Nadie vuelve a La Restinga
El levantamiento parcial del desalojo no devuelve la vida al pueblo
El Mar de las Calmas hace honor a su nombre. Con el Alisio soplando suave del norte, es un plato brillante en el que cuesta distinguir la mancha de la erupci¨®n submarina que ha vaciado el agua y la costa cercana. La posibilidad dada por las autoridades para que los habitantes pasen el d¨ªa en el pueblo -"del orto al ocaso", seg¨²n el director general de Seguridad del Gobierno canario, Juan Manuel Santana- no ha sido aprovechada por casi nadie. En el paseo, justo frente al lugar desde el que el s¨¢bado se vieron las dos enormes burbujas que provocaron la evacuaci¨®n, solo el coche de polic¨ªa que pasa y un par de veh¨ªculos de periodistas alteran la calma.
La due?a de Tajaraste, una tienda del paseo es una excepci¨®n. "No hemos abierto, hemos venido a recoger", dice mientras empaqueta mercanc¨ªa. "Tenemos otras dos tiendas, en Valverde y La Frontera, as¨ª que hay dos en peligro", dice con media sonrisa. Se refiere a que aparte de esta, la del norte, la de La Frontera, est¨¢ en una zona donde se han cortado carreteras y accesos por los se¨ªsmos.
Esta vez ni siquiera se distingue la macha, y, mucho menos, el burbujeo que a unos 1.800 metros de la costa marca el foco volc¨¢nico m¨¢s cercano. En el puerto apenas queda media decena de barcos.
Una posibilidad para este abandono es que ya la gente no tenga nada que hacer en La Restinga. Con la pesca y el buceo prohibidos, la actividad comercial del pueblo est¨¢ muerta. Adem¨¢s, el domingo se permiti¨® que los vecinos acudieran por turnos de una hora a recoger papeles, regar las plantas o alimentar los animales. De los 500 o 600 habitantes de La Restinga, la mayor¨ªa tiene casas en el municipio vecino de El Pinar, a 14 kil¨®metros, y muchos, de hecho, ya ni siquiera hab¨ªan vuelto despu¨¦s del primer desalojo. Adem¨¢s, los ni?os han sido escolarizados en otros municipios, con lo que los padres ni siquiera tienen que venir a traerlos y recogerlos.
Jos¨¦ Bord¨®n es una excepci¨®n. El hombre, de 57 a?os, ha bajado al pueblo a regar las plantas. Tambi¨¦n mira con insistencia al mar. ?l fue uno de los pocos que consigui¨® fotografiar la burbuja de hace dos d¨ªas. "La publicaron en varios peri¨®dicos", dice orgulloso. Pero hoy "parece que todo est¨¢ tranquilo", dice medio resignado. Por si acaso, va a esperar hasta las seis, cuando le han dicho que debe desalojar el pueblo otra vez.
Como muchos de sus convecinos, ¨¦l se est¨¢ quedando en El pinar, "en casa de un amigo". "Trabajo de electricista de coches, pero el taller est¨¢ cerrado. Menos mal que el ayuntamiento nos da la comida", afirma.
Nadie sabe cu¨¢nto tiempo va a estar as¨ª al situaci¨®n. La mancha de emisiones volc¨¢nicas sigue frente a la costa, y el burbujeo del agua aumenta y disminuye caprichosamente. El peligro es que haya una emisi¨®n fuerte de gases o cenizas, que podr¨ªan llegar a la costa y ser un problema sanitario.
La directora del Instituto Geogr¨¢fico Nacional en Canarias, Mar¨ªa Jos¨¦ Blanco, se niega a aventurar un plazo. "Hacer previsiones es jugar con el destino", afirma.
Una hora antes de que llegue de nuevo el toque de queda, llega el personal del bar Mar de las Calmas. Con generosidad, ofrecen abrir la barra y servir unas cervezas a los cuatro periodistas que est¨¢n en el paseo.
En el silencio se oye la entrevista que una corresponsal de radio est¨¢ haciendo con una consejera canaria. La iron¨ªa es que justo ayer se inaugur¨® una feria de turismo en Londres, una de las m¨¢s importantes del mundo, con una importante presencia canaria. Su lema es La experiencia volc¨¢nica de Canarias.
Pocas certezas
El volc¨¢n submarino de La Restinga parece que juega con las expectativas de la gente. Justo cuando, ayer por la ma?ana, la directora del Instituto Geogr¨¢fico Nacional en Canarias, Mar¨ªa Jos¨¦ Blanco, estaba reunida con las autoridades para decidir que se pod¨ªa volver al pueblo, aunque fuera solo de d¨ªa, los periodistas que estaban observando el mar detectaron otra burbuja, aunque menor que la del s¨¢bado.
El problema es que la vulcanolog¨ªa y la sismolog¨ªa, juntas o separadas, no son una ciencia exacta. Por eso Blanco repite en cada intervenci¨®n que "hacer previsiones a corto plazo es jugar con el destino".
Pero eso no es del todo cierto. Por ejemplo, se sabe que, de momento, solo hay emisi¨®n magm¨¢tica al sur. En esto, la cient¨ªfica es tajante: "El tremor [el rumor de las emisiones] indica que hay un ¨²nico foco". Esto no quiere decir que no haya probabilidades "muy muy peque?as" de que se abran bocas en el norte, frente a La Frontera, o incluso en tierra firme. Sobre los sismos, que son los que precisamente han obligado a desalojar a 51 personas de n¨²cleos urbanos del norte y han hecho que se corten carreteras y el t¨²nes de Los Roquillos es m¨¢s tajante: llegar¨¢n a 4,6 (hasta ahora, se esperaba un m¨¢ximo de 4,4 o 4,5).
Tambi¨¦n se han hecho los primeros c¨¢lculos de la cantidad de magma que hay bajo tierra. "Entre uno y 1,5 kil¨®metros c¨²bicos", dice Blanco. "Ser¨ªa tanto como en el Tenegu¨ªa", la explosi¨®n de 1971 de la isla de La Palma, que es el antecedente m¨¢s cercano de la situaci¨®n anterior. "Pero eso no quiere decir que vaya a salir todo", matiza enseguida Blanco.
La directora del IGN quita importancia a que se hayan podido perder algunos registros. "Ustedes, que trabajan en directo, saben lo dif¨ªcil que es que los sistemas funciones las 24 horas los 365 d¨ªas", dice a los periodistas. Adem¨¢s, insiste en que esos datos no ten¨ªan importancia.
A Blanco le parece normal que haya un aumento de las emisiones de CO2, que est¨¢n a su nivel m¨¢ximo en la isla. Es l¨®gico si el volc¨¢n est¨¢ liberando gases, afirma. Eso, sin embargo, no quiere decir que haya peligro para la poblaci¨®n. "No hay m¨¢s que ver las plantas" dice Blanco, que de vez en cuando recurre a estas expresiones cuando quiere enfatizar un mensaje (ya lo hab¨ªa usado cuando puso como m¨¢xima prueba de que no hab¨ªa peligro que ella y las autoridades estaban en el pueblo el viernes).
Dentro de este nivel de normalidad, Blanco no le da importancia a la informaci¨®n de que el agua en la zona volc¨¢nica est¨¢ hasta 11 grados m¨¢s caliente de lo normal. "En vez de a 24 grados, puede estar a 35", admite. El c¨¢lculo lo ha hecho el ITER (Instituto tecnol¨®gico y de Energ¨ªas Renovables) a partir de los datos obtenidos por el helic¨®ptero que sobrevol¨® la zona de las emisiones el domingo. La explicaci¨®n es obvia: hay una masa magm¨¢tica debajo.
Cuando se le pide que adivine, es cuando Blanco se pone seria. "Las burbujas no tienen por qu¨¦ estar relacionadas con la profundidad de las emisiones", aclara. Eso se sabr¨¢ la semana que viene, cuando se espera que el Ram¨®n Margalef haga una nueva batimetr¨ªa de la zona.
Se la ve cansada a la cient¨ªfica. Lleva cuatro meses en la isla. Si el volc¨¢n hubiera surgido en una zona no habitada estar¨ªa m¨¢s tranquila. Pero la inquietud de la gente le pide certezas. Unas afirmaciones que no est¨¢ dispuesta a dar.
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