El bi¨®logo que analiza los ovarios de los mosquitos para prevenir la malaria en Venezuela
Melfran Herrera es especialista en control de insectos transmisores de enfermedades con m¨¢s de 20 a?os de experiencia y trabaja con M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en el estado de Sucre, al noreste de Venezuela, donde se ha conseguido disminuir el paludismo en un 80%
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Como si de un detective se tratara, pero en vez de parapetado con una lupa, Melfran Herrera (Casanay, Venezuela, 1970) cuenta con unas botas altas de lluvia, un traje de camuflaje para adentrarse en pantanos y lagunas y un gran cuenco de metal con el que pescar larvas como armas principales para su investigaci¨®n contra la malaria. Y por supuesto, con un microscopio. Con ¨¦l estudia a la hembra del mosquito Anopheles, que es la que contagia esta enfermedad. Y a sus ovarios. Los saca, con mucho cuidado, para ver si ha puesto huevos o no. Y saber as¨ª si es ya un ejemplar ¡°viejo¡±. ¡°Estudiamos esta parte de su cuerpo porque podemos determinar la edad del insecto. Si se han reproducido hasta tres veces, eso significa que tiene ocho o nueve d¨ªas, por lo que ha alcanzado la suficiente edad como para haber picado a alguien infectado con malaria y ser capaz de transmitirla¡±, explica este bi¨®logo, detalladamente, al tel¨¦fono desde la oficina de M¨¦dicos sin Fronteras (MSF) en Car¨²pano (Venezuela).
Herrera, con m¨¢s de 20 a?os de experiencia en entomolog¨ªa y an¨¢lisis de insectos transmisores de enfermedades infecciosas como el paludismo, trabaja desde 2018 como supervisor de Control Vectorial con M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en el estado de Sucre, al noreste de Venezuela. La organizaci¨®n internacional sanitaria apoya al Programa Nacional de Malaria de la Direcci¨®n Regional de Salud Ambiental en esta regi¨®n para disminuirla en una de las zonas del pa¨ªs con mayor incidencia.
El paludismo, que mata cada a?o a m¨¢s de 400.000 personas en el mundo, estaba controlado en Venezuela desde la d¨¦cada de los sesenta, pero hace unos a?os reapareci¨® de nuevo con fuerza. Desde 2017 los n¨²meros se han triplicado hasta alcanzar el mill¨®n de infectados en 2019, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). As¨ª se convirti¨® en la regi¨®n m¨¢s afectada de Latinoam¨¦rica, con especial incidencia en el noroeste del pa¨ªs, en el estado de Sucre, donde Herrera y su equipo trabajan. En 2019 se registraron 8.566 casos en esta ¨¢rea, mientras que en 2021 se informaron de 1.641 durante el mismo per¨ªodo, lo que ha conseguido reducir la incidencia en un 80%, seg¨²n un estudio interno de MSF. ¡°Son cifras verdaderamente significativas donde el trabajo y la constancia han rendido sus frutos. Gracias a una estrategia adecuada basada precisamente en el an¨¢lisis cient¨ªfico¡±, detalla, contento, el investigador.
Desde 2017 los casos de malaria en Venezuela se triplicaron hasta alcanzar el mill¨®n de infectados en 2019, seg¨²n datos de la OMS
La estrategia de la que presume Herrera comienza mucho antes de posar sus ojos en un microscopio y estudiar los ovarios del mosquito Anopheles. Para llegar hasta ah¨ª, el equipo que supervisa el bi¨®logo, con casi 40 personas a su cargo, se encarga de todo el proceso, paso a paso. Adem¨¢s de los 30 fumigadores que trabajan repartidos por las siete comunidades del estado de Sucre ¡ªYaguaraparo, Coicual, Putucual, Guaca, Ca?o Aj¨ªes, Agua Clarita y San Vicente¡ª otras ocho personas se dedican a la vigilancia entomol¨®gica de los ejemplares y en su estudio. Su an¨¢lisis comienza por ubicar los posibles criaderos de estos insectos, lo que implica ir a ca?os y lagunas cercanas a las poblaciones donde hay casos de malaria; de all¨¢ recolectar muestras de agua y confirmar si hay larvas y en qu¨¦ densidad.
Lo siguiente es visitar las distintas comunidades afectadas para atrapar a los mosquitos, con la intenci¨®n de estudiarlos. ¡°Hemos descubierto que el 70% de ac¨¢ pican fuera de la vivienda, por lo que sabemos que las mosquiteras no son una herramienta tan efectiva como en algunas regiones de ?frica¡±, explica el cient¨ªfico. ¡°As¨ª que cuando realizamos prevenci¨®n en las comunidades no las entregamos de manera masiva, sino solo a las familias con ni?os y embarazadas y donde sabemos que hay m¨¢s insectos que entran a picar al interior de las casas cuando la gente duerme¡±, a?ade el entom¨®logo, que desde que era un ni?o sent¨ªa pasi¨®n por los insectos. Su hermana mayor, tambi¨¦n bi¨®loga de profesi¨®n, aunque especializada en bot¨¢nica, fue qui¨¦n le dio el ¨²ltimo empuj¨®n para dedicarse a ello. ¡°Me encanta que mis investigaciones y sus resultados mejoren la calidad de vida de mis compa?eros y de mis paisanos¡±, asegura Herrera.
Gracias a este trabajo en terreno, y a trav¨¦s de lo que el an¨¢lisis de un mosquito puede contar a este grupo de cient¨ªficos, se puede definir mejor cu¨¢l es la aplicaci¨®n m¨¢s adecuada de biolarvicidas en las aguas estancadas. Adem¨¢s, les ayuda a conocer cu¨¢les son los mejores horarios de fumigaci¨®n y qu¨¦ t¨¦cnicas, y c¨®mo, en definitiva, reducir el n¨²mero de infectados por la malaria. ¡°En 2009 solo tuvimos 350 casos y eso nos hizo pensar que pod¨ªamos emular la erradicaci¨®n que se vivi¨® en los a?os sesenta del siglo XX con el doctor Gabald¨®n. Mi meta es poder volver a esos 350 casos y llegar a cero en Sucre¡±, cuenta.
En 2009 solo tuvimos 350 casos y eso nos hizo pensar que pod¨ªamos emular la erradicaci¨®n que se vivi¨® en los a?os sesenta del siglo XX con el doctor Gabald¨®n. Mi meta es poder volver a esos 350 y llegar a cero en Sucre
Pero este equipo y este trabajo no ha sido el ¨²nico ni el primero para Herrera en el ¨¢mbito de la lucha contra la malaria. Desde que se licenciara en biolog¨ªa en la Universidad de Oriente (UOD) y realizara su tesis sobre los depredadores naturales de los mosquitos, el cient¨ªfico trabaj¨® casi dos d¨¦cadas en el departamento p¨²blico de salud de malariolog¨ªa. ¡°No es la especialidad que elegir¨ªan la mayor¨ªa de mis colegas, pero creo firmemente en que las instituciones p¨²blicas tienen que contar con personal preparado y con pasi¨®n por lo que hacen; as¨ª no estar¨¢n condenadas a ser ineficientes¡±, reflexiona.
Con la mirada puesta en el pr¨®ximo mosquito que le toque analizar a trav¨¦s del microscopio, Herrera, a sus 51 a?os, ya se siente preparado, con ¡°toda una vida de experiencias m¨¢s all¨¢ de las ense?anzas de los libros¡±, para dedicarse a la docencia en su especialidad. ¡°Es una pasi¨®n que me importa demasiado¡±, asegura. ¡°Algunos de mis amigos me dicen que por qu¨¦ si mi padre criaba vacas, yo me dedico a criar mosquitos, si es que el kilo de insecto cotiza mejor¡±, se r¨ªe divertido. Herrera transmite humildad a trav¨¦s de su tono de voz sosegado cuando cuenta los entresijos de su profesi¨®n. Confiesa que ejercer¨ªa igual que hasta ahora aun sin remuneraci¨®n y abunda en otra idea m¨¢s sobre la importancia de la formaci¨®n: ¡°Me gustar¨ªa dejarle un buen legado a las nuevas generaciones, en un pa¨ªs donde, por razones obvias, faltan muchos t¨¦cnicos. Creo que la mejor inversi¨®n est¨¢ en el capital humano que se podr¨ªa formar y que podr¨ªa levantar este pa¨ªs y darle un futuro¡±.
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