circulaci¨®n o implementando zonas de bajas emisiones que limitan la circulaci¨®n a los m¨¢s contaminantes.
Algunas, adem¨¢s, aprovecharon el periodo de confinamiento para acelerar cambios que ya hab¨ªan sido dise?ados previamente. Un ejemplo lo encontramos en Barcelona, con el proyecto de supermanzanas, dise?ado para devolver el espacio p¨²blico a los peatones, eliminando los coches aparcados en superficie y restringiendo la circulaci¨®n a veh¨ªculos motorizados.
Alternativas al automovil privado
En este contexto, los servicios de movilidad compartida aparecen como una buena alternativa al uso del coche privado; tanto los veh¨ªculos (moto, bicicleta o patinete) como los trayectos (ride-sharing o shared ride-hailing). La contrataci¨®n de estos servicios se hace a trav¨¦s del m¨®vil, conect¨¢ndose a una p¨¢gina web o baj¨¢ndose una aplicaci¨®n. Han surgido gracias al desarrollo de las tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n, internet y la irrupci¨®n de la econom¨ªa colaborativa.
Han surgido gracias al desarrollo de las tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n, internet y la irrupci¨®n de la econom¨ªa colaborativa
En los ¨²ltimos a?os, hemos visto c¨®mo los servicios de bicicleta, motos o patinetes compartidos iban ganando adeptos. Pero el sustituto real al coche privado ser¨¢n los trayectos en los que se comparte el veh¨ªculo. Existen dos modalidades: entre particulares (P2P) o de empresa a particular (B2C).
- Servicios P2P. Conocidos por el t¨¦rmino ingl¨¦s ride-sharing, el propietario del coche propone compartir, total o parcialmente, una ruta a cambio de una compensaci¨®n econ¨®mica. En Espa?a operan plataformas como Amovens o BlaBlacar, que gestionan el proceso y el pago a cambio de una comisi¨®n.
- Servicios B2C. Conocidos como shared ride-hailing, funcionan como taxis, pero compartiendo trayecto con otras personas. Los usuarios, a trav¨¦s de una plataforma, indican el destino y, si hay alg¨²n trayecto contratado cerca de este, se le propone compartir el trayecto y los costes del desplazamiento.
El shared ride-hailing puede reducir considerablemente el tr¨¢fico en la ciudad. Un estudio reciente muestra que el 98 % de la demanda de taxis en Nueva York se podr¨ªa cubrir con 2 000 veh¨ªculos con una capacidad para transportar 10 personas o con 3.000 veh¨ªculos con capacidad para cuatro. Esto significa que se necesitar¨ªa solo el 15% o el 22% de la flota actual, con autom¨®viles de 10 plazas o cuatro, respectivamente.
Por otro lado, si se integra el shared ride-hailing con el trasporte p¨²blico se puede ofrecer una opci¨®n de transporte eficiente en zonas de la ciudad donde la oferta de transporte p¨²blico no es adecuada. Tambi¨¦n se puede usar para acercar a los usuarios de barrios alejados hasta una parada de metro, tren o ferrocarril o para reforzar el servicio de transporte nocturno. Adem¨¢s, estos servicios son una forma ¨¢gil de incrementar la capacidad de trasporte en momentos de m¨¢xima demanda (salidas de conciertos, eventos deportivos¡).
M¨¢s econ¨®mico que tener coche
Los servicios basados en el uso compartido de un veh¨ªculo, ya sea por horas o minutos, tambi¨¦n se ofrecen en diferentes modalidades. Los coches de uso compartido (car-sharing) pueden ser de particulares, que los ponen a disposici¨®n de los usuarios a trav¨¦s de una plataforma (Drivy, Socialcar o Amovens) o de empresas.
Las empresas de car-sharing pueden ofrecer la posibilidad de recoger el coche en un punto y dejarlo en otro (free floating) o recogerlo y dejarlo en el mismo punto (station-based). La contrataci¨®n de estos servicios se hace a trav¨¦s de una plataforma o aplicaci¨®n, donde la persona debe registrar sus datos y la licencia para conducir. Una vez los documentos son validados por la compa?¨ªa, los servicios ya se pueden contratar. El pago corresponde al tiempo de uso o kil¨®metros recorridos.
Una de las ventajas de este servicio es el coste. Es m¨¢s barato contratar el servicio de car-sharing que comprar y mantener un coche que pasa cerca de un 95 % del tiempo aparcado. Adem¨¢s, el usuario no tiene que preocuparse por encontrar aparcamiento, ya que suelen existir acuerdos entre las empresas proveedoras del servicio y las que ofrecen aparcamientos.
Un estudio realizado en Estados Unidos, donde el uso de car-sharing est¨¢ m¨¢s introducido, muestra que cada coche compartido puede reducir la necesidad de 9 a 13 privados. Pero para que sea una alternativa viable a la compra de un autom¨®vil, el servicio debe estar operativo tanto dentro de la ciudad como entre ciudades y pueblos, de forma que el usuario pueda desplazarse a diferentes puntos sin tener que devolverlo en el mismo lugar en el que lo recogi¨®. En la mayor¨ªa de casos esto aun no es as¨ª.
Como hemos visto, los servicios de movilidad compartida pueden ser una alternativa al uso del veh¨ªculo privado, adem¨¢s de un refuerzo del transporte p¨²blico en zonas de la ciudad que no est¨¢n bien comunicadas. Pero se requiere que los servicios est¨¦n bien dimensionados y accesibles para que sean una alternativa atractiva. Pero tambi¨¦n es necesario un cambio de mentalidad de los usuarios de coches privados.
Aunque existe cierta controversia sobre si este tipo de servicios realmente van a eliminar autom¨®viles de la ciudad o si van a a?adir a¨²n m¨¢s, se puede decir que las dudas se disipar¨¢n a largo plazo, cuando estos servicios est¨¦n popularizados. De hecho, se estima que una reducci¨®n del 10% en el n¨²mero de autom¨®viles privados puede duplicar la demanda del transporte p¨²blico, por lo que los beneficios medioambientales ser¨¢n notables.
Finalmente, como hemos comentado, la contrataci¨®n de estos servicios se realiza, normalmente, a trav¨¦s del m¨®vil, por lo que solo los podr¨¢n utilizar las personas que tengan cultura digital, dispongan de un smartphone y una cuenta bancaria. Estos requisitos puede excluir a una parte de la poblaci¨®n (personas mayores o personas sin recursos financieros). Por lo tanto, si las ciudades apuestan por estos servicios para potenciar una movilidad m¨¢s sostenible, deber¨¢n garantizar que sean una opci¨®n factible para todos los ciudadanos.
Este art¨ªculo fue originalmente publicado en The Conversation.
Imma Ribas es profesora agregada en la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªa Industrial de Barcelona (ETSEIB), Universitat Polit¨¨cnica de Catalunya - BarcelonaTech.
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