Kotto-Maka: ¡°Hollywood y Silicon Valley son culturas predadoras¡±
El pol¨ªtico y actor camerun¨¦s, que empez¨® su carrera en Francia y termin¨® siendo ministro de Cultura de Quebec, vuelve a su continente natal a proponer una cooperaci¨®n cultural africana integrada por talentos de todos los pa¨ªses
Que ?frica sea un pa¨ªs, al menos para tener una ¨²nica liga continental de cine, es lo que propone L¨¦opold-Marcel Kotto-Maka (Duala, Camer¨²n, 61 a?os) a los asistentes a su clase magistral sobre ¡®El potencial cinematogr¨¢fico sub explotado de los imaginarios africanos¡¯. Lo hace en el marco de la 16? edici¨®n del Festival Internacional de Cine Transsahariano de Zagora, en Marruecos, celebrada entre el 11 y el 15 de noviembre, de la que lo han nombrado presidente de honor. Por lo que el actor ha venido, por primera vez, al luminoso valle del r¨ªo Draa (al sur de la cordillera del Atlas), a encontrarse con compa?eros de oficio que escriben, dirigen o act¨²an en pel¨ªculas y series africanas.
Su larga carrera de int¨¦rprete se ha desarrollado entre Francia y Canad¨¢, pa¨ªses en los que nunca ha dejado de proclamar su africanidad, buscando reflejar en las pantallas una parte de la sensibilidad y las vidas de los migrantes. Fue, precisamente, en ese camino de la representaci¨®n, cuando el actor tom¨® la bifurcaci¨®n de la carrera pol¨ªtica, que lo llev¨® a convertirse en el primer hombre africano que ocupaba un esca?o en el parlamento federal canadiense (2004-2008); luego fue diputado en la Asamblea Nacional de Quebec (2008-2018) y, finalmente, ministro de Cultura y Comunicaci¨®n (2012-2014) de Montreal, con el gobierno de Pauline Marois.
¡°La primera ministra me torci¨® el brazo para que la acompa?ara¡±, comenta, sonriendo, acerca de ese ciclo pol¨ªtico que ya termin¨®, pero del que no se arrepiente, porque ¡°nunca fue un asunto de ego, sino del hacer com¨²n¡±. Como extranjero en Canad¨¢, Maka sinti¨® que deb¨ªa despejar el camino para otros como ¨¦l: fueron 14 a?os de ¡°sacerdocio¡± (tal como lo define), tras 25 a?os de carrera actoral.
Estudiar con los jesuitas en territorio colonial franc¨¦s
Nacido en 1961, en el albor de la independencia de un Camer¨²n que no dejaba de estar tutelado, Maka agradece lo que le dej¨® su paso por el colegio religioso franc¨¦s: ¡°Con su rebeld¨ªa habitual, los jesuitas eran m¨¢s abiertos que el resto de las autoridades coloniales y nos obligaban a estudiar nuestra propia historia¡±, a trav¨¦s de voces y poetas africanos. Aquello le ayud¨® a adquirir una consciencia de su pertenencia, algo que los alumnos de los institutos p¨²blicos ten¨ªan m¨¢s dif¨ªcil, ya que en ellos se segu¨ªa impartiendo la historia oficial del colonialismo. La educaci¨®n puede ser ¡°una f¨¢brica¡± de lo que se quiera contar, aclara.
La educaci¨®n puede ser ¡°una f¨¢brica¡± de lo que se quiera contar
Con 18 a?os lleg¨® a Francia para cursar Derecho y Ciencias Pol¨ªticas, pero en el camino se le cruz¨® el teatro y termin¨® estudiando arte dram¨¢tico en la prestigiosa escuela Cours Florent, por la que han pasado las estrellas m¨¢s brillantes de la escena francesa. Esa fue la raz¨®n por la que abandon¨® el Derecho y por la que su padre le cort¨® los v¨ªveres. Hoy, Maka r¨ªe cuando recuerda aquellos duros tiempos, en una habitaci¨®n min¨²scula, sin calefacci¨®n, en Par¨ªs.
A finales de la d¨¦cada del 80, cuando su carrera francesa ya hab¨ªa despegado, otro atajo se abri¨® frente a sus ojos: el escritor haitiano Dany Laferri¨¨re ¡ªresidente en Montreal, Canad¨¢¡ª le ofreci¨® protagonizar la adaptaci¨®n de su novela superventas C¨®mo hacer el amor con un negro sin cansarse. Y entonces parti¨® a Canad¨¢, para interpretar a Bouba, un aspirante a fil¨®sofo bastante vago que comparte apartamento con un amigo escritor que no pasa del primer cap¨ªtulo, en una obra que habla, con mucho humor, del sempiterno racismo en Am¨¦rica del Norte.
Revoluci¨®n tranquila esperando a los africanos
La vida en la provincia franc¨®fona canadiense, cuyos habitantes reniegan de lo que tiene que ver con la aplanadora cultural angl¨®fona, le ha hecho a Maka pensar en esa ¡°revoluci¨®n tranquila¡± que a los quebequenses les ha posibilitado ¡°desprenderse progresivamente¡± de lo que les asfixia. Incluso ¡°los nativos, perseguidos hasta la muerte por la monarqu¨ªa brit¨¢nica, tambi¨¦n encuentran en los ciudadanos de Quebec una comprensi¨®n diferente frente a la hegemon¨ªa anglosajona¡±, aclara.
¡°?Queremos volvernos todos estadounidenses?¡±, se pregunta el int¨¦rprete camerun¨¦s. Porque, en efecto, advierte, ¡°Hollywood y Silicon Valley son culturas predadoras¡±. Adem¨¢s, recuerda que ¡°la industria del cine es la segunda en importancia despu¨¦s de la armament¨ªstica en Am¨¦rica del Norte¡± y que ¡°su inter¨¦s no se centra ¨²nicamente en la difusi¨®n de un mensaje ideol¨®gico¡±, ya que ellos ¡°invierten porque ganan¡±.
El mundo monocrom¨¢tico no es inspirador
Si no queremos nadar en ¡°el l¨ªquido amni¨®tico de los otros, de las mayor¨ªas del mundo¡±, debemos ejercer ¡°pol¨ªticas de resistencia para preservar la diversidad¡±, proclama, frente a un auditorio africano. Para Maka, podr¨ªamos ver un paralelismo en el f¨²tbol, un terreno en el que ?frica no ha ganado ninguna copa del mundo y en el que nada impide so?ar con ¡°un solo equipo continental, imbatible, compuesto de jugadores de todas las naciones¡±. Su propuesta, pues, parte de la idea de que, en el cine y en el ¨¢mbito de la oferta audiovisual de las plataformas, se podr¨ªa hacer algo as¨ª, con una selecci¨®n de talentos locales y de la di¨¢spora.
En este sentido, Maka destaca mecanismos como la excepci¨®n cultural que pudo gestionar la naci¨®n franc¨®fona de Quebec ante la Unesco, a principios de este siglo, para establecer ayudas p¨²blicas y cuotas de mercado para sus productos. De esta manera se pueden ¡°crear convergencias eficaces en materia financiera y cultural, no para llevarlas a objetivos individuales o nacionales¡±, sino para explotar talentos y potencialidades. Tampoco se trata ¨²nicamente de capitalizar las ventajas econ¨®micas (o t¨¦cnicas) de esa ¡°mutualizaci¨®n¡±, sino de realzar el imaginario, los cuentos orales y los modos de interpretar de las diferentes culturas del continente. En esto, el int¨¦rprete es contundente, porque, adem¨¢s, arguye, ¡°no podemos continuar viviendo en el imaginario que los otros nos han impuesto¡±.
No se trata ¨²nicamente de capitalizar las ventajas econ¨®micas (o t¨¦cnicas) de la ¡°mutualizaci¨®n¡±, sino de realzar el imaginario, los cuentos orales y los modos de interpretar de las diferentes culturas del continente.
Entre las cosas que hacen falta, se menciona el que los pa¨ªses africanos puedan empezar a conocerse entre vecinos. Por ahora, los medios para llegar a la literatura de los vecinos son el cine y la m¨²sica, pero hay que extender esos roces casuales a ¡°una voluntad pol¨ªtica de aprovechar la propia riqueza¡±.
En la charla, aparece una y otra vez la palabra ¡®supervivencia¡¯ frente a la apabullante hegemon¨ªa anglosajona en el mundo. Estas ¡°pol¨ªticas de resistencia¡± son las que permiten sobrevivir y, de ning¨²n modo, implican borrar las identidades nacionales: ¡°El mundo monocrom¨¢tico no es inspirador¡±, zanja Maka.
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