No abandonemos Hait¨ª
Poco ha cambiado en el pa¨ªs de los terremotos en los ¨²ltimos 20 a?os. Por eso, ahora es el momento de redoblar esfuerzos y trabajar por un futuro mejor para sus mujeres, especialmente las del ¨¢mbito rural
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Acabo de regresar de las zonas m¨¢s afectadas por el terremoto del 14 de agosto en el suroeste de Hait¨ª. Encontr¨¦, naturalmente, una situaci¨®n desoladora. Pero tambi¨¦n encontr¨¦ a un grupo de mujeres rurales que, a¨²n habi¨¦ndolo perdido todo, tienen las ganas, la necesidad y el inter¨¦s de transformar su realidad y su entorno. Es por ellas que hago este llamado.
Desde mi primera visita, hace m¨¢s de 20 a?os, es poco lo que ha cambiado en este pa¨ªs en el que se dedica menos de 1% del PIB a la salud o la educaci¨®n, en el que las familias ¨Caun las m¨¢s pobres¨C tienen que pagar para ir a la escuela, en el que los precios de los supermercados son inalcanzables para la inmensa mayor¨ªa.
Los terremotos de 2010 y 2021, los huracanes y tormentas, las permanentes crisis pol¨ªticas (de las que estamos viviendo un nuevo cap¨ªtulo) y una situaci¨®n de seguridad ciudadana en deterioro, no han hecho m¨¢s que acentuar las profundas inequidades a las que deb¨ªan enfrentarse las mujeres de Hait¨ª.
La comunidad internacional, que hizo un gran esfuerzo de ayuda tras el terremoto de 2010, se encuentra en Hait¨ª con lo que un diplom¨¢tico extranjero me describi¨® como un contexto complejo y r¨¢pidamente cambiante caracterizado por tres problemas muy arraigados: un modelo econ¨®mico ineficiente, la impunidad y la corrupci¨®n.
Las mujeres con las que me reun¨ª me hablaron de sus cultivos de pistacho y mandioca, dos productos muy apetecidos en el mundo desarrollado y con cero aranceles en Europa y otras regiones. Sin embargo, un modelo ineficiente y poco solidario les impone entregar sus cosechas en concesi¨®n a los grandes distribuidores, sin saber cu¨¢nto ni cu¨¢ndo van a cobrar.
Estamos ante una situaci¨®n que solo contribuye a un c¨ªrculo vicioso de reproducci¨®n de la pobreza y la exclusi¨®n
Si a eso le sumamos las fallas en infraestructura, las dificultades de acceso a la ayuda internacional y los problemas de seguridad p¨²blica, estamos ante una situaci¨®n que solo contribuye a un c¨ªrculo vicioso de reproducci¨®n de la pobreza y la exclusi¨®n.
Por eso Hait¨ª nos sigue necesitando. Desde ONU Mujeres hemos reforzado nuestro equipo en Hait¨ª, y preparamos junto a CARE International, el Gobierno y las agencias humanitarias de Naciones Unidas, una evaluaci¨®n r¨¢pida de las necesidades m¨¢s urgentes para organizar nuestro trabajo y orientar la respuesta hacia la atenci¨®n diferenciadas de mujeres, hombres, ni?as y ni?os.
Nuestra evaluaci¨®n revel¨® que la poblaci¨®n afectada por el terremoto necesita urgentemente refugio, agua potable, alimentos, servicios sociales b¨¢sicos y protecci¨®n. El 18% de las mujeres y el 12% de los hombres no tienen hogar; el 53% de las mujeres y el 56% de los hombres duermen junto a una casa da?ada. Esta falta de vivienda y refugio es percibida por el 83% de las personas encuestadas como un factor de inseguridad y mayor riesgo de violencia.
Antes del terremoto, el 46% de la poblaci¨®n ten¨ªa necesidades alimentarias insatisfechas, especialmente entre la ni?ez, adolescentes y embarazadas. Adem¨¢s, los resultados sugieren que aproximadamente m¨¢s del 12,5% de las mujeres son jefas de hogar, y el no poder compartir estas tareas empeora a¨²n m¨¢s su situaci¨®n.
Antes del terremoto, el 46% de la poblaci¨®n ten¨ªa necesidades alimentarias insatisfechas, especialmente entre la ni?ez, adolescentes y embarazadas
Seg¨²n el informe, el 54% de las mujeres y el 46% de los hombres ya han tenido dificultades para acceder a los servicios de salud debido a la crisis sanitaria en la zona impactada por el terremoto; el 79% percibe que las mujeres participan en el proceso de respuesta, pero el 22% se?ala que su presencia en la toma de decisiones es limitada.
El an¨¢lisis es mucho m¨¢s amplio y abarca otras ¨¢reas, pero solo con las que enumero ac¨¢ ya tenemos una tarea enorme por delante. Las soluciones parecen l¨®gicas, pero implementarlas en las condiciones que describ¨ª antes significa enfrentar muchos desaf¨ªos.
Por eso apelo a la solidaridad y el apoyo de quienes puedan aportar a nuestra campa?a de recolecci¨®n de fondos. Tambi¨¦n exhorto a que los gobiernos de los principales pa¨ªses de destino de la di¨¢spora haitiana en Latinoam¨¦rica, pero tambi¨¦n Estados Unidos y Canad¨¢, tomen acciones concretas de apoyo a la poblaci¨®n haitiana.
Apelo tambi¨¦n a la solidaridad y sensibilidad del sector privado en Hait¨ª, para que las mujeres, especialmente en las ¨¢reas rurales, puedan tener acceso a los mercados en mejores condiciones, as¨ª como a instrumentos financieros que garanticen la sostenibilidad de sus ingresos a largo plazo.
Exhorto igualmente al Gobierno y otras instancias de poder en Hait¨ª a que aprueben medidas y pol¨ªticas que incorporen a las mujeres, y que garanticen que est¨¦n en el centro de la toma de decisiones y los esfuerzos de recuperaci¨®n y reconstrucci¨®n.
Dec¨ªa al principio que es poco lo que ha cambiado en este pa¨ªs en 20 a?os, pero es precisamente por eso que creo que este es el momento de redoblar esfuerzos, de volcar toda nuestra solidaridad, de trabajar por un futuro mejor para todas las mujeres de Hait¨ª, especialmente las mujeres rurales. Por eso les exhorto, les pido, les ruego: no abandonen a Hait¨ª.
Mar¨ªa Noel Vaeza es Directora Regional de ONU Mujeres para las Am¨¦ricas y el Caribe.
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