Como mujer africana, estoy consternada por el retroceso del derecho al aborto y preocupada por sus consecuencias en el mundo
Las mujeres seguir¨¢n tratando de poner fin a los embarazos no deseados, sea legal o no. Las leyes restrictivas obligan a muchas a recurrir a m¨¦todos peligrosos
Este 24 de junio se produjo un movimiento sin precedentes por parte de Estados Unidos para limitar los derechos reproductivos de millones de mujeres de ese pa¨ªs. A ra¨ªz de una medida que lo enfrenta con la mayor¨ªa del resto del mundo, casi la mitad de su territorio tendr¨¢ unas leyes sobre el aborto comparables a las de El Salvador, Guatemala y Polonia, en los que la prohibici¨®n de interrumpir el embarazo es pr¨¢cticamente total.
No hace falta recordar la ¨¦poca anterior al litigio Roe contra Wade (el caso que legaliz¨® el aborto en Estados Unidos) para saber lo que esto significar¨¢ para las mujeres de EE UU. Los equipos que trabajan con leyes de aborto restrictivas presencian a diario las consecuencias de interrupciones del embarazo no seguras. Estas siguen siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo, y un estudio de la Universidad de Duke calcula que la abolici¨®n del fallo de 1973 podr¨ªa aumentar los fallecimientos relacionados con el embarazo en un 21% entre las mujeres estadounidenses en general, y en un 33% entre las de color.
Como mujer africana, conozco de primera mano las consecuencias de las pol¨ªticas restrictivas de la interrupci¨®n del embarazo. Cada a?o, 6,2 millones de mujeres en ?frica subsahariana recurren a un aborto inseguro, lo cual puede suponer un coste enorme.
Cada a?o, 6,2 millones de mujeres en ?frica subsahariana recurren a un aborto inseguro
Mujeres como Mary, que crecen en una zona rural de Zambia, no reciben ninguna educaci¨®n sexual y reproductiva. Mary ten¨ªa la ambici¨®n de convertirse en enfermera, pero un embarazo no planificado amenazaba su sue?o.
Aunque sobre el papel el aborto est¨¢ permitido bajo una amplia gama de situaciones legales, el estigma social y la escasez de m¨¦dicos capacitados impiden que muchas mujeres y ni?as accedan a una atenci¨®n segura. Como muchas mujeres en Zambia, Mary se acerc¨® a un herbolario tradicional de su pueblo donde le dieron un brebaje a base de hierbas. Desesperada por terminar con el embarazo, Mary agreg¨® ¨¢cido de bater¨ªa para acelerar el proceso.
Historias como esta son lo que me motivan cada d¨ªa a trabajar en el sector de la salud reproductiva y luchar por un mundo en el que la salud, la vida y el futuro de las mujeres y las ni?as no corran peligro por no poder acceder a una atenci¨®n m¨¦dica b¨¢sica. Aunque Mary vivi¨® para contarlo, otras no tienen tanta suerte. Sus historias me quitan el sue?o, pero tambi¨¦n hacen que me comprometa a¨²n m¨¢s a apoyar sus decisiones.
Alrededor del 45% de los abortos son inseguros, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), y la mayor¨ªa se realiza en pa¨ªses de bajos ingresos. En esos lugares, as restricciones legales, el estigma y los problemas de los sistemas sanitarios obligan a las mujeres a arriesgarse a recibir una atenci¨®n no segura. En los pa¨ªses con restricciones, los embarazos no deseados que acaban en aborto han aumentado de un 36% a un 50% en los ¨²ltimos 30 a?os.
Seg¨²n la OMS, alrededor del 45% de los abortos son inseguros, y la mayor¨ªa se realiza en pa¨ªses de bajos ingresos
Este hecho sirve como recordatorio de que las mujeres seguir¨¢n tratando de poner fin a los embarazos no deseados, ya sea el aborto legal o no, y de que las leyes restrictivas solo obligan a muchas a recurrir a m¨¦todos peligrosos.
La anulaci¨®n de Roe contra Wade seguramente infundir¨¢ nuevos ¨¢nimos a las bien financiadas y vociferantes redes antiabortistas que ya se extienden por todo el mundo. En Estados Unidos, las organizaciones cristianas de derechas dedican unos 280 millones de d¨®lares al a?o a atacar el aborto y los derechos LGBTQIA en todo el mundo. Estos ricachones ayudan a exportar manuales de estrategia dise?ados por los grupos antiaborto que financian y apoyan a testaferros locales en lugares como Uganda, Zambia y Nigeria. Esto incluye a mujeres que se oponen al derecho a decidir, que se hacen pasar por personas que buscan ayuda y se comunican con nuestras cl¨ªnicas semanalmente, perdiendo tiempo y recursos.
Pero no cesaremos en nuestro empe?o de proteger el derecho fundamental de las mujeres a la elecci¨®n reproductiva. Sabemos que estamos en el lado correcto de la historia, y que Estados Unidos est¨¢ llamado a convertirse en una excepci¨®n en materia del derecho a abortar.
En los ¨²ltimos 30 a?os, solo tres pa¨ªses han restringido el acceso al aborto, mientras que casi 60 han eliminado las barreras -incluso algunos donde parec¨ªa inimaginable, desde Argentina e Irlanda, hasta Ben¨ªn y M¨¦xico-. A medida que el movimiento por los derechos de las mujeres de la Marea Verde se extiende por Am¨¦rica Latina, impulsando un cambio hacia pol¨ªticas progresistas en cuanto a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo en Argentina, Colombia, M¨¦xico y Chile, es posible que las mujeres estadounidenses crucen la frontera para acceder a una atenci¨®n m¨¦dica reproductiva legal y segura en M¨¦xico.
La reacci¨®n a favor del derecho a decidir desencadenada por la decisi¨®n de la Corte Suprema ha sido una llamada de atenci¨®n para los defensores de los derechos reproductivos. Espero que los movimientos surgidos a partir de este oscuro momento inspiren a personas de todo el mundo a alzar la voz y desafiar el statu quo. Y espero que avancemos hacia un futuro en el que mujeres como Mary puedan acceder a servicios de aborto seguros, sin obst¨¢culos y como un derecho humano fundamental.
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