Los mil frentes en la batalla contra las enfermedades de la pobreza
Una veintena de patolog¨ªas tropicales desatendidas, propias de los contextos m¨¢s pobres, han causado millones de enfermos. No se pueden erradicar sin tener en cuenta factores tan diversos como el cambio clim¨¢tico, la salud mental o el acceso a agua
Pongamos que es usted una mujer que vive en una zona rural de ?frica. Pongamos que un d¨ªa su brazo comienza a hincharse, luego aparece una herida y esta crece y crece, y duele y duele. Empieza a abrirse, supura, huele muy mal. Pronto es se?alada por sus vecinos, que la rechazan, fruncen el ce?o a su paso; nadie se le quiere acercar.
Pongamos que vive en un pa¨ªs donde ser pobre es lo habitual. Lo es usted y lo son las personas que le rodean, as¨ª como el pueblo en el que vive, donde no hay de nada: ni agua limpia para lavarse, ni un centro de salud donde le miren esa herida misteriosa que no es otra que una ¨²lcera de Buruli, una dolencia cut¨¢nea catalogada entre las llamadas enfermedades tropicales desatendidas o ETD. No es mortal y su cura es relativamente sencilla, pero para usted va a suponer todo un calvario: no solo le va a costar conseguir la medicaci¨®n adecuada en un contexto de miseria y desprovisto de servicios b¨¢sicos, es que tambi¨¦n todo su mundo se va a ver condicionado por esa dichosa llaga, que se agranda seg¨²n pasan los d¨ªas.
Esta situaci¨®n hipot¨¦tica es la realidad de millones de personas que padecen alguna las 20 ETD catalogadas por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. De ellas, la mitad afectan a la piel, como la lepra, la leishmaniasis cut¨¢nea, el pian y la mencionada ¨²lcera de Buruli. Debido al desagradable aspecto de las lesiones que estas patolog¨ªas producen, conllevan una carga extra de complicaciones que afectan a todos los ¨¢mbitos de la vida de los afectados: f¨ªsico, ps¨ªquico y socioecon¨®mico.
Evitar este paseo por los infiernos, o al menos minimizarlo lo que se pueda, es uno de los objetivos que persiguen quienes estudian el tratamiento y control de estas dolencias olvidadas. Pero acabar con ellas y con todas sus consecuencias no es una labor que se limite a encontrar un antibi¨®tico efectivo o una pastilla m¨¢gica que mate a la bacteria de turno. Hay que trabajar desde enfoques multidisciplinares teniendo en cuenta todos los planos de la vida de un enfermo que quedan da?ados de manera colateral. ¡°Los gobiernos tratan de combatir las ETD a trav¨¦s de servicios de salud, pero en los lugares donde son end¨¢micas hay otros recursos y servicios a los que las personas no tienen acceso¡±, explica Pedro Landim, experto en monitoreo de la ONG espa?ola Anesvad. ¡°Tener agua, carreteras, un psic¨®logo o facilidad de acceder a centros de salud sigue siendo un desaf¨ªo, y por eso hay que trabajar en que la gente pueda tener los m¨ªnimos necesarios¡±.
Las ETD tienen en com¨²n que son tratables y prevenibles, pero causan graves trastornos en la salud y en las condiciones socioecon¨®micas del enfermo. Y son, adem¨¢s, dif¨ªciles de erradicar hoy en d¨ªa porque, como afectan principalmente a ciudadanos pobres de pa¨ªses pobres, casi nadie invierte en investigarlas y por eso faltan diagn¨®sticos y tratamientos mejorados. Aunque no existe una financiaci¨®n global para combatirlas porque gran parte de las intervenciones nacionales son llevadas a cabo por los gobiernos a trav¨¦s de sus presupuestos destinados a Sanidad ¨Creforzados por donantes externos¨C, la OMS estima que har¨¢n falta unos 465 millones de euros durante el siguiente lustro para brindar apoyo normativo y t¨¦cnico a estos pa¨ªses.
En enero de 2021, la OMS aprob¨® una nueva Hoja de Ruta para la erradicaci¨®n de las ETD, que pretende, entre otras metas, que en 2030 se haya reducido un 90% el n¨²mero de personas que requiere atenci¨®n m¨¦dica por una o varias de ellas y para ello se apuesta por incluir los programas de control de estas patolog¨ªas en las actividades cotidianas de los sistemas de salud. Por eso, en los ¨²ltimos tiempos, organizaciones como Anesvad est¨¢n definiendo nuevas l¨ªneas de acci¨®n que se van a priorizar en sus estrategias sin perder de vista estas directrices, pero yendo un poco m¨¢s all¨¢. ¡°La Hoja de Ruta es el documento gu¨ªa. Luego, hay otros aspectos que no menciona tanto, como el derecho a la salud y la salud mental a lo que nosotros s¨ª prestamos atenci¨®n¡±, afirma Landim.
Entre las prioridades para luchar contra las enfermedades tropicales desatendidas est¨¢ mejorar el acceso a agua limpia, saneamiento e higiene para tratar las heridas y reducir la morbilidad
Una de las primeras cuestiones a tener en cuenta a la hora de plantear un enfoque integral en el control de las ETD es el medio ambiente. ¡°Especialmente desde la ¨¦poca de la industrializaci¨®n se han producido cambios en el clima, que ser¨¢n m¨¢s acusados en funci¨®n de los grados que aumente la temperatura¡±, alerta Mark Booth, profesor en la escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de Newcastle. ¡°No sabemos si en la COP26 que se est¨¢ celebrando ahora se conseguir¨¢ algo efectivo para que no aumente la temperatura m¨¢s de 1,5 grados¡±, plantea el experto. Pero s¨ª sabemos que los cambios en el clima tambi¨¦n modifican el comportamiento de vectores que transmiten enfermedades. ¡°Podemos comenzar a ver que las propias de climas tropicales, como la malaria o el dengue, [que transmiten mosquitos], empiezan a darse en lugares donde antes no exist¨ªan¡±.
Entre las prioridades en esta lucha est¨¢ mejorar el acceso a agua limpia, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en ingl¨¦s) para tratar las heridas y reducir la morbilidad relacionadas con las ETD, as¨ª como prevenir las discapacidades que causan males como la lepra, el pian, la sarna, la filariasis linf¨¢tica y la ¨²lcera de Buruli.
¡°El acceso a servicios de WASH seguros es clave para la prevenci¨®n, el control y la eliminaci¨®n de las ETD para 2030¡å manifiesta el doctor Christian Johnson, presidente de la Asociaci¨®n Internacional contra la Lepra. Este experto hace referencia a un c¨ªrculo vicioso que se crea cuando no se dan estas condiciones m¨ªnimas de salubridad. La falta de acceso a estos servicios produce contaminaci¨®n ambiental, lo que provoca un aumento de la exposici¨®n de las personas a infecciones que, a su vez, provocan patolog¨ªas que conducen a una estigmatizaci¨®n del enfermo, a su exclusi¨®n de la sociedad. Y se perpet¨²a ese ciclo de carencias.
Fisioterapia
Uno de los problemas a?adidos para pacientes de lepra o de ¨²lcera de Buruli son los da?os f¨ªsicos profundos que a veces requieren rehabilitaci¨®n. El fisioterapeuta Fabrizio Bonifacio conoci¨® por primera vez los efectos de esta enfermedad en Costa de Marfil en 2002, cuando Anesvad le plante¨® el reto de evitar las limitaciones y deformaciones que caracterizaban a estos pacientes. ¡°Pas¨® mucho tiempo antes de que la respuesta afirmativa a esta pregunta se volviera eficiente y operativa, y el apoyo para este proceso lleg¨® gracias al trabajo conjunto entre varios actores comprometidos en la lucha contra la ¨²lcera de Buruli¡±, explica.
Gracias a esta colaboraci¨®n, los trabajos para evitar la discapacidad y la rehabilitaci¨®n f¨ªsica se ha incluido como prioridad. ¡°La atenci¨®n ya no se centr¨® solo en los s¨ªntomas m¨¦dicos, sino tambi¨¦n en aspectos como el tratamiento, la prevenci¨®n, la evaluaci¨®n y las cuestiones econ¨®micas, sociales y de derechos humanos¡±, sostiene.
Estigma
¡°Es importante comprender la complejidad del estigma, un problema com¨²n en personas con enfermedades cut¨¢neas¡±, indica el doctor Wim H. van Brakel, director m¨¦dico de la organizaci¨®n Until No Leprosy Remains. Las dolencias m¨¢s visibles a nivel externo suelen conllevar una discriminaci¨®n asociada: el paciente es evitado por otros, pierde su autoestima, siente verg¨¹enza, encuentra dificultades para casarse o mantener su matrimonio, o para encontrar trabajo. Para van Brakel es imprescindible investigar las percepciones, creencias y temores sobre las ETD en las comunidades, los trabajadores sanitarios y las personas afectadas.
Este experto ha llevado a cabo diversas investigaciones en este campo y explica c¨®mo a trav¨¦s de c¨®mics, carteles, pancartas, folletos y SMS se buscaba sensibilizar, mejorar el conocimiento y las actitudes y, finalmente, facilitar un cambio de comportamiento a trav¨¦s del contacto directo o indirecto con los afectados. ¡°El objetivo era tambi¨¦n empoderar a los pacientes que participaban en las intervenciones¡±, cuenta. Estos, mediante su participaci¨®n en charlas y actividades con sus vecinos, o mediante v¨ªdeos en algunos casos, daban su testimonio y eso contribu¨ªa a mejorar su imagen, a normalizar su situaci¨®n. ¡°Las estrategias e intervenciones conjuntas para la reducci¨®n del estigma son posibles y deben probarse m¨¢s a fondo¡±, recomienda.
Salud mental
Y ahondando m¨¢s en la salud mental, tambi¨¦n es necesario centrarse en el bienestar de los enfermos m¨¢s all¨¢ de trastornos mentales espec¨ªficos, sobre todo cuando est¨¢n ingresados en un hospital. Las intervenciones en esta materia deben centrarse en conocer la jerarqu¨ªa de preocupaciones del paciente. ¡°Cada hospital deber¨ªa tener un cient¨ªfico social de la salud¡±, pide Mark Nichter, experto en antropolog¨ªa m¨¦dica, en referencia a profesionales que se encarguen de estos aspectos psicosociales del paciente. Nichter pone como ejemplo el valor que proporcionar una evaluaci¨®n psicosocial en el Hospital Allada, en Ben¨ªn. ¡°Los pacientes apreciaron mucho la oportunidad de hablar sobre sus problemas. A veces en grupos, otras veces en privado, porque algunos no se sent¨ªan c¨®modos discutiendo problemas personales frente a otros y valoraban las discusiones con un cient¨ªfico social que entend¨ªa su situaci¨®n y, cuando era necesario, pod¨ªa servir como intermediario cultural con el personal del hospital¡±, relata. ¡°Los pacientes encontraron terap¨¦utico el mero hecho de hablar sobre los problemas y la tranquilidad que sintieron durante el tratamiento fue muy valorada¡±.
El hecho de que recoger agua sea una labor de mujeres implica que ellas tengan mayor exposici¨®n a mosquitos transmisores de enfermedades
Otro de los puntos m¨¢s novedosos a tener en cuenta es el llamado ¡°dise?o de comportamiento¡±, del que puede hablar Manuel Armayones, director de Desarrollo del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya. Se trata de un conjunto de modelos te¨®ricos y t¨¦cnicas que pueden utilizarse para influir en la conducta humana. ¡°La aspiraci¨®n es reemplazar actitudes indeseables por otras deseables para promover la salud y el bienestar de acuerdo con la evidencia cient¨ªfica¡±, explica. Por ejemplo, fomentar h¨¢bitos saludables relacionados con la vacunaci¨®n para hacer que esta se vea como algo conveniente.
Tambi¨¦l el g¨¦nero es una cuesti¨®n relevante: ser mujer, como la hipot¨¦tica protagonista de este art¨ªculo, es un problema a?adido a la hora de padecer una ETD. Por ejemplo, el mero hecho de que recoger agua sea una labor de ellas implica que tengan mayor exposici¨®n a mosquitos transmisores de enfermedades. Tambi¨¦n tienen menos acceso a tratamientos que los hombres porque deben cuidar de los ni?os y dedicarse a una infinidad de tareas en el hogar; igualmente, el agunos pa¨ªses el g¨¦nero del ni?o puede influir en la decisi¨®n de los padres a la hora de destinar recursos para atenci¨®n m¨¦dica. En este sentido, la OMS recomienda incorporar la perspectiva de g¨¦nero en la planificaci¨®n y elaboraci¨®n de presupuestos, de planes de atenci¨®n m¨¦dica y en la evaluaci¨®n de resultados, por ejemplo.
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