La nueva edad dorada de la conspiranoia alimenta al cine y la televisi¨®n
Los documentales sobre siniestras confabulaciones reales o que intentan desmentir algunas fantas¨ªas que han llegado a hacerse colectivas est¨¢n en auge
Dos chicas abordan a un desconocido en un aeropuerto. Le tapan los ojos, le frotan la cara y se largan. En una hora el hombre est¨¢ muerto. Ha sido envenenado con una toxina letal. Las chicas son detenidas y dicen no tener constancia de haber matado a nadie y que cre¨ªan estar participando de una broma con c¨¢mara oculta. Alegan ser los chivos expiatorios de un complot para perpetrar un asesinato pol¨ªtico.
El argumento es digno de Hitchcock, pero corresponde a una historia real, la del asesinato en 2017 en Malasia de Kim Jong-nam, hermano de Kim Jong-un, exiliado y cr¨ªtico con el r¨¦gimen norcoreano. Hay pel¨ªcula, s¨ª, pero es un documental, Asesinas, de Ryan White (en Movistar desde junio). En la era de la posverdad, las conspiraciones, reales o imaginadas, ya no solo alimentan oscuras ficciones conspiranoicas en pantalla grande, como en los setenta, sino documentales con sabor a thriller o, incluso, a pel¨ªcula de terror.
Asesinas podr¨ªa conformar una perturbadora sesi¨®n doble con El infiltrado, miniserie estrenada en Filmin en febrero en la que el documentalista Mads Br¨¹gger condensa las grabaciones efectuadas con c¨¢mara oculta por un chef dan¨¦s durante la d¨¦cada que ejerci¨® de topo en las redes de amigos de Corea del Norte con intenci¨®n de desenmara?ar los tejemanejes de la dictadura y su principal proselitista en Europa, el espa?ol Alejandro Cao de Ben¨®s.
Son dos muestras de una corriente en aumento. En marzo se estrenaron El disidente, de Bryan Fogel (en Filmin), que disecciona el asesinato del periodista Jamal Kashoggi en el consulado de Arabia Saud¨ª en Estambul y c¨®mo el r¨¦gimen saud¨ª incrust¨® el programa esp¨ªa Pegasus en el m¨®vil de Jeff Bezos, y Q: En el ojo del hurac¨¢n, de Cullen Hoback (en HBO), que explica el origen y el funcionamiento de QAnon, el movimiento populista engendrado en internet que a base de absurdas teor¨ªas conspirativas acab¨® instigando el asalto al Capitolio. Y desde septiembre, poco antes de las elecciones estadounidenses y de ese espeluznante ep¨ªlogo a la era Trump, en HBO tambi¨¦n se puede ver Agentes del caos, de Alex Gibney, que escruta las maniobras rusas para influir en los comicios que proyectaron al magnate a la Casa Blanca.
La presidencia de Donald Trump ha marcado la que Noel Ceballos, autor de El pensamiento conspiranoico (Arpa), considera la era dorada de la conspiranoia. En su libro afirma que ¡°nunca un porcentaje tan alto de la poblaci¨®n hab¨ªa sido expuesto, durante tanto tiempo, a un n¨²mero tan grande y normalizado de teor¨ªas de la conspiraci¨®n como en la segunda mitad de la d¨¦cada pasada¡±. Y el fen¨®meno crece, a?ade en conversaci¨®n con EL PA?S. ¡°Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n ahora est¨¢n en el centro del discurso social, abren informativos¡±, advierte, ¡°pueden llevar a la gente a no vacunarse y a montar manifestaciones negacionistas de la covid, y a una muchedumbre enfurecida a asaltar el Capitolio¡±.
Es f¨¢cil trazar un paralelismo con el final de los sesenta y la d¨¦cada de los setenta. Entonces, los magnicidios de John y Robert Kennedy, Malcolm X y Martin Luther King llevaron a la poblaci¨®n estadounidense a creer que todo era posible, y los papeles del Pent¨¢gono y el Watergate, a desconfiar del Gobierno. Ahora, la convicci¨®n de que todo puede pasar y la suspicacia respecto del establishment son un fen¨®meno global, magnificado y acelerado por internet. Para Ceballos, ¡°a finales de los sesenta, hubo un cambio de paradigma tecnol¨®gico, el escrutinio sobre el poder fue mayor y se descubrieron m¨¢s esc¨¢ndalos. Cada vez tenemos m¨¢s herramientas para vigilar al poder, y eso conlleva un aumento de la desconfianza. El problema es cuando eso se convierte en algo patol¨®gico¡±.
Aquellos a?os a¨²n alimentan a creadores como Oliver Stone, que, 30 a?os despu¨¦s de JFK: Caso abierto, cumbre del thriller conspiranoico, estren¨® hace un mes en el festival de Cannes JFK Revisited: Through The Looking Glass, dos horas de documental sobre el asesinato del presidente Kennedy basadas en 2.800 informes secretos desclasificados en 2017 (a¨²n quedan otros 200, considerados clave por los historiadores). Puede que nunca se sepa qui¨¦n estaba en realidad detr¨¢s de aquel magnicidio el 22 de noviembre de 1963, pero Stone, documentos en mano, se?ala al FBI y a la CIA como manipuladores de todas las investigaciones posteriores. Como dec¨ªa el cineasta a El PA?S en el certamen franc¨¦s: ¡°Kennedy ten¨ªa demasiados enemigos. En realidad, no s¨¦ qu¨¦ pas¨®, pero s¨ª lo que no pas¨®¡±. El filme se estrenar¨¢ en salas en Espa?a, aunque a¨²n no hay fecha fija.
Hace medio siglo el cine tradujo ese malestar en thrillers como Los tres d¨ªas del c¨®ndor (Sydney Pollack, 1975), pero ahora es el documental el que mayoritariamente aborda estos asuntos. En 1976, Alan J. Pakula dramatizaba en Todos los hombres del presidente el hito period¨ªstico que le cost¨® la presidencia a Nixon. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, en 2015, ganaba el Oscar al mejor documental Citizenfour (Laura Poitras), making of de una de las exclusivas de la d¨¦cada, la filtraci¨®n de Edward Snowden que desvel¨® que la NSA estadounidenses espiaba de manera ilegal a los ciudadanos.
Cada vez hay tambi¨¦n m¨¢s medios para desvelar conspiraciones reales y para combatir las teor¨ªas conspirativas, opina Ceballos. ¡°Por eso tantos documentalistas est¨¢n centrando su inter¨¦s en ello. Es un tema fascinante, pero adem¨¢s nos va la vida en ello¡±. Lo primero, explicar complots veraces, es lo que hacen El disidente o Asesinas. Lo segundo es lo que hace Q: En el ojo del hurac¨¢n (aunque tambi¨¦n explica c¨®mo los conspiranoicos derivan a su vez en conspiradores). O El caso Alc¨¤sser (2019), donde El¨ªas Le¨®n Siminiani desarma las disparatadas hip¨®tesis sobre aquel triple asesinato diseminadas durante a?os en horario de m¨¢xima audiencia televisiva.
Para Le¨®n Siminiani, el propio sistema judicial consagra la idea de la construcci¨®n de un relato, en su caso, el de hechos probados en la sentencia. ¡°La justicia entronca con la necesidad de la sociedad de construir y consumir relatos¡±, explica. ¡°Por eso entre otras cosas ha habido tanto auge del true crime [los documentales que narran cr¨ªmenes reales]¡±, del que los docuthrillers de conspiraci¨®n son una variante m¨¢s.
¡°Desactivar una teor¨ªa de la conspiraci¨®n es complicado porque se suman el paso del tiempo y la incomodidad que puede causar la verdad¡±, explica el director. Incomodidad porque admitir que uno ha estado creyendo y diseminando falsedades durante mucho tiempo ¡°no es f¨¢cil¡± y porque puede que la realidad resulte m¨¢s perturbadora que cualquier fantas¨ªa. El tambi¨¦n documentalista Justin Webster cree que ¡°el problema es que la gente siempre, y ahora m¨¢s que nunca, quiere certezas. Y no hay certezas¡±. Y a?ade: ¡°Si algo confirma tus prejuicios no tienes que pensar, y pensar exige, es doloroso. Y lo m¨¢s c¨®modo es echarle la culpa al otro¡±. Webster pone como ejemplo las hip¨®tesis sobre el origen de la covid. ¡°No sabemos qu¨¦ ha pasado, pero la historia de que ha escapado del laboratorio y los chinos son los culpables es tan atractiva...¡±. Y la alternativa, la de que pasara de animales a humanos de forma espont¨¢nea, ¡°es mucho m¨¢s aterradora¡±.
Varias pel¨ªculas de Webster, m¨¢s interesado en ¡°encontrar la verdad tras las conspiraciones que en reproducirlas¡±, desactivan teor¨ªas conspirativas. En Ser¨¦ asesinado (2013) se ocup¨® del caso de un abogado guatemalteco que encarg¨® su propio asesinato y dej¨® un v¨ªdeo culpando al Gobierno. El misterio ya llevaba tiempo resuelto cuando empez¨® a rodar el filme, pero ¡°la jungla hab¨ªa crecido otra vez, y la mayor¨ªa de la gente cre¨ªa que hab¨ªa sido asesinado¡±. En El fiscal, la presidenta y el esp¨ªa (2019), que aborda la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman d¨ªas despu¨¦s de presentar una denuncia contra Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, se encara, en cambio, con un caso abierto, en el que se confrontan las hip¨®tesis del suicidio y del asesinato. Webster expone los hechos en una estructura en forma de ¡°di¨¢logo socr¨¢tico¡± para que el espectador llegue por s¨ª mismo a la conclusi¨®n, que es clara aunque la serie no la explicita porque ¡°aleccionar tampoco ayudar¨ªa¡±.
Siminiani y Webster admiten que hay muchos espectadores a quienes sus documentales no han sacado de su error. Tras El caso Alc¨¤sser, cuenta su director, ¡°hubo un poco de todo, pero el documental abri¨® una puerta¡±. Para Webster, ¡°lo bueno es que la gente s¨ª conecta con esta forma de trabajar para intentar entender cosas a nuestro alrededor que no entendemos bien¡±.
Otra serie de no ficci¨®n reciente ofrece un ejemplo de lo espinoso que resulta intentar desactivar seg¨²n qu¨¦ delirios colectivos: en su ¨²ltimo trabajo, Can¡¯t Get You Out of My Head, estrenado en la BBC en febrero, Adam Curtis ¡ªa veces acusado ¨¦l mismo de conspiranoico por sus ecl¨¦cticas lecturas geopol¨ªticas¡ª explora precisamente el peso creciente de esas quimeras en la sociedad occidental, y explica c¨®mo a finales de los sesenta un grupo que pretend¨ªa parodiar la creciente ola conspiranoica difundi¨® la teor¨ªa de que tras todos los magnicidios en EE UU estaban los Illuminati, una olvidada sociedad secreta cr¨ªtica con la Iglesia cat¨®lica que hab¨ªa tenido una vida ef¨ªmera en la Baviera del siglo XVIII. Se trataba de plantear algo tan absurdo que nadie pudiera creerlo. Pero esos cuentos caricaturescos empezaron a ser tomados cada vez m¨¢s en serio por cada vez m¨¢s gente, mezclados con conspiraciones reales como el programa MK Ultra de control mental de la CIA. ¡°La l¨ªnea entre la realidad de la corrupci¨®n pol¨ªtica y un mundo fantasioso de teor¨ªas de la conspiraci¨®n comenz¨® a desdibujarse en EE UU¡±, dice Curtis en la serie.
Y en los ¨²ltimos a?os, sometida la poblaci¨®n a ese inabarcable y acelerado bombardeo de informaci¨®n, o de ruido, bajo el que a menudo puede costar distinguir verdad y ficci¨®n y por el que tratan de abrirse paso los documentalistas, los Illuminati ya no han dejado de comparecer en nuestras m¨¢s paranoicas fantas¨ªas.
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