Los ¨²ltimos piripkura
En unos d¨ªas caduca la ordenanza que protege el territorio de este pueblo no contactado de la codicia de quienes explotan la selva. La autora, investigadora de Survival, reproduce su encuentro con una de las ind¨ªgenas, Rita, quien clama desde lo m¨¢s profundo de la Amazonia brasile?a para que su comunidad no acabe aniquilada
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¡°Vamos. Quiero ense?aros una cosa¡±, me dijo Rita con se?as cuando est¨¢bamos sentadas a la orilla de un r¨ªo en la linde del territorio ind¨ªgena piripkura, en la Amazonia occidental brasile?a. Nos pusimos en marcha: ella y su marido, Aripan, cuatro agentes de protecci¨®n territorial del departamento de asuntos ind¨ªgenas del gobierno brasile?o y yo. Caminamos y caminamos. Navegamos entre las ra¨ªces de los ¨¢rboles, cruzando arroyos y cortando ramas para abrirnos camino, admirando las lianas y la selva cada vez m¨¢s densa. Una selva testigo de muchas generaciones de gesti¨®n experta por parte de sus protectores ind¨ªgenas, as¨ª como de los cr¨ªmenes m¨¢s terribles contra esos guardianes de la naturaleza.
Avanzamos a veces en zigzag y otras en l¨ªnea recta. Rita sab¨ªa exactamente por d¨®ndesqueiba. ¡°Esta es tierra piripkura. Es mi tierra¡±, dec¨ªa. ¡°Mi madre, mi hermana, mi padre, mi madre, mi hermano y yo vivimos aqu¨ª¡±.
Rita me pregunt¨® si hab¨ªa visto ciertas clases de cortezas y si hab¨ªa o¨ªdo hablar del pez bod¨®, que construye su guarida en hoyos que cava en el lecho de aguas poco profundas. Su acertado conocimiento de lo que podr¨ªa ser desconocido para personas de fuera, a pesar de ser tan familiar para ella, fue resultado de su salida de la selva donde naci¨®.
Cuando naci¨® Rita, los piripkuras, eran ind¨ªgenas no contactados. Evitaban el encuentro con gente de fuera y aprovechaban todo lo que la selva les ofrec¨ªa: pescaban, cazaban, recolectaban frutas y miel, y dorm¨ªan en tapiris, refugios hechos de fibras vegetales.
Rita acab¨® teniendo contacto con personas no ind¨ªgenas y fue llevada a un rancho local donde la obligaron a trabajar de manera forzada
Pero su tierra ya llevaba d¨¦cadas siendo invadida: a finales del siglo XIX, los extractores de caucho de la regi¨®n cazaban a los piripkuras y, a partir de los a?os cuarenta, los madereros y acaparadores de tierras comenzaron a invadir la regi¨®n. Trajeron consigo, junto con su codicia por las riquezas de la selva, sus armas de fuego, alterando para siempre la vida de este pueblo hasta casi exterminarlo.
¡°Los madereros vinieron y talaron este bosque. Mi abuela me dijo: ¡®?Los hombres blancos est¨¢n talando los ¨¢rboles!¡¯ Y nosotros dejamos de cazar por all¨ª¡±. Para los invasores, los piripkuras eran un obst¨¢culo inconveniente. Por eso, los atacaban y disparaban, estando constantemente sobre ellos. ¡°Los blancos llegaron de madrugada¡±, me cont¨® Rita recordando uno de los ataques. ¡°Mataron a nueve de mis familiares.¡±
Para salvarse de estos ataques se vieron forzados a vivir huyendo. ¡°Mi familia vino aqu¨ª, al otro lado del r¨ªo. Utilizaron un ¨¢rbol jatob¨¢ para construir una canoa. Era de madrugada. Estaba muy oscuro. Hab¨ªa muchos mosquitos, soplaba un viento fuerte, el r¨ªo ven¨ªa bravo¡±. Rita apuntaba al norte, sur, este y oeste, para ilustrar los constantes desplazamientos de su pueblo: su estrategia de supervivencia.
En este contexto de invasiones en la tierra de los piripkuras, Rita acab¨® teniendo contacto con personas no ind¨ªgenas y fue llevada a un rancho local donde la obligaron a trabajar de manera forzada. A?os despu¨¦s, luego de ser liberada, se cas¨® con su actual esposo, Aripan, del pueblo ind¨ªgena karipuna.
Ella es la ¨²nica piripkura que tiene contacto regular con personas no ind¨ªgenas. Dos de sus parientes que sobrevivieron a estos ataques siguen aislados en la selva: ¡°Ahora, mi hermano [Baita] se encuentra all¨ª [en la selva], y Tamandua, mi sobrino¡±. Adem¨¢s de Baita y Tamandua, se cree que hay m¨¢s piripkuras que sobreviven en el territorio, refugiados en lo m¨¢s profundo del bosque.
Seguimos caminando hasta que llegamos a nuestro destino. Entonces Rita nos mostr¨® un tapiri abandonado, construido por Baita y Tamandua: su hogar temporal hasta que se fueron muy lejos a otra parte de la selva. Nos mostr¨® orgullosa d¨®nde habr¨ªan hecho fuego para cocinar y calentarse por la noche, y d¨®nde habr¨ªan dormido. Quer¨ªa que vi¨¦ramos esta prueba de la existencia de sus parientes, para que se lo pudi¨¦semos ense?ar a personas de todo el mundo, para dar fuerza a su llamamiento por la supervivencia de su pueblo.
Los pueblos ind¨ªgenas no contactados son los pueblos m¨¢s vulnerables del planeta. Cuando sus tierras est¨¢n protegidas, prosperan, pero si su selva no se mantiene intacta, no pueden sobrevivir. La Constituci¨®n de Brasil y el derecho internacional estipulan que las tierras de ind¨ªgenas no contactados deben ser oficialmente demarcadas y protegidas, pero la demarcaci¨®n del territorio piripkura qued¨® paralizada por presiones pol¨ªticas en inter¨¦s de poderosos ganaderos.
Los pueblos ind¨ªgenas no contactados son los pueblos m¨¢s vulnerables del planeta. Cuando sus tierras est¨¢n protegidas, prosperan, pero si su selva no se mantiene intacta, no pueden sobrevivir.
Actualmente est¨¢ en vigor una Ordenanza de Protecci¨®n Territorial que protege legalmente este territorio. Esta ordenanza hace ilegal la entrada de invasores y es un instrumento clave para salvaguardar esta tierra y su gente hasta que se complete el proceso de demarcaci¨®n. Sin esta protecci¨®n, los piripkuras podr¨ªan ser aniquilados.
Pero esto no basta. La presi¨®n sobre su territorio es cada vez mayor: animados por la ret¨®rica racista y la pol¨ªtica genocida del presidente Bolsonaro para intentar abrir los territorios de los pueblos ind¨ªgenas no contactados, los madereros los est¨¢n invadiendo impunemente. Im¨¢genes por sat¨¦lite muestran que en 2020 la selva de los piripkuras fue deforestada m¨¢s que cualquier otro territorio de ind¨ªgenas no contactados de Brasil.
Adem¨¢s, la Ordenanza de Protecci¨®n Territorial expira este 18 de septiembre. Pol¨ªticos y ganaderos anti-ind¨ªgenas est¨¢n ejerciendo presi¨®n para que no se renueve y para tener amplio acceso a la explotaci¨®n del lugar
Otros seis territorios ind¨ªgenas est¨¢n legalmente protegidos por ordenanzas similares, que en total cubren un mill¨®n de hect¨¢reas de la selva amaz¨®nica. Pero las que resguardan a los jacare¨²ba/katawixis, los ituna itat¨¢s y los pirititis tambi¨¦n van a expirar en los pr¨®ximos meses.
Rita conoce bien los impactos catastr¨®ficos causados por la invasi¨®n de los territorios de pueblos ind¨ªgenas no contactados. Reflexionando sobre la situaci¨®n de sus parientes con una combinaci¨®n de angustia y de compromiso inquebrantable por ayudarles a sobrevivir, me dijo: ¡°Hay invasores por aqu¨ª. Temo que puedan matarles. Si lo hacen, no quedar¨¢ nadie¡±.
Sus palabras apremiantes deber¨ªan escucharse en todo el mundo. La presi¨®n internacional sobre el gobierno brasile?o para que proteja debidamente esta selva tiene una gran oportunidad de que funcione. Si no se hace nada, innumerables pueblos ind¨ªgenas no contactados podr¨ªan ser aniquilados. Por eso, llamo a unirnos a la lucha de Rita, por los piripkuras, por los pueblos ind¨ªgenas y por toda la humanidad.
Sarah D. Shenker es investigadora de Survival.
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