So?ar y sentir esperanza desde la favela de Ciudad de Dios
El activista social Jota Marques habla sobre su trabajo en una de las barriadas m¨¢s conocidas de R¨ªo de Janeiro
Jota Marques (30 a?os) inmigr¨® de la provincia de Esp¨ªritu Santo a R¨ªo de Janeiro, ambas en Brasil, con solo 20 a?os para instalarse en Ciudad de Dios o CDD, como coloquialmente es conocida. ¡°Buscaba una mejor vida. Llegu¨¦ sin referencias y me involucr¨¦ en el Movimiento Nacional de los Ni?os de Calle¡±, cuenta visiblemente cansado. Llevaba dos m¨®viles sonando constantemente y dos noches sin dormir, gestionando conflictos.
El d¨ªa de la entrevista ven¨ªa de mediar un conflicto familiar. A un joven menor de edad lo hab¨ªan echado de su casa por meterse en l¨ªos. Como consejero tutelar, Jota Marques fue advertido de la situaci¨®n y entr¨® en contacto con el chico. Luego de conversar con ¨¦l para buscar una soluci¨®n, este logr¨® quedarse en un albergue para menores de edad de Ciudad de Dios.
Conocida como una de las favelas m¨¢s conflictivas de R¨ªo de Janeiro, CDD conquist¨® fama internacional por la pel¨ªcula Cidade de Deus en 2002. Sus primeros habitantes llegaron en los a?os sesenta, trasladados desde otras barriadas de zonas m¨¢s tur¨ªsticas de R¨ªo. Seg¨²n el ¨²ltimo censo del Instituto Brasilero de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica (IBGE 2010), hoy hay 36.515 residentes, pero organizaciones locales calculan que en realidad son m¨¢s de 60.000. ¡°La mayor¨ªa son trabajadores humildes que pasaron a vivir a horas de distancia del trabajo¡±, confirma Marques.
Jota Marques es hijo de una empleada dom¨¦stica. Aunque curs¨® los grados de Publicidad y luego de Pedagog¨ªa, no los concluy¨®. Actualmente, es un reconocido l¨ªder local, educador, realizador de proyectos sociales y activista social. ¡°En nuestra organizaci¨®n social gestionamos el saneamiento b¨¢sico, las consecuencias de la pandemia, los maltratos, la formaci¨®n profesional, la soberan¨ªa y salud alimentarias, y educamos¡±, cuenta. Estas iniciativas salen adelante gracias a la uni¨®n y colaboraci¨®n de la comunidad, pero tambi¨¦n al apoyo de donaciones internacionales y del Movimiento Sin Tierra, el mayor movimiento social del mundo. Asegura que ni el Estado, ni las empresas o grandes ONG los apoyan. ¡°Venden empoderarnos y meritocracia. ?Falacias! Necesitamos presencia activa en los centros de poder¡±, comenta.
Desde los proyectos de sostenibilidad se difunde con frecuencia el empoderamiento de las personas. Pero en realidad, cuesta mucho esfuerzo lograr que los inversores distribuyan el poder con las comunidades que dicen querer ayudar. ¡°[Los inversores] deciden unilateralmente qu¨¦, c¨®mo y cu¨¢ndo hacer, sin realmente conocer la realidad, acercarse o escuchar a las personas¡±, afirma Marques. Al final, la eficiencia de las inversiones y los tan publicitados impactos tienden a ser limitados. Adem¨¢s, los inversores pierden un valor irremplazable: la oportunidad de construir confianza con una sociedad esc¨¦ptica en cuanto a sus proyectos de sostenibilidad.
¡°Venden empoderarnos y meritocracia. ?Falacias! Necesitamos presencia activa en los centros de poder¡±
Para llegar a CDD desde Leme, al sur de R¨ªo de Janeiro, tuve que hacer un viaje en tres autobuses. Sin aire acondicionado y con un calor abrumador, el conductor del tercer autob¨²s, perplejo, me dec¨ªa: ¡°No vayas all¨ª¡±. No era para menos: al bajar del veh¨ªculo rend¨ª explicaciones a las fuerzas de poder locales y sent¨ª su poder. Esta forma de experimentar la vida local ¨Ctal y como es¨C conecta y construye confianza con las comunidades, permite aprender conocimientos locales y el contexto, de esta manera se contribuye a originar proyectos de sostenibilidad m¨¢s aut¨¦nticos y eficientes.
Para Marques, existen dos problemas globales y centrales para la sostenibilidad: la ilusoria idea de la meritocracia y la falta de representatividad y representaci¨®n social en la arena pol¨ªtica y esferas p¨²blicas. Las personas que el sistema formal suele calificar como de bajo estrato socioecon¨®mico objetivamente no tienen sus ideas, culturas o intereses representados donde se decide la manera de vivir y convivir como sociedad. Jailson de Souza, Jorge Barbosa y Marcus Faustini, intelectuales de las periferias pobres de R¨ªo, reflexionan sobre tem¨¢ticas relacionadas en O Novo Carioca (El nuevo carioca, 2012). Daniel Markovits, profesor de derecho y director en la Universidad de Yale, analiza la trampa de la meritocracia en The Meritocracy Trap (La trampa de la meritocracia).
¡°Las empresas maximizan lucro, desgravan impuestos, o los evaden en para¨ªsos fiscales, destruyendo la esperanza de sostenibilidad de cualquier sistema. Desconfiamos de las empresas¡±, dice este l¨ªder comunitario. Seg¨²n cree, la raz¨®n de esta desconfianza est¨¢ en parte en que las compa?¨ªas no buscan conocer los contextos del mundo, sino usar las iniciativas y las personas como propaganda de la sostenibilidad o del mercado de consumo. ¡°Invierten en proyectos de sostenibilidad cortos, aunque la transformaci¨®n social requiere de plazos largos. Los consejeros delegados y los directivos buscan maximizar poderes, sus sueldos, bonos y riqueza de forma inmediata. Para ello, necesitan pobreza, desigualdad y crisis. As¨ª engendran miedo y dependencia, explotan m¨¢rgenes, controlan y perpet¨²an poderes. Las personas no importamos, pero como la deshumanizaci¨®n pasa factura, est¨¢ de moda vender que se ponen en el centro¡±, explica.
No obstante, Marques nunca ha sido invitado a eventos de sostenibilidad, y los considera insostenibles, con discursos vac¨ªos y unilaterales. ¡°Las universidades s¨ª me invitan a eventos. Pero me siento como una rata de laboratorio estudiada, no como un pensador. Adem¨¢s, ellos, aqu¨ª, pr¨¢cticamente no vienen. Falta inter¨¦s por lo humano. Ni siquiera nos comparten las conclusiones de sus investigaciones sobre nosotros.¡±
En el futuro quiero poder tener esperanza en el futuro. Anoche algunos agentes estaban aqu¨ª con fusiles, granadas, pero saben que aqu¨ª no hay criminalidad. As¨ª, mir¨¢ndole a la muerte desde tu cama, es dif¨ªcil so?ar y sentir esperanza
Como analiza una investigaci¨®n de la Universidad de Oxford, parte de la comunidad acad¨¦mica reconoce ese distanciamiento, desde el conocimiento cient¨ªfico, del conocimiento popular. Sin embargo, desde perspectivas pr¨¢cticas esa lejan¨ªa produce proyectos de sostenibilidad ineficientes; mientras que desde perspectivas acad¨¦micas forma l¨ªderes que no adoptan genuinamente criterios sociales y medioambientales en sus decisiones.
¡°En el futuro quiero poder tener esperanza en el futuro. Anoche algunos agentes policiales estaban aqu¨ª [delante de su casa] con fusiles, granadas, etc¨¦tera, pero saben que aqu¨ª no hay criminalidad. Persegu¨ªan intereses turbios. As¨ª, mir¨¢ndole a la muerte desde tu cama, es dif¨ªcil so?ar y sentir esperanza. Pero racionalmente la tengo: Las favelas, como CDD, tienen que acceder a los centros de poder.¡± Reconocer la realidad, aunque sea dura, es un principio fundamental para encontrar soluciones aut¨¦nticamente sostenibles.
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